La diputada

y los indignados comentarios

Gracias, Edith Ruiz Mendicuti. ¿Qué haríamos sin gente como tú? ¿De qué tuitearíamos? ¿Qué otras nimiedades convertiríamos en Trending Topic? ¿A qué más le dedicaríamos nuestras columnas? ¿Qué otras noticias tendríamos que leer para indignarnos?

Edith Ruiz Mendicuti

Pasó de ser un chiste a convertirse en efímero motivo de indignación popular en ese ambiguo espacio virtual al que llamamos “redes sociales”. De pronto, como sucede con tantas otras cosas que nos sacan momentáneamente de nuestras confortables casillas, todos nos convertimos, una vez más, en expertos en función pública, apasionados adeptos a la cultura y partidarios de todos los valores que nos hacen falta como nación para ser mejores vecinos, mejores ciudadanos, mejores actores del cambio, etcétera.

Gracias, Edith Ruiz Mendicuti. ¿Qué haríamos sin gente como tú? ¿De qué tuitearíamos? ¿Qué otras nimiedades convertiríamos en Trending Topic? ¿A qué más le dedicaríamos nuestras columnas? ¿Qué otras noticias tendríamos que leer para indignarnos? De no ser por ti, ¿de qué otra forma habría podido Guillermo Fadanelli recordarnos sus orígenes humildes? Tantas preguntas y tan pocas respuestas.

Al entrar a El Universal a buscar la nota original que dio pie a la “polémica” referente a la presunta subnormalidad de la diputada Ruiz Mendicuti, presidenta perredista de la Comisión de Cultura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), leo entre los resultados de mi búsqueda una entrada chuscamente epifánica: “El país, ¿ya valió madres?”

Ya en la nota, los comentarios de los lectores son, como casi siempre en el mencionado portal, “estrellas en la noche de la mediocridad”, como versaba aquella curiosa canción de Los Auténticos Decadentes en la que el narrador se enamora de la más borracha y malacopa de la fiesta: “ADEMAS del sueldo y prestaciones, $13,600.00 pesitos diarios como extra, no está mal. Son muchas veces los explendidos $6,000.00 de la abundancia”.

Por lo pronto, Ruiz Mendicuti entrará al salón de la fama de los diputados brillantes de quienes desconocemos sus atribuciones, campos reales de acción y los mecanismos institucionales indicados para proponerles o exigirles efectividad.

“¿Cultura?, vayan a ver la Alameda un espacio histórico que esta olvidado, plagado de la Industria perredista del ambulantaje, ratas (no políticos, de 4 patas), Chapultepec, el costado de la Catedral, las calles de Moneda y Corregidora, etc. Si no se respetan los sitios históricos NO SE TIENE CULTURA”.

“CUATES, FAMILIA Y QUIEN SE MOCHE ES QUIEN ESTÁ EN CUALQUIER MADRIGUERA DEL GOBIERNO. PENA AJENA Y RIDICULO PARA SUS HILOS Y NIETOS. YA SEA EN EL OXFORD O EN EL CUMBRES, SU RAZA HA DE ESTAR ESCONDIENDO LA COLA PAQUE NO VEAN QUE SU DIPUTADITA SE LAS ENSUCIÓ MÁS !!!!! ARRRRROOOOOOOZZZZZZZZ”.

¿Qué acciones necesitarían ver realizadas quienes comentan estas notas y quienes tuitean furibundos en Twitter para sentirse correctamente representados? Si, digamos, la diputada diera una conferencia de prensa en la que acariciara repetidamente un libro de Tennessee Williams, ¿América Pacheco estaría contenta? ¿Se habrían cumplido sus demandas?

Por lo pronto, Ruiz Mendicuti entrará al salón de la fama de los diputados brillantes de quienes desconocemos sus atribuciones, campos reales de acción y los mecanismos institucionales indicados para proponerles o exigirles efectividad. La recordaremos como una estrella más de nuestro nebuloso universo ciudadano, en el que la información indignante tiene que ser empaquetada a manera de reportaje chusco para llamar la atención, y en el que la indignación nunca es sinónimo de acción informada. ®

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Publicado en: Junio 2011, Sinecdoquier

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