En 1991 la industria musical empezó a sufrir un cambio drástico. Hay quienes dicen que fue una movida prefabricada, pero otros creen que en ese año de verdad todo cambió. El rap más comercial, el pop vocal y el hard rock empezaron a difuminarse frente a una marejada que moldeó lo que durante muchos años se llamó música alternativa.
En ese año salieron discos que marcaron la época. El Out of Time que llevó al éxito masivo a los recientemente desintegrados R.E.M. El disco negro de Metallica hizo que llenaran estadios en todas partes y que se les acusara de haberse ablandado. Use Your Illusion de Guns N’ Roses, con los que Axl Rose y su banda se consolidaron en el rock duro, aunque al poco tiempo caerían estrepitosamente. El Achtung Baby de U2, con un cambio radical en el sonido de los irlandeses, en su imagen e incluso en su discurso, recurriendo al disfraz y a la farsa, lo que irritó a los seguidores recalcitrantes del viejo U2, pero ganándose la admiración de una generación más joven.
Al hablar de 1991 no puede omitirse el grunge, que irrumpió con fuerza en septiembre con el lanzamiento del Nevermind de Nirvana, considerado por publicaciones como Spin “el álbum que cambió todo”.
Al hablar de 1991 no puede omitirse el grunge, que irrumpió con fuerza en septiembre con el lanzamiento del Nevermind de Nirvana, considerado por publicaciones como Spin “el álbum que cambió todo”.
Nevermind, con sus más de 25 millones de copias vendidas en el mundo, con el impacto que tuvo en una generación con canciones como “Smells like Teen Spirit” e “In Bloom”, entre otras, y con la rabia desparramada en la música, más que en las letras —aunque también en éstas estaba presente— catapultó a la escena de Seattle, de donde ya habían surgido otras agrupaciones como Soundgarden y Mudhoney y estaban por salir Alice in Chains y Pearl Jam, algunas de las cuales también sacaron álbumes en 1991.
Las reediciones y los box sets también hicieron acto de presencia, como el Clash on Broadway, paquete de tres CDs que reúne la mayor parte de la obra de The Clash, así como unas rarezas, y el cual, más que visto como un producto de la nostalgia punk cristalizada por el auge del grunge, puede ser visto como un documento que sirvió para intorducir a los jóvenes de ese entonces en la obra de Strummer y compañía.
A continuación se enlistan algunos discos lanzados en 1991.
Primal Scream, Screamadelica
Bobby Gillespie y compañía lograron mezclar la música negra con la vanguardia electrónica de ese momento. En ciertos sectores llamó la atención, pero más en los circuitos subterráneos. Esa fusión de música negra, electrónica y psicodelia no ha vuelto a lograrse de una manera tan fresca e innovadora. Screamadelica tenía el sonido exacto en el momento preciso. Primal Scream ha tomado un rumbo distinto en los últimos años. Actualmente celebran el vigésimo aniversario de este álbum con una gira en la que lo tocan en su totalidad. Aquí, el video en vivo de “Movin’ on up”, grabado este año.
My Bloody Valentine, Loveless
Kevin Shields es la mente obsesiva detrás de este proyecto y a quien se acusa de ser responsable de la quiebra de la disquera independiente Creation por su perfeccionismo y lentitud a la hora de grabar este álbum. Distorsión en grandes dosis en melodías pegajosas y llantos lastimeros. Guitarras, experimentación electrónica, voces dulces y tristes dieron forma a Loveless, considerado el segundo mejor álbum de ese decenio por Pitchfork.
Desamor es la clave de este disco, a pesar de su portada rosa. Pieza indispensable para entender lo que años después se conocería como “post rock”. Sin Loveless muchas bandas consideradas de vanguardia, como Mogwai y Sigur Ros, posiblemente no existirían, y muchas otras lo han aclamado como una de sus influencias más importantes, como The Chemical Brothers. A finales del decenio pasado se juntaron después de casi quince años, y Loveless acaba de ser reeditado. Aquí, una entrevista con Kevin Shields en 2000.
Dinosaur Jr., Green Mind
Por los fans de J Mascis y compañía éste es un disco incómodo. Es el primero sin el bajista Lou Barlow y su sonido, más que accesible, es más limpio, menos distorsionado, y por momentos parece su trabajo más flojo, aunque es el que dio a conocer a la agrupación en una mayor escala, pues fue el primero lanzado por una transnacional.
Green Mind sacó a Dinosaur Jr. de las catacumbas del underground del noreste estadounidense poco antes de la salida del Nevermind, ese mismo año, un álbum que también impulsó al trabajo de Mascis a nuevos escuchas debido a los elogios que le dedicara Cobain. En la década pasada se reunió la alineación original y lanzaron un par de álbumes. Aquí está el video de “The Wagon”.
R.E.M., Out of Time
Con este álbum, R.E.M, entonces un cuarteto, alcanzó el estrellato. “Losing my Religion” sonó hasta en la sopa durante buena parte de 1991, desde que el disco se lanzó en marzo. Aun así la banda no perdió la ruta hacia la evolución, que la llevó a ser considerada, tardíamente, una de las mejores bandas de los ochenta y en su momento una de las más importantes de los noventa, al grado de ser referida como una de las dos bandas más influyentes del mundo, junto con U2.
“Country Feedback”, “Texarkana” y “Low” son canciones tristes, memorables, de esos raros ejemplos en los cuales se conjuga la integridad artística con el éxito comercial. Esa simpleza en la música y en las armonías, incluso en los cortes melancólicos, hacen de Out of Time un álbum atemporal.
Collapse Into Now, álbum lanzado a principios de 2011, retoma, quizá de rebote, algunos elementos en su sonido del Out of Time. ¿Será nostalgia, gancho comercial o una señal de su recién consumada separación?
Massive Attack, Blue Lines
En 1994 y 1995 se empezaba a hablar del trip hop, sonido creado en el puerto de Bristol, Inglaterra. Pero el debut de Massive Attack, considerado por muchos el primer álbum de ese género, salió hace veinte años. A la fecha sigue sonando fresco y es aún uno de los mejores trabajos del proyecto, que en ese entonces funcionaba más como un colectivo en el que participaba Tricky.
Destellos de soul, funk y poderosas voces femeninas se encargan de aderezar una base rítmica muy lenta, en su mayoría, aunque en ocasiones coquetea con ritmos como el dub. Podría decirse que Blue Lines fue la punta de lanza de un género que acaparó la atención de los más ávidos de encontrar sonidos distintos hace un par de decenios. “Safe from Harm” y “Unfinished Sympathy” son cortes claves para entender este disco y la corriente que cimentó. Aquí, “Safe from Harm”. ®