¿Es Elba Esther Gordillo una incomprendida? ¿O será acaso que la maquiavélica dirigente ha tejido una telaraña de proporciones ciclópeas para asegurar que aquellos que entran en contacto con ella se conviertan ipso facto en sus súbditos?
El domingo 10 de julio apareció en el diario mexicano Reforma un artículo escrito por Jorge G. Castañeda titulado “Amores y desamores”. En éste el ex canciller, además de describir importantes encuentros y desencuentros con Elba Esther Gordillo —a la que reiterativamente considera su amiga—, hace un repaso somero de algunas de las incontables trapacerías de la fundadora del Partido Nueva Alianza. A lo largo del texto se lee líneas como éstas: “La mayoría de los mexicanos la responsabiliza injustamente por el patético estado de la educación en México. Así estaban las cosas antes de que ella llegara, y ningún secretario de Educación ha tratado seriamente de derrocarla. Al mismo tiempo, ella es el único punto de apoyo de la palanca en el que un Arquímedes educativo podría apoyarse para transformar la espantosa mediocridad de la educación en México”.¡Caray! Pero qué ciegos hemos sido todos, debimos suponer que la culpa de esa mediocridad a la que se alude es de los domesticados secretarios de Educación que no han querido meterse en problemas con la lideresa, quien además —según Castañeda— sería asimismo la eventual salvadora del sistema educativo. ¿Es Gordillo, pues, una incomprendida? ¿O será acaso que la maquiavélica dirigente ha tejido una telaraña de proporciones ciclópeas para asegurar que aquellos que entran en contacto con ella se conviertan ipso facto en sus súbditos? Pareciera que Castañeda subestima con cinismo la corrupción de Gordillo: como si se tratase de una falta menor, la incluye en el paquete de nimiedades del currículum de la abeja reina. No cabe duda de que la amistad que el ex secretario de Relaciones Exteriores sostiene con Gordillo —ésa que, él mismo afirma en el artículo, no quiere poner en riesgo— sigue actuando en detrimento de su propia honorabilidad. No podría ser de otra forma, el ex aspirante a convertirse en secretario de Educación —como él mismo lo menciona, en su momento, Gordillo prefirió que Reyes Tamez continuase al frente de la SEP— es un intelectual orgánico más en la perenne búsqueda del hueso perdido.
Quién va a parar a Elba Esther Gordillo? Las estadísticas mundiales lo demuestran: ningún país puede aspirar a la competitividad económica si no está bien educado. En México se marcha por la paz, por los derechos homosexuales, para manifestarse en contra de la inseguridad, se organizan reuniones en Chapultepec para intercambiar penas y sonrisas, pero pocos levantan la voz enérgicamente contra el abandono en el que se halla el sistema educativo.
¿Quién va a parar a Elba Esther Gordillo? Las estadísticas mundiales lo demuestran: ningún país puede aspirar a la competitividad económica si no está bien educado. En México se marcha por la paz, por los derechos homosexuales, para manifestarse en contra de la inseguridad, se organizan reuniones en Chapultepec para intercambiar penas y sonrisas, pero pocos levantan la voz enérgicamente contra el abandono en el que se halla el sistema educativo. El sindicato encabezado vitaliciamente por la sátrapa Gordillo ha condenado a los niveles de educación a permanecer e incluso hundirse aún más en el fango sexenio tras sexenio. Su ars política camaleónica le ha permitido acrecentar sus arcas personales y familiares a lo largo de, por lo menos, los últimos treinta años. De acuerdo con el libro Doña Perpetua. El poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo, investigación de los periodistas Arturo Cano y Alberto Aguirre, Gordillo, alias La Maestra, pasa la mayor parte del año en su mansión de San Diego, California; viaja ya sea en un jet privado o en su propio helicóptero, además de que posee diversos bienes inmobiliarios en la Ciudad de México, que estarían rondando los 6.5 millones de dólares. El poder que le confiere manejar a voluntad el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la organización laboral más populosa de toda Latinoamérica, le ha valido la deferencia prácticamente sumisa de cualquiera de los gobernantes en turno. Los tres partidos principales así como algunas docenas de intelectuales amaestrados han bajado la mirada ante la medusa y se han hecho de la vista gorda ante las arbitrariedades en los manejos de su sindicato. Todos hemos sido testigos del deterioro paulatino del sistema educativo nacional. No sólo se puede, sino se debe responsabilizar a Gordillo por el estancamiento y el retraso. Esta afirmación no es injusta, como sugiere Castañeda. Negarla es un acto tan patético como el estado de la educación al que él mismo hace alusión.
El artículo de Castañeda resulta paradigmático de la forma en la que intelectuales, políticos, opinadores, analistas y ¡hasta ciudadanos! viven en la negación y el engaño con respecto a la también ex diputada del PRI: “En política se construye, se planifica, se preparan las cosas con larga anticipación; en política democrática y provista de sentido, existe una brújula, que es un programa, una agenda, una idea. De todo esto Elba ha carecido siempre. No por falta de inteligencia, sensibilidad o compromiso, sino porque le gana, como es lógico, su vocación sindical”. Lo anterior es verdad si añadimos a esa “vocación sindical” su vocación delictiva, su ambición atroz y su inigualable contumacia.
Elba Esther Gordillo es un cáncer nacional que debe ser extirpado cuanto antes. No más concesiones ante sus discursos fariseos. No más impasividad ante la farsa procaz que se monta cada vez que aparece en público. No más tolerancia con su altanería, esa misma con la que resiste los tímidos embates de periodistas lambiscones y de intelectuales comodinos y agachones (véase la presentación en el programa Foro TV, el 7 de marzo de 2011, al lado de Leo Zuckerman, Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda).
Elba Esther Gordillo es un cáncer nacional que debe ser extirpado cuanto antes. No más concesiones ante sus discursos fariseos. No más impasividad ante la farsa procaz que se monta cada vez que aparece en público. No más tolerancia con su altanería, esa misma con la que resiste los tímidos embates de periodistas lambiscones y de intelectuales comodinos y agachones.
El país está en ruinas, y de esto hay culpables que tienen nombre y apellido. En 1994 los mexicanos reconocimos a Carlos Salinas de Gortari —aliado fraterno de Gordillo— como el principal culpable de la crisis económica que abatió al país. El ex presidente se vio prácticamente obligado a abandonar el territorio nacional, comenzando así una suerte de autoexilio en Irlanda. Quizá es momento de que la opinión pública asimile de una vez por todas que con Elba Esther Gordillo estamos no sólo ante uno de los personajes más horrendos y caricaturizables de la política nacional de los últimos años, nos encontramos sobre todo ante una verdadera villana de la historia mexicana. No debemos seguir siendo tolerantes con esta clase de hampones. Sus innumerables y documentadas fechorías tienen a la población más joven —unos 25 millones de niños que por decreto constitucional tienen como derecho inalienable el acceso a la educación básica gratuita— en la más vergonzante inopia intelectual. Los programas de educación mexicanos son primitivos. Métodos basados en la mnemotecnia siguen vigentes y, lejos de estimular el razonamiento competitivo de los estudiantes, lo atrofian. Aunado a esto, los maestros —los que no están marchando u holgazaneando en las plazas públicas auspiciados por el oprobioso SNTE— están pésimamente preparados y, en muchas ocasiones, han obtenido la plaza laboral permanente gracias al nepotismo o a la corrupción.
En este contexto están creciendo los jóvenes mexicanos, de los cuales un número cada vez más abundante se integra a las filas del crimen organizado, puesto que su criterio y su educación no les alcanza para vislumbrar una mejor opción de futuro. En un mundo cuyo sistema económico es cada vez menos piadoso y más salvaje, un país con una juventud crónicamente enferma es un país destinado a la catástrofe. Hacia allá va México con personajes tan abominables como Gordillo, hacia un país en manos de un puñado de abyectos millonarios —varios de ellos incluso prófugos de la ley— que día a día cavan una fosa más profunda para que a la postre todos nuestros cadáveres quepan en ella. ®
SANTIAGO
Estoy de acuerdo con la nota y ni siquiera soy mexicano….vivo en este país hace ya 5 años y es una pena ver como personajes como este arruinan un país que tiene todo para brillar. Sólo disiento en una cosa, Elba Ester no es un cáncer que se pueda extirpar…es un virus al que se debe eliminar antes que acabe con el cuerpo al que ha invadido. Es casi tarde, en especial con los pocos huevos que tienen los que pasan sexenios haciendo la vista gorda ante unno de los peores personajes de la historia de esta gran nación…