Algo sobre la fotografía del instante presente

La violencia, la marginalidad, la clase media y la riqueza como «argumentos» estéticos

En realidad, en la realidad del arte y no en la del mero documento periodístico o en el reality de moda gráfica, los diversos contenidos y géneros fotográficos pueden muy bien reducirse a dos categorías y criterios determinantes: la buena fotografía y la mala fotografía.

Querido (Alfred) Stieglitz, usted conoce exactamente mi sentimiento con respecto a la fotografía. Me gustaría verla induciendo a la gente al desprecio de la pintura hasta que otra cosa haga a la fotografía insoportable. Y ya está.
Afectuosamente,
—Marcel Duchamp, N.Y., 22 de mayo de 1922

Datos misceláneos

1. Recuerdo que hace unos años, en un documental sobre la revista Vogue, declaraba una de sus editoras de arte —una señora mayor, ex modelo y fotógrafa— su extrañeza porque en esa publicación, como en mucha de la fotografía de moda actual, se privilegiara tanto la nitidez, el enfoque de la imagen. Y no como en los sesenta, en que también se consideraba relevante y creativo lo fuera de foco, lo “movido” o borroso de las fotografías en las revistas de moda.

Las fotos de gatitos, de las más gustadas en las redes sociales.

Las fotos de gatitos, de las más gustadas en las redes sociales.

2. A propósito de la nitidez de la imagen leo en un medio digital que se realizó un estudio para saber qué tipo de fotografía es la que se prefiere en las redes sociales. El resultado de ese profundo análisis es que la foto que más votos obtiene el anhelado “me gusta” es, precisamente, la que está bien enfocada y expuesta. Aunque el tema expuesto y repetido con más éxito sea el de un gatito, después el de un paisaje (¿bucólico?) u otro animal, “que además contengan en su composición una carga de inspiración, humor o belleza”. También, aconseja el estudio, “es fundamental captar la luz de la forma más fiel a la realidad; dicho de otro modo, hay que conseguir la exposición correcta y minimizar el desenfoque”. Lo que viene a significar que a las multitudes, al menos en las fotos, les encantan las cosas claras (tal vez porque la realidad que se vive sea confusa). Y además pueden llegar a preferirse los temas cursis o evasivos. Y gustan tan claras las cosas… fotografiadas que ni siquiera se eligen los filtros, contrario a las predicciones de los especialistas, quienes afirman que lo que más gusta en las redes es “el contenido que transmita emoción y calidad técnica”. Y todo eso será pura coincidencia pero, casualmente, es lo que también atrae a ciertos fotógrafos y entendidos nacionales en arte y en fotografía, aunque con otras muy diferentes pretensiones estéticas. Ya que mientras en las redes sociales se prefieren los gatitos enfocados, otros eligen, tanto en la llamada fotografía de arte como en cierta pintura, contenidos más fuertes… pero bonitos, nítidos, bien expuestos y presentados.

3. Sobre la fotografía presentada en las redes sociales y el “me gusta” de Facebook, leo en el portal de fotografía www.quesabesde.com un artículo, “El virus”, del fotógrafo español Eduardo Parra. En él expresa lo siguiente:

Me ha infectado un virus que está atacando fuertemente a los fotoperiodistas: preocupa más presumir que informar. [..] Las redes sociales son una poderosa herramienta con múltiples fines: permiten promocionar un trabajo, denunciar una injusticia y llegar mucho más lejos de lo que nunca pudimos soñar, pero también son un potenciador de nuestro ego y crean en nosotros una necesidad de mostrar y demostrar al mundo cuán grandes somos para —supongo— recibir esas palmaditas en la espalda. […] me pregunto si no estamos empezando a buscar las fotos por su impacto visual antes que por su valor informativo. Nos preocupa más el qué dirán que lo que nosotros, con nuestras fotos, tenemos que decir. […] la preferencia de la foto explosiva por encima de la foto informativa […] Tal vez se empiece a notar ahora que las redes sociales nos permiten ver que la imagen más impactante no siempre es la más informativa. […] En mi escuela a eso le llamaban morbo, y hoy día es con morbo con lo que ganamos premios, llenamos el muro de Facebook y conseguimos nuestras palmaditas.

Cadáveres en un salón de billar después de un ataque de asaltantes enmascarados cerca de San Pedro Sula, Honduras. Foto © Esteban Félix.

Cadáveres en un salón de billar después de un ataque de asaltantes enmascarados cerca de San Pedro Sula, Honduras. Foto © Esteban Félix.

4. Veo en las noticias que está por exhibirse en la capital del país una muestra con imágenes sobre “la trata”, junto con una obra de teatro que expone tan peliagudo problema social. Se refieren, por supuesto, a exponer y cuestionar la trata de personas, el uso, el abuso, la violación y el secuestro de seres humanos. Y ese reclamo social supongo que está muy bien que se ventile, que se exponga y cuestione. Lo que ya no parece tan bien es que todo eso que se exhibe y se representa, políticamente correcto, además pretenda ser un arte teatral o visual por el solo hecho de tocar un delicado tema nacional.

Me pregunto si no estamos empezando a buscar las fotos por su impacto visual antes que por su valor informativo. Nos preocupa más el qué dirán que lo que nosotros, con nuestras fotos, tenemos que decir. […] la preferencia de la foto explosiva por encima de la foto informativa […] Tal vez se empiece a notar ahora que las redes sociales nos permiten ver que la imagen más impactante no siempre es la más informativa.

5. Leo en el mismo portal www.quesabesde.com las declaraciones de un fotoperiodista español: “Pensé que si lograba entrar en la cárcel [a tomar fotos] y publicaba el trabajo iba a cambiar algo… pero no ha cambiado nada”. Se refiere a denunciar las condiciones en las que viven los presos, como las que también sufren los pobres y las que se padecen por las consecuencias de un sistema corrupto e ineficiente, casi siempre en un país subdesarrollado. Estas declaraciones son sólo un ejemplo, entre muchos, de los que creen en el poder redentor de la imagen al denunciar y exponer fotografías sobre variadas injusticias. Aunque luego se decepcionen porque no hay tal, o porque es mínimo ese poder que se le otorga a la imagen, mientras unos pueden obstinarse en creer que la insistente representación de la injusticia sí logra provocar cierta conciencia social entre una mayoría. Al mismo tiempo esa misma imagen, muy manida, de arbitrariedades sociales también ha propiciado ya un desgaste entre un sector del medio artístico.

Barrio del Carmen, Valencia. Foto © José Robles.

Barrio del Carmen, Valencia. Foto © José Robles.

6. Hace unos meses oí hablar a un investigador y crítico de fotografía de nuestra adorada patria que señalaba estar ya hasta el copete de que se representaran ciertos temas urbanos. Ya fuera que se le ilustraran como graffiti, postes de luz, azoteas, el metro, los muros y no sé cuántas cosas más, pues los consideraba temas que se habían convertido en clichés. Supongo que ahora también ya se deberá haber fastidiado más de uno por que se sigan manoseando otros temas en nuestra fotografía contemporánea. Contenidos que, sin embargo, se ilustran muy nítidos, se exhiben con frecuencia, se nombran relevantes, se dicen distinguidos, se ven técnicamente bien impresos e insuperablemente presentados.

Aquí se describen algunos de esos otros temas ya muy gastados en la fotografía considerada artística, y que no se cuestionan con la misma asiduidad con la que se representan.

Asunto

La violencia cultural (la aprendida, no la instintiva) más bien extrae placer del dolor ajeno. Las imágenes violentas que proponen una reflexión no generan más violencia, al contrario, sirven para regularla… Pero las imágenes violentas también pueden quedarse solamente en estímulos que se revuelcan en sí mismos… Es esta violencia banal y de consumo la que puede generar nueva violencia por simple síndrome de abstinencia.
—Jorge Wagensberg, Babelia, El País, 19-05-13

¿Por qué los artistas, los espectadores y el medio de las artes en general no dejamos ya en paz de representar y de mirar “estéticamente” los temas de los inmigrantes-emigrantes-anhelantes, así como los contenidos de marginales, fronterizos, espaldas mojadas, chicanos, explotados, refugiados, pobres, muertos, mutilados, La Bestia, los olvidados de la calle, las bandas, los criminales, torturados, tatuados, etcétera? Y ahora, además, el también predecible menonita, tan en boga. ¿O por qué no se dejan de exhibir, representar y vender a las clases medias, altas o bajas, en la fachada de sus casas y en el interior de sus sacrosantos hogares, para así ventilar sus sofisticados gustos en decoración y en modas? Al mismo tiempo que también se les representa, a esos pertinentes modelos, en otros peculiares escenarios como en sus espacios de trabajo, en sus lugares de esparcimiento, pulquerías, salones de baile y fiestas privadas, o en los balnearios que frecuentan, como las clausuradas pero muy populares “playas” de la Ciudad de México.

Donar Antonio Espinal, de la serie "La Bestia", © Isabel Muñoz.

Donar Antonio Espinal, de la serie «La Bestia», © Isabel Muñoz.

Lo que hace apenas unos años era un asunto propio del álbum de familia, de la intimidad en la cuna, de la vacación en parentela, de la boda en familia o de “los quince años de la nena”, pues ahora eso, nos dicen, resulta artístico. Como también dicen que resultan los libros que documentan a Las Ladys en el alarde fútil de su mansión y en su “depa” neoyorquino; el del abuelo galán que heredó las fotos de sus conquistas a su nieto artista-vanguardista, o el del político cuestionado por corrupto y captado dentro de la intimidad de su feudo. Ahora resulta que todo eso alcanza el rango de un arte. Sí, del arte de la ostentación banal que sólo documenta esa frívola ostentación.

Lo que hace apenas unos años era un asunto propio de la prensa, de la sección urbana, de la nota roja o de sociales, ahora adquiere un nivel artístico. Asuntos que son más bien de la prensa o del álbum familiar ya que únicamente se basan en el aspecto temático o narrativo, en puros contenidos. O, por el contrario, en el aspecto decorativo de un tema inquietante y, en otros casos, en el buen argumento de un fotógrafo prestigioso pero ya muy manoseado por sus epígonos. Pues como sólo se hace hincapié en el delicado tema social, no se contempla también el aspecto creativo y formal de la fotografía de arte. Y no por representar un contenido “fuerte”, marginal o violento se hace necesariamente una fotografía más expresiva, pues “las imágenes violentas también pueden quedarse tan sólo en estímulos que se revuelcan en sí mismos”. Así como tampoco por reflejar una injusticia o abuso se crea necesariamente conciencia social, pues en ocasiones “la violencia cultural más bien extrae placer del dolor ajeno”. A estas alturas esos temas son tan manidos que, por sí mismos, hace mucho dejaron de ser creativos. Además de que se pasó, quizás de manera imperceptible, de cuestionar el indigenismo, el folclor del muralismo y sus dogmas ideológicos del ayer para luego criticar el folclorismo indigenista o de los pobres en décadas pasadas. Y ya después terminar por enaltecer los renovados dogmas populacheros, estéticos, kitsch o sentimentales del otro “folclorismo” de emigrantes e inmigrantes, de veraneantes, de pobres, de ricos y urbanos de nuestros días.

De la serie "Ricas y famosas", de Daniela Rossell.

De la serie «Ricas y famosas», de Daniela Rossell.

Fabelas de fábula o de videoclip, miserables de película, de miedo o de reality. Puras “causas justas” que visten, se exhiben, se premian y hasta venden. O puras víctimas expuestas, violadas, atolondradas, paisajes en cinturones de miseria, atardeceres en ciudades perdidas. Y discursos ecológicos y correctos, siempre representados en convenientes disertaciones liberales de democracias incipientes, de humanidades pertinentes y circunspectas. Hela ahí: La Justicia-Democracia-Harto-Artística-Liberal-Oportunista. Ya sea por la raza: negra, marrón, prieta, azabache o deslavada; feminista, homosexual, lésbica, marginal, de “nobleza” o en pura fachada. “En mi escuela a eso le llamaban morbo, y hoy día es con morbo con lo que ganamos premios…”.

Fabelas de fábula o de videoclip, miserables de película, de miedo o de reality. Puras “causas justas” que visten, se exhiben, se premian y hasta venden. O puras víctimas expuestas, violadas, atolondradas, paisajes en cinturones de miseria, atardeceres en ciudades perdidas.

¿Acaso no basta ya de predicar-ilustrar, ver-admirar, reconocer y premiar derechos humanos que no necesariamente ejercemos, pero con los que todos decimos conmovernos, correctos y civilizados, en la comodidad de una sala de exposiciones? ¿Será que nos importan realmente tanto esos temas “trascendentes” en el espacio inmaculado y socialité de los museos y galerías? ¿De veras nos importarán tanto como para que ya luego prefiramos no verlos en la descarnada realidad? Derechos que exaltamos de un lado y que luego negamos del otro. Justicias que soslayamos, transgredimos o, imperceptiblemente, hasta violentamos en la realidad.

La bondad puede ser insultante… Cuando alguien, desde una posición privilegiada, presume de bondad o compromiso, puede encontrarse con la desagradable sorpresa de que su gesto sea interpretado como impostura.
—Elvira Lindo, “La belleza herida”, El País, 26-05-13

¿Fotografía de arte o fotoperiodismo?

La novela realista es al relato fantástico lo que la fotografía es a la pintura. Su principio básico, la verosimilitud, corresponde a la realidad literal de la fotografía y la ubica dentro del periodismo, mientras que la libertad del relato fantástico no tiene más límites que la imaginación del narrador.
—Ambrose Bierce, Diccionario del diablo

¿Es que acaso esos temas sociales mencionados son los únicos temas, ahora llamados conceptos, que existen dentro de las artes fotográficas contemporáneas nacionales para que se capten con esa persistencia? ¿Y acaso un fruto, un desnudo, un vidrio empañado, una nube pasajera, una brizna de polvo, un perro en la azotea, una bicicleta al pasar, una abstracción fotográfica? Sólo por mencionar unos mínimos ejemplos de la infinita realidad siempre capturada en fotografías. ¿Acaso ya no existen estas otras ideas, temas o “conceptos” para el arte de hoy? ¿Desde cuándo los temas exclusivos de los noticieros se vuelven tramas preponderantes del arte reciente y de la llamada fotografía de arte? ¿Desde cuándo los argumentos propios de los sociólogos-politólogos se vuelven contenidos, muy gastados, para lo que establecen los entendidos que se debe concebir y consumir como un arte fotográfico? ¿Y por qué toda foto reciente tiene, precisamente para hacerse notar, que ilustrar los problemas de la frontera o de la marginalidad o de la pobreza o de la guerra o de la ostentación o de la fe y del poder o del despilfarro que “cuestiona”, así como de la intimidad en la cuna?

¿Y todo eso es algo que se ha dado siempre, o es apenas desde que se considera a lo social como documental, lo documental se dice conceptual, lo conceptual se pretende arte racional y lo racional, se nos dice, es lo de hoy? ¿Y lo cotidiano, lo común, lo corriente, lo formal y un florero serán tan sólo pura decoración? ¿Acaso un tiburón en formol no es puro entretenimiento? ¿O será, quizá, todo eso pura convicción de acuario, de artificio, de noticiero, de documento, de contenido, de concepto y del reality de moda? ¿Pero lo será también necesariamente de una realidad artística?

Miguel Calderón. Foto del albúm de su abuelo que le heredó.

Miguel Calderón. Foto del albúm de su abuelo que le heredó.

Resulta que mucha de la fotografía que se selecciona en concursos de arte, que se ventila en algunas galerías y museos, se parece tanto al fotorreportaje que ya ni se distingue del fotoperiodismo, pues documenta una historia del mundo social o narra un suceso del “espectáculo” de la vida, o del mismo espectáculo en que se ha convertido el arte de hoy. Asuntos que para los autores que lo conciben, para las instituciones que lo patrocinan, para los jurados que lo seleccionan o premian y para el público que lo admira, todo eso serán —ni duda cabe— temas políticamente correctos. ¿Pero será también algo obligatoriamente artístico?

… el marketing de las buenas causas, […] cuanto mejor salga parada la causa que se defiende, mayor será el crédito del que la apoya como activista social […] No es que su gesto sea criticable, es que por repetido deja de ser creíble.
—Elvira Lindo, “La belleza herida”

Conclusión

Fotografía.— Cuadro pintado por el sol sin haber aprendido previamente el arte. Es seguramente algo mejor que el trabajo de un apache, pero nunca tan bueno como el de un indio cheyenne.
—Ambrose Bierce, Diccionario del diablo

Entre los problemas planteados aquí no es, por supuesto, que la foto de modas no pueda considerarse artística, o que deba ser exclusivamente nítida cuando también puede ser borrosa o desenfocada y sin embargo ser creative, o que los temas urbanos tengan que ser necesariamente trillados y por lo tanto eludidos, cuando la mayoría de los fotógrafos y artistas vivimos en las ciudades, o que los contenidos de la frontera, de la violencia, de la miseria deban dejar de captarse en fotorreportajes… periodísticos. Cuando la violencia, los inmigrantes, los emigrantes anhelantes, los pobres extremos, los miserables con cara de realidad, los aspirantes a clase media con cara de circunstancia, los suspirantes a nuevas riquezas con cara de yo-no-fui. Todos esos delicados temas sociales son, han sido y serán el pan nuestro de todos los días. Y serán por siempre registrados, documentados y cuestionados por el periodismo, gráfico y escrito, de siempre. ¿Pero deberán también ser capturados, como simple documento, por una lente que se dice creativa y artística, o por una mano “culta” o “sensible” y ya ni digamos “vanguardista”?

Un problema que he intentado expresar es que en la fotografía de arte, como en el arte reciente, se tiende a privilegiar representaciones de conceptos democráticamente bien vistos, sean políticos, ecológicos, humanos, todos de contenidos muy correctos. Y que por esas prescripciones del concepto liberal y demócrata del momento sólo se quiera, o se pueda, ver y admirar lo temático al reducirlo a un “concepto”. Por lo que entonces, como creador o espectador, se obvia advertir también lo formal, lo creativo y original, ya que sólo se “lee” lo estético en función de una calidad y claridad —pura nitidez formal— discursiva y aceptada. Claridad discursiva o temática, pero no necesariamente formal que ni se ve o analiza por el protagonismo del alegato popular o espectacular, sentimental, compasivo, ideológico. Justo como sucedía y se cuestionaba al muralismo y la escuela mexicana de pintura. Sí, todo cambia para seguir igual… Y parece que no hay más ruta que la nuestra.

Todos esos delicados temas sociales son, han sido y serán el pan nuestro de todos los días. Y serán por siempre registrados, documentados y cuestionados por el periodismo, gráfico y escrito, de siempre. ¿Pero deberán también ser capturados, como simple documento, por una lente que se dice creativa y artística, o por una mano “culta” o “sensible” y ya ni digamos “vanguardista”?

Así es como puede llegar a ser más creativa y variada la fotografía que no se pretende artística, que la foto que antes era familiar pero que ahora resulta artística. Y, aunque escasa, también resulta creativa y variada la que se muestra en exposiciones independientes, galerías privadas y hasta en ferias de arte. Ya que exponer asuntos propios del fotorreportaje no parece ser el interés de varios artistas y de ciertas galerías de arte. Algunos de esos espacios se concretan a exhibir buena fotografía, sin que necesariamente sea de la moda del momento, o porque tenga que estar de moda “consternarse” por los desposeídos, ventilar a los clasemedieros o “cuestionar” al exhibir a “los afortunados”, llamados ricos, famosos o corruptos.

Durante la boda de una hija de Jorge Hank Rohn. Foto © Yvonne Venegas.

Durante la boda de una hija de Jorge Hank Rohn. Foto © Yvonne Venegas.

Por supuesto que hay muchos otros temas en la fotografía aparte de los cuestionados aquí. Así como también existe una variedad de géneros distintos al consabido fotorreportaje. En realidad, en la realidad del arte y no en la del mero documento periodístico o en el reality de moda gráfica, los diversos contenidos y géneros fotográficos pueden muy bien reducirse a dos categorías y criterios determinantes: la buena fotografía y la mala fotografía. La trillada o convencional y la que no lo es; la que se ha puesto de moda pero no necesariamente es de moda, y la que pudiendo ser de modas, ni está de moda. Por último, la que podría terminar por imponer una moda pero que, por estar al pendiente de modas pasadas y presentes, todavía no distinguimos.

Epílogo sobre rudos, técnicos y momentáneos

Cuanto más vivo entre artistas, más me convenzo de que son unos impostores en cuanto tienen el menor éxito.
—Marcel Duchamp, Carta a Kathrine Dreier, 5 de noviembre de 1928

Por otro lado, en el caso excepcional de que se lograra el milagro creativo, el de no estar en la moda y sin embargo lograr imponer una nueva, al fundir forma y contenido, entonces el incauto que alcanzara ese milagro tendría que toparse con la hostilidad del medio. Sí, con la hostilidad de ésos que dicen retratar la injusticia pública, ejerciendo la privada. O tener que confrontarse con el descontento del gusto establecido. Sí, con el descontento de ésos que exponen el mal gusto ajeno, ocultando el propio. Y hasta tener que pelearse con el desagrado social. Sí, con el desagrado de ésos que dicen tolerar a los marginados, defender las causas justas y exhibir tanto las fortunas ajenas como las vidas privadas, sean ricas o pobres.

De la serie "Contra la pared", de Marco Antonio Cruz.

De la serie «Contra la pared», de Marco Antonio Cruz.

El que sólo busca el éxito encuentra la conveniencia, sea la de repetir una estética favorable, sea la de cumplir con retratar un credo, ideología o el gusto del instante, bueno o malo, conceptual o manual, lo mismo da: siempre terminan por ser clichés. Y tanto los justicieros del contenido o del concepto como los del pincel y del instante decisivo, codo a codo, todos irían tras del que cometiera un milagro creativo. Sí, muchos de los que se autoproclaman indignados, ofendidos o anónimos irían tras él, en «el momento decisivo». Blandiendo la brocha, la espátula, el pincel de pelo de Marta o la escoba, con su Canon análogo en la espalda, la Leica digital en la diestra o con su razón compacta en la siniestra.

Aunque, más probable y plácidamente, ignorarían al del milagro con el popular, por eficiente, sistema mexicano del ninguneo. Ya que eso les ahorraría una lucha sin cau$a ju$tificada. Ningunearían al del milagro pero sin dejar de “fu$ilarlo”. Más que lanzarse contra la injusticia, estética, concepto, temática o clase social que dicen argumentar, retratar, exhibir, abanderar y hasta combatir. Son cuestiones más peliagudas y paradójicas que necesariamente artísticas de la Madre… Patria… y de la Naturaleza… Humana… ®

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Publicado en: Apuntes sobre fotografía, Mayo 2013

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