Intimidación y respeto
Nick Cave es un especialista de la transgresión. Lo ha vuelto a hacer, pero con más experiencia y sentido del humor, esta vez muy perverso. Cave sabe inducir con sus letras las emociones de los escuchas para construir estados de ánimo ambivalentes. Esto se ve en Grinderman 2, segundo álbum del proyecto Grinderman (2007) completado por algunos de sus compañeros de The Bad Seeds.
Grinderman 2 arrasa con todo. Canciones de maldad y lujuria, de falta de fe, de miedo y relatos sobrenaturales. Diversión de contenido erótico, violento, columna vertebral de la obra de este australiano de 53 años. Un disco intimidante, sucio y a ratos desconcertante de las letras. Puede gustar o no, pero impone respeto.
Agresiva, “Kitchenette” es una metáfora del canibalismo con un trasfondo sexual. “No me importa Buda, no me importa Krishna, no me importa Alá, no me importa nada”, canta socarrón en “Heathen Child”. El blues aceitoso y el rock crudo siguen siendo los ejes que le dan forma a esat segunda parte del proyecto, aunque presenta canciones lentas y melódicas que recuerdan más a lo hecho por los Bad Seeds, como sucede en “Montezuma palaces”.
No es un disco que sirva de trampolín para adentrarse a la obra de Cave, al contrario, éste es un Cave para iniciados. Ve el video de “Heathen Child” aquí.
El drama no es cosa del pasado
La complejidad de las relaciones humanas son tratadas con un lenguaje claro, sin pretensiones filosóficas. Estampas cotidianas de parejas y hasta de cuestiones laborales, ésta es la carta de presentación de Enjambre, cuarteto mexicano-estadounidense que lanza su tercer álbum, Daltónico.
Hay aquí influencia de la música popular de los años sesenta y setenta, muy marcada en la melodía, con un sonido cada vez más duro y distorsionado. La sombra de The Strokes ya empieza a borrarse. El acierto de esta banda es su rock pop que no reniega del influjo de José José, Camilo Sesto e incluso Sandro y hasta Los Ángeles Negros, pero con una mayor carga dramática.
En Enjambre hay un collage transgeneracional que se paladea en sus influencias. Aquí hay material de sus tres discos.
El amor marca el ritmo
Of Montreal, con False Priest, décimo álbum de estudio, se acerca a uno de los momentos más consistentes de su carrera. Es su disco más accesible, próximo al soul y al funk, psicodélico y bailable sin corromper su espíritu libre para hacer lo que les da la gana.
En False Priest el aspecto teatral se ha diluido un poco y ahora el foco está en la creación de armonías y en la generación de estados de ánimo. La alegría, el amor como herramienta y base de su mensaje para conseguir una vida mejor. Más de esta banda que se presentará en noviembre próximo en la Ciudad de México, aquí. ®