Cronistas y héroes

No exagerar, no inventar

El único compromiso es el de ceñirse a la verdad, como exigía Umberto Eco a los intelectuales. No exagerar, no inventar. Nada de realismo mágico. La imperiosa, cruel y desconcertante realidad es más que suficiente.

Son buenos cronistas, escriben con un estilo fluido y publican en las revistas más leídas de América Latina; algunos de ellos participaron en el Encuentro Internacional de Periodistas. La crónica es el género que mejor se aparea con el periodismo y la literatura, y además permite incluir en su molde datos duros, apreciaciones subjetivas, estilo narrativo, testimonios y la información imprescindible para enmarcar una historia. Un género proteico, exigente y laborioso. Hablaron de sus experiencias en distintos países y ofrecieron su particular manera de acercarse al tema elegido y a los protagonistas que le dan “rostro y alma”. “Escuchar y caminar”, dijo Wilbert Torre, mexicano que ha trabajado en Estados Unidos con historias de migrantes. Guillermo Osorno, editor de la revista Gatopardo, contó brevemente los orígenes de la crónica en la América del siglo XVI cuando se escriben noticias para informar a España de lo que acontecía en los nuevos dominios. A pesar de su oficio, brotan los lugares comunes del periodista que quiere explicarse “nuestra identidad”, como el chileno Juan Pablo Meneses, o lo “heroico” de la profesión y el constante riesgo de muerte, amén de que todos ellos quieren darle “voz a quienes no la tienen”. Alberto Salcedo, colombiano, se atrevió a calificar el trabajo de su gremio como algo “perverso y desalmado”, pues muchas veces les interesa más la historia que los personajes. Sale Monsiváis a relucir, otro lugar común, sobre todo porque se sabe pero no se dice en voz alta que muchas de sus crónicas son vicarias. Osorno homenajea a Alma Guillermoprieto, autora de piezas ejemplares como Al pie de un volcán te escribo. ¿Por qué no hay mujeres cronistas en este encuentro? En la mesa siguiente sólo participará Marcela Turati, pero ni luces de exponentes magníficas como Leila Guerriero, Cynthia Ramírez o Fernanda Melchor. Salcedo cuenta que le llevó todo un día escribir un simple párrafo de “El pueblo que sobrevivió a una masacre amenizada con gaitas”, el cual leyó y es de veras bueno, pero lo que menos debería importar es si lo hizo en media hora o en un mes. Por lo menos a la pregunta sobre si tienen responsabilidad social respondieron que están lejos de ser mesiánicos, y que el único compromiso es el de ceñirse a la verdad, como exigía Umberto Eco a los intelectuales. No exagerar, no inventar. Nada de realismo mágico. La imperiosa, cruel y desconcertante realidad es más que suficiente. ®

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Publicado en: Diciembre 2011, FIL

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