El ruido es la negación de las propiedades que la tradición nos dice que son inherentes a la música. Pareciera que fuera su némesis, un opuesto no del todo complementario. Los procesos dialécticos implican que cada tesis genere su anti. Así que para combatir el refinamiento extremo del arte musical surgieron visionarios que buscaron generar el fenómeno estético auditivo a partir de algo a priori tan poco posible como lo era el ruido.
La intención fue —y sigue siendo— dinamitar los cánones, atentar contra los convencionalismos. Siendo el blanco principal “las buenas conciencias”, los oídos conservadores y complacientes. Los artesanos del estruendo se basan en una anti-lógica para demostrar lo elástica que resulta la noción de arte. El ruidismo apareció para increpar, sembrar interrogantes, incordiar. A veces resulta hasta retador el identificar sus puntos de interés y permanecemos impávidos ante algo que nos sacude desde la primera escucha.
Alargando una senda sinuosa inaugurada por futuristas y dadaístas, hoy día existen exponentes que prueban con diferentes tipos de ruido y ante los que no se puede quedar indiferente. Ya uno de los comandantes del terrorismo sonoro, el japonés Masami Akita (conocido como Merzbow), decía que: “Si por ruido nos referimos a un sonido incómodo, entonces la música pop es ruido para mí”. A continuación repasamos a un quinteto que conforma un comando de asalto furioso con el que desarrollar con éxito incursiones diversas de terrorismo sonoro.
Igorrr
¿Qué pasaría si un organista barroco perdiera la cordura al estar tocando en una iglesia? ¿Cuál sería la reacción del público presente si fusionara géneros tales como la electrónica, el death metal y la música sacra? Tal vez estas dos preguntas se las hizo el francés Gautier Serre y decidió responderlas con el pseudónimo de Igorrr. Con tres álbumes en su haber, Poisson Soluble (2006), Moisissure (2008) y Nostril (2010), el compositor ha demostrado que está dispuesto a explorar fusiones entre géneros que aparentan ser muy distantes y nada compatibles.
Igorrr ha empezado a caminar rutas antes no exploradas por la electrónica experimental. Debido a su formación en el terreno clásico, Gautier es capaz de congraciar guitarras metaleras, órganos medievales y cuerdas épicas; todo esto sobre capas de ritmos esquizofrénicos que rompe de manera sorpresiva, secuencias de trip-hop manchadas alevosamente de metal y sonidos guturales que se rasgan hasta derivar en gritos alucinantes. Cualquiera de las tres producciones de Igorrr es semejante a un campo de batalla donde los enemigos te sorprenden saliendo de lugares inesperados, la adrenalina fluye a cien por hora y no tienes otra salida más que acabar con todos (como en un videojuego extremo).
Alva Noto
El también creador del sello Raster-Noton ha sabido cómo hacer del error su arma más letal, provocándolo y extendiéndolo a su antojo.
Después de casi veinte años de crear y modificar sonidos, empleando siempre técnicas que van mas allá de lo convencional, el alemán Carsten Nicolai explora los límites sonoros y los modifica. El también creador del sello Raster-Noton ha sabido cómo hacer del error su arma más letal, provocándolo y extendiéndolo a su antojo. Alva Noto es su proyecto más reconocido, con el cual tiene seis producciones, aunque cuenta con más de 25 discos repartidos entre colaboraciones (Ryuichi Sakamoto, Ryoji Ikeda), pseudónimos diferentes (Aleph-1, Noto) y EPs (Transrapid, Transvision y Transspray).
Desarrollando software con base en algoritmos matemáticos con el fin de transformar el sonido en imagen y viceversa, Alva Noto es parte del escuadrón de inteligencia, disparando frecuencias tan altas o tan bajas que rebasan el límite auditivo humano, siendo necesario conceptualizar su obra como un audiovisual para tener el panorama completo. Un artista, en toda la extensión de la palabra, que esculpe, pinta y sonoriza para crear instalaciones completas capaces de interpretar auditivamente las imágenes o decodificar los visuales en sonido. Los alemanes siguen siendo una máquina de guerra y ahora se valen de técnicas que parecieran imperceptibles, pero son tan eficaces que ni siquiera nos damos cuenta de cuando estamos siendo bombardeados. Escuchar Alva Noto nos vuela el cerebro de tal forma que no hay tiempo para recoger los pedazos a nuestro alrededor.
Atari Teenage Riot
¡Acción-revolución! Es tiempo de provocar disturbios y poner de cabeza toda estructura establecida. Siguen igual que en 1992, cuando tres germanos y una japonesa-alemana-estadounidense se dispusieron ir en contra del neonazismo a través de un hardcore digital totalmente anarquista. Alec Empire (vocales, efectos, sintetizadores), Carl Crack (guitarra, vocoder), Hanin Elias (vocales) y Nic Endo (sintetizadores, moduladores, vocales) formaron la alineación seminal de Atari Teenage Riot que se convirtió en revisionista de la violencia a través de presentaciones llenas de provocación y furia desenfrenada. Guitarras saturadas de efectos, baterías hardcore digitales, sintetizadores alucinantes y vocales que escupían la ira que contenían millones de alemanes.
Con solamente tres discos de estudio (Delete Yourself! (1995); The Future of War, (1997) y 60 Seconds Wipe Out (1999) la banda no se anduvo por las ramas y armó todo un fenómeno socio-político en los noventa. La combinación de letras incendiarias y sonidos que provocaban en el escucha altos niveles de ansiedad e inconformidad (científicamente comprobado), resultó una fórmula perfecta para estar metidos en problemas (en varias ocasiones fueron a parar tras las rejas). Después de la muerte de Carl Crack por sobredosis de heroína, la banda decidió separarse de forma indefinida. Parecía que nada los traería de regreso, pero al comienzo de 2010 anunciaron giras por Europa y la salida de un nuevo sencillo, “Activate”. Los disturbios reinician, que la locura sea.
Fantômas
Es la manera tan irreverente de Mike para cantar (rara vez recurre a letras convencionales), llena de aullidos, gritos, beatboxing, lo que engancha al escucha y le arranca la piel sin concesiones. Hacen falta varias vueltas a su música para lograr asimilarlos, pero una vez que los comprendes, estarás dispuesto a ser acribillado con cada nota.
Codificar mensajes para los terroristas es una tarea que se debe realizar casi a la perfección, de ello depende el éxito o fracaso de cada una de las misiones. Si se trata de comunicaciones habladas se debe utilizar lenguajes irreconocibles para los enemigos y, si se puede, diferentes voces. El 27 de enero de 1968 en Eureka, California, irrumpió un ser que revolucionó la manera de cifrar mensajes, musicalmente hablando. Michael Allan Patton (mejor conocido como Mike Patton) es capaz de interpretar casi cualquier género debido a su voz sorprendentemente flexible; no hay tono o estilo que se le resista. Si a eso le añadimos al guitarrista Buzz Osborne (Melvins), el bajista Trevor Dunn (Mr. Bungle) y el baterista Dave Lombardo (Slayer), el resultado es un monstruo de tres cabezas montado por un demonio decidido a arrasar sin piedad a todo el que se atraviese.
Fantômas es una banda de metal noise experimental formada en 1998 por Patton; con cuatro discos a la fecha, Fantômas (1999), The Director’s Cut (2001), Delirium Cordia (2004) y Suspended Animation (2005), ha roto con cualquier estructura musical al no apegarse a las reglas de la instrumentación y del canto. Es la manera tan irreverente de Mike para cantar (rara vez recurre a letras convencionales), llena de aullidos, gritos, beatboxing, lo que engancha al escucha y le arranca la piel sin concesiones. Hacen falta varias vueltas a su música para lograr asimilarlos, pero una vez que los comprendes, estarás dispuesto a ser acribillado con cada nota.
Melt-Banana
No hay algo fuera de lo común en la historia de cómo se formó esta banda japonesa. Chicos “normales” a los cuales les gustaba la música, asistían al mismo colegio y a los que unió su inquietud por crear sonidos irremediablemente. Yasuko Onuki (vocales), Ichirou Agata (guitarra y efectos), Rika Hamamoto (bajo) y un sinfín de bateristas (Sudoh Toshiaki, Oshima Watchman, Obokata, sólo por nombrar algunos) son la alineación encargada de derretir bananas con un noise punk rock electrónico que destroza el cerebro de cualquiera que se atreva a exponer sus oídos ante semejante brutalidad sonora.
Las hilarantes guitarras atascadas de efectos alucinantes, el bajo profundo con líneas no convencionales, una batería frenéticamente precisa y un tiroteo vocal que no cesa son los elementos que definen el sonido estrambótico e inclasificable de Melt-Banana. Si queremos imaginar una emboscada que termine en una masacre al estilo gore sólo es necesario escuchar cualquiera de los diez discos LP que ha producido esta banda. Si deseamos llevarlo a otro nivel y ser parte de los masacrados basta con asistir a una presentación en vivo (altamente recomendable), donde terminan por explotar las amplísimas posibilidades del ruido. ®