En democracia cabe la indiferencia. También la estupidez. Tenemos derecho a elegir. También a no hacerlo. Pero lo que quiere el 132 es la postración de las televisoras ante una maraña de ideales poco discernibles entre ellos.
La promoción indiscriminada de propuestas sugiere un abismo insondable de lo concreto. Las promesas dan agua pero no indican el pozo; señalan lo erróneo, pero no experimentan lo absurdo. Después del debate presidencial queda claro que la masa pétrea del diálogo se curvea ante las exigencias ciudadanas, pero no ante movimientos endiosados. El gran perdedor del debate fue el movimiento 132: a los candidatos se les olvidó hablar de ellos.
El movimiento surge en una plaza que se extiende en gritos más que en un laboratorio: no se forman por ningún lado las crestas del doctrinario y mucho menos la erudición del maestro. Se ve la desorganización; se palpa la indiscriminada sed de revancha juvenil. El movimiento, además, se halla entre la actitud errante de enfrascar su credo y repetirlo, o de repartir propuestas, y transformarlas. Cada quien tiene su teoría de lo que el movimiento exige. La gradación de lo verdadero encuentra en el 132 a su ejemplo más formidable: ellos tienen una estructura ambivalente de virtudes y defectos que personifican en Televisa o en la Democracia.
La exigencia por la imparcialidad en los medios no ha desembocado en un delta de neuronas que pacifiquen a las bajas corrientes. La pregunta que me asalta es: ¿Cuál será la metodología para medir si una noticia fue presentada o no en términos parciales? ¿Cómo asir lo que fue o no manipulado?
Y es que en el 132 todo se siente resguardado por una percepción secreta que solamente les llega a ellos y que los encumbra; un aliento de fe que los empuja; un eco ensordecedor que nomás ellos entienden.
Si el verdadero apostolado del 132 es una sociedad informada deberían recoger brigadas de voluntarios para repartir información entre los estratos sociales más bajos. Sin embargo, sus dirigentes están cómodos gozando del estrellato y usando las mismas cámaras y los mismos micrófonos que critican: es decir, sólo ellos pueden usarlos y su mensaje será correcto.
La consigna de pasar el debate en cadena nacional es verdaderamente monstruosa: una propuesta, nada más y nada menos, que al servicio de su verdad. En democracia cabe la indiferencia. También la estupidez. Tenemos derecho a elegir. También a no hacerlo. Pero lo que quiere el 132 es la postración de las televisoras ante una maraña de ideales poco discernibles entre ellos: ¿Habrá algún problema si prefiero ver un programa de cocina, un partido de futbol o ir al cine? Parece que lo realmente reprobable para el 132 es la elección de lo que ellos, en una prelación democrática en su imaginario, han decidido. ¿No es esta actitud profundamente antidemocrática?
Además, el 132 se ha asentado en una rutina de organización eterna que lo mismo quiere bruñir la propuesta de una sociedad no manipulada que apoyar al CNTE o luchar en contra del anti-neo-liberalismo. Enrique Peña Nieto es su blanco preferido: a López Obrador y a su anestésica, paranoica y lumínica verborrea la han dejado impoluta, cultivando la feliz esperanza de un sexenio sencillo como sus propuestas: lanzar a la mafia por la ventana; no enturbiar el agua del pueblo.
Además, se cierran en ellos: si hay un estrato social manipulable ése es aquel en donde no escuchan de noticias y movimientos de este tipo. Si el verdadero apostolado del 132 es una sociedad informada deberían recoger brigadas de voluntarios para repartir información entre los estratos sociales más bajos. Sin embargo, sus dirigentes están cómodos gozando del estrellato y usando las mismas cámaras y los mismos micrófonos que critican: es decir, sólo ellos pueden usarlos y su mensaje será correcto. Por un lado le lanzan epicedios al cadáver de la información imparcial y por el otro buscan revivirlo gritándole al oído.
Lo valioso para nosotros, los jóvenes, es ver en el futuro un signo amable de recompensa. Sin embargo, el 132 se ha prostituido al grado de reconvertir la moneda corriente del esfuerzo y la indignación verdadera, en el flujo constante de los engaños: el depósito de lo valioso ha sido saqueado por confundidos. Han perdido tanto la idea original que sus críticos más acérrimos han evolucionado desde adentro: GeneraciónMx —a quienes habrá que observar también atentamente. ®
Manuel García Jurado
Con el acto de calificar al movimiento como antidemocrático o se busca la provocación o se pone en evidencia que la cadena de pensamiento parte de una postura de disgusto, buscando justificarla. ¿Antidemocrático? El autor exagera, mas siempre y cuando no pretenda ser piedra de toque, no hay pecado cometido: claramente «El apostolado del 132» es mero artículo de opinión. Pero tampoco debe el lector leer lo que aquí no se ofrece.
Me parece interesante leer señalamientos con que coincido; particularmente, que YoSoy132 se propague como un movimiento de los jóvenes. Soy joven y no me parece que ellos representen la totalidad de mis inquietudes ni las exigencias que externaría. Es cierto también que una voz que disienta de ellos, aun ligeramente, es contestada con descalificaciones. Tampoco tienen justificación para identificarse con los movimientos estudiantiles en Chile o Quebec, puesto YoSoy132 no surge de cuestiones de política educativa.
Del artículo, valiosa la respuesta de Kenji Kishi al exponer la visión del movimiento desde dentro. Sin embargo, no comprendo que YoSoy132 requiera de registro en línea para poder acceder a sus planes y propuestas.
Y es que creo que el meollo generacional —en jóvenes occidentales con educación media superior en adelante— consiste en una constante preocupación por la información. Derecho de acceso, calidad, inmediatez, transparencia y libertad de la información, así como uso, derrotero y posible degradación de ella. La educación e internet se encuentran bajo la discusión sobre derecho de acceso; la rendición política de cuentas, bajo la inmediatez y la transparencia; la responsabilidad mediática, bajo la calidad y la libertad (concepto que guarda sospechas acerca de las grandes corporaciones mediáticas). YoSoy132 está mínimamente consciente de esta posibilidad de conformación ideológica. No que todo integrante lo ignore, pero sí que su discurso necesita desenvolverse en otros órdenes, como el irónicamente mencionado «apostolado social». Pero ¿dónde quedan las discusiones sobre gobierno digital (we-government), sobre la utilización del espectro de radiofrecuencia mexicano, sobre radios comunitarias, etc.? YoSoy132 está lejos de poder acometer la «problemática de información» que tan arraigada está en la sociedad mexicana. Tampoco considero que debieran intentarlo.
Sin embargo, ¿por qué el movimiento estudiantil surge en el DF? ¿Por qué como respuesta a algo relativamente tan patético como ser tachados de porros los estudiantes de la Ibero? En Monterrey, estudiantes han sido asesinados en fuego cruzado y han sido tachados, en los inicios de las investigaciones, de narquillos de poca monta. ¿Por qué no surgió un movimiento estudiantil nacional de alló? Creo que la respuesta parcial es que el DF es la única ciudad mexicana con cierta capacidad de procesar información a nivel social (no es nada de lo que deba enorgullecerse, el área metropolitana tiene una población comparable con la de Escandinavia). A nivel país, a nivel ciudad, México es de lento pensar porque es lento en intercambiar información, misma que en sí suele ser sesgada, de baja calidad, incompleta y de superstición numerológica. Súmesele al problema la paupérrima capacidad de lectura de la población.
¿Qué será de YoSoy132 después de las elecciones? Veremos. Si bien no me suscribo al movimiento, tampoco actúo en su contra. Si su agenda política y mis actividades se alinean, qué mejor. Ojalá puedan articularse como movimiento definido, cohesionado, congruente y federal. Y si no, que la gente que lo integra no deje de hacer cosas en pro de su comunidad. Eso sí sería un despertar que trascendería, fracasos políticos aparte.
Guillermo Fajardo
Gracias por leer el artículo.
Por otro lado, no me das motivos por los que la columna es mala. La desacreditas de un plumazo. Y si ser de «clase media mal informada» constituye un pecado intelectual, es porque seguro usted pertenece a ese estrato de los grandes potentados económicos y culturales. Es decir, todos los demás nos movemos entre escombros que no comprendemos. En ningún momento les he faltado al respeto, pues al escribir que «la estupidez y la indiferencia caben dentro de la democracia”, no me refería al movimiento, sino a las personas que, por alguna u otra razón, no comulgan con sus ideas: ser indiferente o tonto no nos desacredita como ciudadanos, algo, por otro lado, que el movimiento no tiene en cuenta. Le sugiero leer y entender el artículo antes de emitir una opinión más o menos articulada.
Un saludo. Guillermo Fajardo.
Pepemigala
Ya se revisó la trayectoria de los chavos de Generación mx, y resultó ser un plan urdido por el PRI para desacreditar a Yo Soy 132. Nunca fueron parte del movimiento.
En general muy mala tu columna. Palabras domingueras aparte, esto es exactamente lo que la clase media mal informada piensa de los movimientos de protesta que no comprende.
Si no participas de la lucha, está bien, «la estupidez y la indiferencia caben dentro de la democracia», pero ten la decencia de respetar a quién sí lucha.
RaC
El movimiento Yo soy 132 me recuerda al análisis que hiciera Ayn Rand sobre los movimientos estudiantiles de la década de los 60s. Quizá me equivoco, pues me falla la memoria, lo hizo en un ensayo titulado: «The Cashing-In: The Student «Rebellion»» (que podemos encontrar en una antología llamada «Return of the Primitive»). Ayn Rand señalaba que el movimiento de jóvenes en los 60s (en USA) era producto de la enseñanza de ideas de izquierda en las escuelas, ahora podríamos decir lo mismo sobre el Yo soy 132 agregando que se debe a la enseñanza de «atavismos» de la Izquierda, romanticismos revolucionarios, etc. Ejemplo de estos atavismos, creo, es afirmar que la Televisión es la Caja Idiota (se les olvida que hay sistemas de educación que la emplean como medio, o que hay programas educativos comerciales o de divulgación, etc., o incluso series de TV comerciales que son críticas) o bien que el capitalismo crea ricos malos y pobres buenos o que hay una conspiración de una élite en el poder para mantenernos imbéciles (como si necesitáramos ayuda). Ayn Rand señala que es el entusiasmo de los jóvenes, de esa rebeldía natural, de su enseñanza a través de los distintos grados escolares la que producía (en jóvenes principalmente de clase media, acomodados) una especie de rechazo hipócrita ante un sistema sin ser capaces de reflexionar sobre el origen de tal rechazo (es decir, sin darse cuenta que también son hijos de tal sistema). ¿De dónde experimentarían los del 132 ese romanticismo sobre el 68, ese odio al PRI, ese viejo sentimiento de venganza contra Salinas sino de los mismos medios que dicen nos manipulan? No parece haber muchos lectores críticos dentro de tal movimiento. Y me parece también peligroso que exijan se democratice la televisión (cuando a la vez pretenden establecer sus propios criterios para hacerlo). Ayn Rand criticaba en ese sentido a los universitarios que en los 60s pedían libertad de expresión para luego adueñarse de las radios universitarias y recetar hora tras hora sólo insultos y palabras obscenas. Me parece que es recomendable leer ese ensayo de Ayn Rand (aunque puedas o no estar de acuerdo con las ideas de esta autora), sólo para rescatar algunas cosas que a mi me resultan muy similares a lo que está sucediendo, sobre todo en relación a esta iniciativa juvenil. ¿Quién va a cosechar el entusiasmo de estos jóvenes? Ayn Rand decía que lo cosechaban los colectivistas a los cuales se oponía, yo pienso que el colectivista mayor en el momento es AMLO, más el CNTE, entre otros.
Guillermo Fajardo
Gracias por comentar el artículo. Yo no entiendo por qué el movimiento no se encarga de difundir todo lo que pones. Nadie (hasta ahora) había sabido referirme investigaciones serias respecto a mi exigencia. Qué bueno que lo aclaras.
Ahora, he logrado identificar algunas vertientes del movimiento, unas buenas, otras malas. Las propuestas que he escuchado son absolutamente inverosímiles y adolecen de poco sustento práctico. Hay personas serias dentro del movimiento, pero otras, las más, se encargan de poner al 132 como una bola de descerebrados. Ojalá haya más personas como tú en el 132, de las cuales no hemos escuchado nada.
Un debate en cadena nacional sólo porque el 132 lo exige es realmente preocupante, y un camino siniestro y autoritario: que cada quien elija lo que quiere ver. En eso difiero.
La razón por la cual no me he animado a ir es por la ingente cantidad de insultos que he recibido en redes sociales por esta clase de artículos. Yo pienso, si así me tratan en la red, no quiero ver cómo nos van a recibir si vamos a esas asambleas en un lugar que, definitivamente, no es neutral (la UNAM).
Si el ideal es generar una sociedad de conocimiento, el 132 debería estar abocado a pedir una reforma educativa Y NADA MÁS. El sustento crítico del ciudadano proviene de la educación, y no de ver o no la televisión.
El 132 se ha convertido en un semillero de indignaciones que no provocan la concentración necesaria en un solo objetivo. En la medida en que puedan rasurar lo superficial, lo valioso saldrá a la vista.
Un saludo. Guillermo Fajardo.
Kenji Kishi
Otra crítica más que observa y juzga el movimiento desde afuera.
A pesar de esto, los que estamos involucrados en Yo soy 132, agradecemos este tipo de artículos porque nos guían en lo que nos falta trabajar.
En primer lugar, la crítica a los monopolios comunicativos se está fundamentando desde la investigación académica. En Guadalajara hay una mesa de trabajo que está revisando las propuestas para una reforma efectiva en la Ley de Medios. La Asociación Mexicana del Derecho a la Información (AMED), tiene una propuesta muy buena a la que se ha sumado el movimiento.
A la pregunta sobre la metodología, pues ya la hay, y la realizan observatorios de medios ciudadanos (Quid del ITESO es un ejemplo). Por otra parte, la promoción de la figura del ombusman (defensor del lector o del televidente) es una demanda necesaria.
Respecto a si es antidemocrático pedir que se transmita el debate en cadena nacional, yo no lo considero así, finalmente todos pueden decidir no verlo, el problema es que muchas personas no estaban ni enteradas de éste. La decisión de promoverlo, se tomo porque es el único espacio de igualdad de condiciones entre los candidatos.
Yo soy 132 ya está realizando brigadas en colonias marginadas, en centrales de autobuses, en el tren ligero, en parques, plazas, barrios, etc. Se están haciendo proyecciones al aire libre de documentales y al finalizar cada una se debate. Se están realizando actividades creativas para invitar a las personas a reflexionar su voto y estar enterados. En todas ellas, cada quien pone de su bolsa.
El ejercicio de las asambleas ha sido muy interesante y enriquecedor. Me recuerda a la teoría de la acción comunicativa de Habermas y la ética que se desarrolla en el ejercicio de ésta. Han sido jornadas de diálogos donde todos podemos hablar y nos obligamos a escuchar. El ideal, lo dijo un compañero en una junta, es generar una sociedad del conocimiento (desde un punto de vista ético).
Yo invitaría al autor del presente artículo que asista a alguna asamblea y comparta con los demás su punto de vista y que observe directamente cómo se gesta el movimiento.
Saludos,