La danza contemporánea y la moderna se mezclan a partir de la década de los cincuenta, cuando surge la posmodernidad y de nuevo hay una ruptura con lo pasado. A principios del siglo XX bailarines como Isadora Duncan, Loïe Fuller, Marta Graham y el mexicano José Limón, entre otros, rompen con las reglas y los paradigmas estéticos del ballet clásico.
Se apagan las luces. Delante del espectador surge una mujer crisálida envuelta en sedas multicolores, al alzar los brazos y moverlos la tela se convierte en alas; la mujer en mariposa. Las luces que cambian reflejan la fuerza de los movimientos; la magia de las telas y el juego de reflejos crean una ilusión. El fondo sirve de eco repitiendo las siluetas y los gestos. Loïe Fuller lo logró: se convirtió en mariposa y por algunos momentos voló. Aunque no tuvo una educación formal en la danza, tuvo la visión y la creatividad para sembrar la idea de algo nuevo. Hizo arte con su cuerpo y pasó a la historia como una de las principales pioneras de la danza moderna.
Históricamente se han contado historias, se han exorcizado demonios, se ha enamorado a través de movimientos trazados al compás de sonidos; ya sea un tambor que late o una sinfónica que armoniza. El bailarín danza y la danza no puede existir sin un bailarín. De lo que está hecha la danza es de movimiento, y el cuerpo, siempre interrogativo, es su interpretación. La belleza se une al espíritu haciendo del cuerpo un reflejo de ello; así surge el rito mágico que es el baile: la danza. La música es el hilo conductor de la historia, lo que hace que cerrando los ojos se puedan dibujar los movimientos en la mente: aquello que eleva y mueve el cuerpo. La danza es un arte dinámico; vivo pero efímero, donde se conjuga además de un talento extraordinario la capacidad atlética del bailarín.
El ballet presidió la danza formal (dejando a un lado los bailes populares) hasta principios del siglo XX. Se desarrolla como entretenimiento en las cortes europeas. El primer espectáculo de ballet fue en el año 1581, cuando María de Medici presentó en la corte de Francia la obra titulada “Ballet Comique de la Reine”, de Baltazar de Beaujoyeux.
La danza contemporánea
La búsqueda constante de diferentes formas de expresión es uno de los rasgos fundamentales del arte contemporáneo, base sobre la cual se asienta la danza contemporánea. Esta fusión de corrientes artísticas junto con la originalidad, la experimentación artística y la huella del autor se pueden considerar sus rasgos principales. En todo arte se imprime la visión del artista, pero no es lo mismo interpretar que crear; la danza contemporánea da cabida a la creación, donde el valor está en experimentar creando y no en el virtuosismo de la interpretación.
La danza contemporánea y la moderna se mezclan a partir de la década de los cincuenta, cuando surge la posmodernidad y de nuevo hay una ruptura con lo pasado. A principios del siglo XX bailarines como Isadora Duncan, Loïe Fuller, Marta Graham y el mexicano José Limón, entre otros, rompen con las reglas y los paradigmas estéticos del ballet clásico, creando lo que se conoce como danza moderna. Una mujer como Isadora Duncan, tan poco convencional en todos los sentidos, no cabía en la rigidez de un tutú. Se quitó las zapatillas y descalza creó una expresión artística que se basaba en la liberación del cuerpo y en la exaltación de las expresiones. Cuando alguna vez le preguntaron a Duncan qué significado tenía una de sus coreografías contestó: “Si pudiera decírtelo no tendría que bailarlo”. Duncan utilizó su cuerpo como un instrumento de expresión emocional.
La danza contemporánea es una abstracción; un proceso de libertad; es improvisación ensayada. Hay otra espacialidad: la distribución del espacio es más asimétrico y los acentos son más pronunciados; más contrastados. Los movimientos están basados en el uso de la gravedad, el balance, el momentum, la respiración.
Jean Marie Guayu, en El arte desde el punto de vista sociológico [1888], plantea que “El arte está en la vida, y que evoluciona como ésta, y, al igual que la vida del ser humano está organizada socialmente, el arte debe ser reflejo de la sociedad”. Las coreografías de José Limón reflejan su origen mexicano: el viaje al exilio siendo testigo, como niño, de los horrores de la revolución mexicana; el dolor del adiós y la muerte siguiéndole los pasos aparece innumerables veces en sus bailes. Limón crea un estilo viril y feroz que a la vez busca una profunda espiritualidad. Dentro de esta disciplina el bailarín no sólo es un ejecutor de su cuerpo sino que también es un artista-creador y muchas veces escenógrafo, iluminador, diseñador… Se utiliza el vestuario, la música, las luces y otros medios audiovisuales para enmarcar la escena y expresar los sentimientos deseados.
La danza contemporánea es una abstracción; un proceso de libertad; es improvisación ensayada. Hay otra espacialidad: la distribución del espacio es más asimétrico y los acentos son más pronunciados; más contrastados. Los movimientos están basados en el uso de la gravedad, el balance, el momentum, la respiración. Al mismo tiempo que se busca volar, el pie descalzo registra la tierra. Es experimental, se nutre de ideas cotidianas y las traduce en sentimientos a través del movimiento. Hay que ver en qué se transforma la mujer-mariposa finalmente; la danza contemporánea siempre sorprende. ®
Anitzel
Gracias por el comentario.
Anónimo
Nuevamente ante ti fascinado.
Considero la obra como un paréntesis dentro de un proceso creativo, que se nos ofrece como público, para ayudarnos en el camino de lo no medible desde la materialidad del escenario. Comienza cuando se abre paréntesis y finaliza cuando se cierra paréntesis. Su argumento es el propio proceso creativo. Vamos a cuidar de ellos para que sigan ahí, pues en la creación somos muy frágiles.
Gracias por llenar ese hueco que se había quedado vacio. Enhorabuena.