¿Cuántas veces es importante que veamos a Marilyn violada, golpeada, ninguneada, humillada y desolada para que el director no tenga dudas de que comprendimos, otra vez, la tragedia en su vida?
Voy a aplicar la de hablar de una cosa para hablar de otra, pero les juro que voy a llegar a un punto, eventualmente.
En el extracto que la revista Time compartió en su IG para hablar de un texto sobre la película Blonde (Andrew Dominik, 2022) leí que la gente no sabe qué hacer con alguien como Marilyn Monroe. Algo debe tener de razón, ¿no es cierto? Fue una mujer real en una época en la que ya existían diferentes métodos para el registro de la vida de cualquier persona, especialmente si se trataba de alguien tan prominente como lo fue esta actriz. Sin embargo, no importa qué tanto sabemos de su infancia, su carrera o los amantes famosos de su vida: al convertirla en el personaje de una historia, quienes se atreven caen en las mismas trampas.
Confieso que no he leído la novela de Joyce Carol Oats en la que se basó Dominik, y vaya que me gustan otras cintas de este director (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, por ejemplo), así que no puedo hablar más allá de lo que está en la producción de Netflix para comprender mejor las decisiones que tomó. Aun así, sí pienso que cualquier obra (libro, disco, cómic, película, pintura) debería sostenerse por sí misma (las referencias es lo que le dará más fuerza en diferentes niveles, pero no son los cimientos) y así es como se puede comprender su existencia. Por supuesto, eso ya depende de cada quién: para muchas personas el universo cinematográfico de Marvel está más que justificado, a pesar del impacto negativo que tiene en las producciones, cómo acapara las marquesinas de las salas de cine. Pero me estoy yendo para otro monte, y eso que más adelante hablaré de una serie del MCU.
Tengo esta loca idea de que Blonde y Dahmer (la serie de Ryan Murphy) tienen varias cosas en común:
ambas se basan en personas reales
se desarrolla en el siglo XX
tratan acontecimientos crueles y violentos
les anteceden gran cantidad de materiales acerca del mismo tema que tratan
son figuras que atraen al público
las actuaciones de sus respectivos protagonistas son impresionantes
llegan a momentos metatextuales que no sé si son para curarse en salud o porque no hubo espacio para la sutileza
tienen un gran soundtrack (por ejemplo, en Blonde, Dominik hace de nuevo equipo con Nick Cave y Warren Ellis)
Pero, sobre todo, lo que más comparten es que a pesar del supuesto interés de hacer énfasis «en lo que nunca se hace énfasis» (la vida interior de Monroe en una, las víctimas de Dahmer en la otra) parece que están sacando carne de dos cadáveres ya muy destruidos. Y aquí es donde regreso a Marvel y la serie de Wanda Vision, en la que hubo un momento en que muchos nos preguntamos: ¿cuántas veces tenemos que ver morir a Vision frente a Wanda para que los creadores piensen que ya entendimos su dolor? ¿Cuántas veces tenemos que ver a Dahmer cortar carne, prepararla, comerla, blanquear huesos y cazar víctimas para que los creadores estén seguros de que la audiencia se sentirá asqueada por la figura del asesino serial? ¿Cuántas veces es importante que veamos a Marilyn violada, golpeada, ninguneada, humillada y desolada para que el director no tenga dudas de que comprendimos, otra vez, la tragedia en su vida?
¿Cuántas veces tenemos que ver a Dahmer cortar carne, prepararla, comerla, blanquear huesos y cazar víctimas para que los creadores estén seguros de que la audiencia se sentirá asqueada por la figura del asesino serial?
Wanda Vision es una de las miniseries que más me han gustado de estos años, y es quizá el único contenido de Marvel que realmente defiendo. Y debe ser porque es un personaje de ficción al que le dieron profundidad a partir del duelo que tiene que pasar a raíz de la muerte de Vision. Jamás creí decir esto, pero me queda la idea de que ahí sí la hicieron mejor Disney y Marvel que Murphy o Dominik.
No sé ustedes, pero a Dahmer le sobran al menos cinco capítulos y unos diez kilos de morbo.
En Blonde, quizá, el problema es que le faltó más empatía y le sobró mucho Freud (daddy issues: really?). No se trata de hacer historias limpiadas con cloro o reducidas a nada —como otras de Marvel—, sino de atrevernos a rascar en las capas que hacían humana a una mujer que se trató como maniquí en el ojo público. Ana de Armas es una actriz talentosísima, y lo demuestra, con todo y que la historia es claramente desde el ojo masculino y, eso sí le reconozco, no intenta ocultarlo (es queja). ¿La secuencia en que llega en auto a un estreno y alrededor la esperan cientos de fotógrafos y seguidores desfigurados por su hambre de perros rabiosos? Digna de cualquier cinta de horror y una con la que cualquier mujer se siente identificada (no es queja).
«Esa de la pantalla no soy yo»»», dice Marilyn en una escena de la película. No sé si ustedes ya la vieron (está en Netflix), yo creo que tampoco es la que vemos en ese momento, ni como personaje ni como símbolo. Ojalá alguien se atreva a contar la historia de Marilyn desde los ojos de Marilyn —aunque sea ficción—. Tarea que no va a ser fácil porque la gente, en verdad, no sabemos qué hacer con ella (ni con los asesinos seriales). ®