Así se llama un libro breve, publicado por la editorial tapatía Tedium Vitae [2012], del filósofo y escritor Frank Lozano, quien cultiva, más que cualquier otro género, el brevísimo y conciso del aforismo —y, en esta especialidad, el aforismo irónico, lúdico y cargado de dobles sentidos y juegos con el idioma.
Lozano es oriundo de Guadalajara, donde vio la luz en 1974 y donde se volvió ferviente atlista, sin importar si este equipo algún día llega a ganar. También escribe cuentos y espera publicarlos en un libro llamado Disculpe las molestias antes de que se agote este año. Ha escrito también ensayos sobre ciencias sociales en revistas especializadas y dice, sin reírse, que cree en el amor. También en la difusión de la cultura, ámbito en el que se ha desempeñado como eficiente funcionario del Ayuntamiento de Guadalajara.
Las luminosas ráfagas literarias de No hay días difíciles, advierte el autor, “no ejercen el magisterio ni quieren pasar por reflexiones. Tampoco son parientes sanguíneos del wit [frase aguda, ingeniosa] anglosajón que suele prescindir del juego verbal. Su talante”, sigue, “linda más con el retruécano y la felicidad verbal. Recurren a la sorpresa, a la tergiversación de expresiones comunes y a veces a la amistosa insolencia”.
Habiendo leído esta colección de sabiduría condensada el arribafirmante se ha convencido rápidamente —como una prostituta a la que le abanican un grueso fajo de billetes— de que el autor es el nieto cínico y socarrón de un tal Ciorán. No oculta su origen tapatío, periquetero —otro breve género literario nacido del ingenio del fallecido Arduro Suaves— y filosófico, pues sus escuetas consignas rezuman/resumen un poco —más bien bien mucho, como dicen en la ciudad de la que nuestro autor es hijo pródigo— de lo que ha mamado. En hablando de mamar, mucha de su experiencia amorosa es material de estas letras que tiene también una fuerte dosis de grouchomarxismo. Muy posiblemente Ionesco habría firmado, gozoso, ocho o quizá nueve de los aforismos que contiene este objeto (le corresponde a usted, amable y culto lector, adivinar cuáles). Verdades de a gramo, palabras trocadizas y juguetonas, falsos proverbios, nuevas versiones, distorsiones y tergiversaciones. Ácidas alteraciones/aliteraciones de sentido. Recuerdos del futuro improbable y ciertas desmemorias, insolencias refrescantes, insultos cariñosos y filosofemas blasfemos, ni más ni menos. Que no le digan más, que no le cuenten menos: dé vuelta inmediatamente a la página y lea: aprenda y ríase de este feliz hombre atormentado por la inteligencia y la pasión.
Finalmente, unas palabras más de Frank Lozano sobre sus relámpagos textuales, que “exigen ser comprendidos por meteorólogos. Apelamos, pues, al conocimiento de los fenómenos celestes del lector”. (¿Cómo conseguirlo? Entre aquí) ®