Entre las muchas tesis que hay sobre la identidad de Banksy tengo la propia: simplemente es un colectivo de artistas liderados por Damien Hirst, y en ocasiones es Damien Hirst mismo. Aquí explico por qué lo creo.
Contrario a lo que se piensa, los representantes más importantes del arte moderno en México y en el mundo, de manera previa a la creación, modificación y posteriormente a la adopción de un estilo propio, un estilo concreto, llámese cubismo, realismo, hiperrealismo, surrealismo o cualquier otro, obligadamente tenían que transitar por el arte figurativo o la representación de figuras, entendiendo éstas como identificables mediante imágenes reconocibles. En resumen, todo aspirante a conquistar el lienzo o el bronce necesariamente tenía que probarse en el dibujo del cuerpo humano y sus distintas posiciones, sus miles, millones de pequeñas y grandes flexiones.
Es muy probable que todos, o casi todos los grandes artistas del siglo XX hayan encontrado inspiración en un modelo humano. ¿Es esto importante? Lo es pues éste es el fundamento del aprendizaje academicista, teniendo en México a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda como su ejemplo más acabado en la enseñanza de las bellas artes, al igual que la School of Visual Arts en Nueva York, la Royal Academy of Arts en Inglaterra o la Academia de Pintura en Madrid.
El arte moderno se negó por muchos años a romper con el academicismo, hasta la violenta irrupción de Andy Warhol en la escena artística y comercial. Cabe recordar algunas grandes citas warholianas, como “la inspiración es la televisión”, “el arte comercial es mucho mejor que el arte por el arte” o “lo más hermoso de Florencia es el restaurante McDonald’s”.
Aunque cínico, Warhol defendía la importancia de lo duradero, o sea, creía en la ruptura con la academia pero impulsaba la idea de lo perdurable en la creación artística. De ahí sus dípticos, pósters, esculturas, pinturas o películas. La mayor crítica a Andy fue haberse “rendido” al consumismo, pero ¿esa supuesta rendición era importante? Sí, porque fue la base de la creación del arte en masa, y no, porque nunca afectó la calidad de lo creado.
Warhol fue un rupturista y desde su muerte hasta fechas actuales el arte ha evolucionado a pasos agigantados…
Rompimientos
A principios de los años noventa irrumpieron en la escena los Young British Artists (YBA), de los cuales el más emblemático es Demian Hirst, creador de The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living: un tiburón tigre de 4.3 metros de largo preservado en una gran vitrina de marco blanco y una solución de formaldehído.
¿Un tiburón tigre flotando en formaldehído es arte? Tal cual lo define la Real Academia de la Lengua Española, sí que lo es…
El arte se define como la manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Sin duda habrá otras definiciones, pero es probable que todas o casi todas den pauta para que un tiburón tigre de 4.3 metros de largo preservado en formaldehído sea considerado arte.
Los YBA no sólo rompieron con la academia sino con el arte moderno y fueron más allá: transitaron al arte efímero, a la manifestación instantánea, a lo intangible. ¿Continúa siendo arte? Claro que sí: efímero no es sinónimo de mala calidad, simplemente es un estado de tiempo, lo que supieron capitalizar con el dramatismo, precios y difusión de sus obras.
Aunque es difícil encasillarlo en un movimiento en particular, casi al mismo tiempo en que nacieron los YBA apareció en escena Banksy, identidad secreta o seudónimo de un prolífico artista callejero británico que adoptó el esténcil y el grafiti como formato de irrupción. Los esténciles, como plantillas que son, permiten masificar una figura cuantas veces se desee; sin embargo, contrario al grafiti, el esténcil permite reproducir con fidelidad la figura en cuestión, un detalle por demás warholiano que imita la perpetuidad en un lienzo ajeno. Con el paso de los años la obra de Banksy ha sido resguardada con finas capas de silicón para preservar algunas figuras. Es muy probable que ello sea un nuevo tipo de curaduría callejera.
Entre las muchas tesis que hay sobre la identidad de Banksy tengo la propia: simplemente es un colectivo de artistas liderados por Damien Hirst, y en ocasiones es Damien Hirst mismo. La diferencia de estilos en los esténciles, la geolocalización de las obras así como la notoriedad que ganan en el momento en que son “descubiertas” ayudan a explicarlo. A ello se suman dos detalles por demás importantes: primero, la obra Keeping it Spotless es un esténcil de Banksy perfectamente coordinado con un impreso de Hirst, y segundo, posterior a la violenta separación entre Charles Saatchi y Hirst, este último utiliza los servicios de Andipa Gallery, la misma en donde Banksy casualmente comercializa su obra.
Irónicamente, la crítica al concepto de parque de diversiones se hace a través de uno, y no deja de sorprender; por ello es importante preguntarse: ¿esto es arte? Sin duda, claro que lo es: Dismaland ha provocado furia, sueño, cansancio, aburrimiento y asco, aunque algunos han sentido miedo, terror y desencanto.
En las últimas semanas Banksy ha ganado una notoriedad poco antes vista: inauguró Dismaland, un parque de atracciones antagónico, distópico en su concepto a Disneylandia, cuyo objetivo supuestamente es fomentar una reflexión sobre los parques temáticos en el mundo. Críticas ha habido de todas, desde las más generosas, como la escrita por Tommaso Koch en El País, quien argumenta que “Banksy ha levantado una catedral de la risa amarga, una galería de obras e instalaciones que mezclan humor negro y mensajes sutiles para recordarnos que el nuestro no es, ni mucho menos, el mejor de los mundos posibles”. También está el editorial en el suplemento de cultura del diario La Vanguardia, de Argentina, titulada “Banksy inaugura ‘Dismaland’, un parque para ‘anarquistas principiantes’”.
Irónicamente, la crítica al concepto de parque de diversiones se hace a través de uno, y no deja de sorprender; por ello es importante preguntarse: ¿esto es arte? Sin duda, claro que lo es: Dismaland ha provocado furia, sueño, cansancio, aburrimiento y asco, aunque algunos han sentido miedo, terror y desencanto.
Banksy–Hirst han creado un mundo efímero cuya vida se extiende a poco más de 42 días. Cobran tres libras por persona (algo así como 80 pesos mexicanos), lo cual le da derecho al espectador a recorrer una faraónica instalación que cuenta con un minicampo de golf, isla de guerrilla, un castillo de Cenicienta, cine, grafitis “oficiales” —pues no está permitido grafitear el grafiti—, anuncios irónicos, globos con mensajes humillantes e indignos, entre otras piezas.
Ahora bien ¿este tipo de arte, esta forma de concebir el mundo se convertirá en un estilo en particular? ¿Esta forma de arte efímero será la carta de navegación en museos y galerías en el mundo? ¿El principio warholiano de crear para la posteridad ya no es válido en el arte contemporáneo? ¿Por qué la obra de Banksy, que sólo transmite odio y animadversión, es tan valorada por la sociedad? ¿Qué ha pasado con el arte figurativo y la academia?
¿Es tanto el desencanto y la falta de esperanza del ser humano que Banksy–Hirst fueron y seguirán siendo una referencia en las artes plásticas?
La basura se ha convertido en arte. ®