En esta entrevista el académico argentino comparte sus ideas sobre ecología mediática, periodismo, hipermediaciones, el futuro de los medios y el uso de las redes sociales. “La prensa ha entrado en un proceso más o menos lento de extinción”; “La llegada de las redes sociales está cambiando el ecosistema mediático”.
Rosario, Santa Fe, Argentina. Ciudad que no es capital ni siquiera de provincia. Cosmopolita, híbrida, de contrastes. Muchos la conocen y la señalan como una de las ciudades culturales más importantes del país. Y no es para menos: músicos, actores, pintores y escultores brillaron extra muros. Pero más allá del arte, este rincón portuario a la vera del río Paraná también vio nacer a uno de los referentes de la comunicación más importantes de Iberoamérica: Carlos Alberto Scolari. En la entrevista comparte sus ideassobre ecología mediática, periodismo, hipermediaciones, el futuro de los medios y el uso de las redes sociales. “La prensa ha entrado en un proceso más o menos lento de extinción”, dispara. “La llegada de lasredes sociales está cambiando el ecosistema mediático”, añade el especialista que estudió en la Universidad Nacional de Rosario.Actualmente Scolari es profesor e investigador de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Pompeu Fabra, de Barcelona, doctor en Lingüística Aplicada y Lenguajes de la Comunicación, ha sido convocado para participar de numerosos congresos, cursos y talleres en Argentina, Colombia, Portugal, Cuba, Brasil, México, España, Estados Unidos, Canadá, Italia, Polonia, Estonia, Reino Unido, Suecia, Austria y Suiza.
—¿Qué es la nueva ecología mediática?
—Por un lado la media ecology es un área dentro de los estudios de comunicación que considera a los medios un ecosistema que, en el caso de los humanos, modela nuestra percepción y cognición. Los primeros en hablar de media ecology fueron Marshall McLuhan y Neil Postman en los años sesenta, aunque sus reflexiones estaban muy marcadas por los trabajos de investigadores como Walter Ong o Harold Innis.
Ahora bien, la llegada de la World Wide Web y la digitalización de los procesos de comunicación han modificado el ecosistema mediático. Las reglas ya no son la mismas y, como sucede en los ecosistemas biológicos, al incorporar una nueva especie cambia todo el sistema. Imaginen que metemos unos hipopótamos o cocodrilos africanos en las islas del Paraná frente a Rosario, ¡la presencia de estas nuevas especies cambiaría todo el ecosistema! La cadena alimentaria se transformaría, las especies que ahí vivían deberían adaptarse para sobrevivir e inclusive algunas de ellas podrían llegar a extinguirse. En los medios está pasando lo mismo: la llegada de nuevos medios/especies como los blogs, Twitter, Facebook, Youtube, videojuegos, aplicaciones móviles, etc., están cambiando al ecosistema mediático.
Si les interesa la “media ecology”, les recomiendo este artículo “Ecología de los medios. Mapa de un nicho teórico” (http://www.cac.cat/pfw_files/cma/recerca/quaderns_cac/Q34_Scolari_ES.pdf) donde hago una breve descripción de este marco teórico y cuento un poco cómo fue evolucionando a lo largo de los años.
—¿Ha llegado el fin de los medios masivos?
En la entrevista comparte sus ideas sobre ecología mediática, periodismo, hipermediaciones, el futuro de los medios y el uso de las redes sociales. “La prensa ha entrado en un proceso más o menos lento de extinción”, dispara. “La llegada de las redes sociales está cambiando el ecosistema mediático”, añade el especialista que estudió en la Universidad Nacional de Rosario.
—En el año 2008 organizamos una mesa redonda en Rosario sobre ese tema, donde participaron Eliseo Verón, José L. Fernández, Mario Carlón y Sandra Valdettaro. En esa ocasión se comenzó a perfilar una discusión que, un año más tarde, convertimos en un libro: El fin de los medios masivos. El comienzo de un debate (Scolari-Carlón, La Crujía, 2009). Tal como el título lo indica, el “fin de los medios” es un tema de conversación al igual que el “fin de los libros”… Una cosa es clara: los medios masivos no volverán a ser los de antes. Como dije, la llegada de nuevas especies mediáticas los obliga a cambiar si quieren sobrevivir. Tomemos el caso de la televisión. La vieja televisión (ya sea la paleo o neo-televisión, según la categorización de Umberto Eco) no le habla a las nuevas generaciones: para los más jóvenes esa televisión casi no existe, es una experiencia aburrida y poco interesante. La nueva televisión —que yo llamo hipertelevisión— le está hablando a los nuevos espectadores, que también son usuarios. Es la televisión de Lost, es la televisión de 24, es la televisión frenética con decenas de personajes, que fragmenta la pantalla y nos sumerge en experiencias que simulan la interactividad de los videojuegos o la web.
Por otro lado, también debemos apuntar que la televisión basada en una parrilla de programación progresivamente irá reduciéndose ¿Para qué esperar un semana si puedo ver el próximo capítulo en la web mañana? Vamos hacia un consumo audiovisual anywhere, anytime.
Finalmente, la experiencia de “ver televisión” también está mutando. Es así que pasamos de una imagen —toda la familia sentada frente al tótem televisivo— a un consumo hiperfragmentado donde cada miembro de la familia disfruta de un contenido audiovisual en un dispositivo propio.
O sea: me animo a decir que la experiencia de la televisión masiva (millones de personas mirando el mismo programa al mismo tiempo) tenderá a reducirse, ya que ocupará un espacio cada vez menor en nuestra dieta cultural. Seguiremos mirando contenidos audiovisuales pero en muchas plataformas y dispositivos, desde televisores conectados a la web o con sistemas de reproducción digital hasta iPads, iPhones, tabletas, PCs y smartphones. ¿Es eso “televisión”? Quizás en algunos años podremos responder a la pregunta.
—¿La televisión, los diarios van a desaparecer? ¿De qué manera deben modificarse?
—Lo que dije sobre la televisión —el medio masivo por excelencia— es en gran medida aplicable a los diarios. La prensa también está cambiando para poder sobrevivir. Los diarios tratan de adaptar su maquetación, se vuelve más dinámica, incluyen infografías, etc., pero yo creo que es insuficiente. Los números de ventas que llegan de todo el mundo lo confirman: la prensa ha entrado en un proceso más o menos lento de extinción. Se hace cada vez más difícil pensar que la información nos debe llegar en enormes hojas de papel impreso 12 o 24 horas después de que ocurrieron los acontecimientos.
—¿El periodismo está en crisis?
—Sí. Todo está en crisis. Siempre lo estuvo.
—¿Qué capacidades/características tendrán que tener los nuevos comunicadores?
—Entre 2004 y 2007 coordiné un proyecto internacional donde, entre otras universidades, participó la UNR. En la web de la Red Iberoamericana de Comunicación Digital podrán encontrar nuestras reflexiones. Yo creo que el perfil de comunicador y las competencias que indicamos en los documentos de la Red ICOD estaban muy en sintonía con lo que está pasando. Si bien ya tienen cuatro o cinco años, en esos documentos hablábamos de la importancia del conocimiento de la web 2.0 y de los dispositivos móviles. Los comunicadores deben dominar los conocimientos y técnicas necesarios para moverse en un ecosistema marcado por la convergencia, donde proliferan las narrativas transmediáticas y las redes sociales son la sede de las nuevas conversaciones.
—¿Cómo definiría el término hipermediaciones?
—En 1987 Jesús Martín Barbero permitió dar un salto gigantesco en los estudios de comunicación: el paso “de los medios a las mediaciones” superó las visiones instrumentalistas de los medios y reencuadró el estudio de la comunicación en una teoría cultural. Los medios dejaron de ser vistos como un “canal que transmite información” para ser considerados un espacio de conflicto y construcción de hegemonías sociales, un lugar donde se expresan estrategias de dominación, tácticas de resistencia y se construyen identidades colectivas.
Lo que dije sobre la televisión —el medio masivo por excelencia— es en gran medida aplicable a los diarios. La prensa también está cambiando para poder sobrevivir. Los diarios tratan de adaptar su maquetación, se vuelve más dinámica, incluyen infografías, etc., pero yo creo que es insuficiente.
En esta línea de razonamiento, tal como expuse en mi libro Hipermediaciones (Gedisa, 2008), creo que ha llegado de pasar “de los nuevos medios a las hipermediaciones”. De esta forma, tal como decía hace dos décadas Martín Barbero, perderíamos el objeto para ganar un proceso: el proceso de hipermediación. Al hablar de hipermediación no nos referimos tanto a un producto o un medio sino a procesos de intercambio, producción y consumo simbólico que se desarrollan en un entorno caracterizado por una gran cantidad de sujetos, medios y lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí.
Cuando hablamos de hipermediaciones no estamos simplemente haciendo referencia a una mayor cantidad de medios y sujetos sino a la trama de reenvíos, hibridaciones y contaminaciones que la tecnología digital, al reducir todas las textualidades y procesos a una masa de bits, permite articular dentro del ecosistema mediático.
—Usted nació en la ciudad de Rosario, ¿Ha visitado los sitios, portales de los medios locales? ¿Cuál es su opinión al respecto? (Rosario 3, DiarioLa Capital)
—Trato de no visitarlos para no enterarme cómo le va a Central… Hablando seriamente, no puedo dar mi opinión porque visito muy poco esas webs. Me gustaría tener más tiempo pero apenas alcanzo a hacer un vuelo rasante por la home-page de los diarios nacionales.
—¿Cuáles son los referentes (medios, comunicadores) que usted sigue?
—En Twitter sigo unas 400 personas, muchas de las cuales son investigadores, empresarios y periodistas especializados en comunicación digital, tecnología, ciencias sociales y medios interactivos. Twitter se ha convertido en una de mis herramientas preferidas para mantenerme informado de lo que pasa en mi campo de investigación. Por otro lado sigo con atención los movimientos de los referentes históricos en este campo de estudio, desde Alejandro Piscitelli en Argentina hasta Jesús Martín Barbero en Bogotá, Bob Logan en Toronto o Kevin Kelly y Henry Jenkins en California.
El ecosistema de los medios está lejos de llegar a un punto de equilibrio: cada semana aparecen nuevos dispositivos y experiencias que lo modifican. Hace un año y medio no había tablets, y hace seis años Youtube o Facebook no existían. En este contexto no es fácil reflexionar o proponer teorías: hay que tomar distancia y —como decía Gramsci— saber diferenciar lo coyuntural de lo orgánico. O sea, por un lado trato de moverme en el flujo de tweets y otras microinformaciones que circulan por las redes sociales, y por otro trato de mirar las cosas desde lejos para, como proponía McLuhan, identificar patternsy configuraciones transversales. ®