Epitafios y responsos sin sosiego

Un Oxxo en Comala

Llegado el nuevo siglo, los descendientes del cacique de Comala ya no fueron ni Miguel, ni José, ni Juan Carlos. Se llamaban Jeremy, Ian y Michael. Cuando los deportaron del norte consiguieron trabajo temporal en la asociación civil Nuevo Milenio.

Vine a Comala...

Vine a Comala…

uno.

Aquí yace el agente literario de Juan Rulfo, que murió de inanición y silencio.

dos.

Aquí es el Infierno pero no se llama Comala, aunque abundan los Peter Páramo Littles.

tres.

A veces de madrugada despiertan los muertos; no esperan el canto de los gallos ni el juicio final. Simplemente maldicen su suerte porque nunca esperaron nada del Más Allá.

cuatro.

Aunque ya murió y yace bajo una lápida con su nombre, desearía estar cerca de la tumba de la lunática del pueblo, Susana, la que se trajo al silencio eterno su amor por el padre de ojos tristes.

cinco.

La Cuarraca tuvo puras hijas, llamadas en voz baja La Cuarraquita Uno, La Cuarraquita Dos y La Cuarraquita Tres. Por su parte, El Saltapericos dejó un par de gemelos: Lauro y Epitacio, quienes al paso de los años fueron travestis en Zapotlán el Alto. Con mucho éxito.

seis.

Llegado el nuevo siglo, los descendientes del cacique de Comala ya no fueron ni Miguel, ni José, ni Juan Carlos. Se llamaban Jeremy, Ian y Michael. Cuando los deportaron del norte consiguieron trabajo temporal en la asociación civil Nuevo Milenio, especializada en exportar metanfetaminas a otros países. Murieron a una edad temprana, no dejaron descendencia.

Comala

Vine a Comala a buscar un OXXO donde saciar mi sed.

Seis responsos

uno.

A mí me tocó el papel de cronista de este camposanto, el que cada Dos de Noviembre desempolva los Alabados; el que a partir del 15 de Diciembre monta sainetes a un costado del quiosco. Tarea que cumplo lo mejor que puedo pues fui condenado a vivir hasta los 99 años. Como tuve la capacidad de síntesis, escribo una metáfora en cada lápida. Aunque me atoré en la de Raymond Carver.

dos.

Hay una fila interminable de individuos que espera una inscripción en cantera, aunque en vida nadie quiso dedicarles un corrido por su forma bárbara de ganarse el sustento: traficaron con lo mejor del hombre, la infancia.

En las noches de luna llena y de insomnio me pregunto quién colocará en la losa de mis años una frase sobre mi lápida, que condense mi oficio. Creo que me vendría bien que sólo se leyera: el sepulturero del pueblo.

tres.

En las noches de luna llena y de insomnio me pregunto quién colocará en la losa de mis años una frase sobre mi lápida, que condense mi oficio. Creo que me vendría bien que sólo se leyera: el sepulturero del pueblo.

cuatro.

Cuando supe que en Blanes había muerto un amigo de un mal hepático, quise enviarle a su mujer una inscripción para su desconsuelo. Pero me dijo que no, que lo habían hecho rescoldos; y los rescoldos cenizas; y las cenizas amuletos.

cinco.

He sabido de individuos que en vida comían todo el año sopa Ramen, pan disputado a los ratones y que vivieron madrugadas de resacas infernales. Ya abandonados en la fosa común el éxito los volvió reyes Midas. Esos tampoco alcanzaron epitafio.

seis.

No ha faltado el ingenuo que espere la composición de un Réquiem, que se escribían para los monarcas en tiempos lejanos. Pero la vida no es una partitura, por lo menos no en Dogville, donde circulan de contrabando las armas largas y de factura extranjera. ®

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Publicado en: Marzo 2014, Narrativa

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  1. «la vida no es una partitura» es cierto, tocamos de oído, como podemos, nuestra propia música, en el mejor de los casos. Gracias por la lectura.

  2. De acuerdo, acá en tu dogville (para otros la estancia Santa Gertrudis) todos somos hijos de Peter Páramo y hermanos de saliva de Dionisio Pinzón. Nuestro árbol genealógico pasa por el reparto generoso y coordinado de ADN de Bernada Cutiño. Reconforta leerte cuando el páramo también está a punto de extinguirse, los montes desplumándose y los giros de a de veras boqueando hasta el fondo del despeñadero. Ojalá nunca encuentres el epitafio preciso para Lorenzo Benavides. Es lo último que nos queda.
    Un saludo poeta. Un gusto verte de regreso en estas páginas.

  3. Efrén Alfonso García Botello

    Felicitaciones al autor. Sus renglones nos recuerdan que los tótems literarios, claro, después de conocerse a conciencia, ya no se podrán ver sólo desde la perspectiva sacra, que ya hay que verlos desde una perspectiva distinta. Los tiempos han cambiado, las ópticas desde donde vemos esos cánones, también. Desacralizar debe significar, también, proponer, y este es un buen ejemplo.

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