Como lector, y como alguien con muy poco conocimiento de la política eclesiástica, me parece sospechoso que un hombre común llegue a ser el máximo líder de la Iglesia sin ensuciarse un poco las manos.
Plegaria a un papa envenenado (Tusquets, 2014) es una novela coral que trata sobre el supuesto envenenamiento de Albino Luciani, quien fue el papa 263 de la Iglesia católica y tomó el nombre de Juan Pablo I. Su periodo como sumo pontífice de la Iglesia duró tan solo 33 días. El colombiano Evelio Rosero, quien no tiene pruebas pero tampoco dudas del asesinato de Luciani, presenta este relato con una prosa muy bien escrita, que además contradice la versión del Vaticano en la que se asegura que la muerte de Luciani fue causada por un paro cardiaco.
Rosero domina las voces que relatan la intriga y el complot del Vaticano para remover a Luciani. Unas de las principales voces son las de las prostitutas de Venecia, quienes piden por la protección de Albino en diferentes etapas. Ellas describen al patriarca de Venecia como un hombre bueno, moralmente intachable y realmente preocupado por los feligreses de la ciudad de los canales, entre ellos, por supuesto, las sexoservidoras de diferentes estratos sociales.
En la novela se le describe como un hombre sin amor y lleno de miedo a perder su palacio, su guardia femenina y sus privilegios. Es un personaje que representa lo podrido del Vaticano y que es diametralmente opuesto a Luciani, quien no buscaba acabar con la Iglesia, pero sí con la parte oscura de ésta.
Estas voces sólo ofrecen un punto de vista de la intriga orquestada por la mafia de la Iglesia católica, que en este libro aparece como la peor de todas las mafias juntas, y hay que creerle. Precisamente ése es otro de los grandes aciertos de la novela: la verosimilitud con la que los personajes presentan el mundo que narra; cómo Luciani sufrió una campaña de desprestigio y una serie de complots por parte de ciertos personajes de la Iglesia que no querían perder sus privilegios, y por ello no estaban de acuerdo con muchos de los planes que tenía Juan Pablo I, como la libertad de las mujeres para usar anticonceptivos y la posibilidad de que ellas pudieran ejercer el sacerdocio.
En algunos momentos Plegaria a un papa envenenado se asemeja al estilo de algunas novelas negras. Desde el inicio se sabe que el personaje principal morirá envenenado, pero Rosero logra mantener al lector interesado gracias a la contrastante personalidad de Luciani y a las intrigas que se desarrollan en el Vaticano. El llamado “Papa sonriente” pasa como un rayo de luz entre los embrollos políticos de los cardenales, de la curia, de los guardias suizos y hasta del mismo edificio de la santa sede, lleno de pasadizos y escaleras que se tragan e intimidan a Luciani. Cada elemento de este universo está ahí para hacerle daño, o por lo menos para no dejarlo dormir.
El principal antagonista es el arzobispo Paul Marcinkus, un sacerdote estadounidense encargado de la banca y de la mafia del Vaticano. En el texto se le describe como un hombre sin amor y lleno de miedo a perder su palacio, su guardia femenina y sus privilegios. Es un personaje que representa lo podrido del Vaticano y que es diametralmente opuesto a Luciani, quien no buscaba acabar con la Iglesia, pero sí con la parte oscura de ésta. Es decir, casi toda. Por lo tanto, a los ojos de Marcinkus, el papa debe ser erradicado a como dé lugar.
La novela relata también cómo el arzobispo, junto a sus compinches, acomodó a Karol Wojtyla para que siguiera jugando con las reglas del sistema. El escritor y periodista colombiano acusa los obstáculos que sufrió Juan Pablo I y la campaña que se orquestó, desde el interior del Vaticano, para desprestigiarlo públicamente desde su nombramiento como cabeza de la Iglesia.
Guardo algunas dudas con respecto al desarrollo del personaje de Luciani, pues Rosero lo describe de una forma unidimensional. La curia del Vaticano está representada como la peor de las mafias y Luciani como un hombre simple y bueno, que hizo lo posible para renovar a la Iglesia. Como lector, y como alguien con muy poco conocimiento de la política eclesiástica, me parece sospechoso que un hombre común llegue a ser el máximo líder de la Iglesia sin ensuciarse un poco las manos. También me parece obvio que la intención del libro no es explorar esa parte de la vida de Luciani, sino su breve periodo como papa y los hechos que desencadenaron su asesinato. Sin embargo, no puedo evitar la sensación de estar leyendo una especie de homenaje de un fan de Albino Luciani, aunque muchos escritores quisieran tener la habilidad narrativa de Rosero para escribir e integrar las voces poéticas de las prostitutas sin desentonar en el relato. Lo más interesante del libro son las intrigas y los fraudes de la Iglesia, cómo coexisten el bien y el mal dentro de una misma institución. ®