Había creído en muchas mentiras y ya no quería creer en más. No quiere decir que no tenga ideas poco sustentadas y escasamente pensadas en este momento, pero trato de ser más cauteloso. ¿Por qué creemos en mentiras?
El día primero de diciembre de 1989 cayó el Muro de Berlín y yo, que en ese entonces tenía veintitrés años y estaba cursando el segundo año de la carrera de Psicología, apenas me di cuenta de lo que estaba pasando. Pero para el día 25 de diciembre de 1991, fecha de la disolución oficial de la Unión Soviética, yo ya estaba más al tanto, pero no dejaba de estar sorprendido. No lo vi venir. Lo mismo le pasó a muchos amigos y profesores que tenía. ¿Por qué no nos dimos cuenta? Y peor todavía, empecé a ver muchas de las atrocidades que habían hecho los gobiernos comunistas y socialistas: millones de muertos en China, Unión Soviética, Camboya y Corea del Norte, por sólo mencionar algunos lugares. Y desde entonces me empecé a cuestionar cosas en las que había creído: ¿de verdad era tan malo el capitalismo?, sobre todo la versión más denostada de todos los capitalismos, el neoliberalismo.
Había creído en muchas mentiras y ya no quería creer en más. No quiere decir que no tenga ideas poco sustentadas y escasamente pensadas en este momento, pero trato de ser más cauteloso. ¿Por qué creemos en mentiras?
La información falsa puede ser dañina
Antes de contestar a la pregunta que da origen a este capítulo debo de justificar el tema. ¿Cuál es el problema de que haya gente que crea que la tierra es plana? Como dicen, cada loco con su tema. Bien, aquí van unos cuantos datos y anécdotas. En primer lugar, está la historia del Pizzagate, que se trató de una teoría de la conspiración en la que se decía que en una pizzería en Washington se traficaban niños en las que participaba Hillary Clinton. Un sujeto se la creyó tanto que fue con escopeta en mano a rescatar a los niños que tenían ahí supuestamente secuestrados y, claro, no encontró nada.
O, poniéndonos más serios, una campaña en Facebook inició en Myanmar una persecución de la minoría musulmana de los rohinyá por parte de los que todo el mundo cree que son unos pacíficos budistas. Y qué decir de la pandemia del covid–19 y todas las falsedades que se dijeron de ella. Desde su forma de transmisión usando las redes 5G, que las pruebas eran fallidas y lo demostraban diciendo que se había detectado en una papaya o el montón de remedios milagrosos que se propusieron. Se ha estudiado cómo Trump ganó las elecciones y los ingleses se salieron de la Unión Europea por culpa de las fake news. Probablemente todo orquestado por países como Rusia y Corea del Norte. Al actual presidente de México se le contabilizan más de cien mentiras al día, lo que da unas cien mil mentiras desde que asumió la presidencia y, a pesar de ello, sus niveles de aprobación siguen siendo como de 60 por ciento.
También en México, de acuerdo con la Encuesta de percepción de la ciencia y la tecnología de 2011,1 se cree que la parapsicología es una ciencia, 22% cree que es falso el big bang, alrededor de 30% no cree en la teoría de la evolución, como un 15% no cree en el efecto invernadero, 65% cree que los organismos genéticamente modificados son malos, 50% cree que los investigadores son peligrosos, más o menos 50% cree que la ciencia hace nuestro modo de vida deshumanizado y como 70% cree que sirven la acupuntura, la homeopatía y las limpias, entre otras linduras.
Por influencia de los movimientos antivacunas, las personas han dejado de vacunar a sus hijos y eso ha tenido como resultado picos de contagios,2 además de una menor voluntad para realizar prueban y tratamientos futuros.3
Pero los gobiernos son no solamente víctimas, también son promotores de la desinformación. El número de países que usan la manipulación creció 150% de 2017 a 2019;4 por ejemplo, dado que 3 de cada 10 estadounidenses cree que el origen del covid–19 fue en un laboratorio,5 el gobierno de su país ha seguido promoviendo esa idea para seguir haciendo golpeteo político a China —en marzo de 2023 el director del FBI, Christopher Wray, seguía sosteniéndolo.6
Familiaridad y fluencia
Siguiendo a Schwarz y colaboradores7 voy a presentar cuatro razones por las cuales creemos en mentiras. La primera razón es la familiaridad y la fluencia. La idea es muy sencilla: en la medida en que estamos constantemente expuestos a algo —una idea, por ejemplo— nos familiarizamos con ella y se vuelve mucho más fácil recuperarla de la memoria (fluencia); el problema con eso es que las cosas que nos son familiares y que rápidamente nos acordamos de ellas son las que más fácilmente creemos que son ciertas. Así se viene a constatar que lo dicho por Joseph Goebbels de que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad. Aunque con sus “asegunes”: el límite es la extrema implausibilidad. Por ejemplo, si se les dice a las personas que la tierra es un cuadrado perfecto no va a ser creído, pero si se les dice que el Salto del Ángel se encuentra en Brasil —en realidad está en Venezuela— es mucho más fácil que sea creído.8
En la medida en que estamos constantemente expuestos a algo —una idea, por ejemplo— nos familiarizamos con ella y se vuelve mucho más fácil recuperarla de la memoria (fluencia); el problema con eso es que las cosas que nos son familiares y que rápidamente nos acordamos de ellas son las que más fácilmente creemos que son ciertas.
La fuerza de la familiaridad es tan grande que incluso puede superar las advertencias sobre la veracidad de la información y a nuestros conocimientos mismos de lo que es verdad o no. En una investigación9 se les advertía a los sujetos que lo que iban a leer estaba en una de cuatro condiciones: “probable” o “improbable”, “cierto” o “imposible”; algunas de esas informaciones ya la habían leído antes una o varias veces y se observó que la exposición previa hacía la información creíble, independientemente de que fuera falsa. Y, aunque podría pensarse que el conocimiento es poder y que saber que el Océano Pacífico es el océano más grande del mundo me protege de creer que es el Atlántico, por más que me lo repitan, no es así. El conocimiento no protege contra la familiaridad y la fluencia.10
Sentimientos
El siguiente criterio para juzgar la veracidad de las cosas son los sentimientos. Nuestra atención prioriza lo que es emocionalmente fuerte y por ello a más emocional más se comparte un mensaje en Twitter.11 Las emociones pueden ser positivas o negativas y ambas tienen influencia por igual. En el caso de las emociones negativas, suelen llevar a las personas a ser más proclives hacia teorías de la conspiración, por ejemplo, a un grupo de personas que tenían sentimientos negativos hacia las compañías farmacéuticas creyeron más en información falsa sobre estas compañías que quienes no los tienen.12
Pero entidades abstractas como empresas no suscitan tantos sentimientos como las personas. El ejemplo más conspicuo de esto son los políticos: si tenemos sentimientos positivos hacia uno de ellos nos cuesta creer que nos está mintiendo, y si llegamos a reconocerlo como tal, no necesariamente cambiaremos nuestros sentimientos hacia él.13 Por ello es que las verificaciones periodísticas pueden reducir apenas un poco las percepciones erróneas de los votantes, e impactan menos en la intención de voto.14
Credibilidad y confianza
Los anteriores estudios nos dicen que credibilidad y confianza, dos cosas que deberían de estar siempre juntas, en la realidad se separan: puedo confiar en un mentiroso. No es creíble, pero le tengo confianza.
Esto no es algo que se restrinja a los partidos políticos. También es algo que les ocurre a las editoriales. En una investigación15 se les dio a leer notas de un medio claramente mentiroso —pensemos en RT (Russian Television) por ejemplo— y ellos pusieron y quitaron el logo de esa editorial y les preguntaron a sus sujetos si creían que esa información era cierta o falsa y qué tan interesados estarían en compartir esa nota; lo que observaron es que poner o no el logo de esa fuente mentirosa no tenía efecto alguno: a pesar de saber que tenían una fuente poco fidedigna las personas de todos modos creían y estaban dispuestas a compartir una nota falsa.
Las personas utilizan a los políticos como una herramienta heurística para evaluar la veracidad de los hechos, y no les interesa tanto si lo que dicen es verdadero o falso. En particular, esto se aplica cuando otorgan su apoyo a un candidato.
¿En qué se basan la credibilidad y la confiabilidad? Una posible respuesta es la visión del mundo que tienen las personas. Se sabe que los mensajes correctivos son más exitosos cuando son consistentes con la visión del mundo de la audiencia.16 Por ejemplo, a más liberales y más creencia en el libre mercado, menos se cree en el cambio climático.17
Y con esta volvemos a los políticos. Las personas utilizan a los políticos como una herramienta heurística para evaluar la veracidad de los hechos, y no les interesa tanto si lo que dicen es verdadero o falso. En particular, esto se aplica cuando otorgan su apoyo a un candidato. Según la investigación de Swire y colaboradores,18 las creencias de las personas dependen de varios factores, incluyendo quién lo dijo —por ejemplo, Trump—, quién lo escucha —republicanos que apoyan a Trump, republicanos que no lo apoyan y demócratas— y si se está hablando de hechos o mentiras.
Nos gustan las historias
Contar historias es un rasgo humano probablemente porque nuestra vida social es sumamente compleja, lo cual hace necesario tener herramientas de aprendizaje de las relaciones sociales. Esta susceptibilidad para influenciar de las narrativas puede llevar a la creencia en la veracidad de lo que se nos cuenta, haciéndonos más propensos a ser persuadidos.
Un estudio19 encontró que los anuncios que utilizan una narrativa son más persuasivos que aquellos que promueven un pensamiento analítico. Es decir, la gente acepta más fácilmente ideas cuando están en la disposición a escuchar una historia que cuando están en un estado analítico.20 Marsh y Fazio21 descubrieron que las personas son más propensas a proporcionar respuestas inexactas cuando se les presenta una historia falsa y no se les pide —para ponerlos en modo analítico— específicamente que identifiquen y corrijan errores mientras leen el texto.
Además, hay de historias a historias; se cree más en una historia con una explicación causal y un final feliz; Hamby y colaboradores22 creen que este efecto ocurre porque la información que puede llenar una brecha causal en una historia mejora la comprensión, permitiendo a las personas construir un modelo de evento completo —aunque inexacto— que prefieren a un modelo de evento exacto pero incompleto. Este efecto es menos probable que ocurra en historias que en la memoria de las personas terminan de manera negativa, presumiblemente porque están más motivadas a entender con precisión eventos con resultados negativos.
Para finalizar
Es momento de hacer un resumen de lo dicho hasta aquí. Las noticias falsas no son un fenómeno nuevo, pero ha habido una mayor preocupación por su aumento y el impacto que se ha documentado. Tendemos a creer en mentiras porque cuando nos repiten algo muchas veces nos llega a ser tan familiar que comenzamos a creer que eso es verdadero, muy probablemente porque la familiaridad lleva a la fluencia o facilidad para procesar algo; solemos buscar evidencia, pero sobre todo para confirmar lo que creemos. Con esa evidencia armamos historias que pueden ser coherentes con nuestras creencias, aunque no sean verdaderas, y solemos buscar evidencias en lugares y personas que son de nuestra confianza, aunque no sea necesariamente verdad lo que dicen.
Tendemos a creer en mentiras porque cuando nos repiten algo muchas veces nos llega a ser tan familiar que comenzamos a creer que eso es verdadero, muy probablemente porque la familiaridad lleva a la fluencia o facilidad para procesar algo.
A lo anterior habría que añadir dos datos más. Todos podemos creer mentiras, pero hay personas que es más fácil que lo hagan; en primer lugar, estarían aquellos que no tienen una mentalidad abierta y reflexiva.23 En segundo lugar, quienes consumen y difunden noticias falsas son realmente muy pocos, mayores de edad y de ideología de derecha —por lo menos en Estados Unidos—; 1% de las personas consume 80% de las noticias falsas y sólo .1% comparte 80% de esas noticias.24
Esta historia que les estoy contando deja una impresión negativa: todas las veces que he abordado el punto de convencer a la gente de que tiene ideas equivocadas los datos indican que en vez de convencerlos los haría que se aferraran más a sus ideas equivocadas. Hemos visto que las correcciones no eliminan la influencia de la información falsa, que la corrección solamente sirve si viene de una fuente en la que se confía, aunque diga mentiras, o que si está inscrita dentro de una historia es más probable que confiemos en ella, aunque nos estén contando mentiras. Este texto termina aquí. Pero hay investigaciones que corrigen o complementan los anteriores estudios y que se pueden usar para desmentir. Eso será motivo de un posterior escrito. ®
Referencias
- Conacyt–Inegi (2011). Encuesta sobre la percepción pública de la Ciencia y la Tecnología, ENPECYT, 2011.
- Gangarosa, E. J., Galazka, A. M., Wolfe, C. R., Phillips, L. M., Miller, E., Chen, R. T., & Gangarosa, R. E. (1998). Impact of anti–vaccine movements on pertussis control: the untold story. The Lancet, 351(9099), 356–361.
- Freeman, D., Waite, F., Rosebrock, L., Petit, A., Causier, C., East, A., & Lambe, S. (2022). Coronavirus conspiracy beliefs, mistrust, and compliance with government guidelines in England. Psychological Medicine, 52(2), 251–263.
- Bradshaw, S., & Howard, P. N. (2019). The global disinformation order: 2019 global inventory of organised social media manipulation.
- Schaeffer, K. (2020, April 8). Nearly three–in–ten Americans believe COVID–19 was made in a lab. Pew Research Center.
- Matza, M & Yong, N. (2023). FBI chief Christopher Wray says China lab leak most likely.
- Schwarz, N., Newman, E., & Leach, W. (2016). Making the truth stick & the myths 8fade: Lessons from cognitive psychology. Behavioral Science & Policy, 2(1), 85–95.
- Pennycook, G., Cannon, T. D., & Rand, D. G. (2018). Prior exposure increases perceived accuracy of fake news. Journal of experimental psychology: general, 147(12), 1865.
- Stanley, M. L., Yang, B. W., & Marsh, E. J. (2019). When the unlikely becomes likely: Qualifying language does not influence later truth judgments. Journal of Applied Research in Memory and Cognition, 8(1), 118–129.
- Fazio, L. K., Brashier, N. M., Payne, B. K., & Marsh, E. J. (2015). Knowledge does not protect against illusory truth. Journal of Experimental Psychology: General, 144(5), 993.
- Brady, W. J., Gantman, A. P., & Van Bavel, J. J. (2020). Attentional capture helps explain why moral and emotional content go viral. Journal of Experimental Psychology: General, 149(4), 746.
- Lyons, B., Merola, V., & Reifler, J. (2019). Not just asking questions: Effects of implicit and explicit conspiracy information about vaccines and genetic modification. Health Communication, 34(14), 1741–1750.
- Swire–Thompson, B., Ecker, U. K., Lewandowsky, S., & Berinsky, A. J. (2020). They might be a liar but they’re my liar: Source evaluation and the prevalence of misinformation. Political Psychology, 41(1), 21–34.
- Nyhan, B., Porter, E., Reifler, J., & Wood, T. J. (2020). Taking fact–checks literally but not seriously? The effects of journalistic fact–checking on factual beliefs and candidate favorability. Political Behavior, 42(3), 939–960.
- Dias, N., Pennycook, G., & Rand, D. G. (2020). Emphasizing publishers does not effectively reduce susceptibility to misinformation on social media. Harvard Kennedy School Misinformation Review, 1(1).
- Walter, N., & Tukachinsky, R. (2020). A meta–analytic examination of the continued influence of misinformation in the face of correction: How powerful is it, why does it happen, and how to stop it? Communication Research, 47(2), 155-177.
- Cook, J., & Lewandowsky, S. (2016). Rational irrationality: Modeling climate change belief polarization using Bayesian networks. Topics in cognitive science, 8(1), 160–179.
- Swire, B., Berinsky, A. J., Lewandowsky, S., & Ecker, U. K. (2017). Processing political misinformation: Comprehending the Trump phenomenon. Royal Society open science, 4(3), 160802.
- Escalas, J. E. (2007). Self–referencing and persuasion: Narrative transportation versus analytical elaboration. Journal of Consumer Research, 33(4), 421-429.
- Green, M. C., Garst, J., Brock, T.C., & Chung, S. (2006). Fact versus fiction labeling: Persuasion parity despite heightened scrutiny of fact. Media Psychology, 8(3), 267–285.
- Marsh, E. J., & Fazio, L. K. (2006). Learning errors from fiction: Difficulties in reducing reliance on fictional stories. Memory & Cognition, 34(5), 1140–1149.
- Hamby, A., Ecker, U., & Brinberg, D. (2020). How stories in memory perpetuate the continued influence of false information. Journal of Consumer Psychology, 30(2), 240–259.
- Pennycook, G., & Rand, D. G. (2020). Who falls for fake news? The roles of bullshit receptivity, overclaiming, familiarity, and analytic thinking. Journal of Personality, 88(2), 185–200.
- Grinberg, N., Joseph, K., Friedland, L., Swire–Thompson, B., & Lazer, D. (2019). Fake news on Twitter during the 2016 US presidential election. Science, 363(6425), 374–378.