De la procrastinación

como una de las bellas artes

Las máquinas de escribir no tenían acceso a Google o a Facebook. El escritor de nuestros tiempos enfrenta una serie de distracciones que ponen a prueba su disciplina. Claro, muchas de ellas también le ayudan a desempeñar mejor su oficio. Aquí encontrarán las más destacadas distracciones de la red.

Uno de los problemas esenciales del escritor radica, sin lugar a dudas, en la (in)capacidad de concentrarse. El espacio solitario de la lectoescritura, para espíritus poco robustos, distraídos o perezosos, puede convertirse en una mazmorra y una condena, lejos de la experiencia dichosa que debiera circunscribirlo. Es cierto, como demuestra el caso de Vargas Llosa, que con disciplina es posible sortear cualquier obstáculo (sobre todo técnico) siempre y cuando atisbemos en la práctica literaria un matrimonio afianzado (y dediquemos, entre lágrimas, las probables victorias a la esposa).

Pero existen otros, como Onetti, que ven en la literatura una amante, pulposa concubina a la que se acaricia con altísimo deseo, a deshoras delirantes, prodigándole las migajas de un tiempo que por corto resulta intenso, delicuescente, exponencial: aquellos que conocen los placeres clandestinos saben que el frenesí y el arrebato siempre contribuyen a avivar la vieja hoguera.

En ese sentido procrastinar, el acto de realizar actividades accesorias que impiden desarrollar lo que verdaderamente debemos hacer, se ofrece como una práctica oscura y alevosa, duende maligno abocado a perdernos en el bosque de lo intrascendente, arrebato pasional que se disipa entre la niebla. Mucho me temo que el ensayo, en tanto género y forma de vida, está constituido por esos instantes intermedios que llenamos con todo aquello que no necesitamos pero que nos resulta indispensable contemplar, acaso comprender: el ensayo, en su compleja sencillez, comunica a las riberas del río que nos asfixia pero a la vez las separa sin remedio.

Abono mis esperanzas para que este puente sirva de algo.

“Biblioteca Ayacucho”. ¡Albricias, albricias! En un acto de extraordinaria pertinencia y altruismo cultural, el Gobierno Bolivariano de Venezuela pone a disposición, en formato digital, la celebérrima Biblioteca Ayacucho, uno de los mayores emprendimientos culturales emanados de América Latina.

“Vindicación de Marx”. Un adelanto del nuevo libro de Terry Eagleton, que suscribe con su práctica intelectual las acusaciones del historiador Hyden White: “Una de las razones por las cuales el marxismo es más fuerte entre los intelectuales de Estados Unidos que en cualquier otro lugar del mundo es porque vemos los efectos del capitalismo. ¡También nos beneficiamos! ¡Mírame a mí! Soy sano. Y eso es porque los ricos siempre se protegen a ellos mismos. No les importa el calentamiento global”.

“The Duck Variations”. Una aproximación exquisita al maravilloso y sorprendente comportamiento de esas extrañas y complejísimas aves. Por acá, una reseña de su servidor sobre la obra del mismo nombre de mi querido David Mamet.

“Mexico’s drug war photos”. El infierno mexicano en todo su horror.

“Stephen King y el arte de la ficción”. Una entrevista sobre el proceso creativo por parte del maestro de horror para que les quede claro, pese a la opinión de Harold Bloom y otros palurdos, que el hombre no sólo conoce su oficio sino que es un artista con todas las de la ley.

“Finnegans Wake, explicitado”. ¿Verdaderamente eres tan snob, ocioso o recién acabas de entrar a la facultad de letras como para hablar –dudo mucho que tengas el tiempo y la insensatez de leer semejante experimento– del Finnegans Wake? ¿En serio? Entonces disfrutarás este enlace, donde te orientan palabra por palabra en ese laberinto de albures, espejismos, sonidos y rumores que, en mi opinión, tiene más de sinfonía que de novela. Ese libro no es para ser leído, sino murmurado. Lo que en él se percibe es el susurro del lenguaje. Así de simple.

“Libros como bombas”. Es decir, como lo que siempre han sido. En este ensayo Boyd Tonkin se pregunta sobre los libros en tanto agentes radicales de cambio, en su papel de armas para incendiar la sociedad.

Solamente alguien que no lee puede recomendar la lectura a diestra y siniestra, toda vez que los libros, por su carácter explosivo, económico y espiritual son armas peligrosísimas: su fuego, filo y poder son infinitos.

“Mujeres divinas”. Otra de las inenarrables maravillas que no dejan de aparecer entre los insondables entramados de la red.

“Pica Pic”. Videojuegos precarios, rastreros, casi prehistóricos al alcance de un click. Recordar es volver a vivir.

Luego, un lugar para recordar la evolución de la consola, ese aparato —parecido a Robotina— por el que mi generación tiene más afecto que por sus tías y sus abuelos.

“Si una noche de invierno in viajero”. Fuera del poblado de Malbork… Siempre es una gran alegría recordar a Calvino y sobre todo leerlo. Por eso mismo consigno este espacio en donde encontrarás muchísimos de sus textos. Colócate en tu sillón preferido y abandónate al placer de su lectura.

“Zero magazine”. Una revista diferente, con la dosis justa de hipsterismo, liviandad y cretinismo que cualquier misántropo higiénico, no amargado del todo, puede soportar sin alaridos.

Date una vuelta también por Whorange, espacio enclavado en el diseño con un sentido del humor particular y, sobre todo, disfrutable.

“Manual de anatomía descriptiva del cuerpo humano”. Poco tengo que agregar. Este enlace es una joya. Las placas y dibujos del libro son absolutamente formidables, como para exhibir en una cámara de maravillas.

“Amar en lengua extranjera”. Cinco historias entre ridículas y estúpidas de gente que ha fornicado en lengua extranjera a lo largo de una noche y luego, a través de la nostalgia y la memoria dulzona, lo comparte por escrito. Son muy breves.

“Recreo de quien quiere andar la Tierra”. Los mapas siempre son una cartografía de lo fantástico, dichoso entrecruce entre la especulación, el delirio y la magia. Un instante que conjunta la poesía con la ciencia y la adivinación. Uno de los más bellos ensueños de los hombres.

“Publicidad benjaminiana”. Poco y nada puedo decir sobre esta maravilla, salvo que anuncia ginebra. Es un aliento y una esperanza saber que, pese a la uniformidad y vulgaridad del mundo en que vivimos, todavía hay lugar para extravagantes radicales.

“Cinco mitos sobre la sociedad digital”. Un ensayo claro y contundente a cargo de Robert Darnton.

“¿Cómo copulaban los dinosaurios?”. No existen pruebas concluyentes, pero todo parece indicar que “pisaban a la hembra” —a semejanza de las aves de corral— debido a la forma de sus cuerpos y sobre todo al peso (por lo que es muy probable que hubiera acoplamientos acuáticos, debido al tonelaje). Lo que es un hecho es que amagaban a la víctima por atrás, razón que seguramente en su cerebro primitivo, como en el nuestro más desarrollado, les reportaba un hondo placer.

“Comic judío”. Muy judío. Y muy bueno.

“Animal collective”. Una selección musical arbitraria. Si no les gusta espero sus atentas sugerencias. Gracias.

“Como una brisa del verano”. Como una hoja del otoño. La belleza es siempre algo incorpóreo que sucede en la mirada. Lo demás es lo de menos.

“The World Wide Lab”. En Wired, Bruno Latour —aquel antropólogo francés a veces lúcido y otras quisquilloso que sentenció hace algunos años que Nunca hemos sido modernos— se pregunta al respecto del mundo como laboratorio en tiempos como los nuestros en que el planeta entero se encuentra bajo un microscopio. El mundo entero como territorio desentrañable para el escrutador. Una realidad que trastoca profundamente la experiencia toda vez que “el trabajo de campo” resulta ahora una extensión del laboratorio. Yo no estoy tan seguro, por eso sospecho.

“Otra vuelta de tuerca”. O porqué los fantasmas no descansan. Nunca (video).

“La infancia es la patria del escritor” es una frase discutible como cualquier otra, pero hermosa a cabalidad. En ese sentido recordar las primeras experiencias de lectura, al menos en lo que a mí respecta, resulta entrañable. Michael Chabon, en este entretenido ensayo, cuenta la historia de una lectura que lo marcó en la infancia, es decir, comparte una historia de amor. Consigno también unas palabras de mi autoría al respecto de uno de sus últimos libros de ensayo.

Henry Rollins

“Cause I’m liar, yes”. I’m liar, cantaba Henry Rollins en los noventa como un evangelio metafísico no sólo para los escritores sino para cualquier persona con dos dedos de frente. En este artículo, Benedict Carey apuntala algunas notas al respecto de la psicología del engaño; concisamente del hecho de “hacer trampa”.

Da para pensar un rato.

“The Harvard Library Innovation Laboratory”. Un experimento con los libros y sus formas de almacenamiento por parte de la escuela de leyes de Harvard. Interesante, desde luego, pero como todo lo académico ligeramente aburrido.

“Social Science Space”. Así como lo lees. Una red social para la investigación social bajo el modelo de la investigación activa. Ahora que estamos atrapados en la red nada tan consecuente con el presente como este sitio.

“Vargas Llosa, en aprietos”. Resulta muy difícil agarrar en falta a un personaje como Mario Vargas Llosa. Su chispeante inteligencia, vastísima cultura y capacidad para el debate suelen hacer polvo los argumentos de sus adversarios, a quienes propina tundas que dejan al liberalismo ingenuo y comprometido que profesa —exactamente la misma actitud que él criticaba del último Cortázar pero desde la esquina contraria— parado como una esperanza solidaria para la libertad absoluta del ser humano. En esta entrevista concedida a Página 12, en ocasión de su visita a la Feria de Libro de Buenos Aires de 2011, es posible leer argumentos que lo desarman, poniéndolo incómodo y balbuceante ante realidades que se revelan directamente como lo que son: indefendibles.

Léase con placer, detenimiento y algo de sigilo; bellezas como ésta no se encuentran todos los días.

“Visión en Nueva York”. Un estupendo libro de entrevistas con Philippe Sollers. No se encuentra completo por la red pero al menos los fragmentos disponibles dan una muy buena idea de la totalidad del contenido.

“Poesía para durar”. Amigo poeta, menor o mayor, no importa: olvídate de desvelos, deja a un lado envidias, delirios, ambiciones y arrogancias. Ya no será necesario que te esfuerces en la calidad de tus versos o en el abono de tu trompicada carrera política (deja de acomplejarte por el hecho de que uno de los mayores valores de tu poesía sea tu innato don para la publicidad o tu ausencia de charming); a partir de ahora, gracias al poeta canadiense Christian Bök y su poema “The Xenotext” será posible que tus versos vivan en bacterias resistentes al frío, deshidratación, ácido e incluso al espacio exterior (en caso de que la Tierra desaparezca). Usando un “alfabeto químico” Bök ha traslado un verso corto de su autoría a la secuencia del ADN que será implantado en el genoma de una bacteria. Ver para creer.

“El hombre es una especie profundamente musical”. Sostiene Oliver Sacks en una interesante entrevista a la que no le hubiera venido mal algo de música.

“Recovering Kafka”. Una entrevista con Peter Mendelsund, el artista encargado de rediseñar las portadas de los libros del checo en inglés. Es impresionante, pero algo tan aparentemente anodino como la portada –según la limitada opinión de los puristas textuales– seguramente definirá el imaginario de los futuros lectores. Hoy día, hay libros que yo recuerdo más por la portada que por su contenido.

La literatura, para que acontezca, implica el concierto y desconcierto de incontables voluntades.

“El diálogo infinito: de las relaciones entre el arte, la ciencia y la literatura”. Frecuentemente, por habitar el mismo tiempo y espacio, somos ciegos a los prodigios que nos rodean, llámese maravillas naturales, creaciones humanas o la vastedad del universo. Sin embargo, cuando podemos asistir a encuentros tan estimulantes como éste –donde amenamente charlan Werner Herzog, Cormac McCarthy y un físico algo atolondrado pero decididamente agradable por casi cincuenta minutos– uno no puede sino sentirse dichoso por habitar este presente y ser contemporáneo de todos los hombres. Que lo disfruten.

“El escritor como marca”. Lo sabemos a la perfección, en nuestro tiempo fundamentar una carrera en el estricto trabajo literario no sólo es idiota sino absolutamente imposible. Ahorrémonos las lágrimas: la figura del escritor como la conocíamos ha desaparecido y se encuentra en medio de una transformación definitiva, así las vacas sagradas, en su estolidez y recurrente falta de ejercicio crítico, no lo hayan notado todavía (tiene tiempo que hacen falta pensadores en el gremio).

Esto no es nada nuevo; se sabe que escribir un libro, como sostiene el autor de este estupendo artículo, es la parte sencilla del asunto, o al menos “la parte controlada” (me refiero al hecho de escribir palabras en una hoja o en la pantalla). El verdadero trabajo consiste aceitar y expandir las relaciones públicas o, como decía mi abuela, “no basta con poner el huevo: también hay que cacarearlo”; algo que hasta los más grandes bardos han hecho. Hemingway, por ejemplo, fue uno de ellos, quien en su momento no dudó en anunciar cerveza.

En fin.

“Una pregunta perene”. ¿Cuáles son los arranques más memorables de novela? La pregunta es harto subjetiva, sin embargo esta página aventura un interesante listado y la gente de The Daily Meal aventura unas simpáticas variantes al respecto.

“Una añeja pasión”. Existen autores y algunos libros de los cuales no conseguimos desprendernos del todo. En este documental sobre Michel Foucault es posible escuchar sus afilados argumentos, en toda su plenitud crítica y madurez interrogadora, al respecto de la locura.

¿A dónde va a parar todo lo que leemos, lo que vivimos? ¿Cuál es el archivo de la memoria?

Al parecer, luego de unos años o un parpadeo, todo deviene fantasma y recuerdo opalescente. ®

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Publicado en: Mayo 2011, Wünderkammern

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