Entrevista con Marta de la Lama

Una pionera del periodismo televisivo y de la política feminista

Antes de que muchos de nuestros lectores nacieran ya había una mujer que hacía programas de televisión sobre sexualidad, cultura y política. Hija del exilio español, como política impulsó leyes contra la violencia familiar y a favor de la mujer. Aquí una charla con Marta de la Lama.

Marta de la Lama con Tania Libertad

—Marta, eres un icono histórico de la televisión que en la actualidad no ha sido muy reconocido que digamos. Tú marcaste toda una época en la televisión mexicana y de ahí tu importancia y valor cultural para el país. ¿Por qué no nos hablas sobre tus antecedentes? Si no estoy mal, tú eres maestra, de profesión.

—Sí, soy maestra de primaria.

—¿Cómo comenzaste en esa profesión?

—Mira, en realidad fue porque yo estudié para maestra normalista, pero yo no quería estudiar eso. Yo quería estudiar lenguas o historia, quizá, pero yo no tenía nada que ver con el magisterio; mi padre tenía otra idea y quería que yo estudiara para química, lo cual a mí me parecía verdaderamente terrorífico… yo era muy buena estudiante, pero química siempre la tronaba, era mi padre el que tenía esa idea y aunque yo no era de la misma idea, y como una amiga se iba a ir a la Normal, pues entonces decidí que yo también me iría a la Normal. Mi padre no chistó, pero yo me fui sin ninguna emoción y ningún interés, la verdad.

Di algunas clases particulares, de regularización y todo eso, pero trabajar formalmente en una escuela nunca lo hice. Y es que también me casé muy joven, a los diecinueve años. Al casarme pusimos una tienda de antigüedades, mi marido y yo.

Paralelamemte empecé a escribir, empecé a hacer trabajos para una revista de decoración muy buena que se llamaba Diseño, con Guillermo Mendizábal Lizalde, y también empecé a hacer algunas cosas para una agencia de noticias, con un periodista fantástico, que ya murió, que era… ¿cómo decírtelo? Pues, era un modelo para los periodistas y un ser humano extraordinario que se llamaba Sergio Nudelstejer.

Se termina lo de la tienda, en 1968, ya sabes, la agitación, el movimiento estudiantil, se termina también mi matrimonio, y es cuando empiezo a escribir más en varios lados, también trabajé en una inmobiliaria, hice representación de unos artistas… Hice de todo porque había que sacar adelante a dos hijas, porque el padre, cual Poncio Pilatos, lavóse las manos.

—Y cuando tuviste contacto con el magisterio, ¿también lo hiciste con la comunidad española? Digo, sé que tienes una historia familiar ahí.

—Fíjate que yo no viví dentro de la comunidad española en la Ciudad de México por una circunstancia: cuando mis padres llegaron acá yo ya venía en camino, nací en julio de 1942. Mi madre era madrileña, de familia asturiana, y mi padre nació en Aranjuez, aunque siempre se consideró de Madrid. Cuando llegaron, al poco tiempo mi padre consiguió un empleo en Culiacán y nos fuimos para allá, en donde vivimos diez años. Por eso no tuvimos mucho contacto con la comunidad española de la Ciudad de México. Y la de allá, pues era una comunidad mínima. Estando acá, pues no fui a ningún colegio de la comunidad; sí, fui al Club Mundet, como tantos otros, pero hasta ahí. Llegué a tener cierto contacto con la comunidad de refugiados, eso sí.

—Tengo una cita tuya que dice así: “Primero aprender la regla, luego romperla. Aprender lo que enseña la sociedad como valioso, para después defender sus convicciones”. ¿Qué me puedes decir ahora al respecto?

—¡Yo pienso absolutamente que sí! Es como el pintor, digamos: primero la escuela, dominar el dibujo, dominar la técnica, dominar lo clásico… y luego que lo dominas, pues… como Diego Rivera; tú no tienes más que ver el cuadro de El picador, que es un dibujo extraordinario, y luego rompió con todos los moldes. Del mismo modo te podría hablar de Cuevas, por ejemplo, en cuanto a los pintores. Pero creo que simplifica muy bien esa frase, ¿no?

—Ahora que los mencionas, hay una parte de tu vida y de tu trabajo que se relaciona con los pintores.

—Bueno, y es que yo estaba casada con un pintor. Y nada, eso fue un mero accidente en mi vida, y nada más. Pero sí, por supuesto que… bueno, yo entrevisté a Tamayo, a Cuevas, y a muchos otros hombres y mujeres de la plástica, claro.

—¿Estas entrevistas fueron el antecedente de tu trabajo, ya en plena forma, en la televisión mexicana?

—De hecho, esto ya forma parte de mi trabajo en la televisión, a la par de que yo ya estaba haciendo pequeñas colaboraciones escritas en ciertos medios; luego surge por ahí un noticiero de unos amigos que estaban en Novedades y lo hacíamos en ABC Radio. Yo salía en el Canal 4, una vez por semana, en un programa que patrocinaba la inmobiliaria en donde trabajaba. ¡Ése fue mi primer contacto con la televisión mexicana!

De hecho, esto ya forma parte de mi trabajo en la televisión, a la par de que yo ya estaba haciendo pequeñas colaboraciones escritas en ciertos medios; luego surge por ahí un noticiero de unos amigos que estaban en Novedades y lo hacíamos en ABC Radio. Yo salía en el Canal 4, una vez por semana, en un programa que patrocinaba la inmobiliaria en donde trabajaba. ¡Ése fue mi primer contacto con la televisión mexicana!

—¿Cómo conoces a Jorge Saldaña?

—Yo lo conocí en la tienda de antigüedades. Le hice una entrevista para la revista Diseño. Le tomé fotos a su casa y demás. Un día que estaba yo en la inmobiliaria, muriéndome de tedio, me habla Saldaña y me dijo que le ofrecían un programa de larga duración en un canal que iba a comprar el gobierno. “¿Te vienes conmigo?”, me preguntó, y yo en una inconsciencia verdaderamente bestial le dije que sí. Colgué. Fui con el dueño de la inmobiliaria y le dije “Hasta aquí llegamos, ¡hasta luego!” ¡Así! Yo no sabía ni de qué iba ni nada lo de la televisión, pero renuncié a aquella cosa en la que no estaba progresando y que no me gustaba. Antes le había coordinado uno de sus programas que tenía, Anatomías, pero no yo no era parte de su equipo ni nada.

—¿Qué era Anatomías?

—Fue un programa que tuvo Saldaña hace mucho tiempo, era un programa de polémicas, pues se planteaba un tema y él presentaba a varios personajes con puntos de vista encontrados. Él fue el pionero de este tipo de programas y entrevistas. Ahora que todo mundo se llena la boca diciendo lo que hace, que es esto mismo en realidad, diciendo que es maravilloso y novedoso, Jorge lo hizo hace muchísimos años y, esto te lo puedo asegurar, con bastante más brillantez y mucho más talento y genio que muchos de los que ahora blasonan de hacer lo mismo.

—Hay muchos en la televisión que nos dicen que lo que presentan es un golpe de creatividad o que juran que son los primeros en hacer algo.

—Sí, sí… ahora todos son los primeros. Son como los presidentes o los secretarios de Estado. Cuando llegan inventan México. No inventan el mundo porque de plano no los dejan, si no también lo inventarían. Nunca ven hacia atrás porque estamos viviendo en un país caníbal, en donde de lo que se trata es de comer todo lo que ya fue antes, para luego vomitarlo, claro, y no reconocer nada.

En fin, yo le coordiné a Jorge Saldaña un programa, ¡fíjate qué interesante!, en el Canal 11, que se llamaba Sopa de Letras, al que convirtió en sección ya cuando estábamos en Canal 13, de mucho éxito, por cierto, en donde también se abordaban cuestiones idiomáticas.

—¿En qué época fue esto?

—Esto tuvo que haber sido poco antes de 1972, que fue cuando entré formalmente a la televisión, en Canal 13, cuando el Estado le compra el canal a don Pancho Aguirre. En fin, antes de esto yo le había coordinado a Saldaña dos programas que fueron un verdadero hitazo. Debutamos el 11 de marzo de 1972, en el programa Sábados con Saldaña, en el Canal 13, que estaba en la calle de Mina, a un costado del Teatro Blanquita.

—Al final, ¿qué hiciste con Saldaña?

—Con Saldaña estuvimos cinco años muy intensos, en donde hicimos muchísimos programas, no solamente Sábados con Saldaña, que tenía secciones exitosísimas: Sopa de Letras, Folklorama, Nostalgia… Yo aparecía en todas las secciones y estaba en la producción junto con Saldaña. Hacíamos otros programas, Convención Musical, el que yo conduje por completo, él lo producía… Programas especiales, teníamos uno que se llamó El Juicio de los Niños, luego nos cambiamos a Picacho.

El Juicio de los Niños era un programa en donde los niños abordaban muchos temas. Lo que ahora otros dicen, también, que inventaron, ¡pues no! Eso ya estaba inventado, pero con mucha más dignidad.

—¿El Juicio de los Niños?

—El Juicio de los Niños era un programa en donde los niños abordaban muchos temas. Lo que ahora otros dicen, también, que inventaron, ¡pues no! Eso ya estaba inventado, pero con mucha más dignidad. Pasaba por la mañana. A medio día empezábamos con las secciones para adultos y terminábamos ya como a eso de las once de la noche. Recuerdo que ya para el cierre, Saldaña sacaba una cosa muy interesante de cine. De hecho, fue así como conocí a Juan Orol, lo recuerdo bien. Organizaba un panel con un psiquiatra, José Cueli, y algunos otros panelistas, en donde se pasaba una película y se analizaba, y demás historias, ¿no? Ese era el cierre, digamos, de Sábados con Saldaña.

Y fíjate, a pesar del enorme éxito que tenían estos programas, los otros canales nos ignoraban por completo. ¡No existíamos para ellos! Algún comentarista, de una gran reputación, llegó a decir “Directamente del aeropuerto, está con ustedes… ¡Mercedes Sosa!”, cuando ya Mercedes había trabajado con nosotros como quince días antes. ¡El morro total! Consideraban que, como nadie nos veía, entonces sólo ellos tenían la verdad. Pero eso, como muchas otras cosas, era mentira. La gente sí nos veía y dejamos mucho antecedente. Tan es así que recuerdo que Sábados con Saldaña dejó otra gran aportación a la televisión en este país: ¡las llamadas por teléfono!

—¿Fue por eso que se hicieron de mucha fama: por la predilección real de la gente en aquellos tiempos de manipulación mediática casi total?

—¡Pero claro! ¡Por supuesto! Llegaban muchísimas llamadas al programa. Y fíjate tú, paradojas de la vida, en la televisión pública, curiosamente, se tocaron muchos temas y se decían y hacían muchas cosas que en la televisión privada nomás no se hacían y no se decían. Rompíamos tabúes.

—Ahora que lo mencionas, se me viene la imagen de Demi Moore, desnuda y embarazada, en alguna revista. Esa foto fue un parteaguas. Toda proporción guardada, aclaro, tú también lo eres, pues tengo entendido que fuiste la primera mujer que salió a cuadro, en la televisión mexicana abierta, ¡completamente embarazada!

—¡Así es! Fui la primera mujer que salió embarazada en un programa en vivo. Ahora hay mujeres que, claro, ya lo han hecho, “Yo también”, dicen. Pues sí, nena, pero sólo la pechuga y la cara. No. A mí me enfocaron bien bien la rotunda panza, que, por cierto, ahora es mi hija Nuria.

Marta con Pedro Armendáriz

—Por ser innovadores y romper tabúes, entonces, ¿fue que le dieron entrada a los temas de la sexualidad humana en la televisión pública?

—Luis de Llano, paralelamente a los programas que yo hacía con Saldaña, me dio la oportunidad de hacer programas ya sola. Hice varios programas especiales y muy variados. Desde Saldaña se tocaban temas de sexualidad, desde Anatomías, y en el 13 también se tocaban, aunque no de manera tan recurrente. Con las mesas polémicas que armaba, con personajes muy polarizados, pues ahí entraba la sexualidad y se armaban unos jaleos maravillosos. Recuerdo que desde las épocas de Anatomías invitaba Saldaña a la familia Abascal, en fin. De ahí surgieron los programas sobre sexualidad, en realidad.

—Hasta donde yo sé, gran parte de los personajes de la liberación sexual y de la diversidad sexual de ese entonces pasaron por tus programas, aunque no sé si estamos hablando de los de Saldaña o los tuyos.

—En uno de mis programas, ya sola, una emisión que salía en las tardes, producida por Bertha “la Chaneca” Maldonado, una publicista muy connotada, que ahí sigue, sacándole lustre al género, a la publicidad y a lo que se deje, fue el primer programa fe-me-ni-no de la televisión… Femenino en el sentido de seres humanos de género femenino, seres a los cuales nos puede interesar desde bordar hasta saber lo que ocurre en Chile o en Irak, o qué está pasando con la hambruna, tal y cual. Era un programa vespertino, éramos cuarenta mujeres, alguno que otro hombre.

—¿Cómo se llamaba?

—A media tarde. Y se hablaba de cine, de teatro, de belleza, de alimentación, de política. Un programa de mujeres, pero integral, no uno donde se tuviera que hablar todo el tiempo de la papilla del niño o de la moda o de cómo rasgarte más el ojo. Era eso, pero con todo lo demás. Es como si hubiera un programa para hombres en donde sólo se hablara de coches, ¿no? Ahí estuvimos y, bueno, yo, por mi educación personal, siempre estuve involucrada en preocupaciones sociales. La mujer era un tema importante para mí. Hice también un programa que se llamó Niños niños niños. Tuve una barra en donde tuvimos a una mujer distinta cada vez.

—Los personajes de la diversidad sexual y varios sexólogos, lo sé de buena fuente, pasaron por tus programas, ¿cómo se dio esto?

—Un día me llaman para decirme que se va a llevar a cabo el primer Congreso de Sexología en México (1979). Hago una entrevista ahí y aparecen Juan Luis Álvarez Gayou, Xavier Lizárraga, y bueno, ahí entramos en contacto y se me propone hacer un programa para promocionar el congreso y lo hacemos. Juan Luis me ofreció una beca para entrar a unos talleres en el Imesex. Fue a raíz de eso como surgió la primera sección exclusiva sobre sexualidad en la televisión mexicana. Y volvemos a lo mismo, muchos dijeron y dicen ser los primeros en abordar la sexualidad, pero la verdad es otra. Yo no soy sexóloga, pero gracias a esos talleres pude entrar en contacto con personas y temas que me hicieron profundizar mucho más en ciertas realidades. Desde antes ya participaba en un grupo feminista en pro de la maternidad voluntaria, ¡aquí ya estamos hablando de temas como el aborto! ¿Te das cuenta? Estos temas, aborto, violación, la violencia contra las mujeres, ya se manejaban pero desde mucho antes. Yo fui a marchas con mi grupo, Movimiento Nacional de Mujeres(MNM), un grupo también histórico. En fin. Esto ya lo traía, ya estaba involucrada y lo difundí hasta en programas de radio que hice.

Y se hablaba de cine, de teatro, de belleza, de alimentación, de política. Un programa de mujeres, pero integral, no uno donde se tuviera que hablar todo el tiempo de la papilla del niño o de la moda o de cómo rasgarte más el ojo. Era eso, pero con todo lo demás.

—Abordaste la sexualidad desde la perspectiva feminista, y me parece bien. ¿Qué pasó entonces con el resto del arcoíris de la diversidad?

—Un hombre al que quise mucho, Luis Carbajo, que hizo una gran carrera en el Canal 11 y que luego migró a los canales públicos 7 y 13, ya me había invitado al Canal 11 a participar. No se pudo, pero cuando llegó al 7, sí. Tuvo un programa y yo una sección que se llamó Sex Siete. Ya luego, en el 13, tuve una que se llamó Sex o no Sex. Estas secciones ya eran sobre sexualidad en televisión… ¡exclusivamente! Es decir, si bien tocábamos estos temas en otros programas, estos fueron sólo y exclusivamente de sexualidad. Ahí, por ejemplo, por primera vez en la televisión, fue que se vio cómo se tenía que poner un condón… en vivo y en directo. ¡Interesante!, ¿no?

Eso dio pie a trabajar duro sobre el asunto del sida, por supuesto. Sobre el sida apenas se estaba hablando en Estados Unidos. Acá, a pesar de que ya nos estaba afectando, nadie lo mencionaba. Para que veas. Nosotros fuimos también los primeros en hacerlo abiertamente, en ese contexto televisivo, pues.

Yo hacía las cosas en las cuales creía, en la televisión de Estado. Cosa que ahora pensarían “No, los opresores en ese entonces no dejaban…” y no. Yo sí pude hacerlo y nunca tuve censura. Tan es así que los primeros desnudos integrales se hicieron, las posturas sexuales en vivo, cuidadas y todo, los primeros stripers, ¡fueron en mis programas!

—¿Todo eso se dio en tus programas?

—¡Claro! Todo esto fue en mis programas, pero hay quienes sencillamente no pueden o, más bien, no quieren acordarse. Tal vez porque eran programas con verdadero contenido y con una ideología detrás. No como ahora, que presentan vulgaridad y media, no informan sino que desinforman. Aquellos programas no es que fueran muy buenos por mí, sino por las personas y especialistas connotados que iban a esas secciones. Realmente había información que dar y un romper moldes. Porque, digo, estaba bien que se llevara a Amparo Montes porque era un 10 de mayo, pero también a bailarines, pues a las señoras también nos gusta ver eso, aunque seamos señoras, ¿no? Es decir, nos podíamos divertir, pero también había toda una ideología.

—Me quedo pensando en que, al igual que sucede con lo político y con nuestra famosa identidad, respecto a la historia de la televisión y estos temas progresistas, tenemos una memoria muy cortísima. Hoy en día tenemos hasta analistas de y sobre la industria televisiva que, olvidándose de esta parte de la historia de la televisión, sueltan cosas como “es la primera vez que vemos… es un material fresco e innovador… es un verdadero trancazo sin precedentes” cuando ya han ocurrido esas mismas cosas en la pantalla chica pública mexicana.

—Mira, yo estoy muy satisfecha. Todo lo que hicimos, porque era todo un equipo, lo hicimos con ideología, más allá del resto de los temas, sobre todo con la sexualidad femenina, tan sojuzgada, tan aplastada… que se la deja fluir muy poco. Yo hice algo que me gustó mucho hacer, que me dejó muchas satisfacciones y creo que a mucha gente le vino bien, y ya, y se acabó y a lo que sigue.

—Dejando atrás esta etapa de la televisión, llegas a la arena política local de la Ciudad de México.

—Mira, puedo decirte que fue a través de mis propios vecinos que llego ahí. La gente de mi comunidad me propone, luego surge una posibilidad más partidista. Yo gano compitiendo por el PRI, con el apoyo de mis vecinos, el distrito I, que era éste, Roma Norte, Sur, la Condesa, la Hipódromo Condesa, el Multifamiliar “Benito Juárez”, y listo. Muy chiquito. En fin. Gano elecciones competidas, me gano mi curul (1994-1997). Con una gran amiga, una mujer que admiro y quiero mucho, Bárbara Yllán, abogada, quien era mi asesora jurídica en la ALDF [Asamblea Legislativa del Distrito Federal], trabajamos sobre el tema de violencia de género. Nosotras ya teníamos un trabajo previo al respecto, en los grupos feministas. Se hizo el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar (CAVI). En la ALDF ya se manejaban algunos temas, pero a éste no le hacían mucho caso. Ya desde que estábamos nosotras en el MNM habíamos ido al entonces Departamento del D.F. a pedir que se abrieran centros y demás. Sin embargo, faltaba una ley como tal. La ley salió adelante con todos los acotamientos de la propia ALDF. Hubo muchas resistencias de parte de todos los partidos, ¡de todos! Sólo me preguntaban cómo iba y me deseaban suerte. No pasaba mucho de ahí. Óscar Espinosa, el exregente, al final apoyó, pero al principio sus abogados nos presentaron una ley, pero discursiva. Yo me encargué de decirles que si sabían caminar, pues caminaran por el Zócalo dándole la vuelta, ¿no? En fin. Al final, se logró de manera unánime.

Ya cuando estaba bien estructurada la ley, los partidos la vieron como un gran filón, incluyendo el partido en el que yo estaba, el PRI, y hasta ese momento ya fue cuando les apeteció de manera muy formal. Ya cuando estaba bien armada y consensuada. Fue ahí en donde pasó de ser una ley por la que nosotras habíamos luchado mucho en cristalizar a una de la que todo mundo se llenó la boca, cuando ya había sido aprobada y cuando ya habían comprobado que el tema prendía.

Eso dio pie a trabajar duro sobre el asunto del sida, por supuesto. Sobre el sida apenas se estaba hablando en Estados Unidos. Acá, a pesar de que ya nos estaba afectando, nadie lo mencionaba. Para que veas. Nosotros fuimos también los primeros en hacerlo abiertamente, en ese contexto televisivo, pues.

—A final de cuentas, esa ley fue importante para la vida de la ciudad. A partir de su aprobación se lograron otras cosas, ¿lo ves así?

—¡Por supuesto! Yo creo que en estas luchas, todo va por pasos. En ese momento nostras hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance hacer, pero luego vienen los jaloneos partidistas, unos que se echaban para atrás a la mera hora, otros eran muy majaderos y majaderas. En fin. Toda esa parte sucia, y mira que de estos, algunos son gente actual que gozan de una graaaan reputación, ¡eh! Sé que en el Congreso se hicieron enmiendas a ciertas cosas, pero les guste o no les guste a muchos, esta ley, como tal, una ley ley, así, lo que se dice LEY en la materia, fue ésta en el D.F. Una ley histórica. ¡La ley contra la violencia intrafamiliar!

—Por los temas por los que has luchado, por tu trayectoria y por tu paso en los medios que ya has mencionado, habrá quien diga que no eres el personaje típicamente priista, el que busca el hueso, el que salta de puesto…

—Mira, hay de todo. Hay quien se rasga las vestiduras que porque los partidos hacen y deshacen, como si los políticos bajaran de un platillo volador. Hay de todo, gente bien intencionada, gente que para nada lo es, pero eso es en todos los partidos y en todos lados. Yo en este momento, no estoy participando ni militando mayormente en el PRI, pero yo, independientemente de esa parte partidista, luché, seguí luchando y seguiré haciéndolo por el derecho al aborto, por ejemplo.

—Hablando de eso, ¿tuviste algo que ver con la ley Robles [a favor del aborto]?

—Tú sabes que los partidos hacen llamados. A mí me tocó estar de cerca trabajando con diversos temas no sólo de mi partido, sino de todos los demás. Para bien o para mal, se negociaba mucho. Cuando llega el PRD a la ciudad, con su enorme influencia a la ALDF también, pues se convirtió, al igual que el PAN, en un grupo muy cerrado. Y así fue en este caso.

—Pasando a otro tema. Eres una mujer que también ha sido muy galardonada con premios.

—Así es. Me han premiado mucho por mi participación en la prensa escrita, y es que trabajé mucho tiempo, por ejemplo, con don José Pagés Yergo, en la revista Siempre!, y lo recuerdo muy bien, pues, junto con Saldaña, al igual que Guillermo Mendizábal, son hombres que han marcado mi vida, mi vida profesional. La mayoría de mis premios tienen que ver con el periodismo. ¡Y mira! Sí, me da gusto tenerlos. Refrendan el compromiso conmigo misma, con estos temas. Siento que hice bien en mi compromiso con ellos y sigo en ese camino.

—Tan sigues en ese camino que ahora tienes un proyecto muy reciente en la televisión actual, en Canal 11, el programa El Gusto es Mío.

—Ya tuve dos temporadas, de hecho. Ahora estamos en un periodo de ver si hay nuevos proyectos o hay una tercera temporada. Y mira, esto viene a cuento porque otro tema que me interesa, ahora que pertenezco a la tercera edad y que, en la televisión y en todos lados, la juventud es aparentemente todo lo que hay, y en donde, tal vez por eso, gente ya mayor se pone a dar de saltos y a hacer el ridículo con tal de hacer cualquier cosa, como descerebrados… Tú escuchas por todos lados “Es que esto es un concepto joven, la propuesta es fresca, jovial… es para jóvenes”, como si todo lo mejor de la vida fuera lo joven. No voy a discutir si eso es así o no. Lo que yo creo es que las personas mayores, con sus proyectos y lo que han hecho a lo largo de su vida, ya de grandes, más maduros, siguen caminando y tienen proyectos actuales para utilizar su experiencia y que son proyectos que les hacen mucha ilusión, por los cuales luchan y que son proyectos muy útiles para la gente, no sólo para ellos. Estos hombres y mujeres maduros, grandes o viejos, si tú quieres, para mí no es peyorativo, son dignos de escuchar, de ver y de tomarse en cuenta. Hay personas que han llegado a esa etapa de su vida siendo productivas, generosas, respetables y muy admirables… ¡eso es lo que yo quiero presentar! Ya lo he hecho en dos temporadas de El Gusto es Mío, bautizado así, por cierto, por mi hija Nuria.Vamos a ver qué pasa.

—Akira Kurosawa dijo, en alguna entrevista, a pregunta directa, que la mejor etapa de su vida era, fue, la vejez. Con esto me quedo y deseándote toda la suerte para que se cristalice esa tercera temporada de El Gusto es Mío te invito a que me digas si quieres añadir algo.

—Al principio me preguntabas sobre mi relación con la comunidad de refugiados españoles. Sólo quiero añadir que, hace ya muchos años, sí he estado en contacto con la comunidad de refugiados, con El Ateneo, con el Partido Republicano Español, en tiempos posteriores con el PSOE y me he involucrado en festejos que nos hagan recordar todo ese legado que los refugiados españoles dieron a México, y todo lo que ellos y sus descendientes le debemos a este país y a los mexicanos, sin duda. Yo, si no hubiera pasado lo que pasó con mis padres, si Lázaro Cárdenas no hubiera abierto las puertas de esta nación, pues a lo mejor yo ni siquiera hubiera nacido. Por eso, también el exilio español republicano, y todo lo que conlleva, es uno de mis temas, ¿no? También representa una ideología, que no termina sólo por el hecho de que ya hay muy pocos de los primeros que llegaron, que incluso se relaciona con el actual PSOE. Es bueno tomar esto en cuenta, digo, ante el avance de la derecha tanto en Europa como acá.

—Pues dicho está.

—Nada, que me ha dado mucho gusto, en verdad, platicar contigo y con tus lectores de todas estas cosas. ¡Muchas gracias!

—¡Gracias por esta charla con Replicante! ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Enero 2012

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