AGUA INCENDIARIA

Una gota de agua se convierte en una lupa

Quemadura por gota de agua. Foto © Epoch Times

Nada más pensar que una gota de agua puede ser causante de una cadena de reacciones que llevarían al incendio de un bosque o a incrementar la severidad de quemaduras en la piel por exposición al sol podría sonar ridículo. ¡Pero si el agua sirve para apagar el fuego! ¡Y la frescura que se siente cuando te bañas después de asolearte en la playa!

Entre jardineros hay una creencia muy difundida: regar el pasto y las plantas bajo el sol del mediodía puede provocar que las plantas se “quemen”. Quizá no hay mucha ciencia en esa aseveración, pero los años de práctica se los han demostrado.

Para tratar de entenderlo habría que recordar las primeras experiencias con una lupa en mano, frente a una brizna de hierba o una hoja seca y el sol fulgurante atravesando el cristal. En cuestión de minutos un agujero de marco incandescente y humeante develaba la sorpresa en los ojos infantiles bien abiertos. En el caso de las hormigas no se llegaba a los agujeros, pocos pasaban de simplemente verlas retorcerse bajo el rayo de luz.

Quizá de una combinación entre ese recuerdo y la “verdad aceptada” de los jardineros surgió en la cabeza del doctor Gabor Horvath, de la Universidad Eotvos, en Hungría, la idea de comprobar científicamente que minúsculas gotas de agua en las hojas de algunos árboles podrían, luego de una prolongada exposición a los rayos solares, ser las causantes de un incendio; o en una piel medianamente velluda incrementar las quemaduras.

Para Horvath el problema de la luz proyectada por pequeñas gotas de agua adheridas a las plantas nunca había sido investigado teórica ni experimentalmente. Sin embargo, lo consideró algo muy lejano de una pregunta trivial. La opinión prevaleciente es que los incendios forestales pueden ser iniciados por la acción de la luz a través de gotas de agua en vegetación seca.

Mediante estudios experimentales y modelos en computadora el equipo de Horvath determinó cómo el ángulo de contacto entre la gota de agua y la hoja puede afectar la acción de la luz sobre el material vegetal. El objetivo era dejar en claro las condiciones bajo las cuales las gotas de agua iluminadas por el sol podían causar quemaduras en las hojas.

¿Qué encontraron? Que en el caso de hojas con superficie suave, como el maple, no se observaban quemaduras. En contraste, hojas como las del helecho, que tienen pequeñas vellosidades, son susceptibles de quemarse. Esto es porque las vellosidades sostienen las gotas de agua por encima de la hoja, donde éstas actúan como una lupa.

Los resultados permiten sostener el argumento de los jardineros y además establecer una analogía con las quemaduras de la piel humana por exposición al sol después de un baño. Por consiguiente, también refuerzan la hipótesis de que el fenómeno pueda causar o ser el iniciador de incendios forestales.

Eso sí, el doctor Horvath deja algo muy en claro: la posibilidad de que ocurra se reduce en la medida en que las gotas de agua se evaporen antes de provocar el fenómeno descrito. Por eso, para quienes no son jardineros ni guardabosques, luego de salir de la playa, del río, la alberca o la regadera es mejor secarse bien. (Con información de New Phytologist). ®

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Publicado en: Abril 2010, Ciencia y tecnología

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