ARCADE FIRE O DE CÓMO SER INCRITICABLE

Canto de devastación anímica y psicológica

El namedropping tiene casi siempre el poder de dirigir consensos de gusto, pero en Arcade Fire las excepciones son la norma. Ascendieron por méritos propios y se han echado el mundo a la bolsa. David Bowie no tuvo de otra que rendirse a los pies del septeto.

La política hace solitarios, tal como la religión hace anacoretas.
—F. René de Chateaubriand

Me parece que era Stephin Merrit quien decía que ya no se componen canciones, que todo es producción y arreglos. Eso dice mucho de la música contemporánea de calaña indie que maquila canciones partiendo del efecto o el efectismo en protools antes que en la hechura. Y eso no resulta falso en especial cuando el cambio de formato ha terminado insistiendo en que la modalidad de flujo en la música comercial(toda es comercial) siga siendo por excelencia: el sencillo. Pocos tienen la paciencia de escuchar álbumes completos. Siendo honestos, siempre preferimos armar un itinerario personal, hacer la analogía de un zapping sonoro. El dj set mata disco. El play list aleatorio tiene el mando. Y es que los discos sin paja son una verdadera rareza y tienden a convertirse en himnos, tal vez por eso escasean.

Si la experiencia es puramente emocional, entonces no es completa. En los símbolos, la estética, el pensamiento, en la experiencia compartida, en la privada y la atmósfera de esa polis imaginaria también está la riqueza. El reseñismo puramente descriptivo o puramente emocional inunda con informes del portento. Abro las páginas de algunas revistas musicales que se ocupan de comentar curiosidades y discos para dar recomendaciones, ponerle estrellitas, empaquetarla y venderla. Varias hablan de “lo chido” o “cool” que está Arcade Fire y del 10 que merece; otras se desviven por explicar su look de ganaderos de fines del siglo XIX o preguntarles en las entrevistas sobre la espiritualidad de celebrity que les quieren imputar o que si son cristianos apócrifos y una que otra trata de esgrimir alguna idea más atrayente.

Con esto, no hay duda de que el grupo canadiense llama la atención de hasta los medios más fresones y que es un deleite de dominio público. Pero por ahí atinadamente Julio Martínez, locutor de radio y patineto veterano, decía que esa unánime aceptación está terminando por encerrar a Arcade Fire en un “nicho” que puede tornar en predictibilidad.

Si la experiencia es puramente emocional, entonces no es completa. En los símbolos, la estética, el pensamiento, en la experiencia compartida, en la privada y la atmósfera de esa polis imaginaria también está la riqueza.

En su ensayo Ruido. Sobre la economía política de la música, Jacques Attali ya se había percatado del estado de cosas en el rock. Sabía que la aseptización del rock y su inventario de actitudes estaban lejísimos de los ideales y el aura de sus dioses originarios, sólo quedaban los remedos vintage y una que otra propuesta auténtica. La marginalidad es una marca campeona porque puede imitarse estéticamente si se le combina con una cara de hueva, rasgueos desaliñados de guitarra y el despeinado cuidadoso.

En cuanto al estado de cosas, Attali dice que “la vida soñada es una vida pop, refugio fuera de las grandes máquinas incontrolables, ratificación de una indiferencia individual y de una indiferencia colectiva para cambiar el mundo…” Y precisamente es el punto débil que la lírica de Butler tanto acomete. No ignora que el contexto quisiera ser a-conflictual y sólo ser; así que la evasión para ir a un mundo mejor nunca es la vía, siempre la confronta, el belicismo poetizado tiene mejores objetivos y es críptico en el buen sentido:

You say it’s money that we need
As if we’re only mouths to feed
I know no matter what you say
There are some debts you’ll never pay
Working for the church
While your family dies
You take what they give you
And you keep it inside
Every spark of friendship and love
Will die without a home
Hear the soldier groan, “We’ll go at it alone”

Son versos logrados en “Intervention”, una oda avasalladora que custodia un órgano de iglesia mientras ve cómo se desmoronan los falsos valores y de entre los escombros sale el hombre demolido que es protagonista y extra.

Si la poética de Butler parece de otra época es porque no es nihilista, pero sabe que camina en una cuerda floja. La potencia de su canto debe ser tan grande como el titán contra el que pelea o como el panorama que devela: la devastación anímica y psicológica de un Estados Unidos dondelillesco posterior al 9-11, incapaz de sostenerse, y la escala de valores que heredó de su religiosidad son los principales aludidos.

Arcade Fire no es apolítico nunca, pero en ningún momento llega a ser propagandístico (bueno, durante la campaña presidencial de Barack Obama, Win Butler repartió tocadas en considerables ocasiones), por el contrario, en el contenido y en varios pasajes de sus canciones narrativas de Funeral somete a cuestionamiento las consecuencias de los ritos ideologizados que dividen a los individuos aun en los aspecto más elementales.

La sutileza es de sus mejores cartas, una épica del mundo eclesiástico y de sus consecuencias históricas son pasadas por un velo muy crítico, pero precisamente por su delicadeza y no por ser un reclamo que se pretenda subversivo según la liturgia del rock en el siglo XX.

La invectiva contra el consumismo no es la protesta de los altermundistas, es la gesta de Butler en que manifiesta que el consumo es inherente al ser humano. El dolor de saber esas verdades se traduce en una belleza desesperada que trata de remediarlo, combatirlo no a través de utopías o dogmas sino de un autorreconocimiento que sea capaz de sabotear cualquier resignación al respecto y, aunque sepa que tiene las de perder, no le importa.

Los leones y los corderos ya no están durmiendo

Teniendo un virtuoso por cada instrumento el ensamble de Arcade Fire solo en conjunto concibe maravillas y da una muestra de que una actitud que ahora parece prefabricada, muy común en la ética DIY corporativa: la sinceridad todavía existe fuera de esos márgenes, haciendo de la sensibilidad indie un lugar del cual alejarse para encontrar no un sonido o una estética catchy sino potestad creativa con una presencia descomunal frente a los demasiados grupos que pretenden ser iguales o subirse a las crestas de las olas en los charts.

Arcade fire es de las pocas cosas imperecederas dentro de la alucinante cantidad de música que constantemente sale a la venta. A veces tan sólo un mes es suficiente para que una “propuesta” sea olvidada. Ellos son una anomalía.

Pero volvamos al 2004, pareciera apenas ayer. Los elegidos que encabezan las escenas en el rock son bandas de homenaje o de alusión a sonidos de décadas anteriores: los White Stripes con la eterna comparación a Led Zeppelin y el bluegrass, los Yeah Yeah Yeahs y un punk crudo que gradualmente se edulcoró, the postal service y el synthpop suavecito. En realidad sería injusto que el retrato de ese tiempo omitiera muchas otras cosas que surgieron en adelante, aunque la mayoría andaba empecinada en esperar que alguien fuera genuino para poder seguirlo.

Si el grupo es numeroso se debe a la exigencia de la polifonía en sus recursos compositivos y orquestales, no así a la supuesta pomposidad que pocos recriminan.

Hacia los dosmiles se asimilaron por completo los sintes y la exploración electroacústica, pero la mayoría de quienes han adoptado herramientas que facilitan la producción no siempre demostraron verse beneficiados creativamente. El ensamble en Arcade Fire es caso especial, fueron ellos quienes asimilaron una instrumentación que no se limitara a lo habitual en un power trío: guitarra, batería y bajo. Se acompañan por igual el xilófono, el acordeón, las baterías, el corno francés (en Neon Bible una orquesta húngara completa), las violas, mandolinas, otros instrumentos de los cuales casi nadie sabía de su existencia como las zanfonas, el glockenspiel, cítaras medievales y muchos más. El sonido resultó muy poderoso además de estremecedor.

Si el grupo es numeroso se debe a la exigencia de la polifonía en sus recursos compositivos y orquestales, no así a la supuesta pomposidad que pocos recriminan. Desde su primera grabación, el EP Arcade Fire (Us kids know), ya se había delineado un estilo propio, y fue la primera señal de que algo distinto se avecinaba. Luego, Funeral surgió de una necesidad casi personal de afrontar muertes cercanas. El esbozo del vecindario fue el escenario. De lo particular de las experiencias de Règine Chassagene, los hermanos Butler y el resto de los miembros, se construyó un entramado, una bola de nieve que terminó como avalancha y adquirió proporciones ecuménicas.

La transición de Haití a Rebellion es una sacudida, sabemos que viene algo importante y magnánimo.

Entre estertores y estallidos de energía transcurre Funeral. El funeral no es una lamento penetrante, tampoco es sólo ápice de tristeza por la pérdida. La ceremonia en que se excavan túneles para explicarse lo inefable es un viaje sin boleto de regreso, hacerlo por las superficies es prácticamente imposible.

Las paredes de ruido son destructibles, los edificios se pueden desmantelar, lo que parece rebasar la concreta existencia de alguien, también.

El mito es más poderoso que el postulado, se abomina la santidad porque no va con la época. Religar al mundo con una realidad evanescente y espiritual se lo dejamos a los histriones del new age. Pero el mito no deja de ser penetrante.

Este valor de lo independiente en la música, justo lo que el DIY había canturreado, por fin cobraba vida en un proyecto notable. Y en un mundo en que la media es lo efímero, Arcade Fire es un gran golpe a esa idea.

Para el posterior extenuante proceso de Neon Bible llevado a cabo casi por completo en una iglesia que compraron en Montreal los muchachos prescindieron en buena medida del productor Markus Dravs, quien tuvo un papel importante pero reservado; Reginne Chassagne ya decía en alguna entrevista que sabía a dónde querían llegar y que podían conseguir el sonido que fuera compatible con el sentido general de Neon Bible.

Win Butler declaró en una entrevista que no se había inspirado en la novela de John Kennedy Toole para Neon Bible, sino que la imagen de la biblia de neón siempre le había llamado la atención; leyó entre líneas algo que no está a simple vista en la novela y lo conceptualizó con otra declaración de intenciones, pero de cualquier forma se siente la presencia del creador de Ignatius Reilly. “El mal ya estaba hecho, y mi en mi mente todo sonaba con reverberaciones de coros en una pequeña iglesia y la biblia de neón…”

Este valor de lo independiente en la música, justo lo que el DIY había canturreado, por fin cobraba vida en un proyecto notable. Y en un mundo en que la media es lo efímero, Arcade Fire es un gran golpe a esa idea. En Merge Records (con un muy buen catálogo de artistas, por cierto) se sorprendieron por la demanda de los discos que los rebasó en capacidad de maquila en 2004 y 2007, fechas de los primeros dos discos, fue totalmente desmesurada según recuerdan Laura Ballance y Mac McCaughan, fundadores del sello discográfico.

La crítica desarmada, win won

¿Cómo un crítico de música puede decir algo si queda desarmado totalmente, si no le queda otra que soltar sus afiladas armas? El crítico musical difiere de los otros críticos en que su palabra puede no tener tanto impacto y es susceptible de no tener nada que decir cuando algo se aproxima demasiado a la maestría. Hasta allí llega, tendría que ser imaginativo para ser invitado a ir más lejos.

La tormenta devastadora que es “No Cars Go” silencia a los gárrulos, a los comentaristas enfadosos y reseñistas, a tal grado que los obliga a refugiarse en la descripción de lo que ven, a compartir un lugar común para redimir el corto alcance de las palabras. Justo como una idea que acariciaba Calvino, “Olvidado el alfabeto del olfato que elaboraba otros tantos vocablos de un léxico precioso, los perfumes permanecerán sin palabra, inarticulados, ilegibles”. Y así fue.

We know a place where no planes go
No cars go

¿Dónde es ese lugar? La respuesta está al final, en el coro abrumador. Es un lugar difícil de llegar si uno se resiste a la imaginación.

Between the click of the light and the start of the dream.

Cuando los argumentos se escapan, lo que queda es sacar los comodines que lo mismo sirven para expiar gustos dubitativamente que para pretender que una escala de valores personal puede pasar como algo objetivo… y además, ¿qué es la objetivad? ¿Es tan importante? ¿Es hablar de aspectos técnicos y la instrumentación por encima de la valoración estética?

Pitchfork es el condicionador de opiniones en un amplísimo público hipersensible, piensa que, como todo, la música refleja un importe: precio y calificación en lugar de valor. Pitchfork Media marca la dirección de un número de audiencia nada modesto. El 9.7 que Pitchfork le otorgó a Funeral cimbró a los acostumbrados a desmayarse en conciertos provocó nuevos públicos y, con ayuda de varios medios no tan especializados, lanzaron a Arcade Fire a un ruedo más grande. A menudo es fácil encontrarse con el reproche algo bruto que dice que “por ser del mainstream han dejado de ser buenos” o que “están sobrevalorados”. Para empezar Merge es un sello independiente con distribución de grandes compañías que no limitan la libertad creativa de los grupos, y además lo que se autodenomina “subterráneo” no necesariamente siempre es sinónimo de genialidad, ya no se diga de calidad. Los termómetros predilectos en el eufemismo llamado —prensa musical— dan la sensación de que sólo reconocen entre lo sobrevalorado y lo infravalorado.

Ser incriticable no es ser perfecto, es exhibir las limitaciones del crítico que defiende si le gusta o destaza si no le agrada, todo ello con su correspondiente ambigüedad. Arcade Fire se encuentra elogios todo el tiempo, hasta los detractores los adulan cuando no encuentran ideas para ejercer una crítica. La música, el intelecto y la experiencia estética que se engloba al tener la oportunidad de escuchar y ver un setlist impecable ganan si se sobreponen a la debilidad expresa de la reseña que catapulta autoridades sentimentales o carniceros.

Luego eso nos lleva a otra invectiva común: “la afectación y tendencia teatralizar”, como si emplear elementos propios de un espectáculo performático significara un tope para la música en vivo.

Ser adulados también tiene grandes desventajas, se corre el riesgo de acomodarse en una chabacana complacencia y los fans villamelones creer que ascienden al Olimpo. Arcade Fire no se deja atrapar por esa inercia. Las mayores críticas que se han visto tienen como mayor virtud la insignificancia. Problemas circunstanciales: la defectuosa acústica del lugar, uno que otro desafine y pequeñeces más.

La atmósfera de Arcade Fire encanta e intoxica al grado de despertar la insondable envidia y hacer que salgan declaraciones inusuales en alguien como Wayne Coyne (Flaming Lips), siempre simpático y ameno, que parecía estar fuera de sí al momento de decir lo siguiente, por lo inesperado de su encono: “Soy un fan de ellos en un nivel, pero en otro nivel me cansa su pomposidad… tratan a la audiencia como una mierda. Pensé, ¿Quién se creen que son? La gente trata a Arcade Fire como si fueran lo más grande y se salen con la suya. Eso cambia mi punto de vista de su música. Se puede ser educado y amable a pesar de tener tanta atención y, si no lo hacen, que se jodan, idiotas”.

Win respondió desconcertado, recuerda haber compartido escenario con los Flaming Lips y que era chingón encontrárselos. No se esperaba algo así de Wayne Coyne y no entendió la motivación de sus declaraciones a la Rolling.

I hear you sing a golden hymn

Agotar fechas y copias de álbum se supone que es uno de los vestigios del éxito comercial, no siempre así de la calidad. Paulatinamente pocos habían invertido la ecuación: éxito comercial = fracaso creativo. Con Arcade Fire esa regla quedó inválida totalmente. Mantener la integridad y el control de su obra mostrando a las grandes disqueras que son prescindibles y que lo que es hecho con franqueza le puede competir a la abundancia de hits en sus compañías.

Si desobedecemos al imperativo de lo be cool tendremos el camino limpio y libre. Es toda una tradición que las mayorías omitan automáticamente las cosas que merecen una buena apreciación. Pero ¿qué querrá decir que Arcade Fire sea visto con buenos ojos por el éxito comercial? ¿Está mal y es el indicador de que hay que voltear hacia bandas desconocidas para sentir que ese gusto debe ser exclusivo y que nos pertenece sólo a pocos? Sinceramente creo que no.

Por lo general, la venta de 156 mil copias en una semana no siempre es una razón para confiar en el gusto de los grandes públicos, pero vender no es ningún problema, el problema es asociar éxito comercial con pobreza en la propuesta, que es algo que la costumbre normalmente nos indicaría. Incluso en eso Arcade Fire es un error de sistema.

No me las doy de experto, la trayectoria de la banda no rebasa la década, pero he de decir que no tengo inconveniente y no me tiembla la mano si digo que lo mejor en la década que acaba de irse es esta bandota.

Siempre sus presentaciones en vivo, no importa la ciudad, se convierten en una meca alrededor del monumento que es el escenario. En la religión no había buenos motivos para la devoción. Aquí parecen justificarse. Bienvenidas sean todas las contradicciones.

Si desobedecemos al imperativo de lo be cool tendremos el camino limpio y libre. Es toda una tradición que las mayorías omitan automáticamente las cosas que merecen una buena apreciación. Pero ¿qué querrá decir que Arcade Fire sea visto con buenos ojos por el éxito comercial?

Los coros lo anuncian, el apocalipsis debería llegar para los fundamentalismos del siglo XXI y los anteriores. Ellos son sólo un síntoma de su inminente derrumbe, los coros titánicos nos hacen pensar que todo el mundo estallará, pero son escépticos, saben que puede quedar intacto y por ello la dinamita debe ser puesta en el corazón del objetivo. Y no hay ingenuidad en ello si consideramos las preocupaciones de los demás músicos con compromiso sartreano para con “la sociedad” o con alguna noble causa que los califique de mártires, Bono knows about it.

Su sello indeleble será el de la orquesta que no enmudeció porque no era alimentada sólo por la nostalgia, y su origen es un territorio donde casi nadie había querido explorar: la excelencia, la lírica inteligente sin obviar su agresiva pero al mismo tiempo tenue protesta contra el absurdo del poder en sus diferentes encarnaciones. ¿Será muy pronto para afirmar que se trata de una epifanía?

La estela del cometa y la madurez precoz

Una banda que se arrincona en el mundo y que lo afecta al mismo tiempo es excepcional. La música trasciende su cerco. No lo digo sólo por el activismo de sus integrantes, por ejemplo, sino por la fuerza y la profundidad de su música que rebasa sus propios límites y se convierte en una experiencia más completa: despierta ideas. La opinión generalizada es de absoluta entrega. Pero habrá que decir también que no sobredimensionarlos es casi imposible. Con su tercer álbum, The Suburbs, se atemperó un poco esa euforia y se asentaron las cosas. Pero la estela es grande (Fanfarlo, Stars, Band of Horses, I’m from Barcelona, Fleet Foxes y toda la moda canadiense que indujo una lluvia de estrellas fugaces). Los náufragos del maremoto de Montreal se ahogaron demasiado pronto. Influir en los otros es pavoroso para los influidos: el sonido se puede conseguir, pero el sonido es ingrediente, no resultado, la sombra es pesadísima para quien trata de parecerse.

El previo a la ópera terza, el matrimonio Butler-Chassagne participó en la película de ficción científica The Box, de 2009, basada en una historia de Richard Matheson, encargándose de la música. Fue el pequeño intersticio en lo que llegaba la madurez precoz.

Una banda que se arrincona en el mundo y que lo afecta al mismo tiempo es excepcional. La música trasciende su cerco. No lo digo sólo por el activismo de sus integrantes, por ejemplo, sino por la fuerza y la profundidad de su música que rebasa sus propios límites y se convierte en una experiencia más completa: despierta ideas.

La presión tras dos impecables álbumes los obligó a tratar de mitigar esa exaltación y apaciguar las aguas. El resultado es un aterrizaje forzado, no por ello menor que los anteriores. The Suburbs bien puede ser el oxímoron de los individuos que lo compusieron o más bien de lo que quisieran volver a ser: desconocidos, extraños al mundo y desafectos por lo pasajero que caracteriza a su contexto. La vida en las periferias, alejada del bullicio y las preocupaciones ajenas que puedan afectarlos directamente, el espacio de los suburbios es una entelequia en super-8 de la niñez en los barrios, también de la grandeza en la simplicidad. “The modern man” es, si la sinestesia me lo permite, como “La caída de los titanes” de Rubens, que con la carga de la nostalgia libra un reto más frente a la ferocidad de las aglomeraciones y una industria cada vez más empequeñecida.

“Las letras manejan diferentes niveles y hablan de experiencias y emociones que van más allá de si conoces o no la realidad de los suburbios de una gran ciudad norteamericana. En realidad éste es nuestro intento de componer nuestro particular White Album, con canciones muy diferentes entre sí en el aspecto sonoro, pero letras e ideas que se repiten, autorreferencian y solapan a lo largo y ancho del disco”, dice Win muy sonriente en una charla.

Una postal para no terminar nunca

La muerte es ingrávida y la vida pesada. La estampida de los gustos exige ligereza. Un juicio de gusto debe quedar embalado para llevar y no durar mucho. Pero el imperio de lo efímero resulta que no es permanente, no se va a quedar. “Intervention” recuerda que lo que es permanente tampoco es inmortal, pero al menos no sucumbirá con la indiferencia de nadie, por lo tanto no irá a engrosar el cementerio de two hit wonders, es mucho más denso y lúcido.

Si todo ha sido demolido, ¿cuál es el subterfugio de Arcade Fire?

Wake Up. ®

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Publicado en: Enero 2011, Música

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  1. Yo soy fan de Arcade Fire, pero la verdad la frase «teniendo un virtuoso por cada instrumento» es una exageraciòn, sì son muy buenos, tal vez excelentes instrumentistas, pero de ahì a que sean virtuosos, hay un abismo considerable(y por virutoso me refiero a un interprete excepcional, pensemos en Pinchas Zukermann o Rostropovich, independientemente de que ellos tambièn fueron «estrellas» pero de la mùsica -coloquialmente llamada- clàsica), tal vez lo que ponga a continuaciòn no sòlo sea especulaciòn, tal vez tambièn sea una exageraciòn, pero si cada uno de los integrantes fuera un virtuoso de su instrumento, pues cada uno tendrìa su propia carrera como tal.
    De cualquier forma, Arcade Fire defintivamente son originales y muy creativos, con presentaciones verdaderamente memorables.

  2. esta si es uuna gran banda, y si nota que lo es cuando todas las canciones tienen un toque especial, te llevan a otros lugares, es como se diria en ingles «mindblowing», y de estas ya no salen tantas, asi que tenemos que darles su reconocimiento merecido, muy buena critica, es lo mismo que pienso yo, ojala y sea una banda que perdure por muuuchos años y que todos lleguen a escuchar su obra, que es realmente impresionante, hace mucho que no escuchaba algo así, aparte de todos los temas de los que hablan a cada cancion le ponen emocion y un toque especial por parte de los maravillosos Win y Régine, como ‘In the Backseat’, una cancion muy poderosa llena de todo lo que saben hacer Arcade Fire, la voz, los instrumentos, y en vivo una gran presencia, ojala y algun dia los llegue a ver en vivo para que me de cuenta de que si valen mucho la pena :)

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