La escabrosa e intrincada relación entre los regímenes civiles y el estamento militar en México es inédita en América. El Ejército hasta la fecha es una estructura autónoma. Nunca ha habido un secretario de la Defensa civil. Algo casi único en América
Nada de lo que está haciendo el presidente Andrés Manuel López Obrador me sorprende. El mandatario es transparente. Nunca, jamás de los nunca, ha sido democrático… nunca. Hizo una interminable campaña de lustros con dos cantaletas en ostinato: corrupción e inseguridad.
¿Qué ha hecho directo, real y efectivo en estos 74 días contra la corrupción y la inseguridad?
Absolutamente nada.
Todo lo que ha realizado hasta ahora está relacionado con aumentar su poder y disminuir el de los otros poderes y organismos autónomos.
Todas sus medidas económicas y de gobierno están directa e inflexiblemente enfocadas en captar el máximo de recursos que se pueda, sin importar el cómo y el dónde, para financiar su captación de clientelas. No le importa en absoluto quienes puedan resultar afectados. ¿Democracia y división de poderes? ¿Eso con qué se come?
En estos dos meses y medio ha cometido una serie de dislates, cada día uno peor que el otro, sin que su popularidad haya sufrido la menor mengua, todo lo contrario. En la transparente construcción de su despotismo eso sí que es un misterio.
Pero el peor desatino que ha perpetrado, en mi humilde opinión, es desmantelar la complicada relación entre el régimen civil y el estamento militar. Para cuidarse las espaldas en su demolición de nuestro precario y débil sistema político ha fortalecido al Ejército de manera extraordinariamente imprudente, por decirlo de manera muy suave.
En estos dos meses y medio ha cometido una serie de dislates, cada día uno peor que el otro, sin que su popularidad haya sufrido la menor mengua, todo lo contrario. En la transparente construcción de su despotismo eso sí que es un misterio.
Todos los regímenes civiles de Miguel Alemán para acá cuidaron con excepcional precaución la relación y el statu quo de las Fuerzas Armadas. Y ahora el macuspano viene a desmontar ese estado.
Antes, las Fuerzas Armadas sólo tenían combustible en sus depósitos para tres días. Los fondos eran cuidadosa y dosificadamente suministrados por la Secretaría de Hacienda.
El Presidente tenía su propio ejército particular, directamente bajo su mando —el Estado Mayor Presidencial—, para protegerse y prevenir cualquier mal pensamiento verde olivo. Eso de que es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas es una falacia simbólica. El Ejército es prácticamente autónomo. Sin el EMP el presidente está en sus manos.
Ahora controlan las refinerías de PEMEX con sus depósitos y sus ductos y con su propio sistema de distribución alternativo con pipas. Serán la constructora más importante del país, con la edificación del aeropuerto de Santa Lucía. Además de lo que obtengan como inmobiliaria por la comercialización de los terrenos del Campo Militar 1–F en Santa Fe, en la zona de más alta plusvalía de la capital… miles de millones de pesos directos y sin control a sus arcas. Y para rematar y por si algo faltara, la seguridad pública del país entero quedará bajo su férula.
Como antecedente vale la pena señalar que México es uno de los escasos casos donde un régimen castrense de una revolución triunfante cedió motu proprio el poder a los civiles. La fracción de militares institucionales como Cárdenas, Ávila Camacho, Joaquín Amaro, Sánchez Taboada y varios más se impuso a los segmentos autoritarios, y así estructuraron la cesión voluntaria y pacífica del poder a los universitarios personificados en el cachorro de la revolución: Miguel Alemán Valdés.
Pero esa cesión fue gradual. El régimen civil empezó tutelado por la estructura militar con poder de veto. Poco a poco se fue estableciendo una complicada relación de apoyo mutuo y mutua precaución, cautela y desconfianza. Pero esa tutela no ha desaparecido del todo. Todavía en la actualidad el Ejército es una especie tabú. Uno de los pocos que quedan junto con la imagen del Tepeyac.
La escabrosa e intrincada relación entre los regímenes civiles y el estamento militar en México es inédita en América. El Ejército hasta la fecha es una estructura autónoma. Nunca ha habido un secretario de la Defensa civil. Algo casi único en nuestro continente, con la excepción de Guatemala. Ni siquiera Turquía tiene una relación así; otro raro ejemplo de una estructura militar que ha tutelado a un régimen civil.
Y que llega el Peje y le empieza a dar de patadas a esa frágil estructura de convivencia tan complicada y trabajosamente construida. Es una especie de suicidio del gobierno civil. ¿En qué va terminar este aprendiz de brujo y el país entero junto con él? ®