Los sembradores de cannabis del condado de Mendocino, California, operan hoy entre las leyes municipales y estatales que ya les permiten, aunque de manera muy vigilada y restringida, el cultivo y venta de marihuana, y las leyes federales que aún se los prohíben.
Acostumbrados desde hace dos y tres generaciones a la clandestinidad, viven con sus familias alejados física y culturalmente de una sociedad que hasta hace muy poco les impedía gozar de los servicios más básicos. La seguridad, las escuelas para sus hijos, las cuentas bancarias, el pavimento, las líneas telefónicas y el agua y la electricidad de las redes públicas eran un imposible, orillándolos a formar comunas autosustentables y ferozmente contestatarias al margen del mundo. ®