Girls retrata a una generación de manera parcial, pero la existencia de este programa es importante, pues la presencia femenina dentro de las comedias en el cine y la televisión estadounidenses continúa siendo secundaria.
Girls es el nuevo programa de Lena Dunham, la precoz veinteañera cuyo primer largometraje, Tiny Furniture, atrajo la atención del director y productor cómico estadounidense más influyente de los últimos años, Judd Apatow. HBO acaba de transmitir la primera temporada de la serie, la cual narra las peripecias de cuatro amigas recién salidas de la universidad que viven en Brooklyn. El referente obligado, por supuesto, es Sex and the City.
Mientras que Sex and the City idealizó la vida de cuatro mujeres solteras radicadas en Manhattan a través de su incansable consumo de artículos de lujo y de sus aventuras románticas y sexuales, Girls nos muestra a chicas que apenas empiezan a establecer su propia identidad. Esto explica que variantes de la frase “Trying to become who I am” (Estoy tratando de convertirme en quien soy) sean pronunciadas por varios personajes a lo largo de la temporada. Aunque ambas series se basan en la estrecha amistad entre un grupo de mujeres y los contratiempos que enfrentan, Dunham retrata a su generación de manera mucho más ácida, revelando así sus debilidades sin caer en la crueldad.
El mundo de Girls es el mundo de la clase media alta liberal estadounidense: universidades privadas, padres que aún las mantienen, interés por la cultura. Dunham y varias de las actrices que aparecen en la serie crecieron en Nueva York, pero los personajes que interpretan son del interior del país, fueron a universidades lejos de sus hogares y se mudaron a la Gran Manzana para desarrollarse profesionalmente, trayecto que se ha convertido en un estereotipo propio de este sector social. Así, Dunham nos muestra los embrollos en los cuales se meten las cuatro amigas, registrando cómo maduran o retroceden y burlándose de sí mismas y de los cientos de chicos que emigran a Nueva York al terminar la universidad.
El primer episodio nos presenta a Hannah (Dunham) en el momento en el que sus padres le informan que debe buscar un trabajo redituable, pues le quitarán la mensualidad que le permite dedicarse a escribir sus memorias. (¿Hay acaso algo más ridículo que una veinteañera que se dedica a escribir sus memorias?) Su amiga Marnie trabaja en una galería de arte y está harta de su novio. Jessa es una enigmática inglesa que viaja por el mundo coleccionando novios y trabajando como niñera, mientras que su prima Shoshanna es estudiante. Esta última es la más ingenua.
El primer episodio establece la cercanía de Hannah con Marnie y con un chico con el cual mantiene una relación informal, Adam, un actor/carpintero que vive cerca de ella. La relación entre los dos parece ser preponderantemente física y dominada por él, pues nadie más lo conoce y sólo se ven en su departamento. Aun así, Adam no es un villano, y la serie se enfoca en narrar las razones por las cuales Hannah se conforma con este tipo de interacción. Eventualmente, Girls muestra más facetas de la personalidad de este “amigo con derechos”, retratándolo como un individuo igual de complejo y confundido que Hannah y sus amigas.
Las escenas íntimas entre Hannah y Adam son algunas de las más interesantes de la serie, pues Hannah no es una belleza; es chaparrita y tiene senos pequeños. Sin embargo, Dunham presenta a este personaje de manera natural, comiendo, bañándose y con el chico con el cual sale, rompiendo así con los estrictos estándares de belleza del mundo del espectáculo. El hecho de que se transmite en HBO, un canal de cable, explica esto, pues las chicas pasadas de peso no suelen ser contratadas para papeles protagónicos en canales menos enfocados hacia la creación de series televisivas inteligentes.
A pesar de su éxito, Girls ha tenido una recepción ambigua. Las críticas se centran en Dunham misma, en el reparto y en la representación de Brooklyn. A Dunham se le acusa de haber atraído la atención de Apatow gracias al nepotismo, pues sus padres son artistas contemporáneos famosos: Carroll Dunham y Laurie Simmons. (Aun así es difícil afirmar qué influencia puedan tener estas dos figuras dentro de la industria del entretenimiento masivo estadounidense.) Obviamente, Dunham estudió en una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, Oberlin College, un pequeño instituto en Ohio conocido por su rigor académico, postura liberal y por la calidad de sus facultades humanísticas y de su conservatorio. Además, Tiny Furniture fue financiada por amigos de sus papás, los cuales recuperaron su inversión. En otras palabras, este tipo de críticas muestran un rencor hacia Dunham por haber logrado tanto en tan poco tiempo.
Las críticas en contra de Dunham también se extienden hacia las actrices que contrató. Marnie es interpretada por Allison Williams, hija de uno de los conductores de noticias más famosos de Estados Unidos, Brian Williams. Apatow es un amigo de su familia. Jemima Kirke es Jessa, y en la vida real su padre es baterista de Bad Company. Su mamá tiene una boutique vintage, la cual proporcionó algunas de las prendas que aparecieron en Sex and the City. Kirke también es pintora. La última chica, Zosia, es hija nada más y nada menos que del dramaturgo y guionista David Mamet. Su abuelo materno escribió el libreto teatral para La novicia rebelde y tiene un papel recurrente en Mad Men. Es posible que estas chicas sólo hayan sido consideradas gracias a sus contactos, pero hay casos mucho más escandalosos de nepotismo en Hollywood y el talento interpretativo de las cuatro es innegable.
Además, Girls es un programa muy entretenido y revelador que presenta a un sector social tal y como es: niñotes confundidos y mimados que tal vez seguirán siendo igual de ridículos al cumplir los treinta años. ¿Se reconocen?
La última crítica es más acertada. Se ha escrito mucho acerca de la versión homogénea de Nueva York que Girls presenta, pues se trata de una serie sobre cuatro chicas de clase media alta con ascendencia judía o anglosajona. En pleno 2012 esto resulta ser un tanto irreal, especialmente si se considera que Brooklyn es uno de los lugares con más extranjeros y minorías étnicas de Estados Unidos y que las chicas son curiosas y liberales.
Dunham se defendió al alegar que ésta era su realidad, lo cual puede ser cierto, pero no la excusa. Otros han tratado de defender la serie al decir que al tratarse de una parodia expone el hecho de que los intereses multiculturales de los chicos liberales estadounidenses no son una manera real de afrontar los problemas raciales de este país. La ausencia de actrices de otras razas alude a problemas aún no solucionados y a la homogeneidad de las clases acomodadas, las cuales están repletas de chicas dedicadas a escribir y a trabajar en galerías de arte a cambio de sueldos minúsculos mientras deciden que van a hacer con su vida y gastan el dinero de sus padres.
A pesar de aparentar ser un nuevo Sex and the City, tal vez sea más pertinente comparar a las cuatro protagonistas de Girls con los personajes de Seinfeld. Jerry, Elaine, George y Kramer son los tíos solterones de estas “niñas”, personas relativamente exitosas y aparentemente simpáticas e interesantes que poco a poco revelan sus debilidades, mezquindad y tendencia hacia la autodestrucción. Obviamente, esta última serie fue más satírica y creó personajes caricaturescos (además de que Jerry no es tan complejo como Hannah), pero tenía el mismo enfoque de Girls, el de retratar el egoísmo y los defectos de individuos sin gran capacidad para la introspección. Las chicas de Girls son aún jóvenes y parecen ser un poco más conscientes, pero no sería difícil imaginarlas rondando los cuarenta y cometiendo los mismos errores.
Girls retrata a una generación de manera parcial, pero la existencia de este programa es importante, pues la presencia femenina dentro de las comedias en el cine y la televisión estadounidenses continúa siendo secundaria. Es posible que Apatow haya decidido apoyar a Dunham después de haber sido criticado duramente por enfocarse en mostrar al hombre promedio de ese país como un niñote que debe ser empujado hacia la madurez por su aburrida y neurótica pareja. Por ende, es agradable constatar que a las chicas de Girls se les permite divertirse y cometer pendejadas; no son novias histéricas que ayudan a los protagonistas masculinos, sino individuos reales cuyos problemas son divertidos, estúpidos y centrales para la trama. En otras palabras, Dunham es capaz de concebir a las chicas estadounidenses como individuos autónomos y complejos, sin caer en los clichés propios de las comedias románticas.
Afortunadamente, Girls ha sido renovada para una segunda temporada y parece ser sólo el inicio de la prometedora trayectoria de Dunham. Aunque retrata a un estrato privilegiado ha recibido demasiadas críticas, tal vez por la juventud de su creadora y por el género al cual pertenece. Dunham ha osado no sólo invadir el club de Toby de los productores más famosos de televisión, sino que también aparece como protagonista dentro una cultura de masas que no admite la existencia de heroínas con rasgos promedio y cuerpos redondos. Por lo demás, ¿si no se les permite a la chicas blancas y ricas contar sus historias, que nos dice esto acerca de la sociedad de Estados Unidos? ¿Acaso sólo los hombres de ascendencia anglosajona tienen derecho a contar sus historias?
Girls es un programa dedicado a una clase social privilegiada y difícil de penetrar, y fue desarrollado quizá gracias al nepotismo, pero estas críticas pueden extenderse a muchos otros programas de televisión. Al ver el desarrollo del programa, sin embargo, el talento de Dunham como directora, productora, guionista y actriz queda en evidencia. Sería difícil afirmar que bastarían palancas para que un programa sin audiencia y falto de calidad fuera renovado para una segunda temporada. Además, Girls es un programa muy entretenido y revelador que presenta a un sector social tal y como es: niñotes confundidos y mimados que tal vez seguirán siendo igual de ridículos al cumplir los treinta años. ¿Se reconocen? ®