Precious es una suma de infortunios sin final. No por nada se popularizó en Twitter la frase “Sufro como Precious”. Viendo entonces cómo y de qué manera sufre Precious podemos entender el sentido de esta película.
El cine es la exploración del cómo sentir; no qué puede sentir uno sino de qué manera lo puede sentir. Esta manifestación específica del sentir se construye mediante diálogos, situaciones narrativas y sobre todo mediante el rostro, el mayor aliado histórico del cine.
El cine es, pues, un conjunto de propuestas de cómo sentir y el espectador es quien asume activamente estas propuestas como formas sociales de ser. El cine no es, así, una imposición del sentir ante el espectador. Ambos, cine y espectador, son partícipes de la creación efectiva de maneras de sentir.
Analicemos el caso de Precious. La película trata sobre una adolescente afroamericana analfabeta, Claireece “Precious” Jones. Su padre abusa de ella desde pequeña, por lo que se encuentra por segunda vez embarazada, y su madre no hace más que insultarla. Las humillaciones aparecen también en su escuela y en las peligrosas calles de Harlem, donde nació y creció.
Poco después del estreno de la película en Twitter surgió como “etiqueta temática” (hashtag) la oración “#sufrocomoprecious” como pretexto para expresar en una entrada de texto (tweet) algún sufrimiento. Los espectadores asumiendo colectivamente su rol activo como creadores de una forma específica de sentir. Pero, ¿cómo sufre Precious?
Precious sufre en silencio. Sufre en la forma de un rostro inexpresivo, estoico. Este control corpóreo-emocional del sentir (en rostro impasible, por ejemplo) es el punto de partida de un sentir imaginario. Así, a cada insulto, Precious construye una fantasía. En Precious el sentir (corpóreo-emocional) deviene senti-mental (fantasía) tras la anestesia.
Precious vive en disociación, como mecanismo de defensa. Sus escapes mentales se vinculan con imágenes del espectáculo: ella modelando ante las cámaras, dentro de una película italiana, en una alfombra roja, viéndose como una estrella rubia… La vida espectacular, como sabía Debord, es una mediación fantástica frente a la realidad angustiante.
¿Qué es la fantasía? Es aquello que hago aparecer ante mí. El cine espectacular es cómo aquello que hago aparecer se muestra en movimiento, se contextualiza. Por eso, pensar cómo sufre Precious es pensar cómo siente el espectador. El espectador siente sólo cuando aquello que aparece en el cine espectacular le ofrece una manera de acceder al sentir. Y Precious siente sólo en la irrupción artificial de imágenes. Ambos, el espectador y Precious, recurren a la fantasía espectacular en tanto mediación para acceder al sentir.
Pero mientras hay películas en las que se accede a una forma inusual de sentir (meta de todo cine artístico), Precious se muestra como la puesta en escena del sentir espectacular en la que el sentir mismo se anestesia. La forma misma del filme (el montaje, la edición de sonido, la puesta en escena…) tiene esta estructura anestésica, disociativa. Desde el inicio, cuando Precious recibe una mascarilla de una mujer en una fantasía, se instaura esta estructura, por lo que la mascarilla queda como un símbolo de esta disociación. Y no es hasta el final cuando ha madurado personalmente y le entrega la mascarilla a una niña cuando Precious deja de escapar a sus fantasías.
Pero a quien Precious entrega, en el fondo, esta mascarilla es al espectador mismo. Por eso al final la leyenda: “Para todas las Precious allá fuera”. De la película, pues, queda una historia admirable de crecimiento, pero con la que el espectador se relaciona solamente en anestesia. Precious es cómo la realidad cruel se entiende sólo en tanto se convierte en espectáculo. ®