Un charro cantor de las afueras de Guadalajara es portador de VIH y tiene una hija con una mujer con la que no se ha casado. El documental sobre su vida ganó dos premios en esta edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
Claudia Méndez es productora del documental El Charro de Toluquilla, película que formó parte de la Sección Oficial en Competencia del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, el cual concluyó el viernes 11 de marzo.
La acompañé a la presentación de ese filme en Autlán, Jalisco. Después de tres horas de carretera y una breve pausa para comer tacos de canasta, llegamos a la tierra natal del músico Carlos Santana.
Al mediodía, mientras todo se alistaba para anunciar en el Cineforo de la ciudad de Guadalajara a los ganadores de las diferentes secciones que conformaron la edición 31 del festival de cine, El Charro de Toluquilla se proyectaba en el Centro Cultural “José Atanasio Monroy” —así llamado en honor al pintor oriundo de ese municipio de Jalisco— ante a un público estudiantil del Centro Universitario de la Costa Sur.
El Charro de Toluquilla (México, 2016) es la historia de Jaime García, un charro carismático que canta en bares tapatíos y que vive en Toluquilla, una zona cercana al Aeropuerto de Guadalajara. Este alegre cantante, que recuerda a los charros de la Época de Oro del cine nacional, es portador de VIH. Esto no le impide tener una vida retacada de emociones fuertes, aunque seguramente no tan fuertes como la de por fin casarse o no con la mujer con quien tiene una niña y que por fortuna no fueron contagiados por ese Pedro Infante flaco e irreverente. Así que adiós a las historias de charros cantores mexicanos idealizados por el pueblo.
Fue un viaje relámpago, pues sólo estuvimos una hora. De vuelta a Guadalajara Claudia nos contó que la historia de Jaime García, mejor conocido como “el Charro de Toluquilla”, ganó dos premios en esta edición del festival: el de Mejor Documental Iberoamericano y el Premio del Público. Fui testigo de la alegría de la productora, del director José Villalobos Romero y del mismísimo Charro, quienes no estuvieron en el Palmarés en el Cineforo pues todos estaban trabajando.
Entre las pronunciadas curvas, tanquetas militares estacionadas al filo de la carretera y hermosos paisajes soleados con cerros y lagos, el teléfono de Claudia sonó varias veces. Una llamada fue de su mamá, quien asistió al anuncio de los ganadores del festival, donde además se informó que el invitado de honor del próximo año será Alemania.
“¡Hija, 150 mil pesos!”, alcancé escuchar la voz que salía del celular. Claudia llamó al director y al charro, quien de seguro apenas estaba despertando, pues “Jaime se levanta tarde”, dijo ella.
“Le ganamos a documentales muy buenos”, expresó Claudia. Este documental le cambió la vida, pues como reveló a los periodistas en Autlán, ella tiene una enfermedad cardiaca de la cual apenas se enteró unas semanas antes de conocer al Charro. Al saber que Jaime es portador del VIH desde hace quince años, situación que éste afronta abiertamente, la actitud de Claudia cambió ante su propia enfermedad.
En algún momento, por los cerros y las curvas de la carretera, la señal de los celulares se interrumpió, así que después de una charla para la radio toluqueña donde colaboro ambos cerramos los ojos para echar una siesta mientras llegábamos a Guadalajara; las desveladas motivadas por las pachangas festivaleras nos tenían muy agotados.
En unas horas más recibirían los reconocimientos en el Teatro Diana, y yo soñaba que el Charro llegaba montado en su caballo a cagar la alfombra roja de clausura del festival. ®