Autoritarismo fracasado

Lo que es y no es la Venezuela de Maduro

Venezuela tiene un régimen autoritario en el sentido de un autoritarismo electoral con ejecutivo dictatorial y enclaves democráticos. Una cuasidictadura, se podría decir. En esos dos sentidos se puede llamar dictador a Maduro. Esta definición puede cambiar en función de lo que termine sucediendo después del conflicto electoral vigente.

El dictador Maduro. Ilustración de Maduradas.com

Un fracaso antidemocrático.

Eso es lo que preside la bestia política de nombre Nicolás Maduro. Un fracaso general que va no sólo contra la economía social sino contra la democracia toda.

Es, objetivamente, un fracaso socioeconómico. Ejemplos de evidencia:

—Casi el 100% de las exportaciones venezolanas son de petróleo. El problema industrial es descomunal.

—La caída histórica del PIB es de 75%. Es decir, hoy es una cuarta parte de lo que alguna vez fue.

—Las “nacionalizaciones” (expropiaciones) chavistas fueron centenares (más de mil) y generalmente caprichosas e ineficaces. Eso no significa que toda propiedad pública es mala (o que toda privatización es buena) sino que lo decidido e iniciado por Hugo Chávez fue equivocado por desmesurado, entre otros adjetivos. Esto incluye estatizar empresas que funcionaban legítimamente y de buena manera y dejaron de hacerlo, así como estatizar empresas que funcionaban mal y que crearon innecesariamente más problemas de gestión al Estado.

—Eso tampoco significa que haya desaparecido todo capitalismo. [El capitalismo “definido” como lo hace la derecha pseudoliberal a la Milei es capitalismo irreal y utópico].

La Venezuela chavista y “madura” es una de las varias formas posibles de mezclar estatismo y capitalismo, y una muy mala por sus resultados. No solamente: al día de hoy el gobierno de Maduro ha tenido que impulsar un capitalismo informal de microempresas y uno de consumo para lo que queda de las clases altas, unión de los restos de los viejos ricos y de los nuevos ricos. Además, la actual Venezuela sigue siendo un país tremendamente desigual, bajo peores condiciones generales.

—Existen alrededor de siete millones de venezolanos fuera de Venezuela, venezolanos expulsados desde todas las clases, que tuvieron que abandonar su país.

Maduro es un presidente dictatorial pero no es enteramente preciso decir que el régimen nacional es del todo y típicamente una dictadura. La oposición ha ganado y ocupado algunos gobiernos locales durante todo el chavismo —durante sus dos grandes etapas— y ha desistido del juego electoral en ocasiones…

Después de todo, nada sirvió duraderamente en ningún sentido a la mayoría socioeconómica. En eso terminó la “Revolución Bolivariana”.

Por el lado estrictamente político, no hay duda de que Venezuela no es un régimen democrático. Pero, exactamente, ¿qué es? Aquí se complican las cosas.

¿Una dictadura sin más? ¿O una dictadura más en una supuesta tradición latinoamericana? Maduro es un presidente dictatorial pero no es enteramente preciso decir que el régimen nacional es del todo y típicamente una dictadura. La oposición ha ganado y ocupado algunos gobiernos locales durante todo el chavismo —durante sus dos grandes etapas— y ha desistido del juego electoral en ocasiones, pero en otras ha maximizado su esfuerzo en y hacia una competencia dispareja con el partido oficial. ¿No es eso, entonces, una democracia? No: hay elecciones pero no son democráticas sino más o menos competitivas —a veces más, como este año— gracias al constante conflicto social e independientemente de las instituciones electorales formales, cargadas a favor del chavismo. Ahondaremos en esos puntos pero antes digamos algo sobre “la conexión mexicana”…

Una de las piezas dentro de ese sistema electoral legal es el Consejo Nacional Electoral, dirigido por Elvis Amoroso, funcionario del gobierno de Maduro. Este dato está llevando a muchos comentaristas a decir que “la cuarta transformación” es chavista. La necedad… Y de nueva cuenta el desconocimiento histórico, enfermedad de la opinión pública y publicada. “La cuarta”, es decir, AMLO es priista: sigue al priismo clásico o hegemónico, no imita a Chávez, y el chavismo en todo caso se parece al priismo histórico, que no tenía INE–IFE (cosa que parecen olvidar constantemente aquellos comentaristas y los obradoristas). En el priato existía una Comisión Federal Electoral, otra CFE, dependiente de la Secretaría de Gobernación, por tanto dependiente del presidente de México, quien era el presidente de facto del partido hegemónico. Pero ese dato se conecta con otro, más claro pero más desconocido: antes de esa CFE existió una Comisión Federal de Vigilancia Electoral, establecida por la Ley Electoral federal de 1946, que no sólo era presidida por el secretario de Gobernación sino en la que participaban —por ley— otro miembro del gabinete presidencial y legisladores priistas. El Consejo Nacional Electoral chavista–madurista no es una innovación, no es algo que era inédito y ahora quieren amigos del chavismo como AMLO. El control autoritario electoral que representa ese Consejo es una variante del control autoritario electoral de muchos casos anteriores, como el del PRI. El problema político y la verdadera conexión es el autoritarismo, más allá de ideologías y retóricas. ¿1946 está después de 2024? ¿El PRI imitó al chavismo? ¿Los Bartlett son posteriores a Chávez y Maduro?

El Consejo Nacional Electoral chavista–madurista no es una innovación, no es algo que era inédito y ahora quieren amigos del chavismo como AMLO. El control autoritario electoral que representa ese Consejo es una variante del control autoritario electoral de muchos casos anteriores, como el del PRI.

Volviendo a la Venezuela actual, según José Natanson es un “autoritarismo caótico”. Para mí es, básicamente, un tipo de autoritarismo competitivo. Ni democracia ni dictadura completa y “normal”. No es una dictadura típica —o típica en Latinoamérica—, pues la cabeza era militar con Chávez pero no con Maduro y existen procesos electorales; tampoco es una dictadura a la Porfirio Díaz, tipo en que sí había elecciones. En el régimen venezolano también hay elecciones pero no un dictador equivalente/idéntico a Díaz. ¿Las elecciones son democráticas? No. Es lo que no entiende el charlatán Diego Ruzzarin… Las elecciones no son sin más lo que hace a la democracia, las elecciones democráticas son las que hacen a la democracia (y ésta hace por lo menos elecciones, esas elecciones). Así, aunque haya elecciones en Venezuela no hay democracia. Y quien ejerce el poder ejecutivo central es personalmente autoritario e institucionalmente tiene poderes autoritarios, en grado dictatorial en muchas áreas y muchos asuntos. Se puede concluir que ese régimen está relacionado con lo dictatorial.

Precisando más, el venezolano es un régimen autoritario en el sentido de un autoritarismo electoral con ejecutivo dictatorial y enclaves democráticos. Una cuasidictadura, se podría decir. En esos dos sentidos se puede llamar dictador a Maduro. Esta definición puede cambiar en función de lo que termine sucediendo después del conflicto electoral vigente. Está por verse…

Para finalizar, se puede llamar autoritario o idiota a quien defiende a Maduro. Es una vergüenza, pero esperable, que un autoritario priista neoliberalizado y grillo farsante como AMLO no se oponga a Maduro. Los demócratas, por el contrario, deben oponerse a todos y criticar a todos los autoritarios.

Postscriptum 

Charles Wright Mills, heterodoxo en la sociología y la izquierda, escribió que “cuando las organizaciones o las naciones traicionan los valores de la gente libre, la gente libre les retira su lealtad”. Gente libre: las personas de pensamiento independiente y crítico que no se asumen como parte de ningún rebaño. Gente que no es como El Fisgón, por poner un ejemplo muy claro. A la Venezuela chavista debieron retirarle su lealtad hace mucho tiempo. No ser leal a esa Venezuela no significa necesariamente ser de derecha. Sería estar en la izquierda democrática —y puede ser, en otros casos, estar en la derecha pero democrática.

Ese Goebbels “de cuarta”, el señor Rafael Barajas, tendrá que llamar fascista a Jon Lee Anderson, ya que Anderson está criticando a Maduro y elogiando a Gabriel Boric. El presidente de Chile, por cierto, es de izquierda, y sigue siéndolo al criticar a su no–homólogo venezolano; es de izquierda democrática. La izquierda que critica a dictadores como Pinochet y Videla y a autoritarios como Milei pero también a dictadores como Fidel Castro y a autoritarios como los chavistas. Su equivalente en la derecha no es toda la derecha: no es cierto que toda la derecha sea democrática, liberal y antiautoritaria. Ahí están, los vemos ahora mismo, quienes son implacables con Maduro pero también “justifican” las dictaduras de Pinochet y Videla, los que creen que Milei es un faro de la libertad e ignoran que el histérico argentino atacó al Congreso al estilo AMLO para recibir facultades extraordinarias como las que recibió Chávez en el año 2000 para legislar sin intervención del Congreso, la “ley habilitante”, parecida a la de Hitler en 1933, “ley habilitante” dentro del formalismo nazi llamada “Ley para el Remedio de las Necesidades del Pueblo”. Contenidos distintos pero mecanismo igualmente autoritario: una ley arrancada al Congreso por el presidente para que por sus propios intereses el poder Ejecutivo sea transformado en poder Legislativo, y éste deje de estar en el Congreso, por un periodo corto o largo. Eso quiso e intentó Milei, obteniendo menos de lo que buscaba; eso quiso y tuvo Chávez por un tiempo; eso quiso y tuvo Hitler. Eso hay que criticarlo, venga de la izquierda o de la derecha. La mejora social exige ser de izquierda democrática o derecha democrática. La derecha puede ser democrática, debe serlo —claro, desde la perspectiva democrática—, y es la que critica a dictadores como Fidel y a autoritarios como los chavistas, pero también a dictadores como Pinochet y Videla y a autoritarios como Milei. Lo demás es basura incongruente, gemela de sus enemigos. ®

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Publicado en: Política y sociedad

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