Tabúes del poder

Besos lésbicos y homosexuales

El tabú, como prohibición moral, tiene todavía un catálogo muy vasto de prácticas sexuales. La masturbación, la extramaritalidad y el incesto, la homosexualidad y bisexualidad, por citar algunos. A causa de su negación pública, cuando los tabúes salen del ámbito privado lo hacen en una suerte de implosión viral. En el contexto de la derogación de la prohibición militar homosexual en Estados Unidos el tema de los besos homosexuales es ahora más que un hashtag.

© José Luis Cuevas

En 1986 Gilles Deleuze (1925-1995) publicaba una semblanza de Michel Foucault, el teórico del concepto de poder más importante en las últimas décadas. En Foucault [Les Éditions de Minuit, 1986-2004] Deleuze recordaba que la violencia, más que puntual, es una confluencia de fuerzas agrupadas para “incitar, inducir, desviar, hacer fácil o difícil, ampliar o limitar, hacer más o menos probable… Tales son las categorías de poder” que aún sirven para comprender la presión generada por una ley de prohibición en el ámbito moral, como la llamada “Don’t ask, don’t tell”, que se aplicó por más de tres lustros a los cuerpos militares de los Estados Unidos.

Tal política prohibicionista fue vigente de diciembre 1993 a diciembre de 2010 e impedía a los homosexuales, lesbianas y bisexuales manifestaciones públicas de su orientación sexual. Su derogación promovida por el presidente Obama dio pie a una serie de salidas del clóset que, aunque cada vez más comunes, su dimensión verdaderamente pública (el mundo de la web) no ha terminado con la inercia heterosexual (y la homofobia) que hace, si no lento, sí temerario el desclosetamiento de la población lésbico-gay.

Pese a que la homosexualidad femenina no es la más visible, el primer beso con difusión masiva, después de derogada la prohibición, fue aquél de diciembre de 2011 entre dos lesbianas, las navales Marissa Gaeta y Citlalic Snell frente a las playas de Virginia. En febrero pasado otra imagen dio vuelta a la web: el beso de los marines Brandon Morgan y Dallan Wells, en Honolulu, Hawai. Insólita y explosiva, la novedad reside en una ruptura fundamental: el fenómeno pasa a la escena pública (hiper pública, la web) desafiando su asignación al ámbito privado donde han estado por siglos las prácticas domésticas y los tabúes de tipo sexual. Y aunque ese desacato a la doctrina en que se fundan los tabúes no parece galopante, sí marca la transición hacia una conciencia opuesta al sistema heterosexual.

Tal política prohibicionista fue vigente de diciembre 1993 a diciembre de 2010 e impedía a los homosexuales, lesbianas y bisexuales manifestaciones públicas de su orientación sexual. Su derogación promovida por el presidente Obama dio pie a una serie de salidas del clóset (…)

Para Monique Wittig (1935-2003), teórica feminista francesa, la heterosexualidad es un régimen político sostenido en una lógica de tipo económico-jurídico. La economía de las relaciones personales se rige por el dominio, que en el análisis contemporáneo de género se descubre permeado por la relación capitalista y sus binarismos dueño-esclavo, patrón-obrero, capitalista-fuerza de trabajo.

El ojo feminista contemporáneo vuelve a la cuestión: ¿qué cambios en la equidad de las costumbres produce el desafío de los tabúes sexuales? La crítica de género filosófica rebasa la discusión sobre el derecho al matrimonio homosexual (convertido en un ardid publicitario de los partidos políticos) para sondear hasta dónde la derogación de una ley homofóbica transforma la lógica perniciosa del binomio dominante-dominado que mantiene la heterosexualidad en sus formas más conservadoras como son las relaciones de pareja encaminada a la figura arcaica del matrimonio.

No sé hasta dónde el imaginario amoroso de Occidente1 sea lo suficientemente resistente a cambiar su modelo tradicional inicuo. Hasta hoy se le ha opuesto la deconstrucción antropológica (el acercamiento primigenio de Margaret Mead y luego los que toman prestadas técnicas de otras disciplinas, como los trabajos de Helen Fisher, por ejemplo) e histórica (de Michel Foucault a Judith Halberstam) y se ha podido identificar en los fenómenos de estudio el poder reproductor del sistema de represión y control de las sociedades contemporáneas. Mientras algunas acciones gubernamentales contribuyen a sacudir tabúes, otras fuerzas resurgen de las tradiciones biologicistas. Y no sólo en Estados Unidos. ®

Nota
1 Véase el libro de Nathaniel Branden La psicología del amor romántico [Paidós, 2000] para entender la herencia norteamericana en el ámbito de las relaciones amorosas.

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Publicado en: Aliteraciones, Marzo 2012

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