El crítico estadounidense de jazz Francis Davis dijo que escuchar en vivo la música de Sun Ra en ocasiones “equivale” a transportarse a los años sesenta, o incluso décadas antes con puntual parada en el Cotton Club, mítico centro nocturno jazzero que sobrevivió hasta 1933, con destino final al antiguo Egipto o Júpiter.
A sus casi 89 años se asomó Marshall Allen al escenario del Teatro de la Ciudad de México una noche del pasado mayo. Encorvado y con el saxofón en las manos, barba canosa y camisola colorada forrada de lentejuelas, se le vio sereno antes de dar la orden de entrada a los otros trece músicos de la Sun Ra Arkestra, ataviados con sus excéntricos trajes de cabaret bizarro.
Surgida a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, la Arkestra sigue activa y no ha conocido caídas. El viejo Allen es su líder desde 1993, año en que precisamente el gran tecladista y compositor Sun Ra dejó este mundo que vigila no desde el cielo, como bromean los historiadores del jazz, sino desde Saturno (en el 57 fundó Saturn Records para grabar su propio material).
Comenzó el espectáculo, sin más, y al ritmo de la música una bailarina, en momentos específicos también vocalista, aumentó el pulso del concierto, invitando a los presentes a aplaudir o chasquear los dedos con las combinaciones de jazz, funk y swing. Hard bop en estado puro y algunos espontáneos se pararon de sus butacas a bailar y gozar.
Entretenida y contagiosa gracias a sus ritmos, su especialidad fue, como ha sido durante más de medio siglo, llegar al corazón de sus seguidores con un variado catálogo de ritmos, movimientos y colores.
Batería, percusiones, guitarra, bajo y más de media docena de instrumentos de viento componen la Sun Ra And His Astro Intergalactic Infinity Arkestra (como fue llamada alguna vez), en realidad una Big Band en el sentido clásico.
El crítico estadounidense de jazz Francis Davis dijo que escuchar en vivo la música de Sun Ra en ocasiones “equivale” a transportarse a los años sesenta, o incluso décadas antes con puntual parada en el Cotton Club, mítico centro nocturno jazzero que sobrevivió hasta 1933, con destino final al antiguo Egipto o Júpiter, dependiendo los estados de ánimo que provoque la Arkestra.
Batería, percusiones, guitarra, bajo y más de media docena de instrumentos de viento componen la Sun Ra And His Astro Intergalactic Infinity Arkestra (como fue llamada alguna vez), en realidad una Big Band en el sentido clásico.
Empero, muchos de sus sonidos y texturas, y la gran mayoría de sus contenidos líricos, aluden a viajes interestelares. “Love from somebody out space…” se escuchó a coro y “Space is the place” fue una de las canciones más celebradas de la velada, junto a su versión de “Queer Notions”, de Coleman Hawkins (1904-1969). A la par de la invención de algunos instrumentos eléctricos, Sun Ra en sus días hizo sonidos que ya son típicos de los filmes de ciencia ficción.
Sobre el final, algunos miembros de la Akestra marcharon en fila entre los pasillos del teatro, como en un happening carnavalesco, gesto celebrado que confirmó el clímax de una noche tan memorable como un idilio. Doble vanidad, Ra en egipcio significa Sol. Sun Ra disfruta de su Arkestra desde algún punto del Sistema Solar. ®