Nuevas ecualizaciones posibles

Bombaclatechnucleáricobreaker-7

Seis nuevas reseñas con todo y sus audios, entra en el ambiente con el sonido y piérdete en el siguiendo la guía de un melómano enloquecido en busca del funk.

The Haxan Cloak, The Haxan Cloak

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Tomemos el título del álbum… tendremos el nombre de la banda, y no creo que sea al revés puesto que al poner play estamos ante una declaración de principios. Y traduzco, The Haxan Cloak: del antiguo alemán, häxan/brujería. Del inglés, cloak/capa o manto (gracias a Boomkat por la traducción). Poniéndonos más analíticos: es el manto de la brujería. Se define así un sonido puro que toma raíz del ambient, el post rock y la música del este europeo muy a la manera de los diablos del sonido. Hay en el manto bordados que su autor, desde Londres, va tejiendo con cuerdas de bajo y agujas retinales; hay frecuencias bajas rompiendo con los límites entre el audio y la experiencia vital como si miráramos un cortometraje de absurdos avasallados por la normalidad más insana… como si la vida fuera un espectáculo apagado, a su vez despierto, y con la paciencia de un insecto aceptara la omnipresencia de la metamorfosis. No en vano el drone se ha desarrollado a la par del noise, el metal y el dark ambient en los últimos años alcanzando la estatura de los gigantes sin mancharse los baberos, aun comiendo solo y sin crianza. Este disco muestra ya el esqueleto de un adulto en el estudio, muestra, con todo el peso y la madurez de una obra de arte estratégica e inteligente, las soluciones que el noise necesita para resolver el problema de la inserción radial y recuperar su lugar en los podcast internacionales para oídos lobunos. Aurora Borealis, la disquera de los fantasmas, ficha al músico y productor The Haxan Cloak, quien después de presentar un EP-carrete de tres sencillos aquí también contenidos, lanza otra pieza de carácter rústico y lúgubre: equilibrios de voz, saturaciones como paredes golpeadas por la violencia en el vacío, arreglos de cuerdas gitanas distorsionándose por el bien del abandono mientras la lluvia en el fiordo se transparenta en el retraso de su caída. Las atmósferas van construyéndose como intros febriles para la documentación sinestésica de la industria cuando las percusiones caen y nos recuerdan la tonelada y el choque de los planetas. Y a pesar de todo ello este disco es tan sólo el comienzo de una vida simple, asustada por un brujo ante el espejo.

Recomendable si gusta: Sun o))), Thisquietarmy, Yellow Swans, Nurse With Wound, Coil.

Mount Kimbie, Carbonated Ep

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Hotflush Recordings es la marca. Para posicionar a sus autores en las fronteras rítmicas, para situar su eclecticismo en los puntos de venta sin aduanas, para saludar al sol y a la noche por igual cuando se trate de bailar… Hotflush es el sello del escucha saludable, hay en su catálogo un repertorio de sonidos y beats cuya definición está por definirse y su afincamiento sólo es regido por gravitaciones timpánicas. Tenemos música para implotar, música para llenarnos el pecho, tenemos música para narrar panales de abejas y ambientaciones de maquinaria, y Hotflush es el sello de Dominic Maker y Mike Campos. Ambos artistas han afirmado que lo suyo es un post-dubstep, y ríen al sostenerlo, aunque luego manifiesten seriedad y sigan con las entrevistas mencionando que, ante todo, gozan de crear entornos, atmósferas, de cubrir el vacío que el dubstep dejó cuando se puso a sonar con exceso de lodo. Podría decir que lo suyo es una isla voladora por sobre las ínsulas flotantes del catálogo HF y caería en un cliché: lo suyo es el mapa completo. Carbonated, como buen EP (6 cortes), trae la promesa de que sus formadores irán desplegando ante nosotros la geografía electrónica que acostumbran cartografiar y para no mentir se ayudan de las colaboraciones. Gente que va desde el minimal ambient más abstracto y críptico (Klaus remixea “Adriatic” muy a su gusto) hasta el techno que por igual es en forma un tanto frugal pero reverbera una profundidad ocular única en su género ya estandarizado, puesto que contamos aquí con la participación del belga Peter van Hoesen, un maestro de inmersiones espeleológicas que para el minimal techno es respiración y filtro. Difícil ya quedarse con un track a recomendar, Mount Kimbie varía —como en sus inicios— ondulante y tiene la riqueza ecléctica de toda obra que se va formando con el tiempo y con el tiempo trabaja su parcela. La cosecha se ha llamado garaje, minimal 2step, neo-dubstep, electrofunky, y ya los paladares juzgarán lo que se les cocina sin presiones. Aunque me atrevo a recomendar Flux y Bave Chords siendo ambos los tracks que recaen en mis gustos otros quizá prefieran el remix epónimo de Airhead y muchos dirán que se tiene un puente firme entre lo que viene y aquel Crooks & Lovers del año pasado, LP imprescindible para los soundsystems del orbe bajo-frecuencial de aguas cuyo cauce nos lleva a cruzar la línea.

Liquid Stranger, The Arcane Terrain

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Martin Stääf (Suecia, 13 de noviembre de 1978, vive en Scottsdale, Arizona) ha logrado con este reciente LP, lanzado bajo Interchill Recordings, dejar caer el tempo que sondee el planetario intergaláctico de su propia cosmovisión sonora. Desde el comienzo con “The Molecule Man” y sus mezclas de dubstep pescado en la ciénaga de Yoda el Jedi en conjunto con el insistente wobble —muchos afirman con justa razón que Liquid Stranger es el amo de tal ecualización—, pasando por “Bombaclaad Star”, en donde los toasters dan preámbulo a un asalto en espiral y chip tune para covertirse en raggamuffins de tiempo incompleto, llegando a joyas como “Rise” y “Babylon Beast”, donde el trabajo con Heavyweight Dub Champion, KRS-One, A.P.O.S.T.L.E. y Stero-Lion resulta en un acto de grime tan apegado al hip hop del bronx sin decirle adiós al dirty south londinense, aunque claro, lanzando misiles a Kingston, Stääf logra lo que muchos quisieran: sonar con estilo propio. Creo que el mérito del disco es que por fin se puede escuchar un sincretismo sistémico, una invasión detallada, las dosis exactas de flora y fauna que fueron llegando a la biósfera de LST cual premios de conquistas anteriores. Como ejemplo, el drum n’ bass brilla por su ausencia pero queda de él la nervazón, como prueba —póngase “Steam”—, el dub de extracción drónica aparece hecho camuflaje de ondas en la mata de toasterings que remiten al Sizzla más estrecho o ¿por qué no?, a la criogenización de los Specials de callejón con fuego en el tambo. Y ya cuando decidimos salir a la pista con la idea de estar en un dance hall, “Timeless” llega a dúo con Mc Zulu trayendo consigo la síncope prolongada y maldita de las cuevas de Croydon. De ahí suena “Totem”, donde Stääf demuestra que él también ha estado explorando los terrenos del dubstep con cítara y belly dancers, programando, claro, la bitácora de viaje. Dejo a usted, estimado lector, la catalogación de lo que sigue, una serie de actos melancólicos que se emparejan con el ambient y el IDM para esclavizar nuestras bocinas… “for real”.

Samiyam, Sam Baker’s Album

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Es de Michigan, pero se afinca en Brainfeeder Recs. y muy al estilo de TOKiMONSTA, Teebs o Flying Lotus, nos entrega un glitch hop de la más fina estirpe. Junto con la gente de la crew OFWGKTA (véase Tyler The Creator, Odd Future, Earl Sweatshirt, etc.) y lo que ya estamos adecuados a recibir en “modo múltiple” —Nosaj Thing, The Gaslamp Killer, etc.— los sonidos de la escena beat L.A. circulan ya por el orbe satisfaciendo melomanías y borrando límites entre la pulcritud y el desenfreno. El álbum de Sam Baker cumple con la misión post-J Dilla y continúa el camino aparte pero apegado a aquel FlyAmSam, ya que si hablamos de referencias discográficas que involucren a la dupla con Flylo, del proyecto FlyAmSam surgen partes de maquinaria fina con papeles en regla y las huellas de sus llantas siguen aún frescas, dando la pista. Sam Baker ha militado en Hyperdub, ha abordado el minimalismo jazzístico y el funk incluyéndolos re-manufacturados en su hip hop, ha reflexionado sobre el clásico entorno de bienestar auditivo emparentado con la moda y ha dado la espalda a todo ello por convicción de espíritu, conservando, sin embargo, forma y contenido. Pienso que de todo el catálogo Brainfeeder en su lista de glitch, Samiyam es el muchacho tranquilo que deja nadar los samples y los breaks en una piscina de tempos helados bajo el sol del verano mientras la bassline equilibra la temperatura, es quien, como TOKiMONSTA, permite al sample hablar a solas aun cuando los remixes gritan, y por si fuera poco, su manejo del 8-bit mantiene la lógica armónica de los cartuchos y se inserta cuando en el track conviene jugar. Las pautas instrumentales de Baker van ajustándose a leves apariciones de voz como instrumentos extras invitados a la fiesta, quizá por ello el cambio de disquera inicial antes de lanzar un LP titulado Rap Beats Vol. 1, puesto que si bien Hyperdub es sello de buzos, ahí cuando se canta se hace muchas veces en pro de la melodía. Aquí, el Roland SP 303 funge como atrapagatos —“Kitties”— alineándose en el paredón de las fuentes que han servido a gente como Madlib para fusilar el aburrimiento… aquí Baker da una cátedra de trabajo digital que consigue transportarnos a la tibieza de los bulbos guerrilleros; conectamos el disco para gozar, es apenas la segunda placa y su autor asegura darnos el material de su predilección desde el 2008. Ecualícense las neuronas.

Biosphere, N Plants

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La música tiene la capacidad de sondear territorios en la memoria, y aunque los anteriores trabajos de Geir Jenssen (Noruega, 1962) involucran más estados cerebrales inconscientes o parámetros de lógica espectral sin toparse con la materia palpable, N Plants, lanzado por el label Touch, se inicia como un proyecto de excursión al Japón de la posguerra y, al investigar, su autor se topa con elementos raros —enrarecidos— al ras de la tierra; hay ahí, usualmente en sitios donde los embates de la naturaleza pervertirían la repetida evolución, una cantidad considerable de plantas nucleares. Cada corte lleva el título de una planta, y para no obviar más el feedback de la excelente reseña aquí encontrada: http://derives-webzine.blogspot.com/2011/06/biosphere-n-plants-2011-touch.html, me propongo hablar un poco del disco y su responsable directo. Biosphere merece mis respetos puesto que soy de esa gente que guarda cierta reverencia por lo que le sobrepasa en el tiempo; él empezó a componer electrónica en 1983, año de mi nacimiento, influenciado en un principio por Brian Eno y la new wave así como por sus estudios en arqueología y geología de la era del hielo. Consciente de que el ambient y la electrónica pueden bien conformar un universo aparte, tuvo la idea de conseguir un sintetizador y seguir el camino de sus mentores a distancia, siempre quebrando el cristal de la vitrina para con el mismo luego servirse y desollar las pieles de la maquinaria; su trabajo, ante todo y como todo buen ambient, ha tenido la suficiente cerrazón para tan sólo ser un transmisor de sensaciones y frecuencias táctiles, justo como se logra al debridar de nuestra piel el paisaje vivo. Así, después de haber militado en la famosa agrupación noruega Bel-Canto y bajo el nombre Bleep, sus primeros doce pulgadas fueron acid house y new beat. Quizá de ahí venga esa disección armónica maravillosamente fluida y casi imperceptible en la cual —de la misma forma que maestros como Tim Hecker— bien pueden insertarse beats para hacer remixes que circulen los tracks en las tornamesas del planeta, método ya hoy legalizado y eficaz. Los noventa fueron para Jenssen un viaje totalitario en donde, desde el primer año y ya con materiales de ambient (Microgravity, The Fairy Tale), adquirió el mote que hoy le identifica. Fue en esa década cuando su intrusión en la publicidad (para el comercial de Levi Strauss & Co) y el aval de un grande como R&S Records (el de James Blake), le dieron ya espacio en la caja de resonancia universal. También de esa década su adhesión a disqueras como Al Saints Records, regenteada por el mismo Eno, y su exploración exhaustiva por campos sonoros que van desde el sampleo de las programaciones del Science FX sabatino, pasando por modificaciones frecuenciales de Debussy —“La Mer”— hasta los inusuales ajetreos rítmicos del jazz estilo Miles Davis. El presente (el mío) se privilegia entonces por tener aún a la mano la obra de Biosphere, en donde los chops y préstamos auditivos de la imaginería televisiva, todos los diálogos inconclusos entre algunos japoneses y la posible muerte, cada inundación y cambio en las mareas de los casquetes polares, siguen resonando por su cuenta, solitarios, sin molestias, esperando a que alguien como Jenssen llegue y la holofonia del cosmos comience a ajustar el flash para autodocumentarse.

Offthesky, Subtle Trees

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Apagado el cielo, el estadounidense Jason Corder, mejor conocido como Offthesky, lanza en los sellos Rope Swing Cities y Nomadic Kids Republic, con portadas diferentes para cada tiraje, un LP que merece lugar entre los grandes del ambient internacional. La floresta fantasmagórica, los breves intersticios de polvo en el pelaje, cientos de polillas acurrucadas en la boca del zorro, cánticos de aves comiéndose al depredador, crujidos de madera putrefacta bajo la imponente voracidad de la nube calma, cada pista es elegida para adormecer nuestro tacto fonético y ponerle pausa a nuestro provenir. Subtle Trees requiere de atención especializada aunque cada una de sus notas y sonidos de entomólogo están por igual destinados al vacío. Hay paredes de sonido descarapelándose con el aire que sopla como la muerte sopla al soldado en la trinchera; hay sampleos salivales que degluten el pan y arreglos de violines que lo meten digerido al horno, y dejando atrás las metáforas que pudieran construir un campo visual para acompañarlo, el disco hace también eco en mi cráneo sin intervención de vacuidades. El noise distribuido como introducción y puente en algunos de los cortes me remite a Nurse With Wound, sobre todo en “Lite Gemut Cycle”, track que invariablemente se planta bajo el dintel como ese maravilloso “I Cannot Hear You As The Dogs Are Barking And I’m Blind” del irlandés Steven Stapleton y su compañía de víboras con cerebros de lémur y gargantas de ballena. Pero de pronto es el mismo track que comienza a estornudar frecuencias tibias y se sabe que no hay tundra sino la memoria múltiple del globo terráqueo bajo el satélite. La puerta se cierra y se va abriendo constantemente a lo largo del disco, empotrado en el misterio, y Corder doma buitres para que arrastren sus garras por la cuerda de su violín mientras vigilan, desde arriba, que nadie se atreva a encender el faro. Los barcos se detienen, los bagres carcomen los pilares del muelle, las cajas de música vibran el espejo roto del ánima que se rasura. También la clásica moderna tiene aquí a uno de sus expositores, puesto que bajo riesgo de quedarse en los anaqueles electrónicos pero salvándose del olvido Offthesky ha sido siempre un proyecto firme cuyas composiciones y ritmos van turnándose para realizar el acto de malabarismo en la punta del iceberg mediático, son bufones contratados por emperadores aburridos a los que se les escapa el empleado, música independiente que nunca tuvo el privilegio de disparar más que hacia arriba. ®

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Publicado en: Julio 2011, Música

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