Cuando pude tocar tierra me vi sola, pegada al mar, solamente el desierto me sostenía. Ahora vivo el azoro del viaje con la brújula rota. Aquí, sólo es posible atisbar en la cara oscura de la luna con sus mares hechos de roca volcánica y no de agua. Todo lo que vemos o imaginamos es un sueño dentro de un sueño.
Marqué el horizonte con una tiza negra. Una tormenta de Leónidas me hizo perder el deseo de volver. Cuando pude tocar tierra me vi sola, pegada al mar, solamente el desierto me sostenía. Ahora vivo el azoro del viaje con la brújula rota. Aquí, sólo es posible atisbar en la cara oscura de la luna con sus mares hechos de roca volcánica y no de agua. Todo lo que vemos o imaginamos es un sueño dentro de un sueño. La península es el ancla de la Tierra, aseguran ellos y ellas que buscan fascinados trilobites ciegos enterrados en el fango. El hombre dijo: Si debo entrar en la soledad ya estoy solo. Si la sed va a abrasarme, que ya me abrase. Ésta es otra parábola. Nadie en la tierra tiene el valor de ser aquel hombre.
En Cierta soledad desierta los escenarios están localizados en la cintura de la península de Baja California, México. Los personajes son mi familia, amigas y yo misma.
Las citas en cursiva pertenecen a Edgar Allan Poe, Antonio Ortega y Jorge Luis Borges. ®