Feabie es una plataforma digital reúne a una comunidad que desafía los estándares de belleza actuales. Dos testimonios revelan las dinámicas de un fetiche que celebra a los cuerpos grandes.

Santi vive en Capital Federal, tiene once años y ya sabe lo que es la pornografía. No sabe dónde encontrarla, no conoce XVideos, pero sabe lo que es el porno.
Corre el año 2011, auge de las redes sociales, y el acceso a internet es casi irrestricto para las juventudes. Incluso para los más pequeños. Todo está al alcance de un click. Y así lo fue para él, que una noche se vio invadido por la curiosidad. Abre YouTube, busca “porno” y se sorprende con los resultados. No hay videos de gente desnuda que tiene sexo, hay videos de gente gorda comiendo. Una búsqueda que empezó con la palabra de la “P” terminó en algo completamente distinto.
Click, click. No era lo que esperaba, pero le llama la atención.
Ése fue el comienzo de lo que sería su ritual nocturno. Todas las noches la misma ruta de videos. Click. Click. Click. No se memorizaba los títulos, no sabía cómo funcionaba el historial de navegación, pero fue lo suficientemente astuto para notar que, si quería ver los mismos videos, tenía que hacer los mismos clicks para llegar a ellos. Mientras más contenido miraba, más contenido relacionado le recomendaba la plataforma. Le interesaba lo que estaba viendo y pensaba: “No puedo ser la única persona a la que le gusta esto”.
Hoy Santiago Joile tiene veinticinco años y sabe que ese joven explorador estaba en lo correcto. No es la única persona a la que le gusta este tipo de contenido. De hecho, son muchas personas y un gran porcentaje se reúne en la red social llamada Feabie: lugar donde nos conocimos, intercambiamos mensajes y coordinamos un encuentro online. Esta web, que también oficia de sitio de citas, recibe 1.2 millones de visitas mensuales.* Número que queda gigante, comparado con la cantidad real de gente que figura online y postea con regularidad en su muro. La comunidad de Feabie es un colectivo que se siente pequeño.
Esta web, que también oficia de sitio de citas, recibe 1.2 millones de visitas mensuales. Número que queda gigante, comparado con la cantidad real de gente que figura online y postea con regularidad en su muro.
Al conversar por videollamada Santi me contó que la primera vez que entró a esta página web fue gracias a una búsqueda en Google. Tecleó “Me gustan las personas gordas” y todos los resultados apuntaron al engorde. Yahoo! Respuestas, que ya no existe, le reveló el nombre del fetiche: feederismo. Un préstamo lingüístico del anglosajón, porque no tiene traducción. Feederism, o feederismo, significan y representan lo mismo, la excitación hacia la gente gorda y la acción de alimentarlos. Quien alguna vez se pensó tan sólo había encontrado a su gente:
—Cada vez somos menos, y es verdad que por cada mujer hay muchos más varones, pero cuando menos es interesante saber que en algún lado del internet ya existía, anda a saber desde cuándo, una comunidad, una página dedicada exclusivamente a esto.

Esta especie de “Facebook naranja” reúne a todos aquellos interesados en el feederismo y cada uno de sus roles: los feedee, personas que disfrutan de ser alimentadas. Los feeders, que encuentran placer en alimentar a otra persona. Los fat admirers, que se sienten atraídos por personas gordas. Y, por último, los gainers, que buscan activamente subir de peso. Dentro de la web también están las categorías BBW, Big Beautiful Woman, y BHM, Big Handsome Man, para distinguir a las personas que no están necesariamente interesadas en una dinámica de alimentar–ser alimentado, pero sí buscan la adoración de sus cuerpos grandes.
En Feabie no son muchas las personas que buscan generar un vínculo real. Si sos mujer y feedee los mensajes que se reciben son muy directos, con pedidos explícitos. Hay cierta presión ejercida de parte del género masculino, y esto habla del número de mujeres que abandonan la plataforma, a causa del acoso y la insistencia de las personas que escriben en búsqueda de ver cumplida una fantasía.
Feabie parece estar congelado en el tiempo. Desde la estética vintage de su plataforma, que retrotrae al feed de Facebook en 2012, hasta las ideas de la gente que reúne. La comunidad del feederismo resiste, inmutable, al paso de las tendencias. A Feabie no llegó el Ozempic. No les importa si está de moda el abdomen plano para usar el jean tiro bajo. No les llegó la noticia de que Kim Kardashian se sometió a una cirugía para revertir el aumento de glúteos que se hizo en 2014, cuando tan de moda estaba la figura curvilínea. No saben lo que es una almond mom. No discuten sobre la fijación de Cris Morena por el peso y los TCA (trastornos de conducta alimentaria) que generó. Esta web que se fundó en el año 2015 permanece y acobija al último bastión de lo “distinto”. Los rebeldes del ideal de belleza.

Para participar de la comunidad no hace falta tener un papel definido. En el caso de Santi, comenzó como fat admirer, luego le atrajo el papel de feeder y hoy también disfruta de la idea de ser feedee. Es algo que se construye y descubre con el tiempo. Sin embargo, el verdadero desafío radica en cómo relacionarse con los otros. En Feabie no son muchas las personas que buscan generar un vínculo real. Si sos mujer y feedee los mensajes que se reciben son muy directos, con pedidos explícitos. Hay cierta presión ejercida de parte del género masculino, y esto habla del número de mujeres que abandonan la plataforma, a causa del acoso y la insistencia de las personas que escriben en búsqueda de ver cumplida una fantasía. En el caso de Santi, él prefiere tener algo más. Me dijo: “Sería lo ideal encontrar una persona que quiera engordar conmigo”, y confesó que nunca tuvo una experiencia fetichista relacionada con el feederismo, pero que está abierto a que suceda dentro de una relación estable y a largo plazo.
Es el caso de Lilith, a quien le envié un mensaje privado para conversar a través de Google Meet. Ella no busca un vínculo romántico o sexual, sino uno que dé rédito económico. Tiene veintidós años y vive de la venta de contenido erótico en Instagram. En un comienzo se abocó de lleno al BDSM.
Entre la variedad de perfiles que se pueden encontrar en páginas como Feabie existen también personas que utilizan la plataforma para promocionar sus negocios. Es el caso de Lilith, a quien le envié un mensaje privado para conversar a través de Google Meet. Ella no busca un vínculo romántico o sexual, sino uno que dé rédito económico. Tiene veintidós años y vive de la venta de contenido erótico en Instagram. En un comienzo se abocó de lleno al BDSM. Hasta que descubrió un nuevo nicho y cambió su público objetivo.
Agobiada por los estándares de belleza y las demandas de los clientes, al borde de dejar el negocio de la venta de contenido para adultos, Lilith encontró su lugar en la comunidad del feederismo. Estos potenciales compradores le ofrecían una nueva perspectiva de lo que se considera bello y sensual:
—Todo lo que siempre intenté esconder es lo que me pedían ver y lo que disfrutaban ver.
Desde que se adentró en este fetiche vive del dinero que le envían sus clientes. Su estrategia apunta a generar vínculos, que, según ella, es lo más básico de vender contenido. Genera relaciones muy cercanas, para que duren en el tiempo. Aunque no todos están interesados en esta dinámica. Algunas personas se limitan a enviar pedidos y dinero con la finalidad de hacer realidad su fantasía. Lilith me comentó que son muchos los que tienen ideas irreales en relación con los límites del cuerpo y me compartió la historia de una de sus primeras relaciones dentro de la comunidad, con un hombre que le pasaba mucho dinero semanal. Además le enviaba un menú que debía seguir, paso a paso, con cantidades exorbitantes de comida. El objetivo de su cliente era que ella subiera de peso, pero era imposible ingerir esas cantidades de alimento. Lo resolvió inventando números en la balanza:
—El chabón llegó a pensar que yo pesaba más de 300 kilos.
La relación se terminó cuando el hombre se dio cuenta de que un cuerpo de 300 kilos no se veía como el de Lilith. Ella no tiene como objetivo subir de peso, no le interesa. Tampoco busca cumplir con las fantasías extremas de sus clientes. Algunos le escriben y le dicen: “Te doy esta plata y quiero que te comas treinta hamburguesas”. Ella les cobra las treinta, pero no se las come. Compra una o dos, se graba comiendo, lo envía y ellos creen que cumplió con las treinta. Mientras conversábamos me preguntó: “¿Cómo les entra en la cabeza que alguien pueda comer treinta hamburguesas?”

Lilith ignora a las personas que le escriben hablando del death feederism, una rama más extremista del fetiche que encuentra placer sexual en alimentar —o ser alimentado— hasta la muerte. También escapa de quienes se refieren al engorde hasta la inmovilidad. Si puede, les sigue el juego, para no romper la fantasía, pero no le gusta nada de todo eso. Intenta mantener sus vínculos, porque son su trabajo. Incluye algunas mentiras piadosas para generar la fantasía del aumento de peso, pero no es lo que le interesa, no es gainer. Ella encuentra placer en ser gustada por como es, en no tener que esconderse, en poder aceptar su cuerpo y trabajar de compartirlo con los demás. De hecho, le recomienda a todas las chicas plus size sumarse a la comunidad para encontrar alguien que las adore, como ella lo hizo:
—Yo acá soy todo lo que está bien, mi cuerpo es el ideal de belleza.
Tanto Santi como Lilith existen en Feabie. Un espacio escondido en un rincón de internet, donde lo atractivo poco tiene que ver con lo que se consume en Tik Tok. La comunidad del feederismo se congrega en la digitalidad y aguanta, dejando de lado los dictámenes estéticos del momento, para establecer su propio criterio de belleza. En Feabie emerge el recordatorio de que la diversidad no conoce de límites ni tendencias. Es más fuerte la búsqueda del sentido de pertenencia. Descubrirse en lo “distinto” para ser mucho más que uno. ®
* La información sobre las visitas mensuales de Feabie, aproximadamente 1.2 millones en junio de 2025, proviene de Similarweb.