Rafael Pérez Gay y Luis Oliveira presentan el libro de un escritor que insiste en ser calificado de insolente, aun cuando en sus textos habla siempre de un lugar habitable y un mundo mejor que éste.
“¡Sí, ya, ya, ya, no empieces a gritar!”, así regaña, mientras hace aspavientos, el escritor Guillermo Fadanelli a una de las edecanes en los pasillos de la FIL cuando ella le pide a él y sus acompañantes Julio Trujillo y Luis Oliveira, entre otros, que bajen la voz porque hay presentaciones en los salones a los lados. Otra de las jóvenes encargadas de poner un poco de orden en los pasillos les pide que se corran hacia los muros para que la gente pueda circular, pero Willy —como llaman sus amigos a Fadanelli— no hace caso a la amable petición e ignora olímpicamente a la chica, desconcertada. El autor de Insolencia continúa conversando con sus amigos escritores mientras espera a que se desocupe el salón donde minutos más presentará su nuevo libro.
Me acerco a la chica y le digo que ese escritor se llama Guillermo Fadanelli. Reclama: “Debería mostrar su educación”. ¿Qué otra cosa podría decir ella? La edecán ignora que Fadanelli es autor de libros en los que habla de buscar un lugar habitable y de civilidad, vamos, que en sus columnas periodísticas aboga infaltablemente por un mundo mejor que éste.
Son las seis de la tarde y se presenta El hombre nacido en Danzig (Almadía). Dice Rafael Pérez Gay que “Fadanelli no es un chef de vanguardia […], es como una señora que cuida sus cacerolas”, y agrega: “Es uno de los escritores más legítimos”. Esto porque vive de escribir, como pocos en México, y porque su anterior novela Lodo “es el surtidor de una obra madura de Guillermo”. El autor interrumpe al presentador para expresar que “si Rafael habla de otro libro es porque no le gustó el que están presentando”.
Las obsesiones de Fadanelli con las mujeres están presentes en esta novela. Pérez Gay expresa que si él fuera mujer “acusaría de misoginia” al autor, quien le revira que no odia a las mujeres “sino que les tiene miedo”…
Rafael habla entonces de esa historia de Riquelme —como el futbolista—, un detective, y su cliente, un hombre abandonado por su mujer, Elisa Miller. Elena, Mónica, Sonia, son las sombras que atormentan con sus apariciones al desubicado personaje. Séneca, Schopenhauer y Weininger, pero también el jugador de basquetbol Magic Jonhson son “las voces que agitan la conciencia del hombre cada vez que éste sostiene diálogos con sus héroes morales y deportivos”.
Las obsesiones de Fadanelli con las mujeres están presentes en esta novela. Pérez Gay expresa que si él fuera mujer “acusaría de misoginia” al autor, quien le revira que no odia a las mujeres “sino que les tiene miedo”; añade que El hombre nacido en Danzig “es su primera novela feminista” porque “las mujeres son esa extensión por la que puedes caminar”. Para Pérez Gay esta novela es “un teatro del absurdo” con un personaje que está al borde del abismo y —parafraseando a Nietzche— porque al personaje lo atrae el abismo.
El joven filósofo Luis Oliveira recuerda que cuando la cineasta pelirroja Elisa Miller leyó esta novela se enojó porque en ella Elisa Miller es una puta. Ya entrados en el tema del cine Fadanelli afirmó que “una buena novela no puede ser llevada al cine”, y rectifica: “por lo menos no las que a mí me gustan”; es que “mis novelas”, aclara, “nunca superarán a Los Soprano o a Breaking Bad”.
Con El hombre nacido en Danzig Fadanelli cierra una etapa y nunca volverá a escribir una novela–ensayo, porque los lectores, dice, lo que quieren es leer historias —supongo que como la de Breaking Bad. ®