En las páginas de Elena Garro sin censura. Obra inédita encontramos un avance muy amplio de lo que estaba destinado a convertirse en una obra magna, en la que la autora hace gala de su enorme habilidad para mantener la atención del lector, por medio del dramatismo y los giros sorprendentes en la trama.
En la única libertad que creo es en un espacio abierto dentro de nosotros mismos, el único espacio libre que nos queda para soñar, pensar y crear, aunque tu obra quede secreta y ese espacio a fuerza de tener miedo se estreche cada día un poco más.
—Elena Garro
En años recientes se ha formado una mancuerna sumamente fructífera entre la investigadora y catedrática Patricia Rosas Lopátegui y la editorial Gedisa, que ha dado algunos frutos editoriales muy relevantes, entre ellos, los primeros cuatro títulos de una colección de diez volúmenes dedicados a diez escritoras mexicanas y que lleva el título de Insurrectas. Se trata de un esfuerzo enorme e imprescindible para un cabal conocimiento de la literatura escrita por mujeres en México durante el siglo XX. Más cercanos al libro que ahora comentamos son los dos sendos tomos de Diálogos con Elena Garro (2020), entre ambos incluyen prácticamente la totalidad de las entrevistas que dio la escritora. El resultado más nuevo de esta colaboración es Elena Garro sin censura. Obra inédita.
Como puede notarse al recorrer las páginas de este libro, Garro utilizaba constantemente sus vivencias para plasmarlas en su literatura, la escritora seguía como poética la máxima de Ortega y Gasset: “Lo que no es vivencia es academia” y las posturas de Dostoievski y Balzac respecto a que “La novela es vida”. Sin embargo, como ella misma lo aclara al crítico Emmanuel Carballo en una carta aquí incluida: “…eso no quiere decir que lo que cuento (…) sea una simple calca de mi vida al papel”. En este sentido, el nombre de Octavio Paz aparece frecuentemente en Elena Garro sin censura. Obra inédita; la presencia del poeta recorre sus páginas, pues se trata de alguien que estuvo casado con la escritora durante más de veinte años y tuvo una hija con ella. Lo encontramos desde su juventud, descrito en los “Diarios de adolescencia” incluidos en este volumen, como un joven celoso que entra al rol del machismo y que mantiene con ella una relación conflictiva, llena de rencores y revanchas.
De hecho, la mención en sus obras de algunas situaciones vividas al lado del poeta dificultó a Garro el poder dar a conocer su literatura en su momento y la hizo sufrir muchas veces la censura y también la autocensura, pues tanto los editores como la misma escritora tenían cuidado de no agraviar a un personaje que ostentaba un enorme poder cultural. Sin embargo, finalmente, gracias a un libro como éste, la verdad sobre esta relación se está conociendo, como la misma Garro lo vaticina en una carta dirigida al escritor argentino José Bianco —también incluida en este compendio— con las siguientes palabras:
Pero para qué quejarse. Además, nadie creería, Paz es un hombre ¡tan sobresaliente!, como me han dicho algunos tontos. Yo… Yo sé las verdades y sé que él es sobresaliente y yo… ¡No lo digo! ¡Pero me admiro!, me admiro sin límites. No por lo que he hecho, sino por lo que no he hecho después de la persecución sistemática e indigna de Octavio Paz. Yo sé que al final se sabrá la verdadera historia y él estará en el otro mundo muy muy mortificado.
En el género dramático, una de las obras que más resalta en este libro es “El cono de tinieblas”. Ésta sucede en la casa de la familia de su esposo en Mixcoac, donde Elena Garro, recién casada, fue llevada a la fuerza y sufrió un calvario. Ahí se suscita una serie de eventos en los que se da una mezcla de elementos realistas y fantásticos, que tienen que ver con personas, algunas vivas y otras muertas, del clan Paz, convertidas en personajes de la obra.
En el momento de la acción la protagonista Hebe (Elena Garro) está atrapada en medio de la relación enfermiza e incestuosa entre Josefa (Josefina Lozano) y su hijo Horacio (Octavio Paz), seres crueles y truculentos, que la maltratan e insultan. Al quedar presa en este lugar, arrancada de su casa paterna siendo apenas una muchacha ingenua, sufre su primer encuentro con el mal y descubre el sufrimiento, lo que la lleva incluso a abrigar pensamientos suicidas.
Madre e hijo son carcomidos por rencores del pasado y están llenos de secretos íntimos que tienen que ver con el destino trágico que rodea a esta prole. El padre de Horacio (Octavio Paz Solórzano), alcohólico y golpeado por su hijo, se suicidó tirándose a las vías de un tren, mientras que su tía Amelia (Amalia Paz Solórzano), murió de manera sospechosa, aparentemente envenenada por Josefa. Estos personajes que aparecen como fantasmas, convierten la obra también, de alguna manera, en una trama gótica. El título de la obra remite, además, al infierno de Dante en La Divina Comedia, que era representado bajo la forma de un cono invertido. Además, las culpas y los vicios familiares hacen de la casa un espacio tenebroso, habitado por sombras encerradas en sus historias que recuerdan el inframundo dantesco.
Ante el divorcio inminente, cuando la escritora tuvo que salir por primera vez exiliada de México en 1959, después de defender a un grupo de indígenas morelenses, Paz se quedó con su casa y llevó a cabo un trámite de divorcio, igualmente al vapor y subrepticio en Ciudad Juárez.
Además, en Elena Garro sin censura. Obra inédita conocemos diversos momentos del complicado matrimonio entre los escritores, por ejemplo, aquél en que la autora cuenta que se casó por medio de engaños y sin estar plenamente consciente de lo que hacía, en una boda al vapor y subrepticia. Desde el principio sufrió insultos y descalificaciones por parte de su marido, además, la escritora tuvo que enfrentarse a la homosexualidad encubierta de Paz, quien sostenía una relación oculta con Carlos Pellicer. Ante las dificultades económicas, ella le daba dinero y lo ayudó a conseguir trabajo como diplomático, incluso llegó a financiar sus proyectos literarios como la revista Taller, aunque esta información no fuera conocida. Ante el divorcio inminente, cuando la escritora tuvo que salir por primera vez exiliada de México en 1959, después de defender a un grupo de indígenas morelenses, Paz se quedó con su casa y llevó a cabo un trámite de divorcio, igualmente al vapor y subrepticio en Ciudad Juárez. Aunque el poeta nunca fue fiel en su matrimonio, siempre sintió rencor y no perdonó las relaciones que tuvo Garro con Archibaldo Burns y Adolfo Bioy Casares.
Incluso ya divorciados su relación continuó siendo complicada, cuando la escritora salió huyendo de México por segunda vez en 1972 y posteriormente llegó a vivir a Madrid, Octavio Paz contaba en esta ciudad con una gran autoridad literaria y, debido a ello, Elena Garro sufrió un boicot editorial y no la publicaban. Además, sus vidas no podían ser más distintas, Garro era presentada en el mejor de los casos tan sólo como la exesposa de Paz, sufría el ostracismo y su obra era desconocida en México y España, mientras su exmarido, supuesto disidente del PRI, estaba en la cúspide, ella estaba derrotada. El escritor encarnaba la figura del “gran chingón” de la que habla en el ensayo “Los hijos de la Malinche”: era el más laureado en México y un gran caudillo cultural, representante del patriarcado, principal capo de la mafia literaria en los setenta, un equivalente de la omnipotente figura presidencial en el ámbito intelectual, era una estatua formada desde el gobierno y Garro su principal opositora, aunque no la única. Por otro lado, la escritora tenía que mantener contacto con Octavio Paz, pues por órdenes del poeta le negaban trabajo y estaba sin dinero para mantener a su hija enferma, hacían una comida al día y tenían que realizarle varias operaciones; su situación era tan desesperada que hace sentir pena por ellas. Por todo esto se veía obligada a solicitar la ayuda económica del padre de Helena Paz, aunque esa ayuda llegaba retrasada o muchas veces no llegaba. Por otro lado, la relación del escritor con su hija cuando ésta era adulta tampoco fue la mejor, tenían constantes diferencias políticas, además de que la ninguneaba y no la consideraba verdaderamente una escritora, nunca le comentaba nada sobre los textos que publicaba, aunque en ocasiones plagiaba versos de sus poemas.
La escritora critica la contracultura de los años sesenta que condujo, desde su punto de vista, a una falsificación de la filosofía oriental y a la pérdida de una verdadera espiritualidad debido a la masiva persecución de los ideales hedonistas del hippismo y a la influencia de los filósofos de la “nueva izquierda”.
Aunque no hay un apartado dedicado especialmente al ensayo, entre los textos que componen este libro encontramos ejemplos de escritura muy cercana a la ensayística, como en el titulado “Notas sobre el zarismo, la revolución rusa, el gobierno de Stalin, México y otros temas”, las cuales son sumamente importantes, pues en ellas Garro realiza un análisis profundo de las condiciones que rodearon el estallido estudiantil del 68 en México, a través de argumentos profundos y sólidos, en los que se presenta como una pensadora original, con ideas propias, que ha fundamentado mediante el estudio y la lectura. A través de sus posturas filosóficas y opiniones estéticas y artísticas vertidas en estos textos la escritora critica la contracultura de los años sesenta que condujo, desde su punto de vista, a una falsificación de la filosofía oriental y a la pérdida de una verdadera espiritualidad debido a la masiva persecución de los ideales hedonistas del hippismo y a la influencia de los filósofos de la “nueva izquierda” que mezclaban sexualidad, existencialismo y comunismo.
En estas reflexiones, además, podemos constatar que la escritora abrigaba un anhelo de espiritualidad que provenía de la influencia de sus lecturas de los poetas del romanticismo alemán y sus ideas sobre los sueños, la belleza, el arte y su relación con el origen de la ciencia moderna y, por otra parte, de la Iglesia católica, ambas fuentes indispensables dentro de su formación. A contracorriente de la mayor parte de los intelectuales de su época que eran ateos y comunistas, Garro siempre defendió su filiación cristiana. En estos textos con visos ensayísticos aborda el tema del catolicismo, religión que aparece constantemente mencionada en su literatura, y demuestra que su fe en ella no proviene de la ingenuidad o del fanatismo, sino que es pensada y meditada. Cabe decir que, de la moral cristiana de Garro, proviene también en gran parte su actitud como defensora de los animales, los débiles, los desposeídos, los rechazados, los indefensos. Garro confronta a los intelectuales de la “nueva izquierda” con los padres de la Iglesia católica y establece la incompatibilidad de la idea de un cristianismo comunista, además, también formula con claridad sus diferencias con el pensamiento marxista y crítica el materialismo histórico, el socialismo y los horrores cometidos por sus dirigentes. Estas ideas resultan reveladoras en el contexto de su supuesta participación en el movimiento estudiantil del 68 y se constituyen como una respuesta argumentada e inteligente, ante una de las acusaciones más absurdas de su momento: que la escritora y Carlos Madrazo pretendían implantar el comunismo en México por medio de la manipulación de los estudiantes.
Elena Garro también abordó temas que estaban fuera de su ámbito personal. Uno de los trabajos que la ocupó constantemente fue el que dedicó a investigar y fundamentar una idea original que tomó la forma de una hipótesis, verosímil y novelesca al mismo tiempo: la de que la gran duquesa María Romanov, una de las posibles sobrevivientes de la última familia de la realeza rusa en funciones, y Greta Garbo, diva de la época dorada del cine en Hollywood, eran la misma persona.
En sus diversos acercamientos al tema presenta las historias de las dos mujeres de manera paralela y hace que sus biografías se conviertan en una sola, y al hacerlo demuestra su erudición tanto sobre Rusia, su cultura y su historia, como sobre el cine clásico de Hollywood y sus protagonistas, logrando que ambos registros confluyan en uno solo.
En las páginas de Elena Garro sin censura. Obra inédita encontramos un avance muy amplio de lo que estaba destinado a convertirse en una obra magna, en la que la autora hace gala de su enorme habilidad para mantener la atención del lector, por medio del dramatismo y los giros sorprendentes en la trama. En sus diversos acercamientos al tema presenta las historias de las dos mujeres de manera paralela y hace que sus biografías se conviertan en una sola, y al hacerlo demuestra su erudición tanto sobre Rusia, su cultura y su historia, como sobre el cine clásico de Hollywood y sus protagonistas, logrando que ambos registros confluyan en uno solo. De esta conjunción resulta un conjunto de textos que se basan en una acuciosa investigación histórica, similar a la utilizada por la autora al escribir su obra de teatro Felipe Ángeles. De tal forma, Garro escribe sobre la literatura de grandes escritores como Dostoievski y Tolstoi, así como también sobre los momentos definitorios de la historia rusa, el papel que desempeñó este país en el contexto de la Primera Guerra Mundial, la injerencia de Alemania y el nazismo en el triunfo del comunismo soviético, y conjunta todo esto con el retrato de uno de los momentos de mayor esplendor en Hollywood, con referencias a películas clásicas y directores con los que trabajó la actriz sueca, como Mauritz Stiller y Victor Sjöström.
En la época que le tocó vivir a Elena Garro la información se monopolizaba desde el poder, desde ahí se construía una realidad en la que quienes eran señalados o acusados por los medios de comunicación, controlados en su totalidad por el Estado, no tenían siquiera la posibilidad del derecho de réplica; era un momento anterior a la expansión de las redes sociales y las reivindicaciones feministas de los últimos años que, posiblemente, le hubiesen otorgado a la escritora una plataforma desde la cual pudiera expresarse y defenderse de los ataques de sus detractores en el gobierno y entre los intelectuales; sin embargo, no pudo ser así, por el contrario, padeció una persecución constante y no tuvo la posibilidad para ofrecer su propia versión de lo que había vivido. Esta situación la marginó de la vida cultural y literaria y afectó enormemente las posibilidades de publicación de su obra, por lo que todavía quedaba pendiente hasta hace muy poco la publicación de muchas de sus obras, pero ahora, gracias a la perseverancia de Rosas Lopátegui y su incansable labor de rescate y edición, al fin, su palabra indómita logró vencer la censura. ®
Rosas Lopátegui, Patricia (Ed.), Elena Garro sin censura. Obra inédita, Gedisa, México, 2023, 808 pp.