¿Ignorancia o cinismo?

Aristóteles y Salinas

Aristóteles Sandoval, alcalde de Guadalajara y prospecto del PRI para el gobierno de Jalisco, tiene mala memoria, o conoce mal la historia política de México, o en definitiva, es un cínico de marca.

Aristóteles Sandoval

Conforme transcurre la administración municipal de Guadalajara [Jalisco, México], han ido apareciendo los flancos débiles y las limitaciones que Aristóteles Sandoval Díaz tiene como funcionario público.

Proyectadas hacia el futuro, esas inconsistencias se vuelven mayores, sobre todo si se considera que Sandoval Díaz no sólo es alcalde de Guadalajara —lo cual ya no tiene vuelta atrás— sino que se perfila también como el favorito para ganar la gubernatura de Jalisco en las elecciones del año que entra.

El alcalde tapatío sacó a la luz pública recientemente una más de sus inconsistencias, al presentar como su modelo político personal a Carlos Salinas de Gortari, a quien, sin ningún rubor, ha calificado como “un extraordinario presidente de la república, el mejor que hemos tenido en mucho tiempo” (La Jornada Jalisco, 2 de agosto de 2011).

Si Aristóteles Sandoval fuera un ciudadano de a pie, con sus filias y sus fobias como todo mundo, no habría ningún problema con sus héroes personales. Total, cada quien tiene derecho a sus clásicos. El problema es que, en su condición de primera autoridad de Guadalajara y de aspirante al gobierno de Jalisco, pretenda encumbrar como modelo de gobernante a uno de los presidentes menos presentables en la historia reciente de México.

Salinas de Gortari llegó a la presidencia de la república en unas elecciones (las de 1988) más que dudosas, tanto por la famosa “caída del sistema” como por haber ordenado la incineración de las boletas electorales.

El alcalde tapatío sacó a la luz pública recientemente una más de sus inconsistencias, al presentar como su modelo político personal a Carlos Salinas de Gortari, a quien, sin ningún rubor, ha calificado como “un extraordinario presidente de la república, el mejor que hemos tenido en mucho tiempo”

En el primer caso, antes de que el sistema se “cayera”, Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático Nacional, iba arriba en los conteos. Y una vez que el sistema de cómputo fue restablecido, casualmente el puntero ya era otro: el abanderado del PRI, Carlos Salinas de Gortari.

Después, cuando Salinas fue declarado presidente de la república, la Cámara de Diputados resolvió incinerar las boletas electorales, con el voto de la bancada del PRI y también del PAN, cuyo coordinador era nada menos que Diego Fernando de Cevallos, quien a partir de ese momento se volvería en uno de los principales aliados del régimen salinista.

Como presidente de México, Salinas utilizó el poder del Estado lo mismo para perseguir a sus adversarios que para premiar a sus adictos, para ganar nuevos aliados y para tratar de legitimarse.

En el primer caso, encarceló al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, alias la Quina, quien fue acusado de acopio de armas “de uso exclusivo del Ejército”, así como de haber asesinado a un agente del Ministerio Público Federal.

Con el paso del tiempo se sabría que las armas, presuntamente encontradas durante el cateo que la PGR hizo en el domicilio de la Quina, en Ciudad Madero, Tamaulipas, pertenecían a uno de varios lotes que la Secretaría de la Defensa Nacional había importado de Estados Unidos. De esta manera quedó demostrado que esas armas le fueron “sembradas” al líder petrolero, quien meses atrás no había ocultado sus simpatías por Cuauhtémoc Cárdenas, a cuya campaña presidencial habría apoyado.

Pero más grotesco aún fue el caso del agente del Ministerio Público Federal. Resulta que esta persona, de nombre Gerardo Antonio Zamora Arrioja, quien perdió la vida durante un operativo que la Procuraduría General de la República (PGR) llevó a cabo en Ciudad Juárez, Chihuahua, para tratar de detener al presunto narcotraficante Gilberto Ontiveros Lucero, alias el Greñas, el 9 de enero de 1989. El presidente Salinas, con apenas cinco semanas en el cargo, autorizó que el cadáver de ese agente fuera trasladado esa misma noche, en un avión de la PGR, a Ciudad Madero, para utilizarlo como “prueba” inculpatoria contra la Quina, detenido, junto con 22 personas más, en las primeras horas del día siguiente, el10 de enero de 1989.

Horas después de que los medios de comunicación difundieron la aprehensión de la Quina, Carlos Salinas se apersonó en el domicilio de la viuda del agente Zamora Arrioja para presentarle sus condolencias y para asegurarle que se haría justicia y que “ese crimen no quedaría impune” (El Financiero, 26 de octubre de 1996).

Como presidente de México, Salinas utilizó el poder del Estado lo mismo para perseguir a sus adversarios que para premiar a sus adictos, para ganar nuevos aliados y para tratar de legitimarse.

Y ésta es sólo una de las incontables “dagas” de Carlos Salinas de Gortari, a quien el alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, considera “un extraordinario presidente de la república”… Tan extraordinario, que hizo que algunos de sus adversarios políticos, como el caso de la Quina, purgaran penas por delitos que no había cometido.

Tan extraordinario, que trató de legitimarse ante el clero y la comunidad católica promoviendo la modificación del Artículo 130 de la Constitución y nombrando un representante del gobierno de México en el Vaticano.

Tan extraordinario, que solapó las más diversas trapacerías de su hermano Raúl Salinas de Gortari.

Tan extraordinario, que pobló el país de gobernadores interinos, a fin de que éstos le debieran el cargo a él y no a los electores…

Tan extraordinario, que se propuso comprar —y en la mayoría de casos lo logró— la voluntad de escritores, artistas e intelectuales con la repartición de becas otorgadas por el llamado Sistema Nacional de Creadores.

Tan extraordinario, que dejó las tambaleantes las finanzas del país, por lo que semanas después de separarse del cargo, el 30 de noviembre de 1994, sobrevino el tristemente célebre “error de diciembre”, la más grave crisis económica que nuestro país ha padecido en los últimos treinta años.

En conclusión, o bien Aristóteles Sandoval, alcalde de Guadalajara y prospecto del PRI para el gobierno de Jalisco, tiene mala memoria, o conoce mal la historia política de México, o en definitiva, es un cínico de marca. ®

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Publicado en: Agosto 2011, Política y sociedad

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