Guadalupe Dueñas (1910–2002) escribió semblanzas, guiones televisivos, poesía, cuento, novela, ensayos… Fue promotora cultural, editora, e impulsora de la educación de la mujer. La festejamos en el 110 aniversario de su nacimiento.
Antes de que muera
Antes de que muera
arrancaré las corolas
de pulpa ensangrentada
de todos los claveles
y con la carne roja
que son las amapolas
amasaré un guiñapo
que registre los latidos
que llamo corazón.
Pondré en mi cintura
un ramo de orquídeas,
me haré una guirnalda
de ramo de lis
y entre mis manos
sólo flores blancas
limón nardo azahares
gardenias jazmín,
mentiré a la muerte.
Seré un jardín extraño
con la muerte albina
y la pobre gente
mirará a lo lejos
mi féretro pasar,
como flor gigante
el cortejo de alas
cual nubes blancas
antes de ennegrecer.1
A Guadalupe Dueñas, la infernal/ y a su pluma celeste y terrenal, como Pita Amor la enunció; la mejor cuentista mexicana para Elena Garro, según cuenta Patricia Rosas Lopátegui, Guadalupe Dueñas, una niña inquieta, de la que se desconoce el año de su nacimiento, pero que, a través de rigurosas investigaciones y suposiciones de familiares cercanas, se intuye que su verdadera fecha de nacimiento fue el 19 de octubre de 1910.
De ascendencia española y libanesa, nacida en Guadalajara y educada con el rigor de instituciones religiosas en Michoacán, fue la hija mayor de quince hermanos, después del fallecimiento de la primogénita Mariquita, quien según narra en el cuento “Historia de Mariquita” —antologado por Emmanuel Carballo—, su padre la encapsuló en un frasco con líquidos de químicos mezclados para su prevalencia en la eternidad de la familia.
Su formación religiosa siempre aparecería tanto de manera flagrante como oculta a lo largo de su obra literaria. Guadalupe Dueñas se sentía avergonzada al recibir elogios por su narrativa empapada de imaginación, pues todo lo narrado en sus cuentos se trataba, decía, de experiencias que le habían acontecido.
Su primer libro de cuentos Tiene la noche un árbol, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1958, contiene veinticinco relatos de corte moderno, situacionales, con finales tenues que no buscan el impacto del lector, simplemente la descripción de hechos —aparentemente— fantásticos. Sin embargo, es también el más conocido y publicado en posteriores ediciones. Al mismo tiempo, en este libro habita un zoológico, donde entre las páginas caminan, vuelan y nadan animales como hormigas, sapos, chuparrositas, canarios, arañas, sirenas, pulpos, piojos y ratas. Una realidad fantástica ilumina las páginas de la entonces novedosa escritora:
Atravieso el patio, aburrida me detengo junto al pozo y en el fondo la pupila de agua abre un pedazo de firmamento. Por el lomo de un ladrillo salta un renacuajo, quiebra la retina y las pestañas de musgo se bañan de azul.2
El primer cuento brevísimo o minificción, como se les suele llamar a los cuentos breves, es “La araña”, donde Dueñas describe el asedio y la asechanza de una araña abominable al interior de una recámara en la oscuridad de la noche.
Los cuentos de Dueñas no son solamente cuentos, son también verdaderos prodigios de la narrativa poética, como lo es el caso de “Y se abrirá el árbol de la vida”, un poema en prosa de carices bíblicos. “Judit”, por otro lado, muestra los afanes de Guadalupe Dueñas por independizar a la mujer del yugo patriarcal, proporcionándole su propio arbitrio. Es necesario resaltar que la liberación de la mujer es una constante en la obra completa de Guadalupe, la cual se encuentra en todos los géneros literarios en los que incursionó.
Es necesario resaltar que la liberación de la mujer es una constante en la obra completa de Guadalupe, la cual se encuentra en todos los géneros literarios en los que incursionó.
En el amor Guadalupe no fue muy afortunada, no hay rastro de ningún amor que haya acompañado a esta mujer que era una biblioteca andante, y además, una biblioteca de portentosa belleza. Si acaso, parece tener un imaginado amorío con Ramón López Velarde, a quien guarda una profunda admiración y de quien afirma anhelar ser su viuda. Por otro lado, pareciera que Julio Torri, quien fue muy amigo de Dueñas, tuviera una ligera atracción por la talentosa escritora, con quien guardaba una especial afinidad, no sólo por la similitud estilística de la brevedad narrativa, sino en sus cosmovisiones también. El tiempo que las jóvenes de su edad destinaban a los novios ella siempre lo destinó a los libros, interesada en la historia universal, en la poesía clásica y contemporánea, por mencionar sólo algunos de sus temas de interés.
Todo el conocimiento literario lo aprendió como autodidacta, nunca perteneció a ninguna academia que se centrara en los estudios literarios, lo más cercano fueron las clases de literatura e historia del arte a las que asistió con su maestra e íntima amiga Emma Godoy, el taller literario de Agustín Yáñez, así como los talleres de Juan José Arreola, de quien también aprendió mucho, y quien se rumora la pretendió siendo su alumna —así como solía pretender a todas las escritoras que se cruzaban por su camino. Irregularmente también asistía a cursos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Entre 1961 y 1962 se hizo acreedora de la Beca Mexicana de Escritores, la cual aprovechó para entregar su única novela, Memoria de una espera, la cual permaneció inédita hasta su reciente publicación en las Obras Completas,3 la cual se desconoce a ciencia cierta la razón por la que nunca se vio impresa. No obstante, se intuye que pudo haber sido por una dura autocrítica del uso de un lenguaje coloquial, nada común en la escritura de Dueñas, o bien por la cercanía con empleados de gobierno, ya que ella misma ocupó un puesto burocrático por algunos años, razón que la confrontaba con el tema central de esta novela: una fuerte crítica a la burocracia y al mal manejo del poder en el gobierno mexicano.
Guadalupe Dueñas perteneció a la familia De la Madrid, era prima de Miguel de la Madrid Hurtado, censurado por su mal desempeño durante su sexenio en la década de los ochenta. Es importante mencionar que Guadalupe Dueñas ha sido censurada por esta relación, una censura infundada, pues durante el sexenio de su primo Guadalupe Dueñas ya se había hecho de un renombre por sus publicaciones anteriores, además de nunca haber hecho uso de su apellido materno con fines ventajosos.
Su cuento “Guía en la muerte”, contenido en su primer libro de cuentos, fue dirigido por Ernesto Alonso como referencia para la serie televisiva “Las momias de Guanajuato”, misma serie para la cual contrató a los jóvenes becarios Vicente Leñero, Inés Arredondo, Miguel Sabido y a la misma Guadalupe Dueñas para crear el guión. Resultó ser todo un éxito.
Su segundo libro de relatos, No moriré del todo, publicado por la editorial Joaquín Mortiz en el año de 1976, dieciocho años después de Tiene la noche un árbol, fue un libro que sorprendió con el regreso de Dueñas, pues ya era una escritora desaparecida en el mundo de las letras mexicanas, mas no del todo olvidada. En este libro aparecen relatos breves en los que ahonda en el misterio y el crimen, como en “Girándula” o en “La dama gorda”, un cuento policiaco. En “Barrio chino”, cuento en el que se desconoce la raíz de toda la trama pero pareciera ser que hubo un crimen cometido entre una pareja, apunta hacia un posible suicidio próximo a suceder; posiblemente el café donde el cuento sucede sea el café de chinos donde se juntaban Rosario Castellanos, Emma Godoy, Guadalupe Dueñas, Efrén Hernández, Dolores Castro y José Gorostiza.4 En “Carta a una aprendiz de cuentos” se nota su afán por promover la educación de las mujeres, pues la versión original era dirigida a “un aprendiz de cuentos”.
De la promoción educativa dirigida a las mujeres se encargaría también en los ensayos y reseñas biográficas de mujeres notables en la historia universal, publicadas en la revista Kena, que fundó junto a Margarita Michelena, Rosario Castellanos, Emma Godoy, María Luisa “la China” Mendoza, Dolores Castro y Alaíde Foppa, entre otras reconocidas escritoras,5 revista de calidad literaria en donde escribió periódicamente a lo largo de los siete años en los que colaboró. De igual manera, su ardua investigación sobre la vida del último imperio mexicano, hecha con la finalidad de realizar el guión televisivo para la telenovela educativa de Ernesto Alonso, Carlota y Maximiliano. Forjó un notorio interés por promover la educación, principalmente la educación de las mujeres, a través de los hechos contados con la verdad. En el texto recopilado y transcrito por Patricia Rosas Lopátegui6 realzaba la inteligencia de Carlota y su gran capacidad para gobernar el país entero.
Imaginaciones fue su siguiente libro, construido a partir de breves semblanzas de amigos cercanos a ella o de figuras a quienes admiraba. Resulta ser un libro que rompe con los esquemas literarios, son de extensión breve y de descripciones valiosísimas —algunas reales, otras imaginadas— sobre ciertas figuras del mundo artístico–intelectual. Entre ellos se encuentran Rosario Castellanos, Emma Godoy, Cordelia Urueta, Griselda Álvarez, Julio Torri, sor Juana Inés de la Cruz, Octavio Paz, Elena Poniatowska, Pita Amor, Agustín Yáñez, Juan José Arreola, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Juan Rulfo, Efrén Hernández y Gabriela Mistral, entre otros. Imaginaciones es un preciso ejemplo de prosa poética, llena de adjetivos, versos en prosa finamente dibujados y textos breves de contenido barroco. Sería difícil describir las maravillas escritas en estas infinitas semblanzas, aunque las de Emma Godoy, Julio Torri, Octavio Paz y Pita Amor son particularmente atrapantes.
Aunque no son numerosos los poemas de Dueñas, los pocos que tiene dejan ver una habilidad desquiciante para la creación lírica, no sólo por sus sonetos y liras perfectamente trazadas, sino por las imágenes emitidas a través de sus palabras
Es en la semblanza de Gabriela Mistral donde revela la razón por la cual nunca se atrevió a publicar sus poemas, porque es menester resaltar que Dueñas fue una excelsa poeta que alcanzó magnitudes que muchos poetas publicados no han alcanzado. El sacerdote Alfonso Méndez Plancarte le sugirió que enterrara sus poemas, ya que su pericia no radicaba en la poesía sino en la narrativa, recomendación que Dueñas asumió parcialmente, pues si bien no publicó sus poemas, tampoco los enterró, pues nunca los dejó de escribir. Aunque no son numerosos los poemas de Dueñas, los pocos que tiene dejan ver una habilidad desquiciante para la creación lírica, no sólo por sus sonetos y liras perfectamente trazadas, sino por las imágenes emitidas a través de sus palabras, por los borbollones de metáforas que inundan sus libretas. Ante el bagaje cultural y literario que tenía como armadura, aunado a las amistades literarias que fue forjando a lo largo de toda su vida, no sorprende que su poesía resultara ser un tesoro escondido en empolvados cuadernos. Además de que, cuenta Patricia Rosas Lopátegui, que los cuentos partieron de poemas que Dueñas desmenuzó para convertirlos en prosa.7 Esta afirmación cobra sentido al leer la prosa poética de Dueñas.
La poesía de Dueñas es una poesía modernista, combina liras múltiples en un solo poema, repite con mucha frecuencia el octasílabo. Lo interesante de su poesía, hablando de composición, es la mezcla de versos heptasílabos, con otros octa y endecasílabos, que se tejen a la vez con eneasílabos y hasta pentasílabos. Acude a los versos alejandrinos con mucha frecuencia. Tiende a hacer un uso moderado de rimas consonantes y asonantes, manteniendo a todo momento la cadencia. Se puede notar, al igual que en sus cuentos, no solamente un avasallador conocimiento de la lengua, sino también un profundo conocimiento de la vegetación, plantas y flores se reproducen en los registros escritos de Dueñas, así como fenómenos propios de la biología. También una intrínseca inquietud provocada por fenómenos astrológicos y climatológicos es evidente:
Arriba las estrellas tan borrosas y exiguas,
con las rosas gigantes de una rama
que oscila en la selva sin fin de los espacios.
[…]
en el lóbrego marco de mis venas,
llevo en el pecho un hueco abismal como la nada
por ojos dos pájaros negros8
Regresa Guadalupe Dueñas, tras trece años de Imaginaciones, a quince años de su última publicación de cuentos y a treinta y tres años de publicar su primer libro, con la misma editorial, el Fondo de Cultura Económica, que incluye en la Colección Letras Mexicanas Antes del Silencio, libro publicado en 1991, el cual incluye un total de veinte cuentos inigualables. Es un libro muy bien logrado que envuelve al lector en un mundo de terror en el que Dueñas escudriña con notable destreza la naturaleza humana, llegando hasta los alcances más tenebrosos que nunca antes se habían visto en sus publicaciones previas. Esta vez la muerte es la constante en los relatos breves. A excepción de “Las vacaciones de las señoritas Montiel” —un extenso cuento gótico de principio a fin—, la extensión de todos los cuentos es realmente breve, son relatos que van desde media cuartilla hasta aquellos de tres páginas cuando mucho, abanderando Dueñas la vanguardia del relato brevísimo, haciendo de ésta —su última publicación—, una verdadera hazaña del cuento breve de terror.
Guadalupe Dueñas escribió reseñas, semblanzas, guiones televisivos, poesía, cuento, novela, divagaciones, ensayos… Fue difusora cultural, editora, columnista, promotora de la educación de la mujer y libretista, entre otras funciones notables.
Fue una mujer que representa la voracidad del conocimiento, la inteligencia esculpida con interminables horas de lectura y de investigación, caracterizándola siempre la sed del aprendizaje infinito. No cabe duda de que Guadalupe Dueñas no morirá del todo, pues ha dejado un legado invaluable con sus textos, que después de haber sido leídos difícilmente se olvidan. ®