El objetivo es simple: sumarse al cambio de paradigma, jugar a la resignificación del tiempo y el espacio. Es un hecho, ya no hay más televisión. El modelo que conocemos ha cambiado. Internet nos ha cambiado.
Streaming killed the TVStardom…
(léase con la tonada de “Video killed the radio star”)
Mientras se entretenía viendo un programa de televisión abierta en el hotel donde nos hospedábamos por uno de mis viajes de trabajo, mi hijo de seis años me pidió que le pusiera “pausa” a la transmisión para que él pudiera ir al baño.
La anécdota puede resultar menor, salvo que confirma lo que ya sabemos: la televisión abierta está terminando de agotarse como modelo de entretenimiento y de negocio en el entorno de la infocomunicación.
La petición del chico me sorprendió en un principio, pero después fue tomando su justa medida. Él forma parte de un nuevo público, de usuarios que disponen a su criterio y necesidades del tiempo y el espacio que dedicarán a consumir contenidos audiovisuales de entretenimiento o informativos.
No estamos más —aunque quedan algunos restos— ante una audiencia pasiva que se sujeta semiindiferente ante una barra programática de la que no tiene opción más que recibir lo que se le ofrece… en el horario y lugar que se establece, acotada.
La segunda obviedad es que él prácticamente nunca ha estado expuesto a la televisión abierta. Es decir, es probable que sí, cuando ha estado de visita en casa de alguien más, en realidad lo desconozco.
Lo medible es que desde que tenía un par de años su consumo de entretenimiento en pantalla ha estado abierto a contenidos descargados o vistos vía streaming desde Internet, a través de la conexión a un “televisor” que en realidad ha funcionado siempre como un monitor.
Lo anterior sería simplemente una anécdota para ilustrar un nuevo paradigma, pero que viene muy a modo cuando la British Broadcasting Corporation (BBC) anuncia la creación de “Britflix”, un sistema de flujo de contenidos bajo demanda similar al ya conocido Netflix.
Sobra en este espacio hablar del éxito del modelo de Netflix, que pasó de copiar programas y películas para entregarlas en soporte físico con todos los registros y restricciones legales cumplidas, bajo suscripción, a la transmisión de flujo en línea, lo que conocemos popularmente como streaming, pero, igualmente, bajo demanda.
De acuerdo con una reciente publicación en The Telegraph, la BBC le ha solicitado al Ministerio de Cultura de Inglaterra que le permita iniciar el proyecto en conjunción con ITV, la televisora privada inglesa.
El objetivo es simple: sumarse al cambio de paradigma, jugar a —como dice el especialista en medios digitales audiovisuales argentino Juan R. Mascardi— la resignificación del tiempo y el espacio. Es un hecho, ya no hay más televisión. El modelo que conocemos ha cambiado. Internet nos ha cambiado.
Sobra en este espacio hablar del éxito del modelo de Netflix, que pasó de copiar programas y películas para entregarlas en soporte físico con todos los registros y restricciones legales cumplidas, bajo suscripción, a la transmisión de flujo en línea, lo que conocemos popularmente como streaming, pero, igualmente, bajo demanda.
Ese pequeño que pedía ponerle pausa a un programa de televisión abierta ni siquiera tiene conciencia del modelo de distribución de lo que estaba viendo, y no porque sea incapaz de comprenderlo en sí como producto, sino porque carece de la noción de éste: no está en su pequeño campo de análisis porque no lo ha vivido.
Para él todo lo que disfruta consumir en información y entretenimiento está dispuesto a la libertad y capacidad que tiene para decidir cuándo y cómo.
Si bien es cierto que el producto al que puede tener acceso está y estará acotado de alguna manera a la oferta de los nuevos modelos, es innegable que el abanico de opciones crece mucho más que con la televisión abierta y su sistema tradicional bien delimitado, e incluso el de la televisión de señal restringida, la llamada “de cable”.
Incluso esta última también representa un modelo que está agotándose. Baste como evidencia el hecho de que HBO tiene su propio sistema de streaming bajo demanda también similar al de Netflix.
La decisión de la BBC no puede verse simplemente como uno más que intentará probar el nuevo modelo. Estamos refiriendo una de las cadenas públicas de información y entretenimiento en ¿todavía podemos llamarle “la televisión”?
PD: Albricias por aquellos que hemos visto pasar de la televisión en blanco y negro a los colores, la señal restringida y ahora los contenidos bajo demanda… y que, más que asustarnos, nos maravilla. ®