Es la congruencia, fanáticos

o de cómo una par de pifias terminan por dar mayor fortaleza

MVS y Aristegui encabezan otro pleito. De extraña forma la empresa ha optado por una exposición pública de un conflicto de intereses comerciales. La periodista ha hecho lo que en otras ocasiones: utilizar el propio foro que le da la empresa para dirimir el asunto.

Aristegui. Foto © lafuente.com

Aristegui. Foto © lafuente.com

Congruencia: Lo que le faltó a Carmen Aristegui en su más reciente “medición de músculo” con MVS.

Ironía: La que ocurre cuando cometes un error y el resultado final de las consecuencias fortalece tu posición.

Exceso: 1. El cometido por MVS, con todas las razones que pueda exponer. 2. El de los fans de Aristegui que la defienden sin un mínimo cuestionamiento.

Pérdida: La que experimenta la audiencia, enredada ahora en un conflicto de intereses, especulaciones y claroscuros.

MVS y Aristegui encabezan otro pleito. De extraña forma la empresa ha optado por una exposición pública de un conflicto de intereses comerciales. La periodista ha hecho lo que en otras ocasiones: utilizar el propio foro que le da la empresa para dirimir el asunto. Lo hizo incluso al retornar a su emisión matutina cuando fue despedida en su conflicto anterior. Lo repitió en su encuentro con Laura Bozo.

En medio del conflicto MVS decide despedir a dos colaboradores del equipo de la periodista, Daniel Lizárraga e Irving Huerta… pero no despide a Aristegui. Ella primero sólo dice que está negociando y luego exige su reinstalación. Defiende, dice, el “espacio ganado”.

No importa que el espacio ganado pertenezca a una empresa que estaría —según sus fans o ella misma en tono especulativo, porque cuestiona pero tampoco aclara— respondiendo a demandas del gobierno federal para actuar contra su equipo. Ese argumento es lo de menos, ahí la falta de congruencia.

Ya había ocurrido una vez: una pifia de Carmen Aristegui la metió en camisa de once varas con la empresa que le abrió el espacio radiofónico después de su salida de W-Radio.

Fue un error de libro de texto: convirtió un rumor en noticia, y teniendo la oportunidad de hacer un ejercicio amplio de periodismo, pidiendo evidencias a quien acusaba de alcohólico al entonces presidente Felipe Calderón, prefirió sustentar la endeble información con otro dato aún más débil: la referencia a un “fuerte rumor” en Twitter sobre la dependencia de Calderón de las bebidas espirituosas.

Otra pifia. Sin consultar a la empresa que finalmente es la productora del espacio radiofónico que ella encabeza y al que da nombre, la involucró en un ambicioso proyecto informativo que va más allá de ella y de sus demás fundadores: Mexileaks.

Salió avante. MVS le devolvió el puesto porque sabía lo que perdía y Aristegui volvió al aire más fuerte que antes. Sus fanáticos sonrieron felices. Su adalid estaba de nuevo en el espacio que se ganó y que desequilibró ella misma, claro, con bastante ayuda del reclamo de la Presidencia de la República.

(Vale aclarar: si el trabajo periodístico congruente con su experiencia se hubiese hecho, cualquier reclamo en su contra no hubiera tenido gran fuerza. Fue el propio show mediático —no hay que olvidar que hasta dio una conferencia de prensa, en la que, por cierto, no quiso contestar preguntas— que ella misma estructuró y el apoyo de sus miles de fans en medios sociales los que le ayudaron en mucho para recuperar su sitio.)

Y volvió a ocurrir: otra pifia. Sin consultar a la empresa que finalmente es la productora del espacio radiofónico que ella encabeza y al que da nombre, la involucró en un ambicioso proyecto informativo que va más allá de ella y de sus demás fundadores: Mexileaks.

Mexileaks no es propiedad de ninguno de quienes acordaron la iniciativa, así lo entiendo por lo que sé del proyecto y de lo que se espera lograr con ello. No es un coto de medios informativos, ni la salvaguarda o el nicho de los adalides de la libertad de expresión en México.

Pero ahora resulta que tal esfuerzo, en lugar de arrancar con un gran dato periodístico, una andanada de filtraciones que sacudan una que otra cúpula política, o por lo menos alguna curul o presidencia municipal, comienza hecho a un lado, oscurecido y entrampado en medio del debate público de un conflicto de intereses.

Sí, tal cual, un conflicto de intereses: el de MVS de velar por su marca y el de Aristegui por la pifia de no consultar tal interés. Lo que lleva a otro dato clarísimo: no es un asunto de libertad de expresión en su totalidad, sino de intereses comerciales y quizá editoriales.

¿Se vale? Claro, sería ingenuo pensar que ella, con todo el derecho que tiene de proteger su fuente de ingresos, porque su trabajo le ha costado, tampoco fuera a defender su propio interés comercial —su marca, pues.

El problema es que ahora la pifia no sólo le pegó a ella, sino que se llevó en la solución de la crisis a dos de sus mejores colaboradores, y entre ellos a uno que destaca como entre los mejores periodistas de investigación y manejo de datos en este país: Daniel Lizárraga.

Cierto, lo más seguro es que Lizárraga siga colaborando con Aristegui en el portal que lleva el nombre de la periodista. Lo que ignoro en realidad es si los ingresos del sitio web son suficientes para poder compensar el impacto económico que el despido de MVS ha tenido en los periodistas.

No dudo de la capacidad de gestión de Aristegui y quien le ayude a llevar el negocio del portal informativo, pero quienes nos hemos involucrado en temas de la web sabemos que aún es difícil generar altos ingresos en ese sector, al menos en el marco del ejercicio periodístico.

Dijo la periodista esta mañana —13 de marzo—: “Rechazamos categóricamente el despido de nuestros compañeros. Esta decisión instrumentada por la administración de MVS afecta clara y seriamente nuestro trabajo y nuestra generación de contenidos a la audiencia…”

Señaló que además la decisión fue tomada de acuerdo con los despedidos. Es decir, que ellos entendieron que tenían que irse por hacer su trabajo, que ella no podía intervenir en la decisión de MVS de prescindir de sus servicios. Aunque luego reculó y dijo que sí lo haría, y de hecho ya lo ha manifestado públicamente. Entendió, quizá, el error que cometía.

Sin embargo, no puedo imaginar que en una segunda medición de músculo,en la que Aristegui vuelve a salir avante, no haya podido hacer un pequeño esfuerzo más para presionar por mantener a su equipo íntegro desde un principio.

El paréntesis antes de los despidos fue, una vez más, el surgimiento de una ola en defensa de la periodista: #EnDefensadeAristegui, como si el ataque fuera personal, en una expresión de respaldo masivo hacia ella —que se lo ha ganado también, aunque pueda cuestionársele.

Y ahí quedó la ola: Aristegui salió ilesa, su persona, su imagen, su espacio en MVS.

La ironía es clara: dos pifias que se han convertido en situaciones de ventaja para fortalecer su posición en el ecosistema informativo de México, e incluso más allá del país. Hoy Carmen Aristegui es una vez más adalid y casi mártir de los medios mexicanos.

La defensa, por favor no hay que desgarrarse vestiduras, no es a la libertad de expresión. Es a ella y así lo ha puesto ella misma: un yo me quedo, hay que salvar el espacio ganado, aunque nos cueste parte del equipo. En un escenario de la II Guerra Mundial sería algo así como: ni un paso atrás de la playa ganada, no importan los caídos. Aunque, bueno, luego siempre sí regresó por los heridos.

La ironía es clara: dos pifias que se han convertido en situaciones de ventaja para fortalecer su posición en el ecosistema informativo de México, e incluso más allá del país. Hoy Carmen Aristegui es una vez más adalid y casi mártir de los medios mexicanos.

El argumento extra: que fue una movida de la Presidencia —otra vez— para atacar a quienes investigaron y destaparon con precisión y datos el asunto de la casa construida por el Grupo Higa y que Angélica Rivera afirma como de su propiedad, negando cualquier posible corrupción, pero dejando aún más claro el conflicto de interés con la persona de su esposo, el presidente Enrique Peña Nieto.

Tomemos ese argumento como cierto… entonces: ¿acaso no lo más congruente hubiera sido, ante tal ataque a libertad de expresión y al derecho a la información de todos los ciudadanos, señalar el chantaje y la presión de las autoridades hacia MVS, hacerle frente y en lugar de negociar despidos y permanencia, renunciar e irse con su equipo a dar la lucha desde su sitio web?

Pero es que en su portal no tendría tantos seguidores, ni ganaría lo suficiente para su equipo y otras razones similares son las que he escuchado y leído al respecto tan sólo en las últimas horas desde la noche del 12 de marzo.

Vaya, a uno le da por pensar que el interés primordial era el ejercicio periodístico y el uso social que éste tiene, es decir, que lo importante es la información y generarla para aportarle algo a su público. Eso lo puede hacer desde su sitio web. Una vez más, hay elementos para decirlo: el asunto es, en buena parte, de interés comercial.

Un breve contexto: durante su gestión como presidente de México Luis Echeverría aprovechó un momento de debilidad de El Excelsior para dar un “golpe de Estado” al medio. El ataque resultó no sólo en despidos, sino en la renuncia voluntaria de una plantilla de periodistas que decidieron irse antes que defender un espacio.

Lo sé de buena fuente: también lo analizaron, lo pensaron; revisaron ventajas y desventajas. Luego tuvieron los arrestos y se lanzaron a una aventura periodística que resultó en la revista Proceso y en el diario unomásuno.

Fue un acto de congruencia, que los colocó, en su tiempo y medida, en ejemplos del ejercicio periodístico en México. De eso estaban llenas las reflexiones en los meses pasados luego de los fallecimientos de Julio Scherer y Vicente Leñero.

Otro más: cuando la crisis del periódico español El País detonó en 2012 por la decisión de su junta directiva de despedir a 129 empleados de la redacción, la discusión no sólo pasó por acusar los excesos de José Luis Cebrián como presidente del Grupo Prisa, o las relaciones de Prisa con los bancos BBVA y HSBC, o con el gobierno español. Pasó también por la reflexión interna de muchos de sus mejores periodistas para decidir dejar el espacio ganado y, en un acto congruente, renunciar manifestando como uno de sus primeros argumentos su desacuerdo con los despidos masivos. Sencillo: abandonaron la playa en nombre de los sacrificados para seguir dando la batalla desde otros frentes. Muchos de ellos, en la web.

Dos ejemplos de congruencia en los que hay que destacar una cosa: ninguno de los dos fue resultado de estar en un callejón de apretada salida ocasionado en buena parte por pifias de los protagonistas de ambas historias. Aclaración: se señala que “en buena parte” considerando como causa probable la presión de parte de las autoridades federales en el caso al que apela este texto. ®

Los lineamientos de Noticias MVS.

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Publicado en: Al_Medio

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