A mi sustituta en el tiempo

El legado poético de Elena Garro

A tan sólo unos cuantos días de que este libro que contiene la poesía de Elena Garro viva un momento importante, al ser presentado en la FIL de Guadalajara el próximo 5 de diciembre, ofrecemos esta reseña para que sirva como preludio a esta significativa ocasión.

Elena Garro. Ilustración de Paz Ferrer.

I
En enero de 1998 Elena Garro entregó sus poemas
a Patricia Rosas Lopátegui, a quien poco antes había nombrado como su agente literaria y biógrafa autorizada. Desde ese momento, la investigadora se dio a la tarea de rescatarlos, pues se encontraban dispersos en sus libretas, e incluso en bolsas de plástico, manchados por orines de gato. Varios años después, en 2016, se celebró el centenario del nacimiento de la escritora y, para conmemorar esta ocasión, Rosas Lopátegui dio a conocer la primera edición del libro Cristales de tiempo. Poemas inéditos, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ésa fue la primera vez que el lector tuvo la oportunidad de acercarse a la poesía desconocida de Garro. Desde entonces este libro ha tenido múltiples transformaciones: en el mismo 2016 apareció también otra edición del poemario en un bello volumen de pasta dura, publicado en Albuquerque, Nuevo México, por el propio sello de la editora, Rosas Lopátegui Publishing. Dos años más adelante, en 2018, se reeditó en Cáceres, España, por la editorial La Moderna, con una portada en la que un gato se asoma a la ventana y que nos remite al universo de la autora. Después vendrían otras dos ediciones aumentadas en 2023 y 2024 en esta misma editorial. También en 2024, Rosas Lopátegui entrega una nueva edición enriquecida de la poesía de Elena Garro, pero esta vez bajo el nombre de A mi sustituta en el tiempo y publicada por la editorial Gedisa.
En este libro la editora establece un sistema de vasos comunicantes con sus dos libros publicados anteriormente por Gedisa: Diálogos con Elena Garro. 2 volúmenes (2020) y Elena Garro sin censura. Obra inédita (2023). Con este último, desde su misma portada, en la que aparece Elena Garro, como lo explica Rosas Lopátegui en su texto inicial “Al lector”: “…con el vestido de Christian Dior en amarillo, en alusión a los tonos dorados del volumen (…) y, desde luego, a su personaje La Mujer Vestida de Amarillo de su obra El cono de tinieblas”. Por otra parte, el poema “Vamos unidas” también tiene una relación intratextual con esta obra de teatro, a partir del personaje de la tortuga que aparece en ambos textos. Éste cobra una dimensión distinta para el lector que ha leído esta estremecedora obra teatral, pues Garro se basó en Josefina Lozano, madre de Octavio Paz y suegra de la escritora, para escribir este personaje.
En otros momentos del libro la editora establece diferentes tipos de relaciones con las publicaciones antes mencionadas. Este juego de reflejos entre las diferentes obras de Garro es hecha evidente por la investigadora, quien conoce como nadie sus intersticios más recónditos de la obra garriana, lo que le permite utilizar el título del poema más antiguo que se incluye en el libro, escrito en 1947 en París, para titular esta edición “A mi sustituta en el tiempo” y así relacionarlo también con el relato “El Festín de Helena”, que comparte con el poema que da nombre al presente volumen, la anécdota de una “vivencia parisina” sucedida a la escritora: durante un paseo en bicicleta encontró a una vagabunda de nombre Helena, a la que llevó a su casa, vistió y alimentó, todo esto ante el repudio y desprecio de su entonces esposo el poeta Octavio Paz. En ambos textos, como lo apunta atinadamente Rosas Lopátegui en otro momento del texto “Al lector”, con el que abre este libro: “Garro reflexiona sobre el mundo materialista y deshumanizado en contraste con la imaginación, la bondad y la compasión”.
A partir de la información recabada en sus libros anteriores sobre Elena Garro, publicados por editorial Gedisa, la editora amplía las notas biográficas de las ediciones anteriores, con información, por ejemplo, tomada de la correspondencia de la escritora con su amigo, el escritor argentino José Bianco, sobre el génesis y periplo temporal e internacional que sufrió la novela Los recuerdos del porvenir, antes de ser publicada. De esta manera, la investigadora entrelaza vida y obra de Elena Garro para que el lector pueda comprender las dificultades que tuvo que atravesar su manuscrito a lo largo de años entre Suiza, Nueva York, París y México, en un entramado que en sí mismo parece provenir de una novela. En otro caso, en la nota al poema “Mi tío Boni”, dialoga con el connotado crítico literario Joseph Sommers, a partir de una entrevista realizada por este a Elena Garro.
Rosas Lopátegui también recurre a otras publicaciones relacionadas con la escritora para enriquecer su trabajo. Siempre atenta y al tanto de todo lo nuevo que aparece en nuestro medio literario sobre Elena Garro, amplía la nota al poema “Diálogo con un asesino”, dedicado al ‘Gato’ Gurrola, con una referencia al libro Relatos recobrados de Elena Garro, publicado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Ediciones del Lirio, apenas en 2023. Lopátegui explica, a partir del texto titulado “Nunca mates a nadie, siempre hay dos ojos que te ven”, publicado en ese volumen, que el gato Gurrola que aparece en el poema fue ficcionalizado como el gato Gaxiola en este cuento.
En lo que respecta al poema “Ensueño”, éste es contextualizado al explicar el vínculo de la escritora con el cineasta Archibaldo Burns, a partir de su activismo conjunto en apoyo a los campesinos de Ahuatepec, Morelos, que luchaban por sus tierras. Lopátegui utiliza la crónica de Burns titulada “Xochicalco y circunvalación”, incluida en su libro El cuerpo y el delito, para hacer notar que el escritor concluye ese texto con un fragmento del poema de Garro. También explica que en ella habla de los asesinatos de los líderes campesinos Rubén Jaramillo y Enedino Montiel Barona. Este último aparece asimismo ficcionalizado por la narradora en su novela Los recuerdos del porvenir. La relación entre ambos artistas se estableció por aquellos años en el plano creativo cuando el director adaptó para la pantalla dos obras de Garro, “Perfecto luna” (1959) y “El árbol”, bajo el título Juego de mentiras (1967), película que resultó ser “una distorsión de la pieza de Garro”, a decir de Rosas Lopátegui. Sobre la colaboración entre Garro y Burns y la similitud que encuentra entre sus textos la investigadora concluye: “Sabemos que la escritora era muy generosa con sus ideas y que solía ayudar a más de uno a redactar, incluso a escribirles sus textos”.
Entre los materiales con que la editora enriqueció esta edición encontramos el “Prólogo”: “Hace cien años nació la reina más pobre” de María Luisa Mendoza, quien escribió este texto para celebrar el centenario de Garro y en ocasión de la aparición de su libro de poemas póstumo. En él habla de diversos temas relacionados con la poeta, que van desde la ficcionalización y la poetización de su infancia, pasando por su cercanía con los desposeídos, los animales y los campesinos; su estrecha relación tanto con sus hermanas como con su hija, y llegan hasta su soledad, su “debacle final” y la lucha de Rosas Lopátegui por estudiar su obra. Además, la China Mendoza infiere que el desdén de la familia Paz y el encierro que sufrió en la casa de este clan cortaron de tajo la vida infantil y de juegos que Garro llevaba y eso la hizo acercarse más a la literatura y convertirla en su refugio.
Otros textos con que se enriquece este volumen de la poesía de Elena Garro son los que están contenidos en el “Apéndice” y que pertenecen a la correspondencia inédita de la escritora, extraída de los Elena Garro Papers, resguardados por la Manuscript division, Department of Special Collections, de la Princeton University Library.
En las dos cartas que están dirigidas a Helena Paz Garro, su madre utiliza el poder imaginativo y evocativo que la caracteriza para explicar a su hija, entonces niña, la forma en que funciona el metro en Nueva York e inventa para ella una historia fantástica en la que el presidente de Estados Unidos, “Uncle Sam”, le dice a Elena Garro que hará demasiado calor en la ciudad, para justificar la razón por la cual la menor no podría viajar con sus padres a Estados Unidos, cuando, en realidad, su padre no la quería ahí, pues la consideraba un obstáculo para el libre desarrollo de sus actividades intelectuales. Por otra parte, en las postales dirigidas a su hija puede notarse la tristeza de la madre que la extraña, después de varios meses de separación.
En la carta a su padre, José Antonio Garro Melendreras, Elena demuestra el amor y la reverencia que siempre le profesó y que la llevó a convertirlo en un personaje entrañable de su novela Los recuerdos del porvenir y del poema “Las hijas del rey pobre”. Un hombre no pragmático, encantado por la magia, la teosofía y la literatura.
Mientras que en la correspondencia con su hermana Deva Garro —dos cartas de Deva y una de Elena—, las hermanas se expresan lo mucho que se extrañan y cuánto desean verse después de la larga ausencia de Elena de México, generada por los infortunados eventos del 2 de octubre de 1968. Deva se duele al saber a su hermana sin comida ni dinero y trata de ayudarla. También demuestran la enorme curiosidad intelectual que unía a ambas, cuando las leemos conversar acerca de sus lecturas recientes sobre los asuntos más variados, desde lo que sucede a las personas después de la muerte hasta uno de los temas que más interesaba a Elena en ese tiempo y sobre el que escribió un enorme ensayo: el asesinato de la familia imperial rusa. Además, Deva refiere a Elena un texto escrito por Rafael Solana en el que éste considera a Elena Garro merecedora del Premio Nobel y dice que espera su regreso a México. En ese texto —también incluido en esta sección—, tomado de su publicación original en el periódico El Universal en 1989, el crítico elogia la frescura y la poesía que contiene la obra de Elena Garro y, en particular, el libro La semana de colores. No regatea el mérito y la calidad de la producción garreana, aunque dice que es una émula de Juan Rulfo, cuando la obra de ambos escritores es muy distinta.
Dos misivas de Elena Garro a Octavio Paz cierran este apéndice, ambas pertenecen a los últimos años de vida de los escritores y resumen el tipo de relación que llevaron durante décadas, permeada por complicaciones en la salud de su hija, lo que provocaba las penurias económicas de las dos Elenas, que se veían obligadas prácticamente a mendigar del laureado poeta una ayuda que parecía nunca llegar.
La nueva publicación de los poemas de Elena Garro en editorial Gedisa se complementa con la inclusión de imágenes de páginas originales, manuscritas, de su correspondencia, además de una serie de fotografías que ilustran estados anímicos de la autora y a personajes relacionados con ella. Con la inclusión de estos materiales se redondea este volumen, que ofrece una experiencia integral de lectura de la poesía de Elena Garro.

La poesía de Elena Garro.

II
Sin estos poemas faltaría una pieza clave para completar el complejo rompecabezas
que se forma entre la obra literaria y la biografía de la escritora. El poema más antiguo incluido en este libro es de 1947, mientras que el más actual fue uno de los descubrimientos más recientes de Rosas Lopátegui, el poema titulado “La joven sentada”, publicado por primera vez en la edición de 2023 del libro Cristales de tiempo. Lopátegui explica la manera en que llevó a cabo este hallazgo y cómo tiene que ver con el tipo de cuadernos en los que escribía Garro; este dato sirve a la investigadora para saber en qué momento fue escrito el poema y asi ubicarlo en París en 1986.
Se trata de una poesía en que la poeta hace catarsis, a través de una exploración muy personal de sus vivencias, expresadas de manera directa, con claridad, sencillez, transparencia y limpidez.
En su estudio preliminar, Rosas Lopátegui utiliza El alma romántica y el sueño de Albert Beguin como el marco a través del cual vincula la poesía de Elena Garro con la de los poetas del romanticismo alemán, su principal influencia y uno de los momentos más altos de la literatura universal, por medio de temas como la astrología, la magia y la imaginación, entre otros.
Este libro se presenta bajo la forma de un pentaedro, dispuesto así por la editora; cada una de sus caras muestra un aspecto distinto de su autora, cada una de sus fases se va entregando al lector a medida que avanza en su lectura. Sus partes responden a las diferentes facetas de la vida intensa de la escritora, que, dispuestas de una forma cronológica, muestran diferentes momentos en la biografía de la poeta.
Así, la primera de estas caras corresponde a “La infancia en la memoria” y se refiere a los primeros años de su vida. Es quizá la parte del libro en la que podemos encontrar una mayor presencia de temas románticos como lo onírico y la infancia entendida como paraíso perdido, como un estado ideal de libertad y juegos infantiles. En esta faz del libro la escritora recrea el mundo idílico de su infancia, vivida en Iguala, Guerrero, en el que su padre la introdujo a ella y a su hermana en el universo maravilloso de la literatura y sus personajes. El sueño tiene mucho que ver con la poesía de Elena Garro, este aspecto de su obra le permite crear un medio para comunicarse con personas queridas de su familia, como en el poema “A Deva”:

Tu mano me dejó una flor
que busco entre las sábanas,
un pájaro, un talismán.
Lo tengo firme
Abro la mano, la mía
sólo mi palma sola
[…] interrumpimos el juego
cuando un pájaro iba a salir de entre tus labios
y me despierto
porque éste es el juego de los encantados.

Muchos de estos poemas, además, son elegías dedicadas a sus familiares y amigos más cercanos. Elena Garro, para quien el soñar es un despertar al mundo del sueño, así como una puerta abierta para convivir con los muertos, de traerlos a ese territorio entre la vida y la muerte en el que vuelven a existir a través de la poesía que sirve de vehículo para recuperar a las personas a través de las palabras y hacerlas presentes. Su padre, hermana, tío. La poeta accede por medio del sueño al tiempo de la infancia, las personas que están detenidas en el pasado de la poeta reviven, y aunque ella es una adulta, su hermana y su madre siguen teniendo la misma edad que cuando era niña, y así es como interactúa con ellos, como si todos, incluida ella misma, hubieran salido de un relato imaginario en el que los miembros de su familia son los personajes principales y ella fuera una especie de Alicia que ha crecido y que regresara ya adulta al País de las Maravillas en el que todos los personajes siguen siendo iguales. Ese tipo de extrañeza es el que siente la poeta cuando se encuentra con su hermana y su padre porque, aunque puede interactuar con ellos en el espacio y tiempo del sueño, también siente una íntima tristeza, pues ella ya no puede ser la que era en aquel lugar encantado de la infancia, solamente le queda recordarlo a través del sueño y revivirlo en la poesía.
En la segunda de las caras de este libro, “Horror y angustia en la celda del matrimonio”, la autora se refiere al tiempo de su relación con Octavio Paz. En él hubo momentos difíciles en los que la actitud de su esposo la lleva a transformarlo en sus versos en una especie de Rey Midas, pero con la particularidad de que éste convierte todo lo que toca en hielo: “Todo el año es invierno junto a ti,/ Rey Midas de la nieve”. A pesar de lo amargo que puede resultar el trauma expresado en estos poemas, la autora buscaba presentar el tema de una manera original, en la que no descuidaba lo literario, no hay detrimento de la calidad poética en favor del simple desahogo.
La tercera cara del libro, “A mi sustituta en el tiempo”, nos muestra la faceta de Elena Garro en una relación muy íntima con su hija, con quien comulga en una misma experiencia de indefensión, persecución, hambre y sufrimiento desde que era una niña, como podemos leerlo en los siguientes versos del poema “A Elena Paz”:

Invitación a la presentación en la FIL de Guadalajara.
…mi muerte llegará
y morirá conmigo
esta niña nueva.
Ésta que juega ante mis ojos
sin compartir conmigo al duende
ésta que habita las esquinas del salón
y el espacio que hay abajo de las camas.
Ésta a la que no he enseñado nada.

En esta parte del libro la escritora también da testimonio del ambiente literario en la Ciudad de México de los años cincuenta, como en el poema “Corrido a la Revista Mexicana”, en el que se cuenta con gracia y simpatía la fundación de la Revista Mexicana de Literatura, cuyo director fue Carlos Fuentes:

…año de cincuenta y cinco
treinta de agosto en la tarde
de la imprentita de Arreola
salió la revista padre.

La cuarta parte del libro, titulada “Bioy, tú me diste una tan buena lección que yo ya no puedo enamorarme de nadie, ni siquiera de Bioy”, se refiere a la relación entre Elena Garro y el escritor argentino Adolfo Bioy Casares, autor de La invención de Morel. Ambos estaban casados cuando se conocieron, lo que los obligó a llevar una relación subrepticia. Se trata de un amor hecho más de recuerdo que de realidad, más literario que vivido, de dos escritores que se han escrito hondas y sentidas cartas y poemas. Es la historia de una relación entre personas que apenas se han visto y estado juntos algunas breves temporadas de sus vidas, se ven cada año y esos días son tan especiales que se colocan como efemérides de un calendario personal, expresado en un poema como “Las fechas”:

Llega la fecha llave.
La fecha de tus labios llega en junio,
La llave para abrir la puerta
que conduce al bosque.
La que me lleva a tus palabras

La quinta parte del libro, “La poética del exilio”, nos habla del tiempo que Garro pasó en diferentes países escapando de los políticos mexicanos que la persiguieron y la obligaron a salir del país y a vivir un ambiente angustiante y opresivo en el que se mezclan la ansiedad y la angustia en el contexto del 68, en el que fue incluso secuestrada por Fernando Gutiérrez Barrios:

…contándome mi vida
en desorden, claro,
de atrás para adelante
y de adelante para atrás […]
Ahora no hay ningún orden,
sólo el horror de salir a la calle,
el miedo del timbre del teléfono,
el terror de que llamen a la puerta.

“Vamos unidas” es uno de los poemas más largos del libro; en él, Octavio Paz está personificado como “el Visitante”, apelativo con el que se refería al poeta el padre de Elena Garro, mientras la madre del escritor es personificada como “la Tortuga”. El saber esto hace que la lectura de algunas partes de este poema puedan resultar hasta cierto punto ominosas y grotescas, como en los siguientes versos:

Los ojos de la virgen lloran.
El Visitante la lleva
delante de unas rejas altas.
Después la casa extraña
profunda, oscura,
como el Reino de los Asesinos.
La Tortuga pasea
entre veladoras.
Sobre su concha enorme
las garras de un kimono japonés
y la estela de vaginas
y cadáveres.
Cae la noche siempre.
Las rejas altas
esconden los amores incestuosos.

El hecho de escribir este poema después de muchos años de su divorcio refleja hasta qué punto esa relación y las escenas truculentas que tuvo que presenciar y vivir son dignas del infierno imaginado por Jean Paul Sartre, y se convirtieron en un trauma para ella, por lo que la escritura se convirtió de alguna manera en un exorcismo de aquellas experiencias.
Los poemas cierran con un “Epílogo”, formado por tres composiciones de Helena Paz Garro escritas en homenaje a su madre, como el poema “La Reina del aire” en el que le habla a la poeta:

…recorrías el mundo con la energía
y la desesperación del viento de la Primavera,
derrocando casas sórdidas, haciendo florecer
con la humedad y la lluvia que traen la Primavera
los campos verdes, las flores salvajes,
dejando el polvo ligero,
de las alas de las mariposas
tus escritos.

Se agradece la posibilidad de observar los diferentes momentos de los poemas, que se van haciendo cada vez más sólidos; la poeta sólo usa las palabras necesarias, sometiendo sus materiales a una ardua corrección aunque éstos nunca fueran a ser publicados. Hay un trabajo de síntesis claramente visible, estas versiones no sólo reflejan una intención de ceñirse al sentido de las palabras, sino también una búsqueda de una mayor sugestión en el lector; los versos están escogidos para que se sienta la presencia de ese “otro mundo” que Elena Garro capta y transmite a través de la elección del timbre y el ambiente adecuados. Se trata pues de una poesía de alta calidad que ha sido recobrada gracias a la labor incansable de Patricia Rosas Lopátegui, quien nos entrega en este libro el legado poético de Elena Garro para disfrute de las nuevas generaciones de lectores. ®

Elena Garro. A mi sustituta en el tiempo. Poesía de Elena Garro, Edición, estudio preliminar y notas de Patricia Rosas Lopátegui, Editorial Gedisa, México, 2024.

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Publicado en: FIL, Libros y autores

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