Su vida y su obra, como la de la mayoría de las escritoras, fueron de la mano, y su obra alimentó su vida, y su vida era mejor porque así la hacía sentir su escritura.
En este recinto de la librería Rosario Castellanos quiero agradecer a Patricia Rosas Lopátegui, editora de este libro, así como a la editorial Gedisa, por invitarme a esta fiesta de manteles largos para celebrar a una de las mejores entre escritores y escritoras de habla hispana, cuya obra inédita y correspondencia aparecen públicamente para el placer de quienes queremos y admiramos a Elena Garro.
Elena Garro es descrita pacientemente por su editora, quien nos va contando la historia de los textos, su contenido, en diálogo con otras historias ya contadas en ediciones anteriores de su obra, así como con las de su hija, Helena Paz Garro, también editada por Rosas Lopátegui. La descripción cuidadosa de cada obra es un haz de luz sobre lo que encontraremos una vez que nos adentremos en las páginas de este libro.
Como historiadora de la lengua, filóloga, me conmina además el riguroso cuidado de la editora para llevarnos con las llaves por el mundo de la creadora. Leemos ese mundo propio de Elena, donde redime su pasado y encuentra explicaciones desde su yo creativo, ese que se desenvuelve por diversos caminos y pasa ampliamente por la literatura rusa. Soy editora de escritos de mujeres, y agradezco profundamente esa labor rigurosa de la historiadora que ha podido entrever un ordenamiento digno de tan gigantesca obra.
“Mujer que sabe latín” son palabras que pudieron haber sido acuñadas para Elena Garro, quien fue lista, instruida para el canon masculino de la época, sin prejuicios para conocer a la gente, como su libertad le permitía, y fue un peligro para sus contemporáneos aspirantes a escritores, quienes usurparon y ocultaron la fuente de la que emanó originalmente la creación.
Así, según lo voy comprendiendo mejor, Elena Garro para ellos fue el trofeo que conquistó Octavio Paz en el entre ellos. Violento y colonizador, como lo hace saber Elena en su escritura, el círculo cultural patriarcal con poder pudo haber celebrado la conquista de Octavio. Y no.
La escritora, según se va leyendo en la descripción de la editora, sabía que esa relación quizá no era lo mejor, pero quiso intentarlo. Quizá esa competencia intelectual en la que Octavio azuzaba a Elena, quien respondía, se trasladó a todos los ámbitos de su vida, y así, a quien más temió Octavio Paz fue a Elena Garro.
Elena creó su mundo paralelo desde muy pronto tras su forzado matrimonio, que hoy mismo violaría la ley por casar a una menor de edad, y sin su consentimiento, al parecer. Elena sabía quién era él. Pero tal vez nunca pensó que llegaría tan lejos. Aun con ello, el camino paralelo de Elena nos dejó su prolífica escritura, y sólo me imagino cuánto más habría escrito si la hubieran dejado volar en paz, en libre vuelo.
Gracias a su tenacidad, a su no dejarse morir, no dejarse matar, sabía que lo único que la salvaría del olvido era dejar su propio testimonio, el de Elena Garro. Su vida y su obra, como la de la mayoría de las escritoras, fueron de la mano, y su obra alimentó su vida, y su vida era mejor porque así la hacía sentir su escritura. Por eso fue siempre tan importante escribir. Y por eso están estas obras, y su epistolario más completo hasta ahora, que nos permiten saber quién fue y cómo creó Elena Garro.
Patricia Rosas Lopátegui ha venido mostrando la gran obra de la escritora, esas letras volantes que conocieron tantos lugares, que estuvieron a resguardo, largas tardes escondidas… las que en el camino se perdieron, y las que sobrevivieron, muchas de ellas que ocupan ahora este libro de obra inédita reunida. Y la felicidad es que ahora esa obra está a disposición de quienes queramos adentrarnos en conocer a la dramaturga, guionista, cuentista, novelista, bailarina y mujer libre que fue Elena Garro.
Su obra es oro molido, pepitas de verdad pura, como diría Virginia Woolf, que nos abren caminos a una escritura libre, común a la mayoría de las escritoras que encuentran en su creación el espacio de libertad que Elena Garro también encontró.
Elena anduvo a la búsqueda de un nuevo inicio, el que aparece una y otra vez en su obra, como en Un hogar sólido. Morir para volver a nacer. Absolver el delito del que fue su marido, de los amigos de su marido, entre los que hay escritores y políticos con poder. Y también sus amantes o cortejadores envidiosos de su talento. Absolverse ella de la historia en la que la hicieron entrar obligadamente.
Como gran creadora de imágenes cinematográficas, su obra describe y facilita aquello que le pasa por los sentidos, hasta los ruidos; como creadora de imágenes nos va mostrando la perfección de su trabajo, las detalladas descripciones; quizá por eso su laborioso cuidado en la escritura necesitada de revisiones a fondo, y que nos dejó tantas versiones de un mismo texto, como se muestra en esta recopilación. Su obra es oro molido, pepitas de verdad pura, como diría Virginia Woolf, que nos abren caminos a una escritura libre, común a la mayoría de las escritoras que encuentran en su creación el espacio de libertad que Elena Garro también encontró.
La genealogía femenina de escritoras, según he ido perfilando con mi trabajo sobre escritos de mujeres a través de su búsqueda, acopio y edición, principalmente, hace sinapsis de encuentro en ese espacio de libertad que es la escritura, y permite ver cómo la vida y la obra de una creadora van de la mano, sin separación alguna, como una barca con dos proas en medio del mar, como la vida misma.
Elena Garro, según entiendo por lo que nos permite saber su editora, encontró su camino, el de perfección, diría Teresa de Jesús, y propone una lectura propia desde su estar en el mundo, desde su experiencia, ya de por sí trascendente, y le da sentido así a la vida de muchas, y de muchos también.
Ya lo menciona Patricia Rosas Lopátegui, y es importante repetirlo: en diversos sentidos Elena Garro describe puntualmente a sus personajes, muchos de ellos retratados de la vida misma, técnica que aprendió con amor de la literatura rusa, y nos entrega este compendio de condición humana, cuyo plus es la descripción de su propio mundo como mujer, como madre, como hermana, como escritora, involucrada siempre con la realidad de su tiempo, cuya creación escrita fue también usurpada, y ella enterrada por su talento, por su peligrosa rebeldía. Hoy emerge al sol como la cigarra mediante la puesta en circulación de esta obra sin censura.
Durante los años sesenta del siglo XX el feminismo planteó para el conocimiento de las mujeres una gran verdad: lo personal es político. Así entonces, la grandeza de Elena Garro, de su vida y de su obra, es haber legado su experiencia singular como experiencia humana universal. ®
Texto leído en la presentación de Elena Garro sin censura. Obra inédita, edición de Patricia Rosas Lopátegui, en la librería Rosario Castellanos, del FCE, el pasado 26 de febrero de 2024.