Ding Liren, el gran maestro del entretenimiento

El campeonato mundial de ajedrez en la era del hiperconsumo mediático

Un dragón melancólico y un cachorro de tigre pelean a muerte por la corona real. No es una fábula de Oriente es una metáfora del campeonato mundial de ajedrez, que se disputa justo ahora entre el defensor chino Ding Liren, de 32 años, y Gukesh Dommaraju, de la India, que a sus 18 años ha logrado la proeza de ser el retador más joven en la historia.

Ding Liren. Fotografía: es.chessbase.com

Con más detractores que fans, el encuentro se inició el 25 de noviembre y podría extenderse hasta el 15 de diciembre, en caso de necesitar desempates.

Garry Kasparov, excampeón mundial de Rusia, declaró que no consideraba el enfrentamiento como un auténtico campeonato mundial. Esto porque Ding se encuentra en el puesto 23 y Gukesh en el número 5 de la clasificación de ELO. Además, Ding había atravesado una serie de problemas de depresión que le provocaron un pésimo rendimiento durante los primeros meses de 2024. Casi nadie apostaba por él, pero para sorpresa de todos y tras 304 días sin ganar una partida llegó y arrasó con una victoria contundente en la primera ronda, dejando en claro la diferencia que existe entre un regente y un retador.

Otro de los excampeones rusos, Vladimir Kramnik, apuntó que el nivel de juego de ambos estaba muy por debajo de lo que se espera de un match mundial y que no merecía hacer un análisis de semejantes partidas. Seamos honestos, ¿de verdad alguien está preocupado por las novedades teóricas o el nivel de precisión de cada jornada? En lo personal, a mí me da absolutamente igual.

La masificación del ajedrez conlleva atraer a toda clase de público. No sólo a los ajedrecistas profesionales, sino también a jugadores de café, aficionados del juego o gente con mucho tiempo libre, y es que, para descifrar que 9.a5[1] es una novedad, tendríamos, en principio, que conocer toda la teoría de ajedrez. Viene a ser como si esperáramos que todos los fans de la Fórmula 1 fueran capaces de controlar un bólido de metal que se mueve a más de 300km/h. Imposible.

Ding Liren sonríe y aparece en las recapitulaciones de los principales portales de noticias ajedrecísticas, lo mismo si come helado, si va por snacks a la sala de descanso o si se entretiene en silencio contemplando el paisaje de Singapur a través de la ventana.

La teoría y la precisión que la estudien los tops 100 globales. Esos profesionales que aspiran a llegar a la gloria laureada del juego de reyes. El resto de los mortales queremos un show. Acción. Adrenalina. O, en todo caso, seguir la narrativa del viaje del héroe y ver cómo un hombre casi destruido por un mal amor resurge de entre las cenizas y derrota a su ‘enemigo’ cuando todo parecía ir en su contra.

En la economía de la atención y el exceso de estímulos de dopamina provocados por el scrolling desmedido en las redes sociales parece ser un auténtico reto capturar el interés del público para conseguir que vean partidas de casi cinco horas de duración.

En otro tiempo las noticias circundantes de los matchs tenían que ver con espías de la KGB, médiums y psíquicos que alteraban los flujos de pensamientos de los contendientes y hasta yogures en clave para hacer trampa. Pero hoy, rodeados de la melancolía millennial y cuando cerca de 280 millones de personas sufren problemas de depresión[2] parece más interesante seguir de cerca cada movimiento que nuestro atormentado rey: Ding Liren sonríe y aparece en las recapitulaciones de los principales portales de noticias ajedrecísticas, lo mismo si come helado, si va por snacks a la sala de descanso o si se entretiene en silencio contemplando el paisaje de Singapur a través de la ventana.

Incluso las ruedas de prensa, criticadas por Hikaru Nakamura —el número 3 del mundo—, versan sobre temas mundanos. No es culpa de los medios. Es de la afición. Queremos saberlo todo: qué hace Ding Liren por las mañanas, cómo bebe su café, preferiría un parque acuático o Disneylandia, si cree en los números mágicos y por qué el 17 es su favorito.[3]

Su carisma lo llevó a un ascenso meteórico de popularidad y en dos semanas consiguió hacerse de fans alrededor del mundo, que han sido cautivados por su sonrisa, la honestidad de sus respuestas ante las preguntas más absurdas y su temperamento tranquilo.

No ha sido nada fácil llenar el espacio que dejó vacante Magnus Carlsen, quien, tras casi una década de reinado, se aburrió de vivir en la cima y simplemente decidió retirarse y dejar libre el puesto de campeón mundial. Ahora, en lugar de atormentar a sus colegas sobre el tablero lo hace con el fantasma de su sombra recorriendo los foros de internet en los que dos de cada tres comentarios apuntan que Magnus era —y es— mejor.

Sergei Karjakin resultó vetado de la FIDE por apoyar abiertamente al régimen de Putin. Esto dejó una de las ocho plazas vacantes para el torneo de candidatos, que fue ocupada por Ding porque era el siguiente en la lista con el ELO más alto. Pero tampoco era tan fácil, pues tuvo que jugar 26 partidas clásicas en menos de un mes.

Podrá seguir siendo el 1 en la clasificación de ELO, pero aceptemos que sus mundiales eran un poco aburridos: la precisión de cada jugada, las eternas tablas, la arrogancia en sus respuestas, etc. Mucho de ajedrecista pero muy poco de showman.

Ahora bien, el título de campeón del mundo de ajedrez no es algo que pueda conquistarse con trabajo duro, sino que “es un privilegio que se concede desde lo alto, porque se necesita una estrella particular del destino”, según las palabras de Vasily Smyslov;[4] siguiendo esa idea es innegable que la estrella de Ding Liren es fuerte y resplandeciente, pues parece el auténtico protagonista de una novela de Stefan Zweig.

Su ascenso estuvo plagado de coincidencias. Algunas azarosas y otras catastróficas. Empezando porque los rusos bombardearon Ucrania y entre dimes y diretes Sergei Karjakin resultó vetado de la FIDE por apoyar abiertamente al régimen de Putin. Esto dejó una de las ocho plazas vacantes para el torneo de candidatos, que fue ocupada por Ding porque era el siguiente en la lista con el ELO más alto. Pero tampoco era tan fácil, pues tuvo que jugar 26 partidas clásicas en menos de un mes. Como Hércules ante los desafíos de Euristeo, el chino lo consiguió.

Llegado el torneo de candidatos el ganador resultó el ruso Ian Nepomniachtchi, pero con la renuncia de Magnus la coronación del nuevo regente se jugaría entre el número 1 y el número 2, quien resultó ser el fantástico Ding Liren. Así, el 30 de abril de 2023 nuestro protagonista asiático se convirtió en el primer chino en conseguir el título absoluto de campeón mundial de ajedrez.

Sabe sorprender al rival cuando menos se lo espera. Presionar en momentos críticos. Conservar la calma durante la tormenta. Rescatar posiciones casi perdidas. Reponerse ante la derrota y volver a sorprender.

Quedan dos partidas para terminar el match contra Gukesh y aún falta mucho por resolver. Sea como sea. Si pierde el título o logra retenerlo, definitivamente Ding Liren ha demostrado que tiene madera de campeón. Sabe sorprender al rival cuando menos se lo espera. Presionar en momentos críticos. Conservar la calma durante la tormenta. Rescatar posiciones casi perdidas. Reponerse ante la derrota y volver a sorprender.

Ding Liren se ha consagrado como el gran maestro del entretenimiento. Nada de clichés, sólo plot twists. Maneja el timing mejor que un productor de teatro musical. Sabe exactamente cuándo ganar y cuándo perder. Cayó en la partida 11 con un error táctico, apenas los indios estaban celebrando con vítores y confeti regresó para aplastar al oponente sin dejarlo casi respirar. Todo antes del día de descanso y cuando ya el match estaba por terminar. Lo que los espectadores necesitaban para mantenerse al filo de la silla y con ganas de más acción.

Cuando una periodista le preguntó “¿Qué sería lo primero que haría si gana el título mundial?” Ding respondió: “La vez pasada lloré después de ganar, esta vez sonreiré”.

Esperamos que Ding Liren sonría y que sea tan feliz como nos ha hecho a sus fans durante estas tres semanas. ®


[1] De la segunda partida, Ding jugando con blancas.
[2] Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud.
[3] Respuestas: se da un baño y bebe café, toma café espresso, ninguno, si creyera en la numerología su número sería el 17 porque él es el 17º campeón mundial de ajedrez.
[4] Al hablar sobre cómo Efim Geller nunca consiguió hacerse con el título mundial, citado por Genna Sosonko en Siluetas del ajedrez ruso.

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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