Lo corrosivo será el uso de ciertas palabras por ciertos artistas de forma inoportuna. Y el hecho de que la teoría artística haya definido el arte del siglo XX como corrosivo sólo demuestra una cosa, que quienes se ocupan del arte son hombres muy comprometidos políticamente pero muy poco teóricos.
1. Introducción
La afirmación, que nadie rebate, de que el arte constituye un lenguaje bien parece una verdad asentada ya como concepto en la sociedad de la que nadie duda pero de la que nadie parece saber nada más por lo que se presenta como innecesario todo intento de dar ulteriores explicaciones —y el atenderlas.
Nuestro empeño en resucitar esta cuestión nace de nuestra oposición a las numerosas teorías que identifican el arte del siglo XX con la subversión y llegan a la conclusión de que toda manifestación de un artista plástico debe ser corrosiva si quiere ser arte.
No ocultamos nuestro desconsuelo por el hecho de que se haya visto en una manifestación tan noble un uso tan interesado y que se haya llegado a identificar los fines con los medios y, más aún, que se haya conseguido establecer esta forma de analizar el arte como la única forma, si no posible, si admisible por la sociedad en la que el cargo de sus defensores convierte sus deseos en leyes.
Hemos manifestado en varias ocasiones, y seguiremos haciéndolo, pues es ejemplo es suficientemente convincente, que güelfos y gibelinos utilizaban el gótico con fines opuestos, de lo cual no cabe sino deducir que la intención de aquellos nada dice del gótico que se extendía por encima de sus disputas. Esta forma de utilización de un estilo demuestra también que el arte no siempre ha sido corrosivo y la historia enseña que, al contrario, el arte se ha empleado secularmente para ensalzar el poder, sólo recientemente para cuestionarlo. Aunque esta afirmación es un tanto cuestionable pues, bien mirado, es el pueblo el que últimamente parece poseer el poder y el empleo del arte es una de las formas que utiliza para reclamar sus derechos.
2. La comunicación
La existencia de una información que se quiere trasmitir es el origen de la comunicación, es decir, su razón. Esa información puede tratar:
a) de sentimientos,
b) de sucesos y
c) de datos o conclusiones.
Hablar del arte como de un lenguaje ni es una expresión poética ni metafórica, es una verdad absoluta. El arte está formado por un conjunto de códigos que, al utilizarlos de forma intuitiva o metafórica, configuran un mensaje simbólico cuyo fin es el de trasmitir una información a quien sepa captarla.
El contenido, generalmente, es una información pero, también, puede ser una petición de información (¿qué hora es?) o de actuación (pásame la sal), o una imposición de esto mismo (dame la combinación de la caja, exigiendo un dato, o dame el dinero, exigiendo un acto). El contenido es muy variado y no puede definirse con un término concreto. Suele referirse como “información” pero este término limita su contenido a un tipo determinado y con el uso del término “mensaje” quedarían confundidos el contenido y el continente. Nosotros limitamos el término mensaje para el continente; y, para aquello que expresa, el de contenido y, por su uso generalizado, el de información.
Veremos que al igual que existen tipos de contenido existen tipos de mensajes, por cierto, que mostrarán los mismos tipos y serán consecuencia de ellos.
De lo dicho se puede deducir la diferencia entre información (o contenido) y comunicación. La comunicación es el proceso de trasmitir información (el contenido). El mensaje es otro de los elementos de la comunicación. El mensaje es la forma en la que se contiene la información. Si quiero comunicar que “te quiero” puedo decir “te quiero”, “I love you”, o dibujar un corazón. El hecho de que comúnmente se emplee el término “mensaje” con dos significados diferentes y no se perciba se debe al empleo de un mismo idioma para hacer referencia al continente (“te quiero”) y al contenido (te quiero) que quedan confundidos. Empleando dos idiomas distintos entendemos que el continente (I love you) es una cosa y, el contenido (te quiero), otra. La trasmisión es la forma de hacer llegar el mensaje a un tercero, hablando a un oyente próximo, enviando una carta a un receptor lejano… Los conceptos son los siguientes:
Comunicación es el hecho de trasmitir un contenido.
El contenido es la información, la petición o la imposición que se trasmite.
Trasmisión es el hecho de entregar un mensaje.
Mensaje, el continente, es la forma en la que se presenta el contenido.
Lenguaje, como nombre genérico, es el método de construir e interpretar mensajes.
Lenguaje, también, es el método concreto de crear mensajes verbales.
3. La información
La existencia de la comunicación corresponde a una necesidad, el deseo de trasmitir una información. Entonces, la información es un elemento previo a la comunicación. Pero, a la vez, la información era el contenido del mensaje. Finalmente, la información acabará en poder de un tercero. Podemos entender este proceso de traslación de un conocimiento de una persona a otra como el sentido de la comunicación que es lo que la da origen, es decir, el fundamento es la capacidad del hombre de expresar y recibir información.
4. El mensaje
La causa de que se produzca la comunicación debe ser algo empírico, la traslación del mensaje al receptor, que debe ser algo real susceptible de manipulación, por ello, causa, también y ante todo, será la creación del mensaje
A) Confección del mensaje
La información es solo un conocimiento. El emisor debe trasformarla en objeto real (aunque puede ser inmaterial), en voz, escritura, pintura… para poder trasmitir algo cierto, es decir, debe configurar el mensaje.
El mensaje puede configurase de tres formas distintas según el principio que se elija para su confección.
a) La primera, seguirá el principio espiritual e imitará las reacciones humanas.
b) La segunda, seguirá el principio material y representará las acciones humanas
c) La tercera, seguirá el principio racional y argumentará los actos del hombre.
La información es solo un conocimiento. El emisor debe trasformarla en objeto real (aunque puede ser inmaterial), en voz, escritura, pintura… para poder trasmitir algo cierto, es decir, debe configurar el mensaje.
La forma de construir el mensaje responde a los tres principios universales ya mencionados y estas tres formas generales se muestran, cada una de ellas, en tres tipos concretos que es lo que conocemos como lenguajes.
A efectos de aclarar esta cuestión y desarrollarla plenamente podemos añadir que, en el mensaje, podemos distinguir, como en el arte, la materia, la técnica y la figura o bien, eligiendo unos términos adecuados a la cuestión, los elementos, las formas y los medios.
Los elementos son:
a) el gesto sensible
b) la imagen sensible y
c) el concepto abstracto
Las formas del mensaje son tres,
a) la forma figurada,
b) la forma figurativa y
c) la forma verbal.
Los medios de mensaje son, también, tres pues son consecuencia de las formas y son:
a) la mímesis, por medio de gestos (la mímica) o de señales;
b) la representación, mediante signos o formas, y,
c) el lenguaje, hablado y escrito.
Si el mensaje es “I love you”, utilizo conceptos que son una forma verbal propia de los idiomas. Si el mensaje es el dibujo de un corazón, utilizo una imagen, perceptible por los sentidos, representada, esto es, imagen de la realidad. Si beso mis dedos y soplo en ellos en dirección a mi amada, recurro a un gesto perceptible por los sentidos, esto es, sensible, imitando un acto real.
La comunicación se ejerce, como hemos dicho, por distintos medios: Lenguaje (comunicación verbal), representación (dibujos) y simulación (gestos). Los medios poseen tipos: hablado o escrito, para el lenguaje; formas o signos, para la representación; y gestos o señales, para la mímesis.
Existen modos distintos en la ejecución, por ejemplo, prosa y verso, estos producen los “estilos”. Dentro de estos también encontramos diversas formas de expresión, por ejemplo un lenguaje culto y otro vulgar, lo que denominaremos “modos”.
B) Trasmisión de la información
El ser humano, que es quien nos interesa, trasmite información de diversas formas. Por ello, veremos, a continuación, los tipos de trasmisión:
I. Sin mensaje
La primera de ellas es a partir de sus propios actos, esto es, de su existencia. Lo particular de este caso es que el mérito de la trasmisión está en la capacidad del receptor de interpretar los actos:
a) muestra su estado biológico (vive, sufre, muere…).
b) realiza actividades propias de la existencia material (come, duerme, anda…).
c) muestra gestos de su ánimo y carácter (ríe, llora, se enfada…).
La información se capta a partir de toda la existencia y no de forma exclusiva de los mensajes enviados por quienes son capaces de generar lenguajes. El sol nos da luz y calor; las nubes, agua y frío; la piedra es dura, el agua, líquida, el barro blando… todo objeto y fenómeno naturales proporcionan información que se percibe a través de los sentidos sin que la naturaleza tuviera determinado trasmitir datos a un ser capaz de recibirlos.
II. Con mensaje codificado
La segunda forma de trasmisión es la trasmisión deliberada y, por lo tanto, necesariamente codificada, esto es, el hombre, consciente de la existencia de una trasmisión natural de información, sustituye los actos naturales por otros determinados que los “representan” y que logran el mismo fin, es decir, materializa la información creando un mensaje:
a) hace señas para indicar algo a sus congéneres.
b) realiza representación de imágenes con la misma finalidad
c) se expresa mediante conceptos
III. Con mensaje simbólico
La tercera forma es una forma elaborada de la trasmisión deliberada, lo que llamamos arte. Por ello, tenemos, con un desarrollo metafórico del mensaje codificado:
a) artes espirituales: música, baile, poesía.
b) artes materiales: arquitectura, escultura, pintura.
c) artes racionales: Performance, cine, arte conceptual
El arte, como se puede apreciar, es una forma elaborada de la trasmisión deliberada de información entre hombres, cada una de las cuales (de las formas) dispone de sus medios particulares que generan y utilizan códigos propios. Hablar del arte como de un lenguaje ni es una expresión poética ni metafórica, es una verdad absoluta. El arte está formado por un conjunto de códigos que, al utilizarlos de forma intuitiva o metafórica, configuran un mensaje simbólico cuyo fin es el de trasmitir una información a quien sepa captarla.
C) El concepto de trasmisión
En el apartado 2 hemos definido la comunicación como trasmisión de una información y, luego, la trasmisión como la entrega de un mensaje, lo cual pudiera resultar confuso.
Como se ha visto, existe una trasmisión involuntaria de la información ya que la recepción de la información no siempre constituye una trasmisión deliberada de datos. Cuando un león ruge, lo hace deliberadamente para establecer su poder y evitar una lucha. Pero, cuando un león se come una cebra, lo hace por saciar el hambre y, no obstante, las demás cebras han recibido la información de que los leones comen cebras.
Cuando un hombre escribe una carta, un acto deliberado, está creando un mensaje y, cuando la envíe por correo, estará trasmitiendo ese mensaje mediante un intermediario al destinatario.
Este mensaje, la carta, está formado por códigos que representan los datos que se desea trasmitir, por lo tanto, el mensaje es la representación de la información. Este acto de “representar” la información le denominamos deliberadamente, también, trasmisión aunque, menos confusión crearía el término representación. Insisto, se traslada la información conocida al mensaje mediante el uso de un código.
En definitiva, existe una trasmisión de datos del emisor al mensaje a la hora de confeccionarle (codificación); existe una trasmisión del mensaje que llamaremos trasmisión directa del mensaje desde el emisor al receptor (cuando están próximos, por ejemplo, se hablan) para distinguirla de la trasmisión a distancia del mensaje desde el emisor al receptor cuando están distantes en el espacio o el tiempo (utilizando el teléfono, el correo o la radio) que será una trasmisión indirecta o mediada del mensaje hasta el receptor; y existe una trasmisión de los datos del mensaje al entendimiento del receptor (decodificación) que, se supone, es capaz de trasformar los datos en información por conocer el código empleado para confeccionar el mensaje (cuando hablan el mismo idioma). La comunicación es un proceso formado por una serie de trasmisiones a la que nos referimos como proceso de trasmisión, y, con estas aclaraciones, creemos haber resuelto toda la confusión que genera el uso de un mismo término en cuestiones diferentes.
5. El contenido
La razón, no sólo de la comunicación sino de la recepción de toda información, es la relación entre el mensaje y el contenido, o sea, el hecho de interpretar mensajes, de comprender las cualidades de los objetos y de entender los fenómenos (no la capacidad como en el fundamento sino el proceso de codificar o decodificar mensajes para convertirlos en información). La comunicación es un proceso que consta de tres ó cuatro pasos cada uno de los cuales posee sus propios elementos pero nosotros hemos simplificado esta explicación para no ofrecer tres exposiciones muy similares.
El emisor pretende convencernos de que aquella información que nos presenta son ideas universales cuando quizás solo expresan su interés aunque es muy probable que ese interés se corresponde con la corriente del pensamiento de su tiempo y, entonces, queda confundido lo universal con lo coyuntural y, por ello, la información no posee un valor superior a la “verdad” que pretende destronar y casi siempre ocurre que la vieja verdad era superior, en cuánto idea, a la nueva pero sus protectores la corrompieron en la búsqueda de su beneficio personal.
El fin de la creación artística, como la creación de cualquier mensaje, es expresar un determinado modo de sentir que el artista ha reafirmado al crear su obra de acuerdo con el estilo de su tiempo (tanto en el arte, como en el idioma cuya evolución debe entenderse como un estilo al compararlo con la forma de hablar de los antepasados). Esta ambivalencia de contenido y forma (por estar generados a partir de un mismo principio temporal) que aparece en el arte no resulta tan evidente en el lenguaje y es tan profunda en la simulación que parecen confundirse.
Que ese contenido posea un valor universal, temporal o personal, dependerá de la percepción que el artista tenga de la existencia. El artista hace dos cosas, crea una información y la trasmite mediante la elaboración de una obra de arte ejecutada a su manera. La relación entre el pensamiento general de un tiempo y el modo de representación artística están tan íntimamente ligados que, en general, todo artista expresará mediante un estilo temporal los valores de su época. Las ideas universales son muy elevadas pero no son útiles a la vida según la hemos construido, son hitos sobre los que tomar medida del pensamiento de cada tiempo. Y, en cuanto al interés personal, aparentemente despreciable, goza de gran éxito y, desde un punto de vista artístico, ello no impide que se pueda analizar el medio empleado para trasmitir ese contenido.
6. La intención
Cuando Manzoni dice “mierda” produce un efecto corrosivo contra lo que la cultura tradicional entendía por buenas formas pero no por ello se ha dicho nada acerca del lenguaje pues el señor Manzoni ha podido decir “oro” ya que el lenguaje del arte se lo permitía y, en cualquiera de los dos casos, podríamos analizar su arte. El artista que quiere trasmitir una información elige los conceptos adecuados con los que configurarla. Si el artista desea ser corrosivo dirá “mierda”, si desea ser diplomático dirá “oro”, pero cualquiera que sea la intención del artista ésa no debe extenderse al arte.
La escatología manzoniana no significa que el arte sea escatológico y solo demuestra la capacidad de expresión del arte, es decir, que el arte puede expresar cualquier cosa que desee trasmitir el artista. No siempre podremos descubrir los motivos del artista pero podemos denunciar su existencia. El efecto corrosivo no pertenece al arte, pertenece al artista. El arte es aséptico, no existe un arte en sí corrosivo, lo que se ha producido es, por parte de los sabios, una interpretación corrosiva del arte y, en algunos casos, por parte de los artistas, una utilización corrosiva de sus obras.
El reto al que se tienen que enfrentar los sabios, una vez descubierto que la corrosión no es una definición del arte, es, no qué cosa es entonces el arte porque nosotros ya lo hemos establecido, el reto es aceptar nuestra conclusión, que el arte del siglo XX sólo es ciencia.
Pero incluso esta interpretación que han hecho los sabios de asignar un efecto destructor al arte como ingrediente necesario de la creación es una descripción parcial, luego esa interpretación es falsa, ya que la corrosión solo se produce en las personas que tienen una ideología contraria a la del artista y entre sus correligionarios su obra no produce malestar sino satisfacción. Con su astuta interpretación del arte, los sabios se han asegurado de que sus oponentes no pretendan utilizar el arte en su contra.
Por un lado, tenemos la información que se trasmite, por otro, el mensaje. Lo primero, es el contenido, lo segundo, es la forma. Muchos perciben la información e identifican el arte con la información y se olvidan de la existencia evidente de la forma en que ha sido construido el mensaje. El origen de esta confusión se produce por el uso del término “mensaje” con dos significados distintos, contenido y continente, o, información y forma.
El hecho de que en el idioma español exista la palabra mierda no significa que nuestro idioma sea corrosivo, significa que nuestro idioma es capaz de trasmitir todo aquello que el hablante desea expresar. Lo corrosivo será el uso de ciertas palabras por ciertos artistas de forma inoportuna. Y el hecho de que la teoría artística haya definido el arte del siglo XX como corrosivo sólo demuestra una cosa, que quienes se ocupan del arte son hombres muy comprometidos políticamente pero muy poco teóricos. Diga lo que diga el artista, bien mierda, bien oro, la labor teórica debe ser analizar la forma y el origen de ese lenguaje, no algunos de sus efectos, nunca las intenciones personales de su empleo.
El reto al que se tienen que enfrentar los sabios, una vez descubierto que la corrosión no es una definición del arte, es, no qué cosa es entonces el arte porque nosotros ya lo hemos establecido, el reto es aceptar nuestra conclusión, que el arte del siglo XX sólo es ciencia. ®