Las encuestas desobedientes

Las outliers de Demotecnia y Reforma

Encuestadores y encuestas están obligados a compartir su metodología con el Instituto Federal Electoral o con los institutos electorales estatales, según sea la naturaleza de la elección. Por ello la mayoría de las encuestas reflejan prácticamente los mismos resultados.

¿Qué sucede si se desea medir la temperatura ambiente de la cocina y se instalan varios termómetros? Además, alguien decide prender el horno y entonces uno o varios termómetros darán lecturas distintas de las esperadas: el ambiente ha sido viciado, existirá una o varias observaciones numéricas distantes (muy distantes) del resto de los datos.

Encuestadores y encuestas están obligados a compartir su metodología con el Instituto Federal Electoral o con los institutos electorales estatales, según sea la naturaleza de la elección. Por ello, independientemente de las teorías conspiratorias de un respetable porcentaje de la población, la mayoría de las encuestas reflejan prácticamente los mismos resultados: todas quieren medir lo mismo, esto es: quién tiene mayor aceptación y por ende mayor probabilidad de ganar.

Sin lugar a dudas habrá alguna variación, lo que es natural: el encuestador difícilmente encuestará al mismo ciudadano dos veces debido a que los universos a estudiar, aunque representativos, siempre varían y son aleatorios.

Resulta pues muy extraño encontrarse con encuestas cuyos resultados son distintos a la mayoría, y para ello hay algunas formas de abordar su contenido:

1. Lectura ortodoxa. Resulta al posar la mirada sobre la gráfica y rápidamente memorizar al puntero y la diferencia que existe entre los competidores.

2. Lectura incrédula. Cuestionar automáticamente el resultado de la encuesta, especialmente si en ésta disminuye o se “desfonda” nuestro actor político favorito, lo que resulta en una abierta y folclórica descalificación de ese ejercicio estadístico.

3. Lectura especializada. Ortodoxia + incredulidad + lectura de las letras chiquitas.

Dos han sido al día de hoy las dos encuestas outliers o encuestas desobedientes: la de Demotecnia del 22 de mayo y la del periódico Reforma del 31 de mayo. En la primera se argumenta que la diferencia entre el puntero (Enrique Peña Nieto —EPN—, 39 por ciento) y el segundo lugar (Andrés Manuel López Obrador —AMLO—, 31 por ciento) es de 8 puntos, mientras que en la segunda encuesta la diferencia entre el puntero (EPN, 38 por ciento) y el segundo lugar (AMLO, 34 por ciento) es de 4 puntos.

Encuestadores y encuestas están obligados a compartir su metodología con el Instituto Federal Electoral o con los institutos electorales estatales, según sea la naturaleza de la elección. Por ello, independientemente de las teorías conspiratorias de un respetable porcentaje de la población, la mayoría de las encuestas reflejan prácticamente los mismos resultados.

¿Es un resultado creíble? ¿La encuesta está hecha a modo? ¿Las demás encuestas están truqueadas? ¿Se volteó la elección? ¿Se desfondó el puntero? Miles de preguntas se asoman al debate público y desafortunadamente no son contestadas por quienes generan estos ejercicios estadísticos, aunque sí por otros actores.

En ambos casos las encuestas reflejan “preferencias efectivas”; esto es, supongamos que se intentó encuestar a cien ciudadanos y cuarenta se negaron a contestar. Si antes nuestro universo de cien ciudadanos representaba 100%, ahora nuestro universo ya no es de cien sino de sesenta ciudadanos que representan un nuevo 100%. Haga usted sus cálculos.

De nuevo: si en un universo de cien ciudadanos encuestados sesenta contestan Sí a una pregunta, quiere decir que 60% del universo está a favor; sin embargo, si de cien ciudadanos cuarenta no contestaron, entonces sólo podré encuestar a sesenta ciudadanos, mi nuevo 100%. En este nuevo universo sólo necesito que treinta encuestados contesten que Sí y así tendré mi 50%, veinte encuestados menos.

En el ejercicio de Demotecnia el universo inicial era de 1,500 encuestados, o sea el primer 100%, y sólo participaron 63% (o sea, 945 encuestados efectivos), y esto representa mi nuevo 100%. Ojo: en mi antiguo 100% necesito 585 respuestas a favor de EPN para representar el 39% de las preferencias; sin embargo, si sólo calculo en función de los 945 encuestados que sí quisieron participar, entonces sólo necesito 368 respuestas a favor del candidato del PRI. En mi antiguo 100% necesito 465 respuestas a favor de AMLO para representar el 39% de las preferencias; sin embargo, si sólo calculo en función de 945 encuestados que sí quisieron participar, entonces sólo necesito 292 respuestas a favor del candidato del PRD para representar el 31%. Para Josefina Vázquez Mota (JVM) antes necesitaba 390 encuestados a favor de ella para representar el 26%, y ahora sólo 245; para Gabriel Quadri de la Torre (GQT) antes necesitaba sesenta encuestados para representar el 4%, pero ahora sólo necesito 37. Margen de error de +/- 2.6 por ciento.

En el ejercicio de Reforma el universo inicial era de 1,515, el primer 100%; si el 24% no participó o anuló su voto, mi nuevo 100% es representado por 1,151 encuestados efectivos. Si antes necesitaba de 575 efectivos para representar el 38% a favor de EPN, ahora sólo requiero 437 respuestas afirmativas; si antes necesitaba de 515 respuestas afirmativas para representar el 34% a favor de AMLO, ahora sólo necesito de 391 encuestados efectivos; para JVM, para el 23% antes necesitaba a 348, y ahora sólo a 264 encuestados efectivos. Para GQT, 5%, antes necesitaba a 75, y ahora sólo a 57 encuestados efectivos. Margen de error de +/- 2.9 por ciento.

De esta lectura incrédula se desprenden varios argumentos: a) La encuesta efectiva ayuda a quienes menos votos a favor tienen y, obvio, perjudican al puntero; b) cuando se calcula sobre la participación efectiva se deja de lado la probable participación de los indecisos y el porcentaje de participación se corrige; es por ello que se forman cercanías entre el primero y el segundo lugar; c) los márgenes de error alteran todavía más el panorama, lo que ayuda a quien menos tiene y perjudica a quien mayor porcentaje de preferencias reporta, y d) las outliers son encuestas que no representan la mejor de las fotografías instantáneas del momento.

A usted le toca elegir. ®

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Publicado en: Destacados, Elecciones y democracia, Junio 2012

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