Presentamos un fragmento del nuevo libro de nuestra columnista: Escamas de este mundo gemelo. En esta pequeña y suculenta muestra se analiza cómo un genio del tamaño de Kieslowski juega con el tiempo para narrarnos la historia de las dos Verónicas.
La escena que utilizaremos para tratar el tema del pliegue temporal se desarrolla en el departamento de Véronique durante la noche. La joven duerme. En el plano sonoro, suena el timbre del teléfono. La muchacha enciende el velador y atiende. A partir de ese momento, el sonido que ilustra el primer plano de Véronique viene dado por un punto de escucha subjetivo, que es el suyo propio.
Ella nos presta su oído; por ello, podemos oír una respiración en off que proviene del otro lado del teléfono. La joven pregunta: «¿Quién habla? Responda por favor». La respiración insiste. Véronique replica: «Voy a colgar», a lo que una voz masculina contesta: «No». Sorprendida por la llamada inusual y motivada por la curiosidad, no cuelga. Del otro lado, se oye un click –como cuando alguien acciona el play de un equipo de audio– y comienza la frase musical. Mientras escucha, Véronique se recuesta sobre su hombro y se acaricia el brazo. Un corte directo de la imagen nos entrega una superficie roja indeterminada que se extiende por todo el plano. La continuidad se mantiene gracias al leitmotiv. Pareciera que por la derecha del cuadro algo se acercara en forma lenta: una imagen distorsionada, de una definición pobre, impregnada de una vaguedad semejante a la que presentaba la imagen de la secuencia-prólogo del filme.
¿Qué estructura es capaz de generar imágenes de este tipo? Efectivamente, una superficie cristalina curvada o una esfera cristalina. El giro lento de la esfera permite reconocer a Weronika. Sobre la curvatura aparece la joven polaca cantando el leitmotiv. Unos segundos después, se desploma. La esfera completa el giro, el rojo vuelve a invadir el cuadro y la frase musical instrumental alcanza el plano sonoro. Es de notar, que la escena de la esfera es bastante compleja, al igual que en el prólogo. En este último, la instancia fundamental también recurría a malabarismos y juegos con el tiempo narrativo, pero mientras allí lanzaba el presente hacia el futuro, aquí lo arroja hacia el pasado. El flashback refleja el momento de la muerte de Weronika en el cristal.
Tal vez resulta casi ingenuo hablar de flashbacks o flashforwards en un filme como La doble vida de Verónica, ya que en realidad no se trata estrictamente de circuitos establecidos con imágenes-recuerdo o imágenes-anticipación, sino de poderosas exploraciones del tiempo. Dichas indagaciones hacen del tiempo un espacio habitable.
La irrupción del leitmotiv cantado en la escena es diegética. Alguien, del otro lado del teléfono, coloca una cinta de audio. La frase musical acciona el movimiento de la esfera cristalina y genera una intravisión en Véronique. El giro provoca un pliegue temporal que actualiza el pasado. Una vez muerta Weronika, es elleitmotiv instrumental el que asume la musicalización del plano sonoro que sirve para narrar con vehemencia el estado de ánimo de Véronique luego de experimentar la intravisión. Cuando la otra persona corta la comunicación, la música se interrumpe: «El visionario, el vidente es aquel que ve en el cristal y lo que él ve es el brotar del tiempo como desdoblamiento, como escisión». Véronique es médium: posee la capacidad de ver en el cristal, tiene el don de la videncia. Su condición le permite acceder a la dimensión reversible del tiempo. La joven logra ver en el cristal un pasado inmediato que ya no es, un chorro de tiempo escindido.
Tal vez resulta casi ingenuo hablar de flashbacks o flashforwards en un filme como La doble vida de Verónica, ya que en realidad no se trata estrictamente de circuitos establecidos con imágenes-recuerdo o imágenes-anticipación, sino de poderosas exploraciones del tiempo. Dichas indagaciones hacen del tiempo un espacio habitable. Durante los veinte minutos iniciales del filme, Véronique no representa un estado de conciencia o una manifestación psicológica peculiar de Weronika, por el contrario, existe independientemente de la conciencia, existe en el tiempo. Al igual que luego de muerta, Weronika regresa montada en los pliegues temporales.
Ambas Verónicas habitan el tiempo, pues ocupan un espacio temporal específico. Si aceptamos la flexibilidad temporal como una de las características intrínsecas de la dimensión tiempo, podemos explicar los desdoblamientos y las superposiciones temporales. Así, el tiempo podría enrollarse y desenrollarse, y describir espirales u otras formas posibles, permitiendo que Véronique vea en el cristal («intravea») un episodio protagonizado por Weronika:
Nuestra existencia actual, a medida que se desenvuelve en el tiempo, se duplica, pues, en una existencia virtual, en una imagen en espejo. Todo momento de nuestra vida ofrece, pues, estos dos aspectos: es actual y virtual, percepción de un lado y recuerdo del otro. […] Aquel que tome conciencia del desdoblamiento continuo de su presente en percepción y en recuerdo […] será comparable al actor que interpreta automáticamente su rol, escuchándose y mirándose interpretar.
Véronique toma conciencia del desdoblamiento temporal cuando en la penúltima escena del filme le confiesa a Alexandre: «Siempre en mi vida sentí haber estado en dos lugares diferentes. Es difícil de explicar. Pero yo sé… Siempre presiento lo que debo hacer». En esta frase, se vuelve perceptible la existencia de un recuerdo del presente contemporáneo del propio presente o un pasado inmediato del presente, correlativo y, si se quiere, simultáneo a éste. Véronique supo siempre qué hacer, debido a que su percepción mostró en cada acontecer su revés de recuerdo (representado por las experiencias simultáneas de Weronika). Para Véronique, escuchar y mirar interpretar a Weronika significa ensayar y aprender a interpretarse a sí misma. El ensayo implica un proceso de preparación y puesta a prueba de su propio papel en la vida. ®