Los versos de mi padre

Un libro de literatura gráfica y otros de rock

Recuerdo con frecuencia a mis padres muertos y de vez en vez necesito escribir algo sobre ellos. También me gusta escribir de mis amigos y de sus actos heroicos, como escribir y publicar uno o más libros. Además, disfruto mucho denunciar a gente detestable como el conspirólogo Alfredo Jalife.

Los versos que mi padre le compuso a Torreón

Rogelio Villarreal padre con Rogelio Villarreal hijo

A principios de los años noventa mi padre decidió regresar a Torreón, donde pasó gran parte de su infancia y su juventud. Quería dedicarse a escribir pero su vocación de editor ocupó la mayor parte de su tiempo, aunque dejó un legajo de manuscritos con cuentos y poemas que algún día verán la luz. En estos tiempos de discusiones exaltadas estoy seguro de que mi papá podría aportar una visión prudente desde su posición de comunista imbatible pero siempre atento a los argumentos de los demás. Echo de menos las discusiones interminables en torno a temas indeludibles en los años ochenta, como el “socialismo realmente existente” y, a fines de esa década, el desplome del mundo comunista y la pervivencia del socialismo en Cuba. Admiraba a Cuauhtémoc Cárdenas y seguramente hoy estaría con López Obrador. Si no hubiera muerto hace diez años la sobremesa en algún buen restaurante de la Ciudad de México —a donde iba de vez en vez—, acompañados de buenos amigos, se prolongaría durante horas en torno a la realidad que vivimos ahora.

Murió el 19 de julio de 2002 con una sonrisa y haciendo bromas a la enfermera, que se asustaba de su humor negro. A su muerte varios amigos en común escribieron anécdotas sobre la peculiar personalidad de mi padre, que a veces rayaba en la caricatura. Jaime Muñoz Vargas escribió estas dos:

1. Don Roger solía invitar amigos a departir con él en su minúsculo departamento de Torreón. Era disparador, generoso. Durante un tiempo “les pichó las caguamas” a dos jóvenes poetas con quienes conversaba, bebía y fumaba durante largas horas. En alguna ocasión se enfrascó en una polémica con uno de los jóvenes poetas. La molestia del muchacho fue tanta que con un cuchillo arremetió contra don Roger y logró propinarle un puyazo en la indefensa espalda. Chorreó sangre, llamaron a la Cruz Roja, y en ningún momento el viejo denunció al agresor. Pasadas las semanas, don Roger me narró los pormenores del altercado. Pudo recurrir a las instancias judiciales, pero su aprecio por el joven escritor era mucho y no quiso afectarlo. Sólo le guardó un tenue resentimiento enunciado con un retruécano para mí imborrable:

—Yo sabía que era un poeta maldito, no un maldito poeta.

2. Hay una estrofita del dominio público entre los laguneros. La oí por primera vez en mi adolescencia. La memoricé, y durante años he sentido que ella condensa, humorística y cruelmente, nuestra norteña barbarie. En 1997 negocié con don Roger la impresión de un libro. Lo visité varias veces a su departamento, y en una de nuestras conversaciones surgió el tema. Me dijo que cuando era estudiante a él se le ocurrió escribir esos terribles versos. Desde el principio corrieron con suerte entre todos sus compañeros, y hasta la fecha sobreviven como santo y seña de nuestra laguneridad. Sea o no de don Roger, esa estrofa admite una breve disección literaria: la primera línea dibuja con maestría la mayor peculiaridad de nuestro entorno geográfico; la segunda —obra maestra de la brutalidad escatológica— sigue siendo realidad visible y olfateable en la Comarca Lagunera; el verso tercero pinta de una sola pincelada a todos los nuevos irritilas; el cierre incorpora, sin ánimo poeticista, la más notable característica de nuestro clima. En cuatro versos, pues, se perfila el contorno físico y espiritual de nuestra chula tierra. Va la estrofa íntegra y sin censura:

Cerros chatos y pelones
tajos llenos de cagada
una bola de cabrones
y un calor de la chingada.

Blumpi y sus Apuntes sobre literatura barata

En los años noventa circulaba entre unas pocas manos chilangas un fanzín que llevaba por extraño título Blumpi y por intimidante subtítulo Asociación Brutal Mexicana. En sus escasas páginas había ilustraciones de varios artistas, estrambóticas, grotescas y muy bien dibujadas. Al poco tiempo conocí al director de esa publicación tan estridente como atractiva. Pensé que me encontraría con un tipo malencarado, un post-punk nihilista que mascaría clavos y los escupiría contra la pared mientras me veía con desprecio. No otra cosa me habían sugerido esas imágenes y esa misteriosa asociación brutal. El compilador de tan atroces trazos resultó ser una finísima persona, y lo digo sin la menor ironía. Jorge Flores-Oliver demostraba con esa modesta gaceta su enorme pasión por uno de sus oficios preferidos: la gráfica.

Con el tiempo Jorge —que también firmaba como Blumpi sus propios trabajos— se convirtió en uno de los principales colaboradores de Replicante, esta revista que fundamos Roberta Garza y yo en 2004. Blumpi se encarga desde entonces de la columna Literatura gráfica, en la que ha dado cuenta de decenas de libros y cómics mexicanos y extranjeros, clásicos, novedades y aun de productos advenedizos o impostados. Un corpus de información y análisis sobre un vasto universo en expansión que es, para decirlo pronto, fascinante.

Muy posiblemente el cómic ha creado más personajes célebres y entrañables que ningún otro medio, de Daniel el Travieso a Mafalda, de Snoopy a Superman, de Betty Boop a la Pequeña Lulú, por nombrar tan sólo unos pocos entre los más populares, pero sin olvidar las grandes creaciones de artistas como Robert Crumb, Art Spiegelman, Alan Moore o los perversos inventores del manga. Todo esto, y más, en este indispensable libro de mi querido Blumpi.

Nacido en la Ciudad de México en 1978, Flores-Oliver ha desplegado generosamente esa pasión y sus conocimientos en las páginas de otras revistas y en suplementos culturales, aunque muchas otras publicaciones desdeñan el cómic y esa clase de “literatura barata” en sus mal llamadas secciones de cultura. Por eso debe celebrarse la reciente aparición del primer libro de Jorge Flores-Oliver, Apuntes sobre literatura barata, en el Fondo Editorial Tierra Adentro, un volumen de apretadas 132 páginas en las que se revisa con la pasión crítica que tanto ponderaba Paz la historia de los diversos géneros que componen el diversificado mundo del también llamado arte secuencial. Las tiras cómicas, los comic books, la novela gráfica, la literatura visual, para todos los públicos de una gran parte del planeta y su avasalladora influencia en la cultura popular.

O deberíamos decir las historias, pues, como escribe Flores-Oliver: “Dependiendo de su nacionalidad e ideología, cada autor decretará la fecha de nacimiento del medio, pero también reconocerá que existen diferencias entre esas formas antiguas y la forma moderna del cómic. La primera es la combinación de imagen con texto”. Así, en los jeroglíficos, códices y pictogramas tendríamos los orígenes más remotos de un género que ha producido obras de extraordinaria calidad plástica y literaria, además de una influencia notable en millones de lectores. Véase, a manera de ejemplo, el fenómeno de las historietas de Rius, primero con Los Supermachos y luego con Los Agachados, que son responsables de la formación ideológica de cientos de miles de mexicanos, o la manera en que el cómic ha permeado a otros medios, como la pintura, la televisión y el cine.

Muy posiblemente el cómic ha creado más personajes célebres y entrañables que ningún otro medio, de Daniel el Travieso a Mafalda, de Snoopy a Superman, de Betty Boop a la Pequeña Lulú, por nombrar tan sólo unos pocos entre los más populares, pero sin olvidar las grandes creaciones de artistas como Robert Crumb, Art Spiegelman, Alan Moore o los perversos inventores del manga. Todo esto, y más, en este indispensable libro de mi querido Blumpi.

Los libros con ritmo de Elena Santibáñez

Las grandes editoriales transnacionales han absorbido a una mayoría de editoras nacionales de menor tamaño, modificando drásticamente su catálogo en función de libros más comerciales pero de calidad dudosa. El cuidado de la edición —antes un proceso minucioso de lectura y cotejo, consultas con el autor, revisión de la traducción, en su caso, y una provechosa relación entre el corrector y el editor— también se ha degradado al punto de que los libros salen hoy de las prensas plagados de erratas y pifias, muchas veces imperdonables, como en el caso reciente de la entrevista alterada de Elena Poniatowska a Jorge Luis Borges incluida en Borges y México, libro que tuvo que ser retirado de la circulación por Random House Mondadori. Aunque la viuda del escritor argentino, María Kodama, dijo que atribuir a Borges el poema “Instantes”, de una mala poetisa, es “un error verdaderamente imposible de imaginar”, la mexicana no pareció darle importancia a una irresponsabilidad que costará seguramente un dineral.

Por eso me alegra ver y leer libros bien cuidados de editoriales modestas que dedican más tiempo y esfuerzo al viejo y noble oficio de preparar y enviar a la imprenta cuentos, novelas, ensayos, poemas y textos académicos libres —casi— de esas irritantes erratas. Por suerte en México hay editoriales que se toman en serio la profesión y ofrecen al público productos atractivos de todo tipo de autores. Ahí está el ejemplo de Tierra Adentro y sus coediciones con editoriales de los estados, y también los casos de las oaxaqueñas LunaZeta y Almadía, de la tapatía Arlequín o de Sexto Piso, Ediciones Sin Nombre, Libros Magenta y Tumbona, de la Ciudad de México, por hablar de unas cuantas que han logrado también encontrar un nicho en el competido y feroz mercado nacional y en las escasas librerías del país.

Una de esas editoriales es Rhythm&Books, dirigida por Elena Santibáñez, que ha lanzado siete títulos desde 2009 y tiene cuatro más en preparación. Esta modestísima casa se caracteriza por publicar libros de músicos pero no necesariamente sobre música. De extraordinario diseño —a cargo de César Caballero— y profusamente ilustrados, estos libros recogen en dos colecciones —La Música con Ritmo Entra y Con Música de Fondo— la narrativa, las reflexiones, la poesía y los diarios de músicos e larga trayectoria como Jaime López, el Sr. González, Armando Vega Gil, José María Arreola y Carlos Avilez. Entre las próximas novedades habrá un ensayo sobre la música gay del escritor Wenceslao Bruciaga, otro más sobre movimientos musicales contemporáneos en el mundo, de Enrique Blanc, una recopilación de testimonios sobre la desaparecida cantante Rita Guerrero, quien también se interesaba en cantos de otras épocas y latitudes y el poemario Destino ritual, de Avilez.

Estos músicos escritores dejan a un lado sus instrumentos —así sea un momento— para satisfacer la necesidad de escribir otra cosa que no sean canciones. El Sr. González narra en Mi vida pop que comenzó a escribir con la idea de transmitir a sus hijas “algunos aspectos de la historia de su padre”. El resultado es un extenso mosaico textual en el cual combina “crónicas autobiográficas con sucesos de la cultura pop —principalmente de la música— desde una perspectiva latinoamericana”. “La música busca cambiar la vida”, escribe Greil Marcus en su indispensable Rastros de carmín [1989], y continúa: “la vida sigue; la música queda atrás; eso es lo que queda para que podamos hablar de ello”.

Un tema desagradable: El conspirólogo

Alfredo Jalife

Alfredo Jalife es uno de “los güeyes más vergas de este país, güey”, según afirmó en un video el izquierdista ex #YoSoy132 Saúl Alvídrez, aunque un “analista” que culpa al “sionismo financierista jázaro” de originar graves problemas en el mundo para beneficiarse de ello no puede tomarse en serio.

Jalife también cree que las elecciones de 2006 fueron “un súper fraude confirmado incluso a nivel internacional por el gran analista Greg Palast, investigador de la BBC de Londres y de uno de los mejores periódicos del mundo que se llama The Guardian”; esto lo dijo en una entrevista donde, además de expresar sus simpatías por Chávez y Castro, añade que “Es un hecho que la familia Bush no quiso darle la victoria a Andrés Manuel López Obrador”. Para Jalife, como para AMLO, el triunfo de la derecha era “moralmente imposible”, por eso atribuyó el triunfo de Calderón a una perversa maquinación estadounidense.

Alfredo Jalife es uno de “los güeyes más vergas de este país, güey”, según afirmó en un video el izquierdista ex #YoSoy132 Saúl Alvídrez, aunque un “analista” que culpa al “sionismo financierista jázaro” de originar graves problemas en el mundo para beneficiarse de ello no puede tomarse en serio.

El 7 de diciembre de 2008, a propósito de los ataques de un grupo radical islámico a hoteles y edificios públicos en Bombay que dejaron un saldo de casi 200 muertos y miles de heridos, Jalife preguntaba con lujo de vileza en su columna de La Jornada: “¿Propició la banca israelí-anglosajona la carnicería de Bombay con el fin de repatriar los capitales a Estados Unidos y revaluar artificialmente el dólar?” Al desplegado de protesta en ese diario de ciudadanos mexicanos [“Contra el antisemitismo”, 19-XII-2008], muchos de origen judío, el también comentarista en CNN en español respondió con insultos e incluso con datos falsos que dio por buenos extraídos de medios satíricos como el periódico inglés The Spoof, “que quiere decir algo así como La Broma, La Parodia, La Tomadura de Pelo”, tal como le aclaró el marxista Adolfo Gilly: “Que The Spoof sea citado como fuente de autoridad por un columnista de fama internacional y nacional provocará sin duda en los británicos redactores de dicho periódico, si llegan a enterarse, un estallido incontrolable de hilaridad” [La Jornada, 24-XII-2008]. Otra fuente no menos ridícula citada por el impúdico “analista” —desvelada también por Gilly— es una tal Sorcha Faal, en realidad una orden esotérica de origen irlandés. Con “fuentes” como ésas Jalife injuria y acusa en Twitter a Enrique Krauze y a Jorge Castañeda de ser parte ¡claro! de la conspiración sionista internacional y de estar detrás de la “campaña negativa” contra AMLO con ayuda, nada menos, que del Mossad.

¿De dónde le vienen a Jalife estos retrógradas delirios conspiracionistas? En mayo de 1989 participó en las conferencias organizadas por el Instituto Schiller por el 550 aniversario del Concilio de Florencia, en Roma. Ese instituto patito fue fundado por Lyndon LaRouche y su esposa Helga Zepp-LaRouche, quienes se han entregado a la abnegada misión de “salvar al mundo de la decadencia en que se halla”. Además de abominar de “las uniones basura, la comida basura y el sexo basura”, en su exposición Jalife retomaba esa preocupación, del mismo modo en que sus “análisis” son trasunto de los principios mágico-económicos de LaRouche, “economista de renombre internacional” con “éxitos excepcionales como pronosticador de largo plazo”; así, en alfredojalife.com se lee prácticamente lo mismo: “Aquí decimos lo que va a pasar, no lo que ya pasó”. ®

(Versiones más breves de estos artículos se publicaron en la desaparecida revista M Semanal.)

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Publicado en: Agosto 2012, Insolencia

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