Italia: la bota que fue pateada

Una crónica de la peor crisis italiana de los últimos tiempos

Ya desde la gran crisis griega, y aunadas a ciertas tarjetas rojas tanto para Portugal como para España, Italia había sido juzgada de estar en una cuerda demasiado floja, financieramente hablado, por lo que debía de tomar medidas a la altura de la gravedad de su circunstancia.

La bota en la mira

El lunes 7 de noviembre del año pasado Silvio Berlusconi luchaba por su vida, su vida política, tratando de torear toda posibilidad de dimisión. Y si uno observa con detenimiento su biografía, política y personal, uno podría, también, sacar conclusiones lógicas inmediatas. ¿Qué tendría que estar haciendo un líder así en el poder cuando su gusto por las orgías con muchachitas extranjeras son la característica masculina que, para el mundo y los derroteros en donde le encanta moverse, son su mejor carta de presentación? ¿Qué tendría que estar haciendo ahí un empresario monopólico en cuyas manos está la mayor agenda mediática de Italia?

Estas preguntas salen sobrando, y no, no son éstas las premisas graves por las cuales Il Cavaliere pasó por el peor momento de su carrera política. La bomba real es el cáncer financiero en el que convirtió a su país y la nula credibilidad que se ganó ante los organismos internacionales pertinentes, que ya no creyeron más en él ni en el plan de reajuste previo que había prometido para no caer en situaciones vergonzantes, semejantes a las que está experimentando Grecia. La Unión Europea, pues, esta vez se dispuso a patear su bota.

En el ámbito casero, voces de gran peso dentro del Partido Pueblo de la Libertad, su partido, encendieron las alarmas ante la posibilidad de perder la mayoría dentro del Congreso en caso de que Berlusconi se empecinara en aferrarse al poder ministerial. Fabrizio Cicchitto, líder de esa fracción parlamentaria, afirmó estar preocupado por esta actitud y por el futuro no sólo de su partido sino del país entero.

Cicchitto dejó ver que tuvo negociaciones con el ex primer ministro para que tomara la decisión de dimitir ya, en aras de darle no sólo viabilidad a las finanzas nacionales sino al sistema político para, así, reavivar con fuerza la coalición que tiene su partido con la Liga del Norte.

La ferocidad política de los mercados

Después de andar dando vueltas y mostrándole los dientes a diferentes regiones y países, y tras varias advertencias leves, los mercados colocaron las garras de sus enojos y decepciones en Italia. Ya desde la gran crisis griega, y aunadas a ciertas tarjetas rojas tanto para Portugal como para España, Italia había sido juzgada de estar en una cuerda demasiado floja, financieramente hablado, por lo que debía de tomar medidas a la altura de la gravedad de su circunstancia, a saber, que la cuerda ni siquiera es tal, sino que eran hilachos que volverían a poner a Europa en una situación de un peligro que, tras lo que se ha visto en Grecia, sencillamente no podría soportar.

La bomba real es el cáncer financiero en el que convirtió a su país y la nula credibilidad que se ganó ante los organismos internacionales pertinentes, que ya no creyeron más en él ni en el plan de reajuste previo que había prometido para no caer en situaciones vergonzantes, semejantes a las que está experimentando Grecia. La Unión Europea, pues, esta vez se dispuso a patear su bota.

Hasta eso, los mercados no han atacado directamente aún en lo bursátil a Italia, no así en lo político, lugar donde más le dolía a Berlusconi. Gianfranco Rotondi, un ministro clave dentro del mecanismo parlamentario italiano, habló con aquél para salir a anunciar unas elecciones legislativas anticipadas en caso de que el partido perdiera su liderazgo en sus días de peor crisis. Así lo afirmó quien es el líder de la actualización de los programas gubernamentales.

Sin embargo, a pesar de esa actualización idealizada, la cual le permitiría al país, en principio, lanzar un programa de austeridad real para poder llegar a una situación de equilibro presupuestal en 2013 para, a su vez, reducir su desorbitante deuda pública, ¡120% del PIB italiano!, y jurar que ahora sí irían a un plan de reformas en serio, los mercados ya parecieron creer en “las capacidades” de Berlusconi para hacerle frente, de forma pragmática y urgente, a la grosera crisis en Italia, país más acostumbrado a los escándalos y estrategias políticas de corte sexual hipocritón, a las amenazas machinas escandalosas, al derroche al máximo, a la mafia y a sus estragos sangrientos, remember Gomorra, al endeudamiento a costa del erario, a la no exigencia de cuentas claras y compromisos políticos de altura que a la seria resolución de problemas tan básicos como pagar lo que se debe, en tiempo y forma, tan simple como eso.

La deuda de horror

La bolsa de Milán logró mejorar un poco antes de la dimisión de Berlusconi, pero no tanto, pues la caída fue sólo de 3 a 1.3 puntos de pérdidas. La mayoría de las bolsas europeas salían con números rojos por el nerviosismo renovado causado, esta vez, por Italia y la irresponsabilidad de su ex primer ministro.

Varios especialistas y medios interpretaron el hecho como una luz verde a la dimisión de Berlusconi. Así lo hizo saber, por ejemplo, el diario Foglio, que vaticinaba la renuncia a más tardar para el martes 8 de noviembre. El periódico Libero se atrevió a aconsejarle, de hecho, al ex primer ministro a que tuviera y propiciara una salida digna del gobierno, característica que la publicación vio como la única sanamente posible, también, para rectificar el camino económico.

Y es que los inversionistas, por el contrario, no han sido para nada diplomáticos y no han dejado de ejercer una brutal presión con respecto a la deuda italiana, pues según han declarado varios off the record, “Italia no es en absoluto Grecia… en absoluto”. El rendimiento de los bonos de la deuda italiana a diez años, en tan sólo diecisiete horas, alcanzaron 6.7%, es decir, le está saliendo cada vez más caro a Italia pedir dinero para su rescate. Los mercados, claro, aumentan su nerviosismo, con el impacto negativo que eso tiene, y tendrá en la vida económica de los italianos, en particular, de los europeos, cual carambola peculiar, y si esto no se maneja adecuadamente, en la del resto del orbe en general.

¿La balanza y la vigilancia? ¡Alemania y Luxemburgo!

El ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, declaró que las reacciones que se desataron con respecto a Italia no tienen justificación ya que, a su entender, los mercados no reaccionaron así con Grecia, que es la que ha venido preocupando seriamente a esa parte del mundo por la estabilidad misma del euro y su zona.

Después de que su misión financiera participó tanto en la reunión del FMI, implícito en la última cumbre del G-20, en Cannes, y en otra de la U.E., en Bruselas, Schäuble confirmaba, cual amenaza, que su llegada a Roma no sólo sería para tener pláticas. La misión ya le había enviado con antelación al gobierno italiano herramientas metodológicas, como un cuestionario y formas bursátiles, para que fueran contestado y llenadas, de manera correspondiente, en aras de llegar a la mesa con datos concretos para realizar un calendario, en función de los impactos presupuestales que tendrán las próximas decisiones a tomar en esos lares europeos. Las revisiones serán trimestrales en todo este año 2012, también sentenció.

Si hemos de entender claramente, se acabaron los pactos políticos y las palabras empeñadas, pues.

Jean-Claude Juncker, el poderoso líder de los ministros de finanzas de la zona euro, de Luxemburgo, quien ha dejado bien claro que esta misión también llevará los imperativos tanto del FMI, del Banco Central Europeo y de la Comisión Europea, declaró, frío y contundente, que en ese mismo tenor Italia debe prepararse para ser tratada sin pinzas, tal cual ya se ha hecho con Irlanda, Portugal o Grecia.

Berlusconi permanecía en Roma todavía en noviembre pasado, cabildeando con los diputados más radicales, aquellos que buscaban abiertamente su caída, para convencerlos de suavizar su postura. Cosa inédita para el ex primer ministro, quien, al cuarto para las doce, ahora sí, estaba intentando a finales de 2011 realizar lo que en todos sus años como gobernante hizo a un lado: política básica.

La mala, la buena, el contexto y la traición

La buena, económica: esta actividad política al vapor, aunada a la presión bursátil internacional, dio sus resultados en lo inmediato. El martes 8 de noviembre Berlusconi lograba que la Cámara Baja aprobara el presupuesto estatal, requisito obligado para el plan de reajuste que viene.

La mala, política: la misma actividad, precisamente por haber sido al vapor, no logró la mayoría absoluta, es decir, el voto de 316 diputados, lo que propició, al final, su caída. De hecho su derrumbe estuvo fatalmente condicionado a este resultado, en donde su partido perdió la mayoría.

El contexto propicio: el ala opositora, que se comportó a la altura y que, para que hubiera presupuesto, se abstuvo de votar. Su proceder ya es conocido en Italia como “el acto de la responsabilidad”.

A Berlusconi 308 diputados le fueron leales, ocho no. En un papel, en su curul, dejó amenazadoramente escrito: “Ocho traidores”, cuyos nombres y apellidos tiene en su poder.

Para Il Cavaliere aquello fue un acto puro de traición. ¿Qué hará ante semejante defección?

Oui, de nuevo Sarkozy

Un iracundo Franco Frattini, el ministro de Relaciones exteriores de Italia, acusó al presidente francés, Nicolás Sarkozy, de contribuir a un “ataque especulativo” contra su país pues, según el ministro, el presidente galo no dejó de esparcir comentarios negativos durante la cumbre de la zona euro.

Frattini fue testigo de cómo los especuladores, a partir de esa reunión, el viernes 4 de noviembre, comenzaron a hablar de un lunes negro para Italia. En el diario Il Messagero declaró que el francés habría afirmado que de no haber salvado la U.E. a Grecia la siguiente en caer, con toda seguridad, sería Italia, provocando así un ataque lleno de especulaciones en el mundo financiero, acelerando las presiones sobre su país.

La reacción y la espera

Así las cosas, la mayoría de los medios de comunicación, aquellos que no pertenecen al también empresario mediático Berlusconi, sugirieron y exigieron todo el tiempo su renuncia ante la gravedad de la crisis económica que se podría haber profundizando aún más en ese país sino en Europa entera, que apenas está reconociendo la herida que le ha dejado Grecia, con los planes de reajuste que ha repartido a no pocos países de la región.

Silvio Berlusconi no desaprovechó la oportunidad, claro, para sentenciar públicamente que quiere ver fijamente a los ojos a los que lo traicionaron. Berlusconi no olvida ni olvidará.

Sin embargo, para el ex primer ministro italiano, una vez fraguada “la traición”, aún hay camino y aire para dar la pelea, así sea traducida ésta en puntapiés de un asfixiado que aún tiene, así sea bajo una enorme presión, la sartén por el mango. ¿Qué situación más terrible puede presentársele ya a estas alturas del partido? Tal vez por eso el diario que dirige su hermano Paolo, Il Giornale, no duda en llamarlo, y no es broma, Jesús, mientras que a sus opositores los llama Los Judas.

Silvio Berlusconi no desaprovechó la oportunidad, claro, para sentenciar públicamente que quiere ver fijamente a los ojos a los que lo traicionaron. Berlusconi no olvida ni olvidará.

El anuncio presidencial

Mientras la resolución posible a la crisis sigue su curso, Giorgio Napolitano, el presidente italiano, fue el que hizo el anuncio. El primer ministro Silvio Berlusconi dimitiría, sin duda.

Berlusconi se había comprometido a que se implementaran de manera efectiva todas las medidas que se le prometieron a la U.E. El calendario previamente acordado con el Parlamento indicó que las medidas tendrían que ser aprobadas, a más tardar, el 18 de noviembre. Berlusconi, un tanto sarcástico, dijo sentirse triste por su irreversible futuro y a la espera de nuevas elecciones pues, afirmó, “son la única salida posible… Lo importante es hacer lo mejor para el país… Hay que preocuparse por la situación de Italia, pero también por lo que pasa con los mercados, por lo que éstos afirman cuando dicen que Italia no es capaz o que no tiene la intención de aprobar las medidas que Europa le está exigiendo”.

Y sí, esto no es para reír, hay que preocuparse por Italia, por todo lo que ha permitido o dejado de permitir, por todo lo que a esa bota le sucedió antes de ver dimitir a Berlusconi. ®

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Publicado en: Enero 2012, Política y sociedad

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