El valor del cuerpo

Mudanza laboral, de Elías Kuri

En medio de siglos de trabajo, Elías Kuri, artista plástico oriundo de Torreón, Coahuila, le dio dimensionalidad a la labor diaria del obrero con su proyecto Mudanza laboral.

Fotografías cortesía del artista.

El cuerpo y el movimiento son el acto mismo de evolucionar, son el cauce natural de cualquier ser en el mundo. El músculo diseñado para la supervivencia se convierte en newtons en la línea de producción de una fábrica. En medio de siglos de trabajo, Elías Kuri, artista plástico oriundo de Torreón, Coahuila, le dio dimensionalidad a la labor diaria del obrero con su proyecto Mudanza laboral.

Es un ensayo en cinemática acuñado en el tiempo, ese mismo tiempo de manos ágiles para masificar lo que alcanza las nuestras. El cuerpo deja de ser un ente nacido para evolucionar, y es lo que hace Kuri en cada uno de los instantes en la pantalla donde se transfigura el deseo del empleado por liberarse de la atadura de un contrato, de un horario. Ahí radica el valor intrínseco del proyecto, de rasgar el espacio donde inevitablemente se va la vida por un sueldo, ínfimo en relación con la ganancia del patrón. Es hermenéutica aplicada, la práctica del materialismo dialéctico.

Llama la atención que en el proyecto visual el despropósito de la economía en el entorno humano, se convierta en un acto involutivo al diseño natural de la carne y el hueso. Se retrata en la rotación de las fábricas, como lo plantea el artista visual. La línea de producción es un grito al cual sobrevivir, por eso, es el sector maquilador es donde más se renuncia por parte de los trabajadores. Mecanizar se ha convertido en el mundo contemporáneo en una fragmentación del cuerpo. Kuri visualiza el engaño del progreso en medio de un absurdo legal que es la ley laboral, y lo que implica para cada individuo. Más aún con la automatización, en la que hay un plano testimonial para observar que el rumbo de lo mecánico se complete a cabalidad. Ahí es donde interviene Kuri en esa escena del submundo productivo para ofrecer algo de azar a lo bien trazado de la tecnología al servicio del capital.

Fotografías cortesía del autor.

No sólo es el tiempo y el espacio, es el viaje y la rutina anegados en las calles que transitamos a la fábrica o de vuelta a casa, el hogar vuelto un refugio ante la cotidianidad del espectro económico.

El manifiesto de las libertades sindicales

Luego de avanzar desde la línea de trabajo hasta el museo, que debe ser un espacio para la libertad comunitaria, es donde el manifiesto toma voz y tiempo. Es el instante de la deconstrucción del lenguaje de la economía frente a la retórica de la libertad. Párrafo a párrafo se quiebra ese idioma del dinero.

Fotografías cortesía del autor.

La fábrica se convierte en un espacio para la catarsis. El museo será entonces la meca de las desobediencia estética, para retomar nuevas líneas creativas a partir de dogma, para deconstruirlo, y sobre sus ruinas erigir el discurso de la libertad monetaria.

El descanso se manifiesta como una forma humana de revitalizar el esfuerzo de la supervivencia, pero no sólo es el reposo, sino la ontología del regresar al curso natural de lo humano en el plano del ánima. ®

Mudanza laboral se realizó con el apoyo de la beca Pecda 2024–2025.
Elías Kury está aquí.

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Publicado en: Arte

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