Cosmo Epiphany habla de la cultura de la insatisfacción implantada por los medios. Del querer ser, de la aspiración a convertirnos en alguien más a través de la acumulación. En este caso, del prestigio, del glamour y de la sofisticación reunidos en torno a la figura de David Bowie y del coleccionismo del arte.
Javier Pulido (Azcapotzalco, México, 1980) es un artista visual cuya práctica abarca soportes como la pintura, el video, la instalación, la escultura y la acción. Sus obras han sido expuestas en Ex Teresa Arte Actual, el Centro de Arte Bernardo Quintana Arrioja, el Museo de Arte de Zapopan, el Museo de Arte Carrillo Gil y la Cineteca Nacional. Su exposición más reciente fue en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, en la UNAM. Ésta es una charla sobre su trabajo.
—Cosmo Epiphany, tu muestra en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), es parte de un proyecto más amplio. ¿Nos podrías hablar sobre éste?
—Cosmo Epiphany es uno de los escenarios que conforman EAT Diviness, uno de los momentos dentro de una ficción más amplia. La idea es hacer proyectos autónomos que se justifiquen tanto visual como conceptualmente y que al final se integren en un discurso diverso y profundo. EAT Diviness está estructurado como escenas de una película. Cada proyecto es y será un escenario-set donde se grabaron escenas de esta narración.
—Cuando vi EAT Diviness, en Guadalajara, me pareció que uno de los elementos claves fue la participación del público. Es decir, al ver las fotos de los restos de las carnitas que preparaste esa noche, la basura producida por el público, me di cuenta que la conducta decadente y asquerosa de tu protagonista no era tan lejana a la nuestra. Esto también sucedió con el proyecto que presentaste en el ExTeresa. ¿Cosmo Epiphany funciona de igual manera?
Cuando vi EAT Diviness, en Guadalajara, me pareció que uno de los elementos claves fue la participación del público. Es decir, al ver las fotos de los restos de las carnitas que preparaste esa noche, la basura producida por el público, me di cuenta que la conducta decadente y asquerosa de tu protagonista no era tan lejana a la nuestra.
—Claro, mucho de lo que presento —si no es que todo— tiene el afán de hacer del público un cómplice, de salpicarlo y embarrarlo. Pretende sumergirlo en la obra, una obra en la cual se involucran los cinco sentidos en una suerte de experiencia sinestésica.
”En principio, cada proyecto que conforma EAT Diviness está propuesto como un ambiente en el que el espectador interactúa con las piezas y forma parte de éste. Ahí, por ejemplo, se invitó a los asistentes a degustar carnitas al mismo tiempo que eran rodeados por piezas que aludían a la decadencia y al desenfreno. En el Ex Teresa los asistentes participaron al ponerse máscaras de cerdos y recorrer el espacio.
”Cosmo Epiphany, es, como lo dice su título, un momento de revelación, donde el protagonista de la película recibe un dictado de órdenes superiores, divinas, a través de una experiencia estética. El espectador se convierte en el protagonista del momento de la verdad, de la pieza misma.
—¿Qué es lo que Cosmo Epiphany añade al proyecto? Me refiero específicamente a la (re)creación de estilos y temáticas de artistas como Andy Warhol, Francis Bacon, Chuck Close y hasta Dr. Lakra.
—Como decía al principio, cada proyecto tiene su propio discurso tanto visual como conceptual. Cosmo Epiphany habla de lo que aborda el proyecto EAT Diviness en general; de la cultura de la insatisfacción implantada por los medios. Del querer ser, de la aspiración a convertirnos en alguien más a través de la acumulación. En este caso, del prestigio, del glamour y de la sofisticación reunidos en torno a la figura de David Bowie y del coleccionismo del arte. Habla de la vacuidad en el proceso de selección y de validación del arte a través del coleccionismo, del mercado y de los vicios que provoca la necesidad de pertenecer, de ser cosmopolita.
”Se escogió una lista de artistas o estilos a emular para darle esta sensación de internacionalidad a la colección, de hacerla creíble, pero sobre todo de hacerla deseable, tomando fórmulas de seducción artística comprobadas y explotadas. Al repetir estos modelos también se hace una crítica a todas esas fórmulas que se replican en el mercado del arte, por eso se escogió emular a esta serie de artistas.
—Lo interesante de tu proyecto es que recurre a la pintura al óleo sin caer en los clichés tan socorridos por los pintores rabiosos de este país, como el reciclaje estéril de símbolos nacionales (Daniel Lezama) o la “exploración formal” sin sentido (Bosco Sodi). ¿Por qué sigues pintando y cómo concibes el papel de la pintura dentro del arte contemporáneo? ¿Crees que la pintura todavía pueda participar como un soporte productivo por sí sola?
Se escogió una lista de artistas o estilos a emular para darle esta sensación de internacionalidad a la colección, de hacerla creíble, pero sobre todo de hacerla deseable, tomando fórmulas de seducción artística comprobadas y explotadas. Al repetir estos modelos también se hace una crítica a todas esas fórmulas que se replican en el mercado del arte.
—Todo lo que he hecho hasta la fecha tiene referencias a la pintura. Sigo pintando porque es un oficio arraigado en mí; al ser parte de mí permea directa o indirectamente lo que hago necesaria o innecesariamente.
”Desgraciadamente, la pintura, o al menos gran parte de los representantes contemporáneos de ella en este país, se ha quedado en una burbuja anacrónica y en discursos simplones que por lo general apuntan a un “virtuosismo académico” que lamentablemente (para ellos) ni siquiera dominan.
”Creo que algo de lo más importante, si no es que lo más importante que nos ha brindado la historia del arte, sobre todo la moderna y contemporánea, es la libertad. Sería absurdo e incongruente pensar que tal o cual soporte o proceso es carente de artisticidad a priori. Ya sea un readymade o una pintura clásica, cualquier cosa puede ser arte, estoy convencido de eso. Se puede hacer arte con basura como Gabriel Orozco, pero también se puede recurrir a técnicas pictóricas básicas, como lo hizo Francis Alÿs. Tanto unas como otras son elementos que el artista utiliza como herramientas para ejecutar su obra. El arte, la pertinencia, la contemporaneidad y la relevancia radica en cómo se estructure la obra con esos elementos. En Cosmo Epiphany la pintura es parte de una crítica a la pintura misma; al mismo tiempo, es un ejemplo de su potencia como elemento estético y del poder de seducción de la pieza.
—Estamos viviendo un momento, sobre todo en Europa y Estados Unidos, durante el cuál el arte contemporáneo y el entretenimiento masivo se relacionan más y más. Existen figuras como Kanye West, Lady Gaga y Jay Z, las cuales no sólo van a ferias y se rodean de artistas, sino que hacen referencias al arte moderno y contemporáneo en sus discos y entrevistas. Tu utilización de la figura de David Bowie forma parte de este diálogo. ¿Qué opinas de este fenómeno?
Siempre he tomado esas figuras para partir de lo común hacia otros lugares, hacia otras reflexiones como una función fundamental de las piezas que muestro; independientemente de las referencias culturales que tenga el espectador, incluyo elementos estéticos que lo inviten a recorrer la obra sin que se sienta excluido.
—En Cosmo Epiphany utilizo muy cínicamente la figura de Bowie para conectar con el mainstream, obviamente. Claro que también hay un comentario en cuanto a los valores estéticos y artísticos que nos seducen como sociedad. Como decía, Cosmo Epiphany explota eso, pero no es la primera vez que lo hago. Siempre he tomado esas figuras para partir de lo común hacia otros lugares, hacia otras reflexiones como una función fundamental de las piezas que muestro; independientemente de las referencias culturales que tenga el espectador, incluyo elementos estéticos que lo inviten a recorrer la obra sin que se sienta excluido.
”Para mí, uno de los vicios más desdeñables del arte contemporáneo es la codificación arbitraria de la obra y su discurso, la sobreintelectualización. Me parece que con elementos reconocibles también se puede llegar a reflexiones profundas y que además sean seductoras, disfrutables. Y a cultura pop lo es.
—El arte contemporáneo mainstream, es decir, el que usualmente vemos en museos, galerías y bienales, se ha convertido en un espectáculo regido por los coleccionistas. ¿Cosmo Epiphany se inserta dentro de este juego? ¿Cómo podríamos interpretar a las colecciones privadas de este país bajo esta óptica?
—Una de las vías que explora y pone en evidencia la muestra es la manera en que las colecciones, las fórmulas, la economía y hasta el gusto determinan las formas, el contenido y el rumbo del arte en la actualidad. También considera cómo se han convertido en una acumulación de prestigio y de validación para la clase alta. Cuestiona la vacuidad, arbitrariedad e inestabilidad del canon contemporáneo y el papel “determinante” del coleccionista. Paradójicamente, todo esto se plantea a través de una colección, en un juego seductor y lúdico con el espectador. Cosmo Epiphany ironiza sobre los coleccionistas y las colecciones, del mundo y de este país, por supuesto.
—¿Por qué crees que la escena nacional siga actualmente tan ligada a la estética neoconceptual? Sin duda esto se debe a la fama internacional de Gabriel Orozco y sus secuaces, pero ¿no hay otras razones para explicar esto?
—Me parece que la escena nacional está inmersa casi por completo en el “trance del éxito de Orozco”. Desde finales de los noventa, toda la década pasada y hasta nuestros días, él y la galería Kurimanzutto se han beneficiado de impulsos económicos y políticos. El ser un artista “oficial” también lo ha robustecido mucho. Por consecuencia, emular su “éxito” a través del reciclaje de su estilo es la brecha por la cual es más factible ser “exitoso”. Por ende, el neoconceptualismo es el canon, es la manera que dicta el mercado y por lo tanto la mayoría de los artistas y de las galerías lo emulan, o más bien, lo tratan de emular. En lo personal me parece muy absurdo que un arte que se determina como “conceptual” devalúe el concepto y simplemente repita planteamientos formales que surgieron en los setenta en Europa y Estados Unidos, nada es más vacío. En realidad, no importa la estructura formal, la complejidad o fondo conceptual de la obra, lo que importa es que “se parezca” a lo que vende.
—¿Es coherente exhibir en un museo después de haber creado la página de Kurizambutto? ¿Crees que es aún posible operar dentro de un espacio de divergencia (por no decir resistencia) dado el modo en que la escena nacional (y global) funciona?
—No sé si sea coherente, a mí me parece completamente lógico y congruente. La página de Kurizambutto y lo que denunciaba están presentes en Cosmo Epiphany simple y sencillamente porque es la manera en la que pienso y lo que trato de mostrar del mundo de arte y de la sociedad en general. Como artista, exhibir en el MUAC fue una invitación imposible de rechazar, además de que se me dio absoluta libertad y las herramientas para concretar el proyecto de la mejor manera. El mismo Cuauhtémoc Medina realizó una acción en la inauguración que fue parte de la obra, pues leyó un discurso acerca del coleccionismo. Cosmo Epiphany funciona como un parásito dentro del MUAC, así como lo fue Kurizambutto en las redes sociales.
”Creo y estoy seguro de que hay opciones viables para la realización y difusión de visiones distintas dentro del arte contemporáneo que no comulguen a manera de símiles vacíos y a modo con el discurso oficial y con el mainstream. Sé que es mucho más difícil y lo he padecido, pero es evidente que no es imposible. ®