En el contexto de la penetración reformista resucitó el Frankenstein «anarcopopulista» junto a otros monstruos de similar condición (léase «anarconacionalismo» y «sindicalismo revolucionario») e idéntica peligrosidad, que invariablemente reaparecen (como karma) promoviendo agendas ajenas a la razón práctica y discursiva de la Anarquía.
Camping monumental del caos y la anarquía.
Letreros en el suelo, iluminación de la noche.
La noche se ilumina, buen amigo.
—Álvaro Leiva
En los albores del siglo XXI pasó a ser pretérito el denominado «movimiento antiglobalización». Atrás quedaban sus jornadas de acción global (global action days) y la movilización anti–cumbres (Seattle, Washington, Praga, Quebec, Génova, Barcelona, Tesalónica, Cancún, Guadalajara y Varsovia), meticulosa y misteriosamente orquestada por Acción Global de los Pueblos (AGP), en sintonía con la Asociación por la Tributación de las Transacciones Financieras y la Acción Ciudadana (ATTAC).
Pese a las fuertes expectativas generadas, aquel «movimiento de movimientos» sólo produjo Minions y los mejores funcionarios hipertecnológicos del «otro mundo posible», ergo: otro capitalismo multicéntrico es posible, otro Poder remasterizado es posible. No obstante, la movimientitis crónica «también produjo anticuerpos».1 En el transcurso de los primeros siete años de este siglo la causalidad hizo confluir toda la potencia decantada del fracaso movimientista. Así irrumpiría en escena un reducido núcleo anárquico como modalidad beligerante ante la ausencia de protagonismos que sustituyeran las viejas instituciones de las llamadas izquierdas.
Estos sedimentos refractarios cobrarían aliento en las principales urbes en franco rechazo a la ofuscación cuantitativa y la ilusión de futuro. De tal suerte, se erigían contra las políticas identitarias y la proyección utópica del anarcomunismo, haciendo marcado énfasis en la Anarquía como tensión permanente. Por añadidura, la insurrección informal e individual, al exacerbar el carácter ilegalista de la lucha, embonaba con las explosiones de nihilismo, provocando el caos en los acostumbrados dispositivos de captura. El inmovilismo prevalente y el trillado discurso de las izquierdas —centrados en el despertar de la servidumbre voluntaria— se desvanecían y daban paso a la protagónica destrucción de lo existente.
Al grito de liberación total, un flujo subterráneo estallaba como géiser. Grecia, Italia, Chile y México serían los territorios de referencia obligada en el nuevo atlas de la conflictividad anarquista, dando vida a la praxis incluso en regiones imprevistas como el territorio ocupado por el Estado boliviano en pleno auge indigenista.
Como siempre que se potencia al máximo la energía destructiva, los presos y los muertos comenzaron a contarse en nuestras tiendas y al igual que otras veces en la historia, nos topamos con oídos sordos. El prejuicio ideológico del quéhacerismo «compañero» sació prontamente su sed en las aguas de Lete. Empero, sin el menor culto a Hades ni tributos a Tánatos, una limitada órbita de afinidades alrededor del mundo les acogería en la memoria. Esa pequeña manada de lobos y lobas solitarias emanada de los procesos de mutación y reafirmación ácrata ante los nuevos desafíos de un capitalismo hipertecnológico y multicéntrico, comenzaría a tejer la urdimbre de la tendencia informal anárquica. Al grito de liberación total, un flujo subterráneo estallaba como géiser. Grecia, Italia, Chile y México serían los territorios de referencia obligada en el nuevo atlas de la conflictividad anarquista, dando vida a la praxis incluso en regiones imprevistas como el territorio ocupado por el Estado boliviano en pleno auge indigenista.
El propio devenir se encargaría de atizar un «informalismo modular»2 transoceánico que recogía sin pretensiones modelizantes la experiencia acumulada en todas las latitudes y la adaptaba a la realidad de diferentes geografías, emprendiendo —treinta años después— las adecuaciones teórico–prácticas necesarias de aquellas tesis setenteras que devolvieron el talante insurreccional a la Anarquía y hoy nos obligan a especificarlas aún más, actualizarlas e inscribirlas en el marco de nuestra historicidad presente.
Aquella aspaventosa secuencia de movilizaciones «antiglobalización» se fragmentó en dos corrientes aparentemente divergentes, pero intrínsecamente relacionadas. Una, degeneró en turismo altermundista —de la mano del neozapatismo intergaláctico y el ciberactivismo controlado—, donde quedó atrapada in saecula saeculorum. La otra, descendió al averno electorero —al transmutar el antagonismo destituyente en tracción instituyente—, impulsando la (re)construcción del «sujeto político popular» bajo la premisa de la concreción del PachaKuti en Estado.
Pese a su evidente reconversión, esta corriente influiría de manera determinante en el llamado «anarquismo organizado». En el contexto de esa penetración reformista resucitó el Frankenstein «anarcopopulista»3 junto a otros monstruos de similar condición (léase «anarconacionalismo» y «sindicalismo revolucionario») e idéntica peligrosidad, que invariablemente reaparecen (como karma) promoviendo agendas ajenas a la razón práctica y discursiva de la Anarquía.
Tal era (y es) el caso del especifismo uruguayo y el neoplataformismo chileno que, en nombre del «poder popular» y la «democracia participativa», se han transfigurado en andamiajes electoreros. En consecuencia, vimos a la Federación Anarquista Uruguaya reconvertida en Partido por la Victoria del Pueblo, pasar a ser gobierno como parte del Frente Amplio. En Chile, atestiguamos el espectacular travestismo del Frente de Estudiantes Libertarios (FEL)4 y el Congreso de Unificación Anarco Comunista (CUAC) y como —en su apuesta «por dotar al mundo popular de una organización decididamente anarco–comunista para emprender transformaciones de fondo y de alcance revolucionario»—5 iniciaron la larga marcha hacia el poder: primero, con los exóticos ropajes de Izquierda Libertaria, después con los tacones rosa del Partido Convergencia Social y ahora con el top de lentejuelas de Chile Digno, Verde y Soberano —en coalición con el Partido Comunista, la Federación Regionalista Verde Social, Acción Humanista e Izquierda Cristiana—, hasta alcanzar su meta con vestido de gala, tomado del brazo de Apruebo Dignidad (la coalición oficialista del gobierno del «compañero» Gabriel Boric).
En 2011, tras la larga primavera de los «indignados» y la masiva acampada en la Plaza Catalunya de Barcelona y la Plaza del Sol de Madrid —acontecimiento que contó con la participación y el beneplácito de una buena parte del anarcosindicalismo ibérico—, más temprano que tarde el grito de «Democracia Real Ya» se transformó en pasodoble. En concordancia, concluirían entonando “Suspiros de España” con dos nuevas formaciones políticas (Partido X y Podemos) y cinco eurodiputaciones. Para 2020 alcanzarían la vicepresidencia segunda del Gobierno Español con el «compañero» Pablo Iglesias.
Tras la larga primavera de los «indignados» y la masiva acampada en la Plaza Catalunya de Barcelona y la Plaza del Sol de Madrid —acontecimiento que contó con la participación y el beneplácito de una buena parte del anarcosindicalismo ibérico—, más temprano que tarde el grito de «Democracia Real Ya» se transformó en pasodoble.
De este lado del charco, su clonación fue el performance intitulado Occupy Wall Street y sus 28 representaciones a lo largo y ancho de Amerikkka. Pese a los sueños húmedos del difunto David Graeber y la efusiva ovación de la Federación Anarquista Rosa Negra, el circo sólo ayudó a revitalizar al Partido Demócrata con la pantomima de Bernie Sanders. A la postre, el espectáculo aseguró el triunfo electorero de la «compañera» Alexandria Ocasio–Cortez y la presidencia de Joe Biden, gracias a la copiosa votación del «anarquismo rojinegro» que, colmado de histeria, convocaba a detener al fascismo en las urnas.
En México no han entonado mal las rancheras. La puesta en escena de «Los Indignados» ha contado con varios actores, diferentes versiones y múltiples representaciones. Un ejemplo fehaciente es la gran escenificación del neozapatismo y su profusa producción de guiones teatrales,6 pero limitarme a la actuación de los esbozados, pese a sus reconocidos premios internacionales (Tony, Laurence Oliviere y Molière), sería restarle altura a las distintas versiones de la misma opereta e implica omitir actores con idénticas pretensiones. La «rebelión de Atenco», magistralmente interpretada por el machetero Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), también merece ser mencionada, no en vano fue nominada para el Premio Nacional de Dramaturgia 2006. Sin embargo, quien se alzó con la distinción ese año fue la «Comuna de Oaxaca», actuada de manera espléndida por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Aunque, sin duda, la farsa mejor representada en lo que va de siglo fue la autodenominada «Primavera Mexicana» del #YoSoy132. Las demandas7 de este «movimiento», desde el primer momento de su corta vida, hicieron evidente la mano que mecía la cuna y dejaron en claro sus intenciones de captura politiquera.
Todas estas escenificaciones aderezadas con xoconostle —que contaron con el guiño complaciente de sectores del «anarquismo organizado» y uno que otro insurreccionalista ansioso o informalista despistado—, terminaron engordando el caldo de la «agenda transformadora». Por acción u omisión, abonaron los suelos del nacionalismo–socialista que regresa por sus fueros.
Con la excepción del neozapatismo que ha pecado de omisión (flagrante y deliberada)8 y sobrevive arrinconado entre la corrupción interna, el acecho del paramilitarismo contrainsurgente del otrora Frente de Liberación Nacional (al servicio del obradorato) y la cooptación de sus bases por los carteles del narcotráfico y el crimen organizado, las demás interpretaciones operísticas nos han dejado ver el cobre de sus propósitos politiqueros. Eventualmente, el pomposo Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra alineó los astros para incorporarse al circo electorero en 2018, exigiendo el voto por el Duce de Macuspana (Andrés Manuel López Obrador). Ahora mismo varios de sus connotados dirigentes obligan a sus «bases» a afiliarse al partido oficial Movimiento de Reconstrucción Nacional (Morena) y los amenazan con quitarle los apoyos sociales si no votan por su líder, César del Valle Ramírez, para la alcaldía de Atenco y cruzan todas las boletas a favor del oficialismo.
Los despojos de la «Comuna de Oaxaca» instan a votar por el partido oficial, coaccionando con la amenaza de retirarle los apoyos sociales a quien no emita «carro completo». Flavio Sosa, su líder más conocido, después de una larga trayectoria como camaleón político, está al frente de la Jefatura de Gabinete del gobierno de Salomón Jara y su hermano Horacio es diputado local por Morena.
Por su parte la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) —bautizada como «Comuna de Oaxaca» por la prensa anarquista local e internacional— se sumó al circo electorero desde 2010. Tras casi treinta muertos, sectores representativos de esa «Asamblea» desviaron toda la catarsis movimientista hacia la politiquería partidista, tal como lo anticipara la Coordinadora Informal Anarquista (CIA) que acusó en los primeros días de marzo de 2009 aquella pantomima como «el trampolín politiquero que tantos frutos ha dado a todos los lidercillos populares».9 Ése fue el caso de Comuna Oaxaca, el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEP), el estalinista Frente Popular Revolucionario (FPR), el Frente Amplio de Lucha Popular (FALP) y otras tantas organizaciones indígenas, populares y sindicales, incluida la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que exigieron el voto de sus bases por la candidatura al gobierno de Oaxaca de Gabino Cué por la coalición Unidos por la Paz y el Progreso, integrada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido Acción Nacional (PAN) y Convergencia. Para 2022 aquella comparsa clientelar se encontraba militando en Morena y promoviendo a Susana Harp a la gubernatura del estado en la selección interna. Una vez designado Salomón Jara Cruz como candidato oficial al gobierno de Oaxaca impulsaron la cargada de votos que produjo el «triunfo histórico» del oficialismo con 60.26% de los votos, entre acusaciones y señalamientos de financiación del Cártel del Huachicol y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). En la actualidad, los despojos de la «Comuna de Oaxaca» instan a votar por el partido oficial, coaccionando con la amenaza de retirarle los apoyos sociales a quien no emita «carro completo». Flavio Sosa, su líder más conocido, después de una larga trayectoria como camaleón político,10 está al frente de la Jefatura de Gabinete del gobierno de Salomón Jara y su hermano Horacio es diputado local por Morena.
La «Primavera» del #YoSoy132 se diluyó al concluir las elecciones de 2012 tras la derrota electoral del candidato de Morena. Antonio Attolini Murra, uno de sus líderes más mediáticos, saldría recompensado como asesor parlamentario en el Senado de la República por Morena, con un sueldo de 60 mil pesos. Para las elecciones de 2018 lo nombraron «vocero juvenil» de la tercera campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador y, una vez en el poder, lo premiaron como director general adjunto del Instituto Mexicano del Seguro Social. Desde el año pasado es diputado local al Congreso de Coahuila. A su vez, Carlos Alberto Brito Ocampo, otra de las divas de la «Primavera», después de postularse como candidato a la alcaldía de Jojutla y de haber sido regidor del mismo municipio, hoy es titular de la representación de la Secretaría de Gobernación (Segob) en el estado de Morelos.
Lejos de cuestionar el desenlace autoritario y electorero de todos estos proyectos políticos, convendría resaltar aquí la ceguera de esos «anarquistas» que optan por el oportunismo pragmático y se desempeñan en los márgenes del liberalismo de izquierda, obstruyendo la potente efusión del gesto anárquico y se suman sin miramientos «a servir al pueblo».
Quizá el ejemplo más reciente de estas desvirtuaciones en la región latinoamericana sea la vergonzosa convocatoria que hicieron los remanentes «anarcopopulistas» en Argentina (reconvertidos al «kirchnerismo») solicitando el «voto estratégico» por el «compañero» Sergio Massa —candidato peronista en las pasadas elecciones presidenciales—, con el fin de «impedir el regreso del neoliberalismo». Si bien aún no se registra en tierras mexicanas el cínico llamado al voto (como hicieron sin tapujos en 1994) por el «mal menor», ya puede leerse en sus pasquines el énfasis en los «contrastes» entre quienes
proponen un regreso al modelo neoliberal, al capitalismo bárbaro de las privatizaciones, el saqueo, la corrupción rampante, el sometimiento vergonzante a Estados Unidos, la operación abusiva de las leyes del mercado, el desmantelamiento de los derechos laborales, la reducción del salario real, la precarización laboral, y al Estado fallido o al narcoestado,
y los que construyen «en una ruta de continuidad», en estricto apego al «humanismo mexicano», el segundo piso —del narcogobierno militarista, centralista, corporativista, extractivista, desarrollista, devastador ambiental, corrupto, antiinmigrante, clientelar y populista— de la «transformación» y por ende «impulsan el rescate del Estado y que éste, en consecuencia, deje de estar subordinado a las leyes del mercado y se convierta en promotor del desarrollo socioeconómico del país».11 Ahora sí: apaga y vámonos…
El anarquismo vuelve a quedar atrapado en su laberinto. ®
—Planeta Tierra, 14 de abril de 2024.
Notas
1 Parafraseando al compañero Bonanno en su crítica al movimiento del 68. Vid. Bonanno, Alfredo María, El placer armado, Anarquía ediciones, 2013, p.9. Disponible aquí. (Consultado el 13 de abril de 2024).
2 Es modular porque varía las cualidades y la intensidad de la acción con fines precisos, adaptándose a los diversos contextos, sin perder su esencia sediciosa como fuerza negativa emancipadora.
3 Como bien expone Tomás Ibáñez —autor, dicho sea de paso, con quien discrepo en otros temas—: «Es tal la distancia que media entre el populismo y el anarquismo que su total incompatibilidad queda fuera de toda duda». Sin embargo, en el contexto de este mismo análisis no duda en reconocer que la musiquilla populista «no suena nada mal a los oídos anarquistas», poniendo de ejemplo las influencias del populismo ruso del siglo XIX sobre el propio Kropotkin, además de señalar que «también encuentra eco en el anarquismo la exaltación populista del pueblo». Al final del texto, afirma de manera enfática que «no deja de ser sorprendente encontrar resonancias populistas en el discurso de algunos anarquistas con referencias positivas a cosas tales como el Poder popular, o la reivindicación de un Pueblo fuerte, o la voluntad de rescatar la voz del pueblo». Vid. Ibáñez, Tomás, ¿Acaso existen resonancias populistas en el anarquismo? Disponible aquí. (Consultado el 13 de abril de 2024).
4 Durante el frío invierno de 2014 dos representantes del Frente de Estudiantes Libertarios de Chile visitaron el bajo este de Manhattan como parte de su gira por Norteamérica para presentar su «estrategia» en el Museo del Reclamo de Espacios Urbanos (MoRUS), bajo el sugerente título «Luchando para ganar: anarquistas construyendo Poder Popular en Chile». La charla sedujo a más de un anarcopopulista, particularmente a los militantes de la sección neoyorquina de la Federación Anarquista Rosa Negra. Fue tan grande el amor que el año pasado la Rosa Negra hizo público su «Programa» (Turning the tide: An anarchist program for Popular Power), así que es cuestión de tiempo que se transformen en partido político o se unan a alguna coalición electorera.
5 Para más información Vid. Izquierda libertaria. (Consultado el 13 de abril de 2024).
6 1) La insurrección con rifles de madera y la Primera Declaración de la Selva Lacandona; 2) los Diálogos de Catedral; 3) la Convención Nacional Democrática; 4) los Acuerdos de San Andrés; 5) el Movimiento de Liberación Nacional; 6) el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (alias: Encuentro Intergaláctico); 7) el Frente de Liberación Nacional; 8) el Congreso Nacional Indígena; 9) la Marcha del Color de la Tierra; 10) la visita al Congreso de la Unión, pasamontañas incluidos, y la transmisión en vivo de su intervención por el canal del Congreso; 11) los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, años después rebautizadas como Gobiernos Autónomos Locales; 12) La Sexta y la Otra Campaña; 13) la participación en el circo electoral con la campaña presidencial de Marichuy Patricio Martínez; 14) la autodegradación del subcomediante y la recuperación de su primer seudónimo con grados de capitán; 15) la Travesía por la vida, capítulo Europa, y las que vengan.
7 Entre las demandas difusas y confusas de este «movimiento», es de destacar el carácter reformista y politiquero de los «objetivos de lucha» que vertebraron a estudiantes de educación superior de instituciones privadas (Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico Autónomo de México y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey), con sectores de la universidad pública y organizaciones político populares: 1) «la democratización de los medios masivos de comunicación y el fin del duopolio televisivo»; 2) «la creación de un tercer debate entre los candidatos presidenciales»; 3) «el rechazo a la imposición mediática de Enrique Peña Nieta como candidato a la presidencia en las elecciones 2012»; 4) «la creación de un tercer debate entre los candidatos a la presidencia».
8 Baste recordar que, durante este sexenio, ha mantenido una política de brazos caídos, frente a la desolación de las comunidades mayas y la devastación de la Naturaleza provocada por los megaproyectos del gobierno federal, reduciendo su actuación al discurso histriónico.
9 Disponible aquí. (Consultado el 13 de abril de 2024).
10 Militó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ostentando diferentes cargos (presidente estatal, representante electoral y diputado federal); en el Partido Acción Nacional (PAN); en el Partido del Trabajo (PT); en Convergencia Social y por último en MORENA. Además, en año 2000 creo su propio partido indigenista (Unidad Popular) de inspiración filozapatista.
11 Vid. Trejo, Rubén, Claudia Sheinbaum: fortalecer la economía capitalista mixta, Regeneración No. 13, México, febrero–abril de 2024. (Consultado el 13 de abril de 2024).