La polémica sobre el arte contemporáneo continúa. En esta ocasión, a través de un texto sarcástico de frenético ritmo.
Al poder le gusta el humor, pero en la vitrina de un museo.
—Antonio Orejudo
Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia
Después de una terapia intensiva con fomentos y chiqueadores, de una dieta forzada por las circunstancias a base de cucharadas de Pasiflorine alternada con sorbitos de té de tila. Remedios prescritos por curadores y sanadores del medio artístico así como por improvisados terapeutas y judas esmeraldas para apaciguar lo ánimos caldeados por una crítica cáustica. Y después de contar “cien veces cien, cien veces”; de evitar el aguacate en las comidas; de tomar el sol y el aire alternado con sorbos de agua en ayunas; de horas y horas de mal dormir. Y luego de amargas pesadillas en las que se figuraron un dios autóctono-vanguardista, Tezcaltlipocamadre©, que impaciente arengaba a sus huestes para un próximo sacrificio bajo la Pirámide del Sol, y luego convocaba a un bautismo en el charco de mezcal Resplandor y Soledad, en el Museo de su devoción. Bajo la algarabía y el frenesí de tambores y chirimías, con cientos de señales de humo que se reenviaban a través de redes virtuales con opiniones de muy escasa neurona, mucho menosdelicadeza y con caras de pocos amigos
(º/º) L ;( L (·_·) L (+_+) L (*!*) L :( J
Y luego de horas vacías e interminables, de minutos que se alargaban hasta el canto del gallo, de miradas furtivas, comentarios recónditos, silencios incómodos, evasiones obligadas, indiscreciones pertinentes.
Después de todo lo pasado por el medio y lo vivido por el arte, tengo el agrado de informar que a consecuencia de esa terapia aplicada creo haber madurado algo, como una idea, a la vez de recuperar cierta cordura. Lucidez momentánea que precisa ofrecerles una satisfacción a los inquietos y a las sombras, y a los cinco lectores que sigan este delirio, una explicación. Para empezar,una contradanza por los cuestionamientos que hubieran mosqueado a cierto tipo de arte oficial pendenciero y a ciertos rebeldes de ocasión integrantes de la cofradía.
Reconozco haber cometido una audacia innecesaria al cuestionar al ídolo del momento y a los seguidores de cualquier momento. Por lo que se extiende la presente corrección. Quiero también agradecer los sabios consejos que han señalado, con dedo flamígero, separar lo que es conveniente de lo que es verdadero.
Reconozco haber cometido una audacia innecesaria al cuestionar al ídolo del momento y a los seguidores de cualquier momento. Por lo que se extiende la presente corrección. Quiero también agradecer los sabios consejos que han señalado, con dedo flamígero, separar lo que es conveniente de lo que es verdadero. Una especial mención va para los artistas del desafío en el museo pero que se escaman en la realidad. Y otra mención a los creadores rebeldes sin causa ninguna, que conocen el savoir faire del escupir. Ya que poseen el conocimiento milenario de distinguir en qué espacio, galería o grupo selecto es conveniente hacer la rebeldía, y en qué realidad es más conveniente evitarla. Una última mención a anémicos vanguardistas que necesitan una dosis de Vitamin P, Ph, D y 3D para saber qué tiene gracia, qué es irónico y qué es una triste realidad.
Espero también que en próximas colaboraciones en ® sólo se cuestione al público que no sabe leer, así como a aquellos a los que no les interesa el arte, nada más el negocio o nada más el poder, o nada más el poder decir que son radicales o libertarios y/o sensibles e intensos.
Los sabios consejos recibidos y no solicitados también señalaron con dedo flamígero el camino del bien común, y qué sí está permitido cuestionar o agraviar y qué es digno de ironizar. Y, en cambio, qué otras cosas de ese arte rebelde y liberal son intocables, o no son arte y son mal vistas. Así también, reflexioné, si todavía es viable épater le bourguoise o, mejor, épater al artistaque aún cree en esas disidencias aceptadas por la Historia, pero que no quiere creer ni saber de las disidencias necesarias en la realidad.
Y si se inquietó Huitzilopochtli como lo mientan sus adeptos, liberales persignados, pues lo sentimos mucho, y si no se molestó, pues lo siento todavía más. Y si se enteró el ídolo del momento o ni se dio por enterado, pues nos tiene preocupados. Al igual que nos deben tener con cuidado todos esos adoradores de las circunstancias propicias que envenenan la realidad, pero que escombran el museo; se encumbran en la Feria; anhelan algún mínimo dominio y luego hasta dicen interesarse en el bien común y en el arte corriente. Quienes al instante defienden, contra viento y marea, al santo de su devo$ión, burlan al personaje de su diversión y engatusan a la patria idolatrada.
Siguen tres rezos, cuatro alabanzas, cinco genuflexiones, seis cánticos, siete honras y dos que tres ¡hurras! Luego se recomienda tomar unos sorbos de té y dos cucharadas de jarabe para no hacerla de tos. Y al punto se puede ir a dormir el sueño de los justos y a cobrar el ensueño de los vivos. Amén. ®
Más información sobre lo mismo:
Mario Vargas Llosa,“La civilización del espectáculo”, El País, Babelia, 22.01.11.
Cees Nooteboom, “¿Qué ocurre cuando una cultura se aleja de sus raíces?”, El País, Babelia, 5.03.11.
Antonio Orejudo,“Al poder le gusta el humor, pero en la vitrina de un museo”, El País, Babelia, 5.03.11.
Juan Cruz, “Estoy harto”, El País, Domingo, 20.03.11.