EL MEDIOCRE PERIODISMO DEPORTIVO EN MÉXICO

Y sus peores representantes en la televisión

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Hace un par de años me contaron una historia que simboliza parte esencial de lo que hoy le hace falta al mediocre periodismo deportivo mexicano: literatura. No recuerdo el nombre de su protagonista y los datos son un tanto borrosos, pero en este caso no importa, así se conserva mejor su misterio, como una postal de nosotros mismos en la infancia.

Ocurrió en una tarde de verano durante la década de los sesenta en Yucatán. La temporada de lluvias iniciaba de acuerdo con el calen-dario (no con el calen-tamiento global que hoy maniatiza las condiciones climáticas del Estado). Los juegos de los Leones comenzaban antes del primer inning, en las charlas (más acaloradas que calurosas) de las peluquerías, los bares y las terrazas. Llegó la hora del partido y se desató una tormenta como un aullido del cielo. Los aficionados esperaron el anuncio oficial más de media hora, empapados, hasta que las bocinas del estadio anunciaron: el juego se suspenderá hasta próximo aviso.

Adentro de la cabina, un locutor de radio discutía con su productor. El tiempo aire estaba reservado para el partido, en ese entonces no era tan sencillo rellenar esos huecos con cualquier contenido. Fue así como ocurrió. Con el Kukulkán vacío, con un charco entre la primera y la segunda base, con una laguna en el jardín central, con un silencio tan grande que absorbía los truenos y los relámpagos, el incógnito narrador relató las nueve entradas, turno al bat por turno al bat, pichada por pichada, de un partido que nunca ocurrió.

Las reporteras de las televisoras están altamente capacitadas para...

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Asombrosamente, a pesar de que el cambio sucedió a finales del siglo pasado, la inclusión de las féminas en la programación televisiva ha sido principalmente para funciones decorativas. Escuchar a Luis García hablando de las nalgas de una gordibuena fanática de los tecos es una experiencia que se debe evitar a toda costa. Las reporteras y comentaristas que suelen mandar a cubrir mundiales y olimpiadas padecen de severos problemas para poder articular cualquier idea. Invito a todos mis lectores a ver el nuevo programa que transmite ESPN en las tardes. Es un moderador y tres mujerrones de póster, una argentina, una chilena y una mexicana. Escúchenlas y díganme si mis comentarios anteriores les parecen machistas. ¿Acaso los fanáticos mexicanos no pueden soportar una mujer fea pero inteligente en la televisión? Cabe añadir que nada de esto ocurriría en Estados Unidos.

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¿Cuál es la responsabilidad del periodista deportivo? En esencia, la misma que la de cualquiera que ejerza ese oficio: informar. A pesar de ello, los comentaristas que se dedican a narrar el basquetbol y otros deportes estadounidenses en nuestro país pecan de ignorancia, por no decir de imbecilidad. El caso de los narradores de TVC es particularmente lamentable. Resulta inaudito cómo pueden confundir decenas de veces a lo largo de un partido a dos jugadores tan distintos como podrían serlo Amare Stoudemire y Chris Bosh. Jorge Campos, del trío de narradores estrella de TV Azteca, no puede pronunciar la mitad de las letras del abecedario y parece que llega hasta las chanclas a la mitad de los partidos de la selección. Sobra decir que esto tampoco ocurriría en Estados Unidos.

Es aún más triste ver a José Ramón Fernández, respetado ícono mediático nacional, hablando de baloncesto o beisbol en el programa Cronómetro de ESPN. Su dialéctica retorcida logra transformar una pregunta sobre los Yankees o los Celtics en un alegato contra el América y Televisa. A mí no me tocó ver a José Ramón hace veinte años, no sé si se esté quedando senil o trabajar en TV Azteca acaba con tus neuronas, pero hoy por hoy es un amarillista sin escrúpulos, un degenerado fanático de las teorías conspiracionistas. Sabe que los mexicanos somos morbosos y la queja es el deporte nacional. A pesar de que cada semana insinúa en Futbol Picante la existencia de grandes mafias en nuestro balompié, del poder que tienen los representantes, de las pachangotas de los jugadores, de arreglos con los árbitros, no recuerdo una sola ocasión en que lo haya respaldado con datos duros, evidencia. Hace unos meses Jesús Martínez, el presidente del Pachuca, lo confrontó frente a sus televidentes como mentiroso y mal informador.

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Existen dos corrientes de pensamiento que rigen a la prensa deportiva en nuestro país: lo cursi y lo espectacular. La narrativa que se construye del juego o de la vida de los actores del futbol se rige por un discurso de autosuperación. El marginado que gracias a su dedicación y a los sacrificios de su familia, alcanza el éxito. Pero el futbol es también un deporte azar y sus personajes son mucho más complejos que sus representaciones.

David Faitelson

A lo largo de mi vida, no me pregunten por qué, me he sometido a más de cincuenta reportajes de David Faitelson. Todos han sido iguales. Carnavalizar al aficionado, dividir a los jugadores en héroes y en villanos. Si los personajes de su periodismo aparecieran en novelas serían tachados por la crítica de planos y triviales. Cuauhtémoc Blanco, por poner un ejemplo, pasó de ser un jugador de barrio de Tepito a una estrella cuya carrera fue truncada por una lesión, ha salido con algunas celebridades de la televisión y se codea con algunos de los empresarios, políticos y, según rumores, capos del narcotráfico en México. De por medio hay ambientes seductores, personajes interesantísimos, complejas decisiones de vida, azar, corrupción, amor, política, poder, entre otros tantos elementos que le sientan tan bien a la narrativa. Yo no sé quién le enseñó a Faitelson, André Marín, Javier Alarcón, que el periodismo es un género sin imaginación.

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El deporte ha seducido, desde sus orígenes, a grandes pensadores. En el siglo pasado Norman Mailer dedicó un libro a la pelea de Alí vs. George Foreman en Zaire e incluyó la opinión de gente como Hunter Thompson y George Plimpton. Richard Kapuscinski escribió La guerra del futbol, sobre el enfrentamiento bélico entre hondureños y salvadoreños tras un partido de clasificación. Inclusive David Foster Wallace redactó algunos ensayos memorables sobre el tenis. En México han sido dos de nuestros más laureados escritores los que han sido reconocidos por escribir sobre futbol: Carlos Monsiváis y Juan Villoro. El trabajo del primero es espeluznantemente parecido a un reportaje de Faitelson. El segundo dice lo mismo que escuchamos en los programas de debate, pero con un lenguaje más literario, lo cual se le agradece, pero no llega a la altura de los ejemplos mencionados anteriormente. Si ni los periodistas ni los intelectuales van a escribir la neta sobre el futbol mexicano, ¿quién podrá defendernos?

¿Los superacadémicos?…

Tal vez. ®

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Publicado en: Junio 2010, Todos los puentes quemados

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  1. Coincido totalmente contigo. En el caso José Ramón te quedaste corto en la critica pero bueno…..en lo que comentas efectivamente reune a personajes interesantes pero………no los deja hablar o si acaso a la figura mas famosa y el resto van de adorno. A este ya lo deberían jubilar.

  2. sí, pero no. ilustrar con una foto de inés algo sobre el pésimo nivel del periodismo mexicano me parece inapropiado por la sencilla razón de que inés hace algo que pocos periodistas: trabaja, investiga. sus entrevistas no son brillantes, no son nada excepcional, pero en ellas hay trabajo, hay algo de contenido.
    en cuanto a kapuscinski, su libro la guerra del futbol no trata de futbol, por lo que no veo pertinente incluirlo como un texto ejemplar sobre el tema. de él, sin embargo, hay una pequeña crónica en el libro el imperio que sí se relaciona directamente con el futbol, y que es brillante.
    villoro no se queda en lo que se dice en los medios, su libro dios es redondo es magistral. en algunos pasajes me parece que fuerza los hechos futbolísticos para hacer hacerlos más bellos, pero en general es un libro asombroso.
    faitelson hizo algunos muy buenos reportajes al principio de su carrera, pero se quedó con la idea de que había que mantener a toda costa la fórmula, y su trabajo se convirtió en un asco.
    josé ramón fernández nunca fue bueno, pero era la opción independiente a televisa. pero sí le reconozco un mérito: era capaz de reunir un equipo excepcional para trabajos especiales, como juegos olímpicos o mundiales: valdano, menotti, víctor trujillo, andrés bustamante, rafael puente y el magnífico emilio fernando alonso…
    luis garcía tiene mucho talento, pero lo despilfarra atrozmente con el imbécil de martinoli. sabe analizar el futbol, sabe hablar, pero el rating ganado con la vulgaridad y la zafiedad al lado de quien era un joven agradable y hoy es un imbécil con micrófono lo pierde.
    en medios escritos, lo mismo: crónicas de agencia neutrales, bobas, sin ingenio, sin análisis real, sin opinión (o con pura opinión, que es otra forma de malgastar el papel). y los más leídos son los columnistas que ni analizan ni nada, sólo propagan chismes y lugares comunes.
    chale, ya me enojé.

  3. Joaquín Peón Iñiguez

    Muchas gracias a todos por sus comentarios. Gracias a Hitokiri por darle su justo crédito al mago por ese acontecimiento narrativo.

    René, aunque nunca le dedicó un libro al tema, ni era de su mayor interés, estoy seguro que escribió al respecto. En la universidad nos enseñaron una crónica, revisaré si sobrevive entre mis papeles. Saludos y salutes.

  4. René González

    Mi estimado Joaquín. Muy buen texto. Excepto que Carlos Monsivais confesó públicamente que no sabía nada sobre el futbol. Yo nunca le leí una crónica al respecto. Igual es falta de información mía. Lo que sí me toco verle fueron crónicas sobre box. Se notaba que sí sabía de pugilato.
    Un saludo.

  5. Estoy casi totalmente de acuerdo, pero y los Televisos?????

    si son los peoressssss!!!!

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